Introducción -
En nuestra vida
física, dormimos
aproximadamente
un tercio del
tiempo de
nuestra vida en
el cuerpo
somático.
Considerando la
ocurrencia de la
emancipación del
alma a través
del sueño
físico, la cual
consiste en la
emancipación
anímica
fundamental y
general, o sea,
común a todos
los individuos,
es posible
deducir la gran
relevancia del
sueño físico no
solamente para
la salud del
cuerpo somático,
sino también
para el
crecimiento
espiritual del
Espíritu
reencarnado.
El Espíritu no
permanece,
necesariamente,
emancipado del
cuerpo (desplegado
del cuerpo
físico) durante
todo el tiempo
de sueño físico.
Sin embargo,
buena parte de
ese intervalo de
tiempo puede
representar
“emancipación
del alma”, lo
que equivale a
afirmar que
todos los
hombres y
mujeres
encarnados pasan
por periodos
significativos
de vivencia
espiritual
propiamente
dicha, esto es,
“fuera” del
cuerpo físico.
La emancipación
del alma - El
capítulo VIII,
de la segunda
parte de El
Libro de los
Espíritus (LE),
titulado
“Emancipación
del alma”,
discute la
cuestión,
presentando
diversas
implicaciones de
esa realidad
común a todos
los Espíritus
encarnados, sin
excepción. La
muy objetiva
cuestión 401 de
LE y la
extraordinária
respuesta a la
cuestión 402 de
LE suministran
excepcional
material
introductorio al
asunto. Veamos
las cuestiones
401 y 402 del
LE:
401. ¿Durante
el sueño, el
alma reposa como
el cuerpo?
No, el Espíritu
jamás queda
inactivo.
Durante el
sueño, los lazos
que lo unen al
cuerpo se
aflojan y el
cuerpo no
necesita del
Espíritu.
Entonces él
recorre el
espacio y entra
en relación más
directa con los
otros Espíritus.
402. ¿Cómo
podemos evaluar
la libertad del
Espíritu durante
el sueño?
Por los sueños.
Sabed que,
cuando el cuerpo
reposa, el
Espíritu dispone
de más
facultades que
en el estado de
vigília. Tiene
el recuerdo del
pasado y a veces
la previsión del
futuro; adquiere
más poder y
puede entrar en
comunicación con
los otros
Espíritus, sea
de este mundo,
sea de otro.
Frequentemente
dices: “Tuve un
sueño bizarro,
un sueño
horrible, pero
que no tiene
ninguna
verosimilitud”.
Te engañas. Es
casi siempre un
recuerdo de
lugares y de
cosas que viste
o que verás en
otra existencia
o en otra
ocasión. El
cuerpo está
adormecido, el
Espíritu trata
de romper sus
cadenas para
investigar en el
pasado o en el
futuro.
¡Pobres hombres,
que conocéis tan
poco de los más
ordinarios
fenómenos de la
vida! Creéis ser
muy sabios, y
las cosas más
vulgares os
atrapan. A esta
pregunta de
todos los niños:
“¿Qué es lo que
hacemos cuando
dormimos; qué
son los sueños?”
quedáis sin
respuesta.
El sueño libera
parcialmente el
alma del cuerpo.
Cuando el hombre
duerme,
momentaneamente
se encuentra en
el estado en que
estará de manera
permanente
después de la
muerte. Los
Espíritus que
inmediatamente
se desprenden de
la materia, al
morir, tuvieron
sueños
inteligentes.
Esos Espíritus,
cuando duermen
buscan la
sociedad de los
que les son
superiores:
viajan,
conversan y se
instruyen con
ellos; trabajan
aún en obras que
encuentran
concluidas, al
morir. De estos
hechos debéis
aprender, una
vez más, a no
tener miedo de
la muerte, pues
morís todos los
días, según la
expresión de um
santo.
Esto, para los
Espíritus
elevados; pues
la masa de los
hombres que, con
la muerte, deben
permanecer
largas horas en
esa
perturbación, en
esa
incertidumbre de
que os han
hablado, van,
sea a mundos
inferiores a la
Tierra, donde
antiguos afectos
los llaman, sea
la búsqueda de
placeres tal vez
aún más bajos de
los que poseían
aquí; van a
beber doctrinas
aún más viles,
más innobles,
más nocivas que
las que
profesaban entre
vosotros. Y lo
que engendra la
simpatía en la
Tierra no es
otra cosa sino
el hecho de
sentirnos, al
despertar,
conectados por
el corazón a
aquellos con
quienes acabamos
de pasar ocho o
nueve horas de
felicidad o de
placer. Lo que
explica también
las antipatias
invencibles es
que sentimos, en
el fondo del
corazón, que
esas personas
tienen una
conciencia
diversa de la
nuestra, porque
las conocemos
sin jamás
haberlas visto.
Es aún lo que
explica la
indiferencia,
pues no buscamos
hacer nuevos
amigos cuando
sabemos tener
los que nos aman
y nos quieren.
En una palabra:
el sueño influye
más de lo que
pensáis, sobre
vuestra vida.
Por efecto del
sueño, los
Espíritus
encarnados están
siempre en
relación con el
mundo de los
Espíritus, y es
eso lo que hace
que los
Espíritus
superiores
consientan, sin
mucha repulsa,
en encarnarse
entre vosotros.
Dios quiso que,
durante su
contacto con la
adicción,
pudieran ellos
mejorarse en la
fuente del bien,
para no caer,
ellos que venían
a instruir a los
otros. El sueño
es la puerta que
Dios les abrió
para el contacto
con sus amigos
del cielo; es el
recreo después
del trabajo,
mientras esperan
el gran
libramiento, la
liberación
final, que debe
restituirlos a
su verdadero
medio.
El sueño es el
recuerdo del que
vuestro Espíritu
vio durante el
sueño; pero
observad que no
siempre soñáis,
porque no
siempre os
acordáis de
aquello que
visteis, o de
todo lo que
visteis. Eso es
porque no tenéis
vuestra alma en
todo su
desarrollo;
frecuentemente
no os resta más
que el recuerdo
de la
perturbación que
acompaña vuestra
partida y
vuestra vuelta,
a lo que se
junta el
recuerdo del que
hicisteis o del
que os preocupa
en el estado de
vigília. Sin
eso, ¿cómo
explicaríais
esos sueños
absurdos, a que
están sujetos
tanto los más
sabios como los
más simples? Los
malos también se
sirven de los
sueños para
atormentar a las
almas débiles y
pusilánimes.
Del resto,
veréis dentro de
poco
desarrollarse
otra especie de
sueños; una
especie tan
antigua como la
que conocéis,
pero que
ignorais. El
sueño de Juana,
el sueño de
Jacob, el sueño
de los profetas
judíos y de
algunos adivinos
hindúes: ese
sueño es el
recuerdo del
alma enteramente
liberada del
cuerpo, el
recuerdo de esa
segunda vida que
hace poco yo os
hablaba.
Procurad
distinguir bien
esas dos
especies de
sueños, entre
aquellos de que
os acordéis; sin
eso, caeríais en
contradicciones
y en errores que
serían funestos
para vuestra fe.
Los sueños son
el producto de
la emancipación
del alma, que se
hace más
independiente
por la
suspensión de la
vida activa y de
relación. De ahí
una especie de
clarividencia
indefinida, que
se extiende a
los lugares los
más distantes o
que jamás se vio,
y algunas veces
aún a otros
mundos. De ahí
también el
recuerdo que
retrata en la
memoria los
acontecimientos
verificados en
la existencia
presente o en
las existencias
anteriores. La
extravagancia de
las imágenes
referentes a lo
que pasa o pasó
en mundos
desconocidos, el
intercalar de
cosas del mundo
actual, forman
esos conjuntos
bizarros y
confusos que
parecen no tener
ni sentido, ni
nexo.
La incoherencia
de los sueños
aún se explica
por las lagunas
derivadas del
recuerdo
incompleto de lo
que nos apareció
en el sueño. Tal
como un relato
al cual se
hubiera truncado
frases o partes
de frases al
acaso: los
fragmentos
restantes,
siendo reunidos,
perderían todo
significado
racional. (Negrita
nuestra)
Por lo tanto,
los Espíritus
defienden que
existe una
cierta semejanza
entre la
emancipación del
alma por el
sueño físico y
la
desencarnación
y, que, a través
de ese relativo
desdoblamiento,
dependiendo de
la evolución
intelecto-moral
del Espíritu y,
por
consecuencia, de
su patrón
vibratorio,
variará
significativamente
el tipo de
vivencia
espiritual que
el Espíritu
tendrá fuera del
cuerpo. Los
Espíritus llegan
a correlacionar
“sueños
inteligentes”
con facilidad de
desprendimento
de la materia al
desencarnar (“El
sueño libera
parcialmente el
alma del cuerpo.
Cuando el hombre
duerme,
momentaneamente
se encuentra en
el estado en que
estará de manera
permanente
después de la
muerte. Los
Espíritus que
inmediatamente
se desprenden de
la materia, al
morir, tuvieron
sueños
inteligentes”).
La “Falange del
Espíritu de
Verdad” (FEV)
sugiere que, en
gran medida, el
rango vibratorio
que alcanzaremos
cuando
desencarnemos
corresponde a
las regiones
vibratorias que
visitamos, por
la noche, en
nuestros
desdoblamientos
parciales por
los sueños
físicos diarios
(“la masa de
los hombres que,
con la muerte,
deben permanecer
largas horas en
esa
perturbación, en
esa
incertidumbre de
que os han
hablado, van,
sea a mundos
inferiores a la
Tierra, donde
antiguos afectos
los llaman, sea
por la búsqueda
de placeres tal
vez aún más
bajos de lo que
poseían aquí;
van a beber
doctrinas aún
más viles, más
innobles, más
nocivas que las
que profesaban
entre vosotros.
Y lo que
engendra la
simpatía en la
Tierra no es
otra cosa sino
el hecho de
sentirnos, al
despertar,
conectados por
el corazón a
aquellos con
quienes acabamos
de pasar ocho o
nueve horas de
felicidad o de
placer”).
Y los Mentores
espirituales son
aún más
contundentes: “En
una palabra: el
sueño influye
más de lo que
pensáis, sobre
vuestra vida”.
La FEV también
esclarece que
para Espíritus
elevados, el
desdoblamiento
parcial por el
sueño físico
(DPSF) es
fundamental para
el éxito de los
mismos en sus
tareas, cuando
es en misión
reencarnatoria.
Y, más que eso,
para todos los
Espíritus
encarnados, la
fase de sueño y
el consecuente
DPSF genera
profundo
contacto entre
las
individualidades
encarnadas y los
Espíritus
desencarnados
(“Por efecto del
sueño, los
Espíritus
encarnados están
siempre en
relación con el
mundo de los
Espíritus, y es
eso lo que hace
que los
Espíritus
superiores
consientan, sin
mucha repulsa,
en encarnarse
entre
vosotros”).
Y los Mentores
espirituales van
además, y
comentan que una
serie de
problemas
obsesivos son
fomentados o,
por lo menos,
significativamente
subsidiados
durante el sueño
(“Los malos
Espíritus
también se
sirven de los
sueños para
atormentar a las
almas débiles y
pusilánimes”) (cursivas
mias).
De esa manera,
los Espíritus
enfatizan que el
sueño puede
ayudar o
perjudicar
substancialmente
la vida de todos
los individuos
encarnados, pues
todos se
desdoblan
parcialmente
cuando duermen.
En ese sentido,
es importante
enfatizar que
“la mente mueve
la materia”,
para usar una
frase que se
hizo título de
uma obra de
Hernani
Guimarães
Andrade. Ahora,
la mente,
básicamente, es
el Espíritu
inmortal, el
cual “dirige” el
periespíritu,
que, de su
parte,
“controla” el
cuerpo físico.
Siendo así, el
DPSF consiste en
um factor
determinante
para diversos
aspectos de
nuestra vida,
incluyendo las
saludes
espiritual,
periespiritual y
física.
Además de eso,
es relevante
percibir que los
Espíritus
enfatizan no
solamente el
contacto con los
Espíritus
desencarnados y
encarnados
igualmente
desdoblados,
sino, también,
una mayor
manifestación de
potencialidades
predominantemente
anímicas del
alma alejada del
cuerpo físico.
De hecho, luego
al inicio de la
respuesta de la
cuestión 402,
los Espíritus
resaltan que
“...cuando el
Espíritu reposa,
el Espíritu
dispone de más
facultades que
en el estado de
vigilia. Tiene
el recuerdo del
pasado y a veces
la previsión del
futuro...”.
Por lo tanto, el
alma fuera del
cuerpo tiene
mayores
potencialidades
anímicas y
también mayores
contactos con
los Espíritus
desencarnados y
también con
Espíritus
encarnados que
estén igualmente
desdoblados.
Tales
ampliaciones,
que ocurren
durante un gran
intervalo de
tiempo, todos
los días, y con
todas las
personas,
demuestran como
la
profundización
del estudio y de
la educación
espiritual en
general y
particularmente
asociada al
sueño son
esfuerzos
imprescindibles
para nuestro
proceso
evolutivo. La
cuestión 403 de
LE refuerza esa
idea de que
nuestros niveles
de percepción
espiritual son
mayores cuando
estamos fuera
del cuerpo
físico.
403. ¿Por
qué no nos
acordamos
siempre de los
sueños?
En eso que
llamáis sueño
sólo tienes el
reposo del
cuerpo, porque
el Espíritu está
siempre en
movimiento. En
el sueño, él
recobra un poco
de su libertad y
se comunica con
los que le son
queridos, sea en
este o en otros
mundos. Pero,
como el cuerpo
es de materia
pesada y grosera,
difícilmente
conserva las
impresiones
recibidas por el
Espíritu,
incluso porque
el Espíritu no
las percibió por
los órganos del
cuerpo.
La aclaración de
los Mentores
espirituales a
la cuestión 403
de El
Libro de los
Espíritus demuestra
que podemos
tener un nivel
de percepción de
la realidad,
cuando en DPSF,
mucho mayor que
cuando en estado
de vigilia. Tal
hecho es
justificado por
la naturaleza
semi material
del
periespíritu, el
cual permite
mayor
comprensión de
la propia
realidad
espiritual de la
“mente” así como
más alto nivel
de percepción
del contexto
espiritual en el
cual la
respectiva alma
está insertada.
La emancipación
del alma y sus
implicaciones
propiamente
anímicas y
mediúmnicas -
En la obra El
Libro de los
Médiums (LM)
tenemos un
interesante
pasaje en el
capítulo XIV,
titulado “Los
Médiums”,
inserto en la
según parte del
libro. Se trata
del tópico seis,
denominado
“Médiums
sonámbulos”, el
cual engloba los
interesantes
ítems 172, 173 y
174. Nuestro
interés
principal está
enfocado en el
ítem 173, que
será transcrito
a seguir:
“173. Uno
de nuestros
amigos usaba
como sonambulo
un jovencito de
14 para 15 años,
de inteligencia
bastante corta y
de instrucción
extremadamente
limitada. En
estado
sonambúlico, sin
embargo, daba
pruebas de
extraordinária
lucidez y gran
perspicácia. Eso
principalmente
en el
tratamiento de
enfermedades,
habiendo hecho
numerosas curas
consideradas
imposibles.
Cierto día,
atendiendo a un
enfermo,
describió su
molestia con
absoluta
exactitud. – Eso
no basta, le
dijeron, ahora
es necesario
indicar el
medicamento. –
No puedo,
respondió él, mi
ángel doctor no
está aquí. – A
quien llama
usted de ángel
doctor? – Aquel
que dicta los
medicamentos. –
¿Entonces no es
usted mismo que
ve los
medicamentos? –
Oh, no, ¿pues no
estoy diciendo
que es mi ángel
doctor quién los
indica?
Así, en ese
sonambulo, quien
veía la
enfermedad era
su propio
Espíritu, que
para eso no
necesitaba de
asistencia. Pero
la indicación de
los medicamentos
era hecha por
otro Espíritu.
Si ese no
estuviera
presente, él
nada podía
decir. Solo, él
era apenas
sonambulo;
asistido por el
que él llamaba
su ángel doctor, era
médium-sonambulo. (Negritas
mias)
Queda evidente
que el niño, de
poca edad, y que
en la opinión de
Allan Kardec
presentaba
“inteligencia
bastante corta y
de instrucción
extremadamente
limitada”, tenía
una expansión
drástica en su
capacidad
espiritual
cuando estaba
fuera del cuerpo,
pues él “daba
pruebas de
extraordinária
lucidez y gran
perspicácia”.
La supracitada
ampliación era,
a priori,
fundamentalmente
anímica, es
decir, de la
propia alma (individualidad
anímica), cuando
él suministraba
el diagnóstico
“con absoluta
exactitud”. Por
lo tanto, en esa
primera
situación, el
niño era sólo un
“sonambulo”, es
decir, un
“paranormal
anímico”. Pero
él solamente
hacía la
recomendación de
los
medicamentos,
cuando estaba
bajo la
orientación del
llamado “ángel
doctor”, siendo,
en ese segundo
caso, uno“médium-sonambulo”.
Ese ejemplo
extremadamente
didáctico que
Allan Kardec nos
ofrece en LM
demuestra que el
Espíritu,
revestido de su
periespíritu o
cuerpo
espiritual, pero
“emancipado” del
cuerpo físico,
tiene un aumento
sustancial de
sus
potencialidades
intelectuales,
sea de forma
estrictamente
anímica o aún
constituyendo um
fenómeno
ánimico-mediúmnico
propiamente
considerado.(Continúa
en el próximo
número)
Referências
bibliográficas:
A. Kardec, O
Livro dos
Espíritos,
tradução de José
Herculano Pires,
Livraria Allan
Kardec Editoria,
São Paulo, São
Paulo. 62 ed.
2001.
A. Kardec, O
Livro dos
Médiuns,
tradução de José
Herculano Pires,
Livraria Allan
Kardec Editora,
São Paulo, São
Paulo. 1 ed.
1973.
A. Luiz
[psicografado
por Francisco C.
Xavier], Missionários
da Luz,
Federação
Espírita
Brasileira,
Brasília,
Distrito
Federal. 1
edição
especial. 2003.
M.P. Miranda
[psicografado
por Divaldo P.
Franco], Tormentos
da Obsessão,
Livraria e
Editora
Alvorada,
Salvador, Bahia.
2 ed. 2001.