Perturbación espiritual
después de la muerte
Presentamos en esta edición
el tema
nº
76
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Qué sensación
experimenta el alma por
ocasión de la muerte?
2. ¿Hay Espíritus que se
sienten perturbados durante
los instantes que siguen a
la muerte corporal?
3. ¿El comportamiento
religioso ejerce alguna
importancia en la situación
del alma después de la
muerte?
4. ¿Cuál es la situación de
las personas que cultivan
las religiones simplistas,
que prometen el Cielo a
golpes de facilidad y
oportunismo?
5. En pocas palabras, ¿cómo
definir el estado del
Espíritu por ocasión de la
muerte?
Texto para la lectura
Es variable la duración de
la perturbación después de
la muerte
1. Por ocasión de la muerte
– enseña el Espiritismo –
todo, al principio es
confuso. El alma necesita de
algún tiempo para entrar en
el conocimiento de sí misma.
Ella se encuentra como
aturdida, en el estado de
una persona que despertó de
un profundo sueño y procura
orientarse sobre su
situación. La lucidez de las
ideas y la memoria del
pasado le vuelven, a medida
que se apaga la influencia
de la materia que ella acaba
de abandonar y se disipa la
especie de neblina que le
oscurece los pensamientos.
2. Muy variable es el tiempo
que dura la perturbación que
sigue a la muerte corporal.
Puede ser de algunas horas,
como también de muchos meses
y hasta de muchos años. Para
aquellos que ya en la
existencia corpórea se
identifican con el estado
que los aguarda, más lejos
está ella, porque ellos
comprenden inmediatamente la
posición en que se
encuentran.
3. El proceso de
desprendimiento espiritual
es lento o demorado,
conforme el temperamento, el
carácter moral y las
adquisiciones espirituales
de cada ser. No existen dos
desencarnaciones iguales.
Cada persona despierta o se
demora en la perturbación,
conforme las características
propias de su personalidad.
4. En ese sentido, el
comportamiento religioso
ejerce una fundamental
importancia. Los que se
fijaron a las ideas
nihilistas, materialistas,
se hibernan, como para huir
de la realidad, en un
bloqueo inconsciente de
largo tiempo que los
atormenta en forma de
pesadillas infelices que no
consiguen fácilmente
liberarse.
Muchos asisten aterradas a
la descomposición cadavérica
5. Teniendo abrigada la idea
de la nada, muriéndose y
debilitándose en una agonía
superlativa, sin que se
permitan alivio, en las
regiones frías y temibles
por un natural proceso de
sintonía mental, cuando no
acompañan, aterrorizados, la
descomposición del propio
cuerpo al que se agarran,
intentando restablecerles
los movimientos, en una
lucha sin éxito.
6. Los que cultivan las
religiones simplistas, que
prometen el Cielo a golpes
de facilidad y oportunismo,
son sorprendidos por una
realidad bien diversa con la
que no contaban.
7. Los que tienen ideas
esdrújulas, se hacen
víctimas de horrores y
alucinaciones lamentables
que los confunden por un
tiempo indeterminado.
8. Los suicidas, gracias a
las atenuantes y agravantes
que los seleccionan
automáticamente, descubren
un infeliz despertar a la no
existencia de la muerte.
9. Los que se convirtieron
en destructores de la vida
ajena, experimentan las
aflicciones que inflingieron
y expurgan, en una
indeterminada angustia, el
despertar de la conciencia y
la sobrecarga de los
crímenes perpetrados.
La perturbación es el estado
normal en el instante de la
muerte
10. La perturbación
espiritual ocurre, por
tanto, en la transición de
la vida corporal para la
espiritual. En ese instante,
el alma experimenta un sopor
que paraliza momentáneamente
sus facultades,
neutralizando, al menos en
parte, las sensaciones.
11. La perturbación puede,
pues, ser considerada el
estado normal en el instante
de la muerte, y durar por un
tiempo indeterminado,
variando de algunas horas a
algunos años.
12. El último aliento casi
nunca es doloroso, una vez
que ocurre ordinariamente en
un momento de inconsciencia.
En la muerte violenta, sin
embargo, las sensaciones no
son exactamente las mismas,
porque en tales situaciones
el desprendimiento sólo
comienza después de la
muerte y no puede
completarse rápidamente. El
Espíritu, cogido de
imprevisto, queda como
aturdido y se cree vivo,
prolongándose esa ilusión
hasta que comprenda su
estado.
13. El estado del Espíritu
por ocasión de la muerte
puede, por tanto, ser
resumido en las
proposiciones que siguen:
Será tanto mayor el
sufrimiento cuanto más lento
fuera el desprendimiento del
periespíritu. La rapidez del
desprendimiento esta en la
razón directa del
adelantamiento moral del
Espíritu. Para el Espíritu
desmaterializado, de
conciencia pura, la muerte
es cual sueño breve, exento
de agonía, y cuyo despertar
es suavísimo.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Qué sensaciones
experimenta el alma por
ocasión de la muerte?
R.: Por ocasión de la
muerte, el alma se encuentra
aturdida, en el estado de
una persona que despertó de
un profundo sueño y procura
orientarse sobre su
situación. La lucidez de las
ideas y la memoria del
pasado le vuelvan poco a
poco, a la medida que se
apaga la influencia de la
materia que ella acaba de
abandonar y se disipa la
especie de niebla que le
oscurece los pensamientos.
2. ¿Hay Espíritus que se
sienten perturbados durante
los instantes que siguen a
la muerte corporal?
R.: Sí. Y el tiempo que dura
la perturbación es variable,
ya que puede ser de algunas
horas, así como de muchos
meses y hasta de muchos
años. Para aquellos que ya
en la existencia corpórea se
identificaron con el estado
que los aguarda, menos larga
es esa perturbación, porque
ellos comprenden
inmediatamente la posición
en que se encuentran.
3. ¿El comportamiento
religioso ejerce alguna
importancia en la situación
del alma después de la
muerte?
R.: Sí. El proceso de
desprendimiento espiritual
es lento o retardado,
conforme el temperamento, el
carácter moral y las
adquisiciones espirituales
de cada ser y, por eso, el
comportamiento religioso
ejerce una fundamental
importancia. Los que se
fijaron a las ideas
nihilistas, materialistas,
se hibernan, no es de
extrañar, como huyendo de la
realidad, en un bloqueo
inconsciente de largo tiempo
que los atormenta en forma
de pesadillas infelices.
4. ¿Cuál es la situación de
las personas que cultivaron
las religiones simplistas,
que prometen el Cielo a
golpes de facilidad y
oportunismo?
R.: Esas personas son
sorprendidas por una
realidad bien diversa con la
que no contaban.
5. En pocas palabras, ¿cómo
definir el estado del
Espíritu por ocasión de la
muerte?
R.: El estado del Espíritu
por ocasión de la muerte
puede ser resumido en las
proposiciones que siguen:
Será tanto mayor el
sufrimiento cuanto más lento
fuera el desprendimiento del
periespíritu. La rapidez del
desprendimiento está en la
razón directa del
adelantamiento moral del
Espíritu. Para el Espíritu
desmaterializado, de
conciencia pura, la muerte
es cual sueño breve, exento
de agonía, y cuyo despertar
es suavísimo.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, itens 164 e 165.
O Céu e o
Inferno,
de Allan
Kardec, Parte 1, itens 6, 7,
12 e 13.