Mejoramiento
moral de todos,
he aquí el
objetivo que
importa
Lo que más me
llama la
atención en el
contenido
espírita está
registrado en El
Libro de los
Médium, capítulo
XXVII, ítem 303,
que el “OBJETIVO
del Espiritismo
es el
mejoramiento
moral de la
humanidad.” (Paulo
Sérgio dos Reis,
nuestro
entrevistado en
la presente
edición.)
Ése es el
objetivo del
Espiritismo y
también de la
doctrina
cristiana.
Jesús tiene un
deseo: hacer de
nosotros
personas que
aman. Todo se
resume en el
amor. Pero el
amor tiene un
enemigo
inflexible, el
egoísmo
materialista.
Parece que
solamente el
dolor puede
destruir el
materialismo y
el egoísmo, o,
en lugar del
dolor, la
influencia de
quien nos ama y
contagia con su
propio amor. El
materialismo es
pasión con que
nos entregamos a
las cosas
materiales y el
egoísmo es culto
de la propia
personalidad y
la sumisión del
interés ajeno al
propio interés.
La doctrina
cristiana se
corporificó en
la figura del
Maestro y en la
abnegación,
coraje y
testimonio de
sus discípulos.
El primer código
cristiano fue la
doctrina
contenida en las
cartas del
apóstol Paulo.
El primer a
esparcir con
letras las
tradiciones de
lo que vendría a
ser, más tarde,
el evangelio de
Mateo, aunque
Emmanuel afirme
que había una
edición
preliminar de
Levi antes de la
conversión de
Saulo. Pero, no
obstante ese
hecho, toda la
tradición
paulina y de los
otros apóstoles
puede ser
resumida en la
ley del amor.
En la unción de
Nain, según
narra Humberto
de Campos, en el
libro Buena
Nueva, María
Magdalena,
después de lavar
los pies de
Jesús con sus
lágrimas y
enjugarlos con
sus cabellos,
oyó el Señor
decir: ”los
pecados de esa
mujer están
perdonados,
porque ella amó
mucho”, y,
volviéndose
hacia ella, le
dice:“tu fe
te salvó, vete
en paz”.
La
transformación
de Magdalena fue
notoria. Después
de haber sido
libertada de
siete obsesores,
conoció el amor
de Jesús y su
vida nunca más
fue la misma. Se
dedicó a los hijos
del Calvario, especialmente
a los leprosos.
Distribuyó amor
de madre a
cuantos
esperaban su
presencia para
cosechar las
palabras de la Buena
Nueva. Y
permaneció fiel
hasta el fin.
Emmanuel nos
dice que nadie
hizo más
violencia a sí
misma para
seguir Jesús, y,
a través del
ejemplo de ella,
reconocemos que
la doctrina de
Jesús “será,
para todos los
aprendices y
seguidores, el
código de oro de
las vidas
transformadas
para la gloria
del bien. Y
nadie, como
María Magdalena,
hubiera
transformado la
suya, a la luz
del Evangelio
redentor.” (Camino,
Verdad y Vida,
Cap. 92.)
Todo en la vida,
como se puede
ver, se resume
en el amor.
Jesús no
solamente enseñó
lo que es amar;
él mostró cómo
comportarse
según el amor.
“Sobre todo
mantened entre
vosotros un
ardiente amor,
porque el amor
cubre una
multitud de
pecados.” (1Pedro
4:8.)
Según se deduce
del libro Buena
Nueva, de
Humberto de
Campos, esas
palabras, aunque
registradas por
Pedro, son
efectivamente de
Jesús.
El amor de Jesús
sostiene la vida
del planeta.
Sostiene a todos
nosotros. Él ama
a todos
nosotros, con la
misma intensidad
y cuantidad. Su
amor dedicado a
todos nosotros
no es percibido
de igual manera.
Sólo el amor que
guardamos en
nosotros puede
percibir el amor
del Maestro.
Así, el hombre
bondadoso se
siente
bienaventurado,
en cuanto el
hombre entregue
a los vicios se
siente olvidado
por Jesús. Pero
el amor es el
mismo. Y nadie
es olvidado por
el Maestro.
|