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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 2 - N° 81 - 9 de Noviembre del 2008

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org


X¡¡¡¡, lo olvidé!

 

Albino era un niño que nunca terminaba lo que había comenzado a hacer. Dejaba todo por la mitad.

¡Era un horror! Por la mañana iba a cepillarse los dientes y dejaba la pasta dental sin tapar. Salía del baño y el grifo de la ducha quedaba goteando. A la hora de vestirse, abría la puerta del armario o un cajón, y no lo cerraba. Abría la galería para coger alguna cosa y dejaba la puerta abierta. Se sentaba para hacer los deberes de la escuela y olvidaba los libros y cuadernos encima de la mesa.
 

Así, sus ropas estaban siempre desarregladas, los juguetes fuera de su sitio, los patines en medio de la sala, la pasta dental sin tapón y así siempre.

La madre intentaba enseñarlo a ser más ordenado, colocando cada cosa en su lugar, ¡pero nada! Albino continuaba del mismo modo. Su respuesta era siempre la misma.

-- X¡¡¡¡, lo olvidé!

Un día la madre de Albino decidió darle una lección.

Después pronto, cuando el niño fue a vestirse el uniforme para ir a la escuela vio que estaba arrugado. Él se quejó:

-- ¡Mamaaaá!...  ¡Mira como está mi uniforme! ¡Todo arrugado!

La madre respondió:

-- ¡Olvidé de plancharlo! Tú vas a tener que ir con el así mismo, hijo mío.

Y allá se fue Albino con la ropa arrugada para la escuela.

Más tarde, cuando él volvió, se sentó para comer. ¡Estaba con mucha hambre!

Al abrir la cazuela de arroz para servirse, vio que estaba aun llena de agua y los granos duros.

-- ¡Mamá! ¿Qué pasó? ¡El arroz está horrible!

Y la madre respondió, fingiendo sorpresa:

-- ¡¡¡¡¡! Olvidé de encender el fuego! Espera un poco, hijo mío, que voy a acabar de preparar el arroz.

Y así fue el resto del día. La cama estaba arreglada por la mitad, el baño todo mojado, la tarta medio cruda, y hasta la ropa sucia Albino la encontró en el armario.

La   respuesta  era   siempre  la misma.  La

madre decía que se había olvidado.

Al final del día, no aguantó más, Albino se quejó:

-- ¿Qué ocurrió hoy, mamá? La casa esta patas arriba, y tú estás muy desmemoriada. ¡Así no es!

Al oír la queja del hijo, la señora respondió:

-- ¡No sé de que te quejas tú, Albino! ¡Hice exactamente lo que tú haces todos los días! Olvidas lo que estás haciendo y lo dejas todo por la mitad.

Comprendiendo que la madre tenía razón, Albino aceptó la lección y se prometió a sí mismo tener más cuidado con sus actitudes de ahí en delante.

¡Reconoció cuanta paciencia tuvo su familia con él durante todo el tiempo, cuando él no conseguía aguantar aquella situación un solo día!

A partir de esa fecha, Albino se volvió un niño más atento y organizado, con sus propias cosas y con las cosas de la casa, de uso de toda la familia. 

                                                                  Tía Célia 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita