El infinito y el espacio
universal
Presentamos en esta edición
el tema nº 58
del Estudio Sistematizado
de la Doctrina Espirita,
que está siendo aquí
presentado semanalmente, de
acuerdo con el programa
elaborado por la Federación
Espirita Brasileña,
estructurado en seis
módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente al
uso por parte del lector,
pedimos que el interesado
intente inicialmente
responder a las cuestiones y
solo después lea el texto
referido. Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Cómo podemos definir el
Universo?
2. ¿Quién es según el
espiritismo, el autor del
Universo?
3. ¿El espacio universal es
limitado o infinito?
4. ¿Cómo definir el tiempo?
5. ¿Podemos decir que el
tiempo es, del mismo modo
que el espacio, una cosa
objetiva?
Texto
para la lectura
El espacio universal es,
según Galileo, infinito
1. El Universo es el
conjunto de todo lo que
existe y no es obra del
hombre. El Universo – enseña
el espiritismo – es obra de
Dios y de el forma parte el
propio hombre, ser pensante
y racional, más que es
apenas una criatura, un
hijo del Creador. En el
Universo hay que considerar
desde luego el espacio, que
es la extensión donde todo
existe, y, ligado al
espacio, es preciso
considerar aun el tiempo.
Espacio y tiempo, en
términos universales y en
relación a Dios, tienen las
dimensiones del infinito y
de la eternidad.
2. Es eso lo que nos enseña
la Doctrina espirita,
conforme podemos leer en la
cuestión 35 de “El Libro de
los espíritus”: “¿El espacio
universal es infinito o
limitado? R: Infinito.
¿Suponen en lo limitado; qué
habrá para más allá de sus
límites? Esto te confunde la
razón, bien lo se; no en
tanto, la razón te dice que
no puede ser de otro modo.
Lo mismo se da con el
infinito en todas las cosas.
No es en la pequeña esfera
en que os halláis que
podréis comprenderlo”.
3. Por infinito debemos
entender “lo que no tiene
comienzo ni fin: lo
desconocido”, tal como
afirmaron los Espíritus
Superiores en la cuestión 2
de “El Libro de los
Espíritus”. En el Cáp. VI de
la “Génesis”, de Allan
Kardec, el Espíritu Galileo,
valiéndose de la
mediumnidad de Camille
Flammarion, trato del
asunto.
4. Es en los ítems
siguientes, de forma
resumida, que Galileo
escribió sobre el espacio y
su infinidad.
5. Espacio es una de esas
palabras que exprimen una
idea primitiva y axiomática,
de si misma evidente, y
cuyo respeto a las diversas
definiciones que se puedan
dar nada más hacen que
oscurecerla. Todos sabemos
lo que es el espacio y
apenas queremos afirmar que
ele s infinito.
6. Decimos que el espacio es
infinito por la simple razón
de ser imposible
imaginársele un limite
cualquiera y porque, a
pesar de la dificultad que
tenemos para concebir el
infinito, más fácil nos es
avanzar eternamente por el
espacio, en pensamiento, de
lo que parar en un punto
cualquiera después del cual
no encontrásemos extensión
para recorrer.
Dios sembró mundos por todas
partes del espacio
7. Para figurarnos la
infinidad del espacio,
supongamos que, partiendo de
la Tierra para un punto
cualquiera del Universo, con
la velocidad prodigiosa de
la centella eléctrica ([1]),
y que, habiendo recorrido
millones de leguas ([2])
desde que dejamos el globo,
nos hallamos en un lugar
donde apenas lo divisamos
bajo el aspecto de pálida
estrella. Pasado algún
tiempo más, siguiendo
siempre la misma dirección,
llegamos a esas estrellas
longincuas que mal
percibimos de nuestra
estación terrestre. A partir
de cierto momento, no solo
la Tierra nos desaparece
enteramente al mirar, como
también el propio Sol con
todo su esplendor.
8. Animados siempre de la
misma velocidad, a cada paso
que avanzamos en extensión,
transponemos sistemas de
mundos, hilos de luz etérea,
caminos estelares, parajes
suntuosos donde Dios sembró
mundos en la misma profusión
con que sembró las plantas
en las inmensas praderas.
9. Hace apenas pocos minutos
que caminamos y ya
centenares de millones de
leguas nos separan de la
Tierra, billones de mundos
nos separan bajo las vistas,
entretanto, en realidad, no
avanzamos un solo paso en
que sea en el Universo.
10. Si continuáramos durante
años, siglos, millares de
siglos, millones de periodos
cien veces seculares y
siempre con la misma
velocidad del relámpago, ni
un paso igualmente habremos
avanzado, cualquiera que sea
el lado para donde nos
dirijamos y cualquiera que
sea el punto para donde nos
encaminemos, a partir de
este gran ozono invisible
donde salimos y al que
llamamos Tierra. ¿Es hay lo
que es el espacio!
11. Vista la lección del
espíritu de Galileo sobre el
espacio, veamos ahora el
tiempo, que, según Kardec,
“es la sucesión de las
cosas” y está ligado a la
eternidad, del mismo modo
que las cosas están ligadas
al infinito.
El tiempo existe por causa
de los movimientos celestes
12. el tiempo – advierte
Herminio. C. Miranda – es
apenas una medida relativa
de sucesión de las cosas
transitorias. La eternidad
no es susceptible de medida
alguna, del punto de vista
de la duración, porque para
ella no hay comienzo ni fin:
todo es presente.
13. el espacio existe por si
mismo, más pasa lo
contrario con relación al
tiempo. Si es imposible
suponer la supresión del
espacio, no es así con
relación al tiempo. El
tiempo, asevera Camilo
Flammarion, es creado por
la medida de los movimientos
celestes. Si la Tierra no
girase, ni astro alguno, si
no hubiese sucesión de
periodos, no existiría el
tiempo. Fue la Astronomía la
que nos permitió
determinarlo. Suprimido el
Universo, continuara para
existir el espacio, más el
tiempo cesará, se
desvanecerá, desaparecerá.
14. Albert Einstein se
descarto del concepto de
tiempo absoluto – un flujo
universal, inexorable de
tiempo, firme, invariable,
que corre de un pasado
infinito para un futuro
infinito. Mucha de la
oscuridad que envuelve la
Teoría de la Relatividad
procede de la petulancia del
hombre en reconocer que el
sentido del tiempo, como el
sentido del color, es una
forma de percepción.
15. Así como no hay color
sin ojos para observarlo, de
igual forma, una hora o un
día nada son sin un evento
que los señale. Como ele
espacio es simplemente una
orden posible de objetos
materiales, el tiempo es
simplemente un orden posible
de eventos.
16. El tiempo seria,
entonces, un concepto
meramente subjetivo; estaría
exclusivamente en la
dependencia de un observador
par apreciarlo en
determinado punto y, por
tanto, inescapablemente
subordinado a la relatividad
de su posición en cuanto a
todo lo más en el Universo
que lo cerca.
1. ¿Como podemos definir el
Universo?
R: El
Universo es el conjunto de
todo lo que existe, y no es
obra del hombre, que del
también forma parte.
2. ¿Quién, según el
espiritismo es limitado o
infinito?
R:
Según el Espiritismo, el
autor del universo es Dios.
3. ¿El espacio universal es
limitado o infinito?
R:
Conforme aprendemos en la
cuestión 35 de “El Libro de
los Espíritus”, el espacio
universal es infinito.
4. ¿Cómo definir el tiempo?
R:
El tiempo es la sucesión de
las cosas y está ligado a la
eternidad, del, mismo modo
que las cosas están ligadas
al infinito. El tiempo es
una medida relativa de
sucesión de las cosas
transitorias.
5. ¿Podemos decir que el
tiempo es, del mismo modo
que el espacio, una cosa
objetiva?
R: El tiempo es un concepto
meramente objetivo. Depende
de la existencia de un
observador para apreciarlo
en determinado punto donde
se encuentra, por tanto,
inexplicablemente
subordinado la relatividad
de su posición en cuanto a
todo lo más que lo cerca.
__________________________________________________
[1]
La velocidad de la
luz fue medida en el siglo
XIX. En el vacuo, ella es de
300 mil Km. por segundo. En
el agua, su velocidad cae
para 225 mil Km. por
segundo.
[2]
Legua es una antigua unidad
brasileña de medida
itineraria, equivalente a
3.000 brazos ósea 6.600
metros.
Bibliografía:
El Libro de
los Espíritus, de Allan
Kardec, ítems 2, 3,13, y
35.
La Génesis,
de Allan Kardec, Cáp. VI.
Sueños
Estelares, de Camille
Flammarion, FEB, P. 97.
La Memoria y
el Tiempo, de Herminio C.
Miranda, Edicel, p. 28.