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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 490 - 6 de Noviembre de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

Los ladridos de Fifi

 

La casa de Manuel y Rita estaba muy triste.

Clara, la hija de apenas seis años y que era la luz de sus ojos, había regresado al Mundo Espiritual debido a una enfermedad grave, dejando a la familia en gran sufrimiento.

Debido al dolor de los padres que no se conformaban por la partida de la pequeña Clara, los Amigos Espirituales de la pareja pensaban cómo disminuir el sufrimiento de Manuel y Rita, que no soportaban su existencia sin su querida hija. La pequeña sufría al recibir los pensamientos del papá y la mamá que le rogaban su presencia. Decía el papá en sus oraciones:
 

- ¡Vuelve, hijita! No podemos seguir viviendo sin tu presencia. ¡Lamentamos mucho tu falta y el sufrimiento es tanto que deseamos también partir a tu encuentro!

Y la mamá, entre lágrimas, afirmaba:

- ¡Clara, hijita mía, no vamos a soportar la vida sin ti! ¡Solo consigo pensar en ti, querida! ¡Vuelve con nosotros! ¡Solo lloramos acordándonos de tu bello pequeño rostro, de las conversaciones que teníamos y hasta tu cachorrita Fifi está desani-

mada, no ladra ni quiere comer más!... Que Jesús pueda mandarte de vuelta con nosotros, tus padres, que tanto te amamos, es lo único que queremos.

Los Amigos Espirituales escuchando esas palabras, se preocupaban del bienestar de la pequeña Clara, aún débil por la enfermedad que la llevó de vuelta al Mundo Espiritual, y estudiaban el problema, buscando una soluciona que calmara a los muy sufridos padres.

Hasta que uno de ellos decidió, después de mucho pensar:

- Lo mejor será llevar a la pequeña Clara para que haga una visita a sus padres quienes, al darse cuenta que ella está bien, calmarán sus corazones y se desligarán un poco de la pequeña.

Los amigos que formaban parte del grupo estuvieron de acuerdo, hallando que era la única manera de calmar a los padres tan sufridos.

Así, un día en que Manuel y Rita hacían el Evangelio en el Hogar, con mucha delicadeza los Amigos Espirituales llevaron a la pequeña Clara a visitar su hogar.

Apenas leyeron un fragmento del Evangelio, los papás comenzaron a conversar sobre el tema que fue enfocado a través del libro, que era “Motivos de Resignación”, del capítulo V, Bienaventurados los afligidos.

De repente, al recordar a la pequeña Clara desencarnada, los padres comenzaron a sentir que las lágrimas brotaban de sus ojos incapaces de evitar el dolor.

No se habían dado cuenta de que la perrita de Clara había entrado en la sala al ver la puerta abierta y se había quedado quieta, sentada junto a ellos.
 

De pronto, cuando ellos comentaban el texto, la perrita Fifi se levantó y empezó a ladrar, mirando hacia arriba. Los padres se miraron entre sí, luego la miraron sorprendidos por su comportamiento, a lo que Rita dijo:

- ¡Mira, Manuel! ¡Fifi no ladra desde que nuestra pequeña Clara se fue al Mundo Espiritual!...

La madre abrió los ojos mirando a la perrita y las lágrimas brotaron de sus ojos, ahora sonrientes y contentos:
 

- ¡Manuel! ¡Fifi solo le ladraba así a nuestra hija Clara! ¡Es una señal de que ella está aquí con nosotros!

El padre, que no quería que su esposa tuviera muchas esperanzas, respondió:

- No, querida. ¡Ciertamente Fifi está ladrando porque vio algún insecto volando por la sala!

A lo que su esposa, moviendo la cabeza y una gran sonrisa en su rostro, no estuvo de acuerdo:

- No, Manuel. Fifi solo ladraba así al ver llegar a nuestra Clara. ¡Ve cómo mira hacia lo alto y ladra feliz!

El padre, al ver a la madre tan contenta, finalmente estuvo de acuerdo con ella, también con los ojos nublados por las lágrimas.

Ellos se abrazaron e hicieron la oración final con gran alegría en sus corazones, comentando el texto del Evangelio y, más que eso, hablando sobre la inmortalidad del alma y la alegría de volverse a encontrar con su hijita querida. 

Y Rita dijo a su marido:

- ¡Estoy segura, Manuel, de que cuando durmamos vamos a encontrarnos con nuestra querida hija Clara! ¡Oh, que el Señor la bendiga!...

Así, animados y llenos de esperanza, terminaron el Evangelio en el Hogar y, después de una comida ligera, se prepararon para dormir, satisfechos y agradecidos.

Y los Amigos Espirituales que estaban allí intercambiaron una sonrisa, también contentos por poder ayudar a la pareja de amigos, los padres de la pequeña Clara.

Poco tiempo después, apenas se quedaron dormidos, Rita y Manuel se desprendieron y fueron al Mundo Espiritual, y lo primero que vieron fue a Clara, la hija amada que acababa de despertar.

Los padres le dieron un abrazo a la pequeña, conversaron un poco con ella y luego regresaron al cuerpo, felices y agradecidos por haber visto y abrazado a la hijita que ahora estaba en el Mundo Espiritual.

Y la pequeña se acordó, contenta, que pronto sería el cumpleaños del padre, y lo abrazó y lo besó, diciendo:

- ¡Feliz cumpleaños, papá!...  

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, en Rolândia, el 08/08/2016.)



                                                   
 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita