En la Revista
Espírita de
1862,
pp.179/183, en
un artículo
titulado “He ahí
como escriben la
historia”,
subtitulado “Los
millones de
Allan Kardec”,
el codificador
responde a un
eclesiástico de
una gran ciudad
comercial (Lyon,
probablemente),
el cual
propagaba
existir una
fabulosa fortuna
almacenada por
Allan Kardec,
mediante el
Espiritismo.
Llegaba el
sacerdote V...
al disparate de
decir que Kardec
pisaba, en su
casa, las más
bellas alfombras
de Aubusson,
tenía un
carruaje tirado
por cuatro
caballos y
gastaba
principescamente
en París. (...)
Mostraba el
sacerdote que
toda la fortuna
de Kardec le
venía de
Inglaterra (?) y
que él vendía
caro los
manuscritos de
sus obras,
cobrando aún,
sobre ellas, un
porcentaje. Y
otras cosas más,
absurdas,
verdaderas
sandeces.
Respondendo a la
historia súper
liviana de los “millones”,
registro Kardec:
- carruaje de
cuatro caballos:
mis viajes, las
hago por tren;
- vida
principesca:
(...) mis
comidas son
mucho más
débiles que la
debilidad de
ciertos
dignitários de
la Iglesia;
- venta de
sus manuscritos:
esto entra en el
dominio privado,
donde no
reconozco a
quien quiera que
sea el derecho
de inmiscuirse
(...) si hubiera
vendido mis
manuscritos nada
más haría que
usar del derecho
que todo
trabajador tiene
de vender el
producto de su
trabajo: pero,
no vendí ninguno:
hay aún los que
di pura y
simplemente en
el interés de la
causa, y que
venden como
quieren sin que
me quede un
sueldo.
Respuesta dada a
um sacerdote
inconsecuente
Revela, aún:
- la primera
edición de El
Libro de los
Espíritus” fue
hecha por mi
cuenta y riesgo
total, pues no
encontré editor
que de ella
quisiera
encargarse;
- en la Revista
Espírita de
Junio/1863 es
encontrado:
a.
un sacerdote
considerando que
nada más es
objeto, más
degradante, más
vacías de fondo
y de atractivo
en la forma que
esas
publicaciones
(espíritas)
Luego gritando
el sacerdote:
destruidlos,
pues con eso no
perdereis nada.
Con el dinero
que se dispensa
en Lyon por esos
absurdos, se
habrían
fácilmente
fundado algunos
lugares más en
los hospícios de
alienados,
impedidos tras
la invasión del
Espiritismo.
En una magistral
respuesta, he
ahí Kardec,
enérgico, más
pacificador:
Leed, y si esto
os conviene,
volvereis a
nosotros;
hacemos más,
decimos: leed el
pro y el contra
y comparad.
Respondemos a
vuestros ataques
sin hiel, sin
animosidad, sin
amargura, porque
no tenemos
cóleras.
b.
texto de um
antiguo oficial
reformado,
ex-representante
del pueblo en la
Asamblea
Constituyente de
1848, que
publicó en Argel
un folleto de
calúmnias,
injurias,
invenciones y
ofensas
personales,
dirigidas al
Espiritismo y al
maestro lionés.
Sobre la Revista
Espírita, imputó:
existe una
revista mensual
espírita,
publicada por el
Sr. Allan Kardec,
coletánea
indigesta que
sobrepasa de
lejos las
leyendas
maravillosas de
la antigüedad y
de la Edad
Media...
Buscaba el
difamador probar
que la finalidad
del Espiritismo
era una
gigantesca
especulación.
Para tanto,
hilvanó una
serie de
cálculos
absurdos, que
resultaron, para
Kardec,
rendimientos
fabulosos que
dejaban bien
para tras los
“millones” con
que cierto
sacerdote de
Lyon (ítem
arriba)
generosamente lo
gratificó.
Las obras de
Kardec en el
Índice de la
Iglesia
Remató el
designado
oficial,
exponiendo
cuantías
absurdas
recolectadas por
Kardec: si
Europa se dejara
infestar, no
será más por
millones que la
renta (del
propietario de
la Revue y
soberano
pontífice) se
evaluará, pero
sí por mil
millones.
Sin afectarse,
Kardec demuestra
que del balance
anual de la
Sociedad de
París sólo
restaron 429 fr.
40 cent, siendo
que de todo allí
jamás fue
cobrado algo a
quien quiera que
fuera. Y que, en
vez de los 3.000
miembros, el
número no
llegaba a 100,
de los cuales
sólo algunos
eran
contribuyentes (voluntarios);
que lo que allí
se recaudaba era
gestionado por
una comisión de
gastos, sin
jamás cualquier
valor pasara por
las manos del
presidente (él,
Kardec);
c.
en la Revista
Espírita de
junio de 1864
hay la noticia
de que la
Sagrada
Congregación del
Índice, de la
corte de Roma,
había vuelto sus
miradas a las
obras de Kardec,
sobre
Espiritismo.
Señaló Kardec:
si una cosa
sorprendió a los
espíritas es que
tal decisión no
haya sido tomada
más pronto,
siendo que esa
medida de la
Iglesia, una de
las que ya
esperaba, sólo
traería buenos
efectos, y,
según noticias
por él recibidas,
la mayoría de
las librerías se
apresuraron en
dar mayor
evidencia a las
obras prohibidas;
d.
en la Revista
Espírita de
1869, leyendo en
un periódico la
frase “En
Francia el
ridículo siempre
mata”, hace
varias
consideraciones
al respecto y
remata:
Em Francia, el
ridículo siempre
mata lo que
es ridículo.
Esto explica por
qué el ridículo,
derramado en
profusión sobre
el Espiritismo,
no mató.
Kardec: “El
Espiritismo fue
la obra de mi
vida”
Hay mucho más,
sin embargo el
espacio y la
propia valia no
lo aconsejaban.
— Y también,
presentar otras
diatribas...
¿para qué?
Pero, si algún
investigador
quiere enterarse
de las
incontables
atribulaciones
por qué pasó
Allan Kardec,
siendo
ferozmente
atacado por todo
tipo de calúmnia,
hay más
registros en
diferentes
obras.
Quién tenga el
cuidado de
recorrer la
colección de la
Revista Espírita
se espantará
ante otros
tantos absurdos
y crueles
ataques
asestados contra
Kardec, que a
todos respetó
valiente y
doctrinariamente,
esgrimiendo
sabiduría y
amor, sobre
todo.
A cierta altura
de su vida, dice
él, en la
Revista Espírita
de 1865, p. 163:
(...) jamás pedí
nada a nadie,
nadie jamás me
dio algo para mí
personalmente;
ninguna
recolección de
un céntimo
siquiera vino a
proveer mis
necesidades; en
una palabra, no
vivo a expensas
de nadie, pues,
en cuanto a las
cuantías que
voluntariamente
me fueron
confiadas en el
interés del
Espiritismo,
ninguna cuota
fue desviada em
mi provecho.
(...) El
Espiritismo fue
la obra de mi
vida. Le di todo
mi tiempo, le
sacrifiqué mí
reposo, mi salud,
porque delante
de mí el futuro
estaba escrito
en caracteres
irrecusables. Yo
lo hice de “motu
propio´, y mi
mujer, que no es
ni más
ambiciosa, ni
más interesada
que yo, se
adhirió
plenamente a mis
intentos y me
secundó em mi
laboriosa tarea.
*
Siendo el
Espiritismo
verdadera
brújula para la
ruta evolutiva
de la Humanidad
y farol a
disipar las
brumas de los
límites humanos,
recordando las
luchas íntimas y
de las defensas
intransigentes
de aquel que el
codificó, mi
corazón, de par
con la mente,
está siempre
murmurando:
— Kardec, Kardec:
¡Deus te pague!
Notas:
1ª - Amélie
Gabrielle Boudet
(1795-1883),
esposa de Kardec,
en los 40 años
en que estuvo
con Kardec, y
aún después de
la muerte del
marido, en los
14 años en que
estuvo
encarnada,
prosiguió
valiente
sosteniendo “la
obra
Espiritismo”, en
todos los
frentes de
trabajo,
particularmente
en la
publicación de
la Revue Spirite.
(¡Nosotros, los
espíritas de
todo el mundo,
mucho le debemos
a ella!).
2ª - Sólo como
breve registro,
ved la
barbaridad
perpetrada
contra la viuda
de Allan Kardec,
ya bien anciana:
tuvo que
enfrentar la
tempestad de un
proceso contra
la Revista
Espírita, debido
a Pierre-Gaëtan
Leymarie (editor
de las obras de
Kardec) por
haber acogido el
trabajo de un
fotógrafo, que
decía producir
fotografías
transcendentales,
o sea, al
fotografiar a
una persona,
parientes y
amigos
desencarnados
del fotografiado
aparecían en la
foto. El
fotógrafo hizo
un acuerdo con
el juez, firmó
una confesión de
fraude,
escapando así de
la prisión.
Leymarie, con
todo, fue
condenado y
cumplió un año
de prisión en la
Penitenciaria de
París. Citada
como testigo, la
vieja señora no
fue respetada
por el juez,
aviltando la
memoria de Allan
Kardec, lo que
provocó viva
reacción de la
viuda del
Codificador,
exigiendo
respeto a la
memoria de su
esposo.