Los
espiritistas
no
ignoran
que es
un
pensamiento
corriente
entre
los
estudiosos
del
Espiritismo
que el
hábito
de la
lectura
y el
estudio
continuado
constituyen
providencias
importantes
en la
vida de
todos
nosotros,
sobre
todo si
tuviésemos
tareas
que
cumplir
en las
diferentes
áreas de
trabajo
que se
presentan
al
trabajador
espírita.
Varias
son las
razones
que
justifican
ese
pensamiento.
La
primera
deriva
del
hecho de
que
generalmente
olvidamos
buena
parte de
lo que
leemos o
estudiamos
en el
pasado.
La
persistencia
en los
estudios
y la
lectura
de
buenas
obras
neutralizan
ese
olvido y
concurren
hasta
incluso
para que
tal no
se de.
La
segunda
razón se
prende a
la
verificación
de que
toda vez
que se
lee un
libro se
percibe
en el
matices
antes
ignorados.
Un joven
de 20
años que
lea “El
Libro de
los
Espíritus”
no verá
en el
las
implicaciones
y los
enfoques
que
ciertamente
deducirá
cuando
lo
vuelva a
leer a
los 45
años de
edad. Y
lo mismo
se dará
cuando
vuelva a
leer la
citada
obra a
los 60
años.
La
tercera
razón,
por
señal
obvia,
dice
respecto
a la
circunstancias
de que
sobre
los más
diferentes
asuntos
que
surgen
de
tiempo
en
tiempo
obras
nuevas,
dotadas
de
informaciones
y
análisis
que no
encontramos
en
publicaciones
más
antiguas.
Ejemplo
de eso
son los
libros
por
intermedio
del
médium
Divaldo
P.
Franco
por el
Espíritu
de
Manuel
Philomeno
de
Miranda,
los
cuales
enriquecieron
de forma
notable
lo que
se sabía
hasta
entonces
acerca
de los
temas
mediumnidad,
obsesión
y
disturbios
psíquicos.
Una
investigación
divulgada
por la
National
Endowment
for the
Arts,
una
fundación
americana
dedicada
a la
promoción
de la
cultura,
revela
que
quien
lee
regularmente
por
placer
tiene
una vida
mucho
más
activa y
bien
realizada
que
aquellos
que
prefieren
pasar el
tiempo
viendo
la
televisión
o
dedicándose
a
actividades
que no
exigen
razonamiento.
Para los
que
cultivan
el
hábito
de la
lectura
–
asevera
la
investigación
– la
vida es
una
sucesión
de
experiencias
nuevas y
de
ampliación
de
horizontes.
Mark
Edmundson,
profesor
de la
Universidad
de
Virginia
y autor
del
libro
“Porqué
Leer”,
entiende
que la
lectura
es la
segunda
oportunidad
que la
vida
ofrece
para
nuestro
crecimiento
personal.
Durante
la
infancia
y la
adolescencia,
dice él,
pasamos
por un
proceso
de
socialización
y
aprendemos
como
obrar de
acuerdo
con el
sentido
común.
Después,
es la
lectura
que nos
permite
desenvolver
ideas
propias,
conceptos
y
valores.
Sin ella,
afirma
Edmundson,
el
hombre
continúa
como un
carnero
que
apenas
sigue al
rebaño.
Otra
investigación
divulgada
hace
poco
tiempo,
llevada
a efecto
por un
equipo
de
psicólogos
de la
Universidad
de York,
en
Canadá,
trajo
nuevas
evidencias
a la
importancia
de la
lectura
y del
estudio
para el
perfeccionamiento
personal.
Una de
las
consecuencias
del
hábito
de leer
y
estudiar
es, de
acuerdo
con la
conclusión
de la
investigación,
el
retraso
de los
efectos
del
envejecimiento
en el
cerebro,
hecho
que
confirma
algo que
especialistas
del área
médica
viene
enseñando
hace
algún
tiempo,
o sea,
que
ejercita
la mente
por
medio de
la
lectura
ayuda a
prevenir
el mal
de
Alzheimer,
una
dolencia
degenerativa
que
alcanza
especialmente
a los
ancianos.
En el
medio
espírita
es
conocida
la
lección
transmitida
por
Emmanuel
en la
cuestión
nº 204
de su
obra “El
Consolador”,
psicografiada
por el
médium
Francisco
Cándido
Xavier:
“El
sentimiento
y la
sabiduría
son las
dos alas
con que
el alma
se
elevará
para la
perfección
infinita”.
Y ambas,
observa
el noble
instructor,
son
imprescindibles
al
progreso,
lo que
comprueba,
de forma
inequívoca,
la
importancia
del
estudio
y de la
lectura
en el
proceso
de
crecimiento
de la
criatura
humana
en busca
de la
perfección
posible.
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