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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 491 - 13 de Noviembre de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

La patita y el saltamontes

 

En una ocasión, una patita estaba nadando a la orilla de un lago azul, contenta por el día soleado y la brisa que soplaba trayendo el perfume de las flores que estaban en la orilla.
 

Satisfecha, jugaba con sus hermanos en el agua cuando, al alejarse un poco, escuchó a alguien que lloraba desconsoladamente. Curiosa, la patita se puso a buscar quien lloraba tanto.

Entonces, nadó lentamente a la orilla, examinando la hierba que crecía para ver si encontraba a la criaturita que parecía sufrir

mucho.  

De repente, se quedó atenta. El llanto se hacía más alto, mostrando que quien lloraba estaba muy cerca. Buscando con más cuidado, pronto lo vio: ¡era un pequeño saltamontes! Entonces, acercándose más a él, dijo:

- ¡Hola! ¿Por qué estás tan triste?

La cría de saltamontes, restregándose los ojos y moviendo las alas, respondió:
 

- ¡Es que acabo de perder a mi mamá! Estábamos juntos, pero vi una linda flor y fui hacia ella, esperando sentir su perfume. ¡Oh, me encanta el aroma de las flores! ...

La patita movió sus alas, feliz:

- ¡A mí también me encanta el perfume de las flores! Pero no nos hemos presentado. ¿Como te llamas?

- Yo soy Gafinho. ¿Y tú?

- Mi nombre es Petucha. Un placer conocerte, Gafinho. Voy a ayudarte a buscar a tu mamá, no te preocupes. Súbete a mi espalda y vamos a recorrer la orilla del lago. De seguro ella no estará lejos.

La cría de saltamontes saltó a la espalda de Petucha y empezaron a examinar la orilla del lago. De repente, Gafinho gritó:

- ¡Veo a mi mamá! ¡Está volando por aquí cerca! ¡Mamá! ¡Mamá!... se puso a gritar, feliz, hasta que su madre lo vio:

- Hijo mío, ¿por dónde has estado? ¡Estuve buscándote por todas partes! - preguntó, abrazándolo contenta por haberlo encontrado.

Gafinho sonrió y contó:

- Tenía mucho miedo de haberte perdido, mamá, cuando Petucha, una amiga, decidió ayudarme. ¡Dejó que me subiera a su espalda y me llevó por el lago hasta que te encontramos!

La mamá saltamontes agradeció a la linda patita que ayudó a su cría y, con lágrimas en los ojos, consideró:

- Si alguna vez necesitas un poco de ayuda, puedes contar conmigo. ¡Soy tu amiga para toda la vida! Gracias, Petucha.

Se abrazaron y cada uno se fue por su lado muy feliz.

Algún tiempo después, Petucha estaba nadando en el lago cuando escuchó un alboroto de alas acompañado del ruido de insectos. Curiosa, levantó la cabecita del agua y vio que una nube oscura venía en su dirección. Asustada, se hundió un poco, pero fue en vano. “¿Qué quieren esos insectos conmigo?”, pensó ella.

Entonces se acordó que, hace poco, había nadado por un lugar lleno de restos de comida dejados por un grupo de niños que habían hecho un picnic. Petucha pensó que lo mejor sería sumergirse para alejar a los insectos. Sin embargo, ellos querían alimentarse de los restos que se habían quedado en su espalda. Entonces, ella comenzó a graznar alto, intentando llamar la atención de alguien que pudiera salvarla.

En ese momento, Gafinho reconoció la voz de su amiga y fue a ayudarla, avisando a los demás saltamontes:

- Esa patita es mi amiga, ¿entendieron? Vayan a buscar otra fuente de comida. ¡Petucha me ayudó y no dejaré que la molesten!

Los saltamontes, a pesar de no haberles gustado mucho, obedecieron a la petición de Gafinho, que quería proteger a su amiga Petucha. ¡Incluso un sapo se quedó con la boca abierta! Viendo que los saltamontes se iban, Petucha agradeció con una sonrisa a Gafinho que la defendió de sus amigos:

- Gracias, Gafinho. ¡Me demostraste que eres realmente un gran amigo!

Él se posó en una rama a la orilla del lago y dijo:

- Te debo mucho a ti, Petucha. Cuando necesitaba ayuda, tú me ayudaste, y siempre estaré agradecido contigo. ¡Puedes contar conmigo!

Gafinho se levantó de la rama y, agitando sus alas, se despidió de su amiga patita.

Y Petucha entendió lo importante que era hacer amigos. Nadando cerca de su madre, ella le contó lo que había sucedido:

- Mamá, jamás esperé que Gafinho me ayudara por la ayuda que le di, pero reconoció mi gesto y me devolvió la ayuda.

Entonces la mamá de Petucha abrazó a su hija y estuvo de acuerdo:

- En la vida, hija mía, todo lo que hacemos a nuestro prójimo, nos será devuelto a través del amor. Actuaste muy bien al proteger a tu amigo Gafinho, y él devolvió la gentileza con otra gentileza. Porque el amor atrae al amor, como el odio atrae el odio.

La patita pensó un poco y dijo:

- Qué bueno que escogí el amor, ¿verdad, mamá? Nunca olvidaré esta lección. ¡Prometo ser buena siempre, porque quiero que otros sean buenos conmigo también! 

MEIMEI

(Recibida por Célia Xavier de Camargo en Rolândia-PR, el día 14/03/2016.)
 


 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita