El libro de la
esperanza de
todos los que
sufren
“Si alguien de
vosotros siente
falta de
sabiduría, pida
a Dios – a él,
que da a todos
generosamente
sin reclamar – y
le será dada.
Pero pida con
fe, sin ninguna
duda, pues quien
duda es como la
ola del mar
agitada e
impulsada por el
viento.”
(Santiago 1:5-6)
El Nuevo
Testamento es la
joya rara del
pensamiento
humano.
Precursor de la
nueva revelación
– la doctrina
espírita –,
merece el
interés y la fe
de todo
cristiano. Pero
muchos alegan
sea él de muy
difícil
entendimiento, y
relegan al
abandono esta
carta abierta
que dice de
manera clara la
verdad, sin
máscara o
disimulación de
palabras, aunque
sus páginas sean
repletas de
símbolos.
El Nuevo
Testamento es la
nueva alianza
con Dios. Es el
camino y la
respuesta de los
mensajeros del
Señor a los
corazones
dolidos y
sufridores. Es
el libro de la
esperanza y el
reconforto a
todos los que
sufren.
“Me gustaría que
concediesen más
interés, más fe
a las lecturas
evangélicas.
Desprecian, sin
embargo, ese
libro, lo
consideran
depositario de
palabras vacías,
una carta
cerrada; dejan
en el olvido ese
código
admirable.
Vuestros males
provienen sólo
del abandono
voluntario a que
relegáis ese
resumo de las
leyes divinas.”
(San
Vicente de
Paulo, in El
Evangelio según
el Espiritismo,
cap. XIII,
ítem 12.)
Muchos hombres
desprecian,
realmente, ese
libro.
¿Y lo desprecian
por qué?
Porque es un
poema de la
humildad, un
canto de
esperanza, un
verso de la
caridad, un
tratado de fe.
Lo desprecian
porque contraria
todos los
mezquinos
intereses de
nuestra
inferioridad,
porque muestra
que el
sufrimiento es
una alegría en
el alma y que
todo cristiano
debe someter su
voluntad al
criterio de la
caridad.
En nuestra
mácula de
inferioridad,
consideramos
nuestros
intereses como
más importantes
que el interés
ajeno. Pero el
Evangelio enseña
que el interés
de los otros
debe ser llevado
en cuenta en
primer lugar y
que es necesario
servir si
deseamos ser
auténticos
seguidores de
Jesús.
El Nuevo
Testamento es un
resumo poético
de las leyes
morales.
Si lo
siguiésemos,
estaríamos en el
camino que lleva
a la sublimación
y a la verdadera
felicidad. Pero,
de modo
voluntario, lo
abandonamos,
adhiriendo a
caminos
inferiores de la
felicidad según
el mundo, que
desagua en la
infelicidad
moral cuando se
despejan las
ilusiones por
fuerza de la
muerte.
“Siempre tuve
afinidad con el
Evangelio, desde
el Catolicismo.
Pero la belleza
con que la
Segunda
Revelación es
trabajada por el
Consolador
Prometido es
algo
irresistible.
Nunca había
visto el
Evangelio
interpretado en
su pureza
primitiva de
manera tan
envolvente.”
(Joaquim Bueno
Neto, nuestro
entrevistado en
la presente
edición.)
Muchos espíritas
tienen prejuicio
con relación a
la Biblia,
especialmente
para con el
Antiguo
Testamento, que,
en este caso, se
justifica, una
vez que las
escrituras
antiguas están
repletas de
odio,
intolerancia y
discriminación,
especialmente
contra los
adversarios del
pueblo hebreo y
los extranjeros.
Hasta los
salmos, que son
considerados
como sublimes,
están llenos de
rogativas a Dios
para que
aniquile los
enemigos.
El Nuevo
Testamento es,
sin embargo,
algo muy
diferente. Sus
páginas son
cánticos al
amor, a la
humildad, a la
verdadera
felicidad, a la
resignación.
“No te dejes
vencer por el
mal, pero vence
el mal con el
bien.”
(Romanos 12:21)
El cambio de
perspectiva es
radical. Quien
sigue las líneas
de la nueva
alianza cambia
su manera de
pensar y de
actuar. Y cuando
reviste nuestro
modo de pensar,
mirar y sentir
por causa del
Espiritismo,
todo el Nuevo
Testamento gana
vida y el
nuestro
entendimiento se
desvela,
siéndonos
posible,
entonces,
esperar que ese
libro sea, si no
alabado, por lo
menos respetado
por espíritas y
no espíritas.
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