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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 2 - N° 60 - 15 de Junio del 2008

 
                                                            
Traducción
MERCEDES CRUZ REYES - MERCHITA926@telefonica.net


El cohete colorido
 

 

Janjao era un niño que poseía un buen corazón, más era muy desobediente.

Su madre vivía para darle consejos, diciéndole:

-¡Janjao, no juegue con fuego, pues usted se puede quemar! 

- ¡Janjao, baje de ese muro, usted se puede caer y machucarse! 

-¡Janjao, cuidado con ese cuchillo, hijo mio! ¡El es muy peligroso!

Más, como si nada. Janjao continuaba lo que estaba haciendo, fingiendo no oír las recomendaciones de su madrecita.

Cierto día, Janjao y Pedrito, su mejor amigo, estaban aburridos. Ya habían saltado en el escondite, jugando con las bolas de cristal, pega-pega, etc. Y no sabían más que hacer.

Janjao tuvo una idea luminosa:

-¡Ya se! ¡Vamos a hacer un cohete!

-¿Un cohete? – Repitió Pedrito, sorprendido - ¿Más no es peligroso?

-Si, una cohete. Y no es peligroso no, no soy miedoso. Ve a comprar el papel y la cola.

-¿Yo? ¿Por qué yo?  ¡La idea fue suya! Gruño Pedrito.

-Está bien. Entonces voy yo.

Trabajaron toda la tarde en un cuartito que existía en el fondo de la casa de Pedrito. Sabían que la madre de el estaría ocupada trabajando y no lo percibiría.

Después de pronto, aguardaron con mucha ansiedad el anochecer. Al final, para tener gracia, el cohete   tenía que ser tirado  por la noche.

Tiraron el cohete  y quedaron observándolo  para ver si  subía.

El cohete  fue henchido... henchido... henchido hasta que lentamente comenzó a subir.

Los chavales demostraban animación y alegria. En poco tiempo, el  lindo  cohete colorido fue subiendo... subiendo… subiendo para el cielo, cada vez más alto. Luego, se torno

apenas un punto luminoso como si fuese otra estrella del firmamento. Después, se escondió detrás de unos grandes árboles  y los chavales la perdieron de vista.

Del cohete  colorido solo quedo el recuerdo. Aun conversaron  un poco más recordando, emocionados, la linda subida del cohete.

Janjao, acordándose de que ya era tarde y sus padres deberían estar preocupados, se despidió y se retiro.

Moraba en un sitio y precisaba andar un poco por el campo para llegar hasta su casa. De lejos, divisó un inmenso claro que iluminaba el cielo, ahuyentando la oscuridad. Apretó el paso y luego percibió que el fuego venia de su casa. 

Al aproximarse, vio las llamas devorando las paredes de su casa, los muebles en la calle, personas que corrían con cubos de agua, intentando contener el fuego. Su padre, preocupado, andando de un lado para otro, su madre y su hermana llorando. Afligido pregunto:

- ¿Qué aconteció, papa?
 

Estábamos  preocupados sin  saber donde estaba usted. Pensábamos hasta que podría estar dentro de la casa en llamas. Alguien ando soltando cohetes y, cuando nos dimos cuenta, el fuego ya extendido  tomo cuenta de todo, como usted ve. Con ayuda de amigos conseguimos aun salvar alguna cosa, gracias a Dios.

El chaval, arrepentido, y percibiendo lo que había hecho, comenzó a sollozar:

- Papa pernoneme. La culpa es toda mia. Fue quien prendió el cohete, más nunca podría imaginar que causaría tantos daños.

El padre suspiró, comprendiendo el sufrimiento del hijo, y le dijo severo:

- ¿¡Esta viendo, hijo mio!? ¿Por ser desobediente, cuanto mal causo usted? Gracias a Dios, los  prejuicios son apenas materiales, y, aunque seamos pobres, conseguiremos vencer y recuperar el prejuicio  que tuvimos. ¿Más, y si alguien hubiese perdido la vida?

Janjao lloraba desconsoladamente.

- Perdoneme, papa. Ahora yo comprendo el mal que causé y que, cuando mama dice que es peligroso, es porque ella está viendo lo que puede acontecer.

El padre abrazó al hijo y desde ese día en adelante Janjao de volvio un chaval diferente, más responsable, y hasta comenzó a trabajar para ayudar a su padre a cubrir los daños que involuntariamente causara.

   

                                                                       Tía Celia
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita