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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Portuguese   Inglês
Programa IV: Aspecto Filosófico

Año 2 - N° 75 - 28 de Septiembre de 2008

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 


Separación del alma
y del cuerpo

 
Presentamos en esta edición el tema
nº 75 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate 

1. ¿El momento de la muerte es doloroso?

2. ¿La desencarnación es igual para todas las personas?

3. ¿La separación del alma es hecha de forma gradual, o eso depende del tipo de muerte corporal?

4. ¿Qué factores pueden influir para que el desprendimiento ocurra con mayor o menor facilidad?

5. ¿Cómo es la separación del alma en los casos de suicidio?

Texto para la lectura 

La desencarnación no es igual para todos 

1. La certeza de la vida futura no excluye las aprensiones del hombre en cuanto a la desencarnación. Hay muchos que temen no propiamente la vida futura, sino el momento de la muerte. ¿Será ella dolorosa? Intentando aclarar esas cuestiones, Kardec preguntó a los Espíritus y de ellos recibió la información de que el cuerpo casi siempre sufre más durante la vida que en el momento de la muerte y que los sufrimientos que algunas veces se experimentan en el instante de la muerte son un gozo para el Espíritu.

2. Es preciso, sin embrago, que consideremos que la desencarnación no es igual para todos y que, al contrario, hay una variación muy grande, tan grande como las diferentes formas de vivir adoptadas por los encarnados. Viéndose la calma de algunos moribundos y las convulsiones terribles de otros, se puede previamente juzgar que las sensaciones experimentadas no siempre son las mismas.

3. La separación del alma es hecha de forma gradual, pues el Espíritu se desprende poco a poco de los lazos que lo prenden, de forma que las condiciones de encarnado o desencarnado, en el momento del desenlace, se confunden y se tocan, sin que haya una línea divisoria entra las dos.

4. Algunos factores pueden influir para que el desprendimiento ocurra con mayor o menor facilidad, factores que están relacionados con el estado moral del hombre cuando esta encarnado. La afinidad entre el cuerpo y el periespíritu es proporcional al apego del individuo a la materia, que alcanza su punto máximo en el hombre cuyas preocupaciones hablan al respecto exclusivamente de la vida de gozos materiales. Al contrario de eso, en las almas puras – que anticipadamente a la vida de gozos materiales. Al contrario de eso, en las almas puras – que anticipadamente se identifican con la vida espiritual – el apego es casi nulo.

El desprendimiento del alma jamás es brusco, sino gradual

5. Tratándose de muerte natural resultante de la extinción de las fuerzas vitales por vejez o enfermedad, el desprendimiento se opera suavemente. Para el hombre cuya alma se desmaterializó y cuyos pensamientos se destacan de las cosas terrenas, el desprendimiento casi se completa antes de la muerte real, o sea, teniendo el cuerpo aun vida orgánica, el Espíritu ya comienza a penetrar la vida espiritual, sólo unido a la materia por el hilo tan frágil que se rompe con el último latido del corazón.

6. En el hombre materializado y sensual, que más vive del cuerpo que del Espíritu, y para quien la vida espiritual nada significa, todo contribuye para estrechar los lazos materiales y, cuando la muerte se aproxima, el desprendimiento, aunque también se opere gradualmente, demanda continuos esfuerzos. Las convulsiones de la agonía son indicios de la lucha del Espíritu, que a veces procura romper los hilos resistentes, y otras veces se agarra al cuerpo, del cual una fuerza irresistible lo arrebata con violencia, molécula por molécula.

7. El desconocimiento de la vida espiritual hace que el Espíritu se apegue a la vida material, estrechando sus horizontes y resistiendo con todas las fuerzas, consiguiendo prolongar la vida y, consecuentemente, su agonía, por días, semanas o meses. En tales casos, la muerte no implica el fin de la agonía, pues la perturbación continua y el, sintiendo que vive, sin saber definir su estado, siente y se resiente de la dolencia que puso fin a sus días, permaneciendo con esa impresión indefinidamente, una vez que continua unido a la materia por medio de puntos de contacto del periespíritu con el cuerpo.

8. Se da lo contrario con el hombre que se espiritualizó durante la vida. Después de la muerte, ni una sola reacción le afecta. Su despertar en la vida espiritual es como quien despierta de un sueño tranquilo, jovial, para iniciar una nueva fase de su vida.

En el suicidio, la separación del alma es bastante dolorosa

9. En las muertes violentas, como en los accidentes, ninguna desagregación tuvo inicio antes de la separación del periespíritu. En ese caso, el desprendimiento sólo comienza después de la muerte y su término no ocurre rápidamente. El Espíritu queda aturdido, no comprende su estado, permaneciendo en la ilusión de que vive materialmente por un periodo más o menos largo, conforme su nivel de espiritualización.

10. En los casos de suicidio, la separación del alma es extremadamente dolorosa. Constituyendo el suicidio un atentado contra la vida, el sufrimiento casi siempre permanece por un periodo igual al tiempo en que el Espíritu debería estar encarnado. Además de eso, los dolores de la lesión física provocada repercuten en el Espíritu. La descomposición del cuerpo y su destrucción por los gusanos son sentidas con detalles por el Espíritu desencarnado, por cuanto tal hecho no constituye una regla general. Hay además el remordimiento, generando sufrimiento moral para aquel que decidió desertar de la vida.

11. El espírita serio, nos advierte Kardec, no se limita a creer, porque comprende, y comprende porque razona. La vida futura es para el una realidad que se desarrolla incesantemente a sus ojos, una realidad que el toca y ve a cada paso y de tal modo que la duda no puede tener guarida en su alma. La existencia corporal, tan limitada, mezquina delante de la vida espiritual. ¿Qué le importan los incidentes de la jornada, si comprende la causa y la utilidad de las vicisitudes humanas cuando son soportadas con resignación?

12. El alma se eleva entonces en sus relaciones con el mundo visible; los lazos fluídicos que lo unen a la materia debilitándose, operando por anticipado un desprendimiento parcial que facilita el pasaje para la otra vida. La perturbación consecuente a la transición poco dura, porque, una vez franqueado el paso, para luego reconocerse, no extrañando nada, más bien comprendiendo su nueva situación.

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. ¿El momento de la muerte es doloroso? 

R.: Al respecto del asunto, Kardec recibió de los Espíritus la información de que el cuerpo casi siempre sufre más durante la vida que en el momento de la muerte y que los sufrimientos que algunas veces se experimentan en el instante de la muerte son un gozo para el Espíritu. 

2. ¿La desencarnación es igual para todas las personas?

R.: No. Al contrario, hay una variación muy grande, tan grande como las diferentes formas de vivir adoptadas por los encarnados.

3. ¿La separación del alma es hecha de forma gradual, o eso depende del tipo de muerte corporal?

R.: La separación del alma es hecha de forma gradual, pues el Espíritu se desprende poco a poco de los lazos que lo prenden, de forma que las condiciones de encarnado o desencarnado, en el momento del desenlace, se confunden y se tocan, sin que haya una línea divisoria entre las dos.

4. ¿Qué factores pueden influir para que el desprendimiento ocurra con mayor o menor facilidad?

R.: La desmaterialización del alma es uno de esos factores. En la muerte de una persona que se espiritualizó durante la vida y cuyos pensamientos se destacan de las cosas terrenas, el desprendimiento casi se completa antes de la muerte real, o sea, teniendo el cuerpo aun vida orgánica, el Espíritu ya comienza a penetrar la vida espiritual, apenas unido a la materia por el hilo tan frágil que se rompe con el último latido del corazón. Y su despertar en la vida espiritual es como quien despierta de un sueño tranquilo, jovial, para iniciar una nueva fase de su vida.

5. ¿Cómo es la separación del alma en los casos de suicidio?

R.: En los casos de suicidio, la separación del alma es extremadamente dolorosa. Constituyendo el suicidio un atentado contra la vida, el sufrimiento casi siempre permanece por un periodo igual al tiempo en que el Espíritu debería estar encarnado. Además de eso, los dolores de la lesión física provocada repercuten en el Espíritu. La descomposición del cuerpo y su destrucción por los gusanos son sentidas con detalles por el Espíritu desencarnado, aunque tal hecho no constituya una regla general.
 

Bibliografia:

El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, itens 154 e 155.

El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, Parte 1, itens 2, 8, 9 e 14.

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita