La felicidad y la
depresión
La
idea de que debamos
vivir el momento
presente es también
lección de los
Espíritus, que nos han
invitado a aprovechar
mejor el día de hoy, que
debíamos considerar como
siendo el último día de
nuestras vidas.
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“El hombre contemporáneo
es más feliz que sus
antepasados, porque
dispone de más medios
para ser dichoso”,
subraya el psiquiatra
Luís Rojas Marcos, autor
del libro Nuestra
felicidad, en una
entrevista al site
Saluladia.
Sin embargo, su
pronostico para el
futuro inmediato es de
que “no faltarán hombres
y mujeres angustiados”.
El futuro inmediato, en
verdad, ya nos tocó a la
puerta, desde el
lanzamiento de su obra, hace ocho años.
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Basta mirar a
nuestro
alrededor para
constatar la
onda de malestar
que barre la
sociedad, a
todos
desafiando. |
Prosigue el Dr. Marcos:
“Los seres humanos
tienen una tendencia a
pensar que vivimos los
peores momentos de
nuestra existencia. La
Historia es el mejor
antídoto de esa
nostalgia”.
Vivimos a veces, en
busca de un tiempo
perdido, en el pasado,
cuando habríamos sido
felices, olvidándonos de
que, si la felicidad es
construida y resultados
de pequeños momentos,
el mejor momento para
vivirla es ahora. Ni
ayer y mucho
menos mañana. Lo
que no quiere decir que
no podamos volver a los
paisajes felices de
nuestro pasado; o que
dejemos de creer que
podremos ser más felices
en el futuro…
La idea de que debamos
vivir el momento
presente, lo que
denotaría madurez y
equilibrio, es también
lección de los
Espíritus, que nos han
invitado a aprovechar
mejor el día de hoy, que
debíamos considerar
como siendo el último
día de nuestras vidas.
No es otro el
pensamiento de Joanna de
Ângelis al enseñarnos:
“Si deseas ser feliz,
vive, cada momento, de
forma integral,
reuniendo las cuotas de
alegría, de esperanza,
de sueño, de bendición,
en un panel
planificador”.
Continúa el psiquiatra,
posteriormente,
comentando sobre los
ladrones de la
felicidad: el dolor,
el miedo, el
odio y la
depresión. La
depresión, especialmente
es considerada por el
“el ladrón de felicidad
más infeliz y peligroso
de nuestro tiempo”, por
robar la esperanza, lo
que puede llevar a la
propia autodestrucción.
Más adelante él afirma
que aunque “los jóvenes
de hoy hayan crecido con
más riqueza, más
derechos, más
posibilidades para
realizarse y más
libertad, son más
pesimistas y sufren más
con el tedio”. Las
nuevas generaciones
están, de esta forma,
más vulnerables a la
depresión, que está para
asumir proporciones
epidémicas en todo el
mundo, conforme
testimonian otros
especialistas.
Para el psiquiatra,
diversos factores
deberán ser combinados
para comprender “la
proliferación de la
depresión”:
·
La creciente
glorificación del
individualismo que
fomenta la
competitividad;
·
El sentimiento de
fracaso por la búsqueda
obsesiva de status
social;
·
La frustración por el
desequilibrio entre
nuestras aspiraciones y
nuestras oportunidades;
·
La responsabilidad
personal por nuestros
éxitos y fracasos y
·
El creciente número de
separaciones familiares.
A pesar de este cuadro,
él entiende que “los
avances médicos y
farmacológicos permiten
que las depresiones
endógenas, que tengan
causa internas, se
diagnostiquen a tiempo y
se traten con bastante
precisión. En más del 90
por ciento de los casos
que se tratan mejoran
sensiblemente o se
curan”.
El paciente debe
trabajarse sin
auto-piedad ni
auto-castigo
Al cerrar su entrevista,
él describe la depresión
como se presenta:
“tristeza, falta de
voluntad de vivir,
apatía, indiferencia,
violencia…” y da, por
fin, su receta de cómo
combatirla, dentro del
cuadro de los recursos
médicos y
farmacológicos, que
compone su referencia de
trabajo como psiquiatra.
En sus palabras:
“Combatiremos la
depresión con
tratamientos médicos,
con la mejora evolutiva
de la especie y con
nuestros conocimientos
sobre el cerebro. La
prevención se basará en
nuestros conocimientos
del genoma humano”.
No nos cabe aquí
apuntar, como ya es
común y a veces nada
elegante, los límites y
deficiencias del
pensamiento y de la
acción ajena, para
exaltar los recursos que
tenemos a mano, sean los
recursos espíritas de
diagnóstico y cura, sean
otras modalidades de
terapia, que mejor se
encuadren en nuestras
preferencias.
Debemos respetar, por
tanto, la Psiquiatría,
el Psicoanálisis, la
Psicología y todas sus
vertientes y líneas de
acción, pues que estas
especialidades de la
salud tienen sus
abordajes y métodos
propios, dignos de todo
nuestro aprecio.
Cada profesional
trabajará siempre dentro
de sus cuadros de
creencias, valores y
recursos. Y aunque
podamos distinguir
ciertos límites en los
recursos de que se
utilicen, no debemos
jamás descalificándolos.
Retomando el tema ha
sido tema de muchas
obras. Joanna de
Ângelis, en sus obras de
cuño psicológico, ha
abordado este asunto con
acierto y profundidad
dentro de los referentes
espíritas.
En cuanto a la
depresión, ¿cuál es
la visión espírita sobre
este síndrome, hoy
epidémico?
El mensaje titulado
Nostalgia y Depresión,
de la referida autora
espiritual nos servirá
de guía en este estudio.
Ella nos afirma que:
·
No importa el origen de
los disturbios
depresivos; fundamental
es la participación del
enfermo en el proceso de
cura.
El deprimido es un
enfermo, pues la
depresión, tal como
afirman los
especialistas del área
médica, es una dolencia
y por eso exige
tratamiento adecuado.
No es, se debe acentuar
bien, una vaga tristeza,
un sentirse disgustados
y enfadado
temporalmente, si no un
mal instalado.
El hecho de que el
tratamiento exija
acción medicamentosa
no nos debe causar
ninguna sorpresa, pues
los implementos físicos,
la química cerebral se
encuentra afectada,
alterada, exigiendo
recursos de tratamiento
adecuados.
·
El paciente debe
trabajarse sin
auto-piedad “ni
auto-castigo para
reencontrar los
objetivos de la
existencia”
La auto-piedad o
el mal de lo
cotidiano es uno de
esos complejos que nos
alcanza a todos.
Tendemos, no es raro, a
sentir dolor de
nosotros mismos,
como si dijésemos:
“pobre de mí, como
sufro…”
Como si no bastase la
auto-piedad aun añadimos
a este peligroso estado
de alma el
auto-castigo. En
este caso añadiríamos:
“Sufro sí y no podría
ser diferente, pues no
merezco otro destino;
pues lo que hice (o dejé
de hacer) no tiene
perdón. Dios jamás me
perdonará…”
Joanna de Ângelis dice
que el hombre es la
medida de sus esfuerzos
·
El esfuerzo personal es
fundamental en el
proceso de cura.
El paciente debe
accionar las fuerzas de
la voluntad, buscando
siempre que sea
necesario, con humildad,
el refuerzo de los
recursos ajenos – el
apoyo, el amparo, el
afecto de los amigos, de
los familiares.
·
La búsqueda de la
conciencia de sí mismo o
el autoconocimiento
puede promover la
liberación de las
fijaciones de la “idea
depresiva, de la
autocompasión”,
propiciando “renovación
mental y acción
constructora”.
Es necesario en estas
ocasiones descubrir
nuestros talentos
ocultos; al lado de los
límites conveniente
percibimos nuestros
amplios potenciales de
crecimiento para la
vida. Eso nos exigirá
ciertamente más esfuerzo
de razonamiento, más
altos vuelos, para
sentirnos, desde ya,
Espíritu Inmortal,
heredero de Dios.
Podemos tener noción de
los abismos bajo
nuestros pies, que nos
cabe evitar, pero se
hace imprescindible
contemplar las
estrellas, para que paso
a paso veamos nacer los
frutos que brotan de
nuestras luchas en busca
de
superarnos.
¡A todo eso acostumbran
a denominar de autocura,
que demandará mucho más
que ligeras lecturas y
músicas suaves!
Joanna aun complementa
su pensamiento, en este
aspecto, afirmando que
“el hombre es la medida
de sus esfuerzos y
luchas interiores para
el auto-crecimiento”...
La cura de este o de
otros males, síndromes o
disturbios, no deberá,
pues ser concebida, como
un simple proceso de
liberar al paciente de
algo que lo oprime, lo
embarga, lo hiere y hace
infeliz; debe antes,
tomarse como un
compromiso nuestro,
individual, para que
busquemos ajustar los
rumbos de la propia
vida, teniendo en cuenta
la necesidad de nuestra
transformación más
profunda.
De ahí podemos afirmar
que no tenemos
dolencias, a pesar
de los síntomas que se
manifiestan; somos
enfermos en largo
proceso de cura de los
tantos males que aun
retenemos en las
profundidades de
nosotros mismos…
·
Ejercicios físicos para
la revitalización del
cuerpo y
desintoxicación, por
consecuencia, de los
centros de fuerza.
A veces nos olvidamos
que estamos domiciliados
en un cuerpo y que este
obra y reacciona a
nuestros comandos de
pensamiento y emoción.
El viejo adagio “mente
sana en cuerpo sano” no
debe ser olvidado.
·
Recursos terapéuticos
diversos pueden ser
accionados, tales como
la “terapia
bioenergética (Reich,
como también la
espírita), la logo
terapia (Víktor Frankl),
o conforme se presenten
los síndromes, el curso
del psicoterapeuta
especializado, así como
de un grupo de ayuda, se
hacen indispensables”.
La indicación de estos
recursos lanza por
tierra la idea, a veces,
presente en el medio
espírita de que: 1) todo
puede ser obsesión
(incluso la depresión y
otros disturbios
psicológicos); 2) todo
puede ser curado con
algunos pases y agua
fluidificada, más allá
del alejamiento, en las
reuniones de desobsesión,
del agente causante del
mal…
El papel del paciente es
la piedra de toque
del proceso de cura
La terapia espírita,
como complemento es
fundamental y a veces
puede corresponder a la
casi total
responsabilidad por la
cura del paciente,
afectado por este o
aquel mal. Sin embargo,
ella no debe ser
exclusiva, en caso
que la intervención de
los profesionales de la
salud sea necesaria.
El papel del paciente,
por otro lado, es
siempre la piedra de
toque del proceso de
cura. Es el que se
propone a estudiar, a
transformarse, a
accionar los recursos
que el Espiritismo nos
coloca a la disposición.
Si hay algún milagro,
es el milagro
de la auto-superación,
de la
auto-transformación.
·
La elección del recurso
terapéutico adecuado
“debe ser hecho por el
paciente, si dispusiera
de la necesaria lucidez
para tanto”, o en caso
contrario, por los
familiares “a fin de
evitar daños
comprensibles, los
cuales, ocurriendo,
generan más
complejidades y
dificultades de
recuperación”.
La resistencia de los
pacientes y familiares a
determinadas modalidades
de tratamiento pueden
generar las
“complejidades y
dificultades” citadas
por Joanna. En casos
extremos, el paciente no
encuentra la cura o
incluso se suicida.
La resistencia a los
tratamientos va de la
terapia psicológica a la
ingestión de
medicamentos recetados
por clínicos o
psiquiatras, sin contar
los que resisten a coger
los beneficios de los
recursos auxiliares
disponibles en los
centros espíritas: el
pase, el agua
fluidificada, la
orientación por el
diálogo fraterno.
·
Otros recursos
importantes para la
reconquista de la salud
mental y emocional de
los pacientes dependerá:
1) de la creación de una
psicosfera saludable en
torno del mismo y 2) del
cambio de factores psico-sociales
en el hogar e incluso en
el ambiente de trabajo.
Como se puede percibir,
el proceso de cura debe
contar con la
participación: 1) del
propio paciente; 2) de
los familiares; 3) de
los colegas de trabajo e
incluso los ambientes o
psicosfera existentes a
su alrededor puede
afectarlo positiva o
negativamente.
A guisa de conclusión –
Abordamos la cuestión de
la felicidad y de la
depresión, a partir de
los informes encontrados
en la obra del Dr. Luiz
Rojas Marcos.
Las lecciones de Joanna
de Ângelis acerca de la
depresión nos trajo
esclarecimientos
importantes y ahora nos
cabe profundizar en los
temas aquí propuestos,
complejos, exigiendo aun
otras lecturas y
estudios.
Y nos acordamos, por
fin, en nuestras luchas
y búsqueda, de lo que
nos enseñó el Espíritu
de Verdad, tal como está
en El Evangelio según
el Espiritismo:
“¡Espíritas! Amaos, este
es el primer
mandamiento; instruiros,
este es el segundo.”
Referências:
FRANCO, Divaldo Pereira.
Amor Imbatível Amor
(pelo espírito
Joanna de Ângelis). 1ª
ed. Salvador: Livraria
Espírita Alvorada, 2002.
KARDEC, A. O
Evangelho Segundo o
Espiritismo. 112ª
ed. Brasília: FEB,
1996.
ROJAS MARCOS, L.
Nuestra Felicidad.
1ª ed. Madri: Espasa
Calpe, 2000.
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