La unión del alma con el
cuerpo
Sabemos hoy que la unión
del alma al cuerpo
comienza en la
concepción, pero sólo es
completa por ocasión del
nacimiento; esa no fue,
sin embargo, la
información dirigida en
la obra de Kardec en los
primeros años de la
codificación del
Espiritismo
Este artículo es una
breve exposición del
desarrollo de la tesis
espírita de la unión
entre el alma y el
cuerpo. Intentaremos, en
un paseo
histórico-doctrinario,
suscitar informaciones
que puedan contribuir
con los estudiosos del
Espiritismo.
1857
El Espiritismo
nació en 1857,
con la
publicación de
El Libro de
los Espíritus,
de Allan Kardec.
Con 501
preguntas
numeradas (y
centenas de
sub-itenes),
“86 - ¿En qué
momento el alma
se une al
cuerpo?
“Al
nacimiento.”
- ¿Antes del
nacimiento el
feto tiene un
alma?
“No.”
|
|
- ¿Cómo vive
entonces?
“Como las
plantas” |
Sigue el comentario de
Allan Kardec sobre este
ítem:
“El alma o espíritu se
une al cuerpo en el
momento en que la
criatura ve la luz y
respira. Antes del
nacimiento el feto sólo
tiene vida orgánica sin
alma. El vive como las
plantas, teniendo sólo
el instinto ciego de
conservación, común en
todos los seres vivos”.
Cuando surge, el
Espiritismo dice que el
momento de la unión del
espíritu con el cuerpo
es en el nacimiento. En
la vida intrauterina,
como leemos en la cita,
el feto vive la vida de
las plantas.
1860
Ocurre un cambio en la
segunda edición de El
Libro de los Espíritus,
publicado en 1860, vemos
que dice al respecto de
eso.
“334. ¿En qué momento
el alma se une al
cuerpo?
“La unión comienza en
la concepción, pero sólo
se completa por ocasión
del nacimiento. Desde el
instante de la
concepción, el Espíritu
designado para habitar
cierto cuerpo a este se
une por un lazo
fluídico, que cada vez
más se va estrechando
hasta el instante en que
la criatura ve la luz.
El grito que entonces
suelta anuncia que ella
se cuenta en el número
de los vivos y de los
siervos de Dios.”
Aquí la unión no se da
en el nacimiento, pero
se completa en el. Es la
concepción que marca el
inicio de esta unión.
Los Espíritus hablan de
un lazo fluídico que se
une al cuerpo y se va
estrechando. Esta es la
tesis que se consagra,
pues la veremos en otras
obras y, en 1868, ella
está desarrollada con
mayor detalle.
Todo nos lleva a creer
que ese cambio teórico
aparece por primera vez
en la segunda edición de
la obra citada. No
podemos garantizar, pues
en las obras en que
aparece la segunda
tesis, editadas antes de
1860, no tenemos sus
primeras ediciones.
Todas las ediciones a
que el grupo tiene
acceso son posteriores
al año de 1860. Un
ejemplo es el número de
marzo de 1858 de la
“Revista Espírita:
Periódico de Estudios
Psicológicos”.
1858
En este ejemplar está
publicada la evocación
de un Espíritu
reconocido como Dr.
Xavier. A él fueron
hechas diversas
preguntas
“psicofisiológicas”.
La introducción de la
materia es la siguiente:
“Un médico de gran
talento, que
designaremos con el
nombre de Xavier,
fallecido hacía algunos
meses, se había ocupado
mucho del magnetismo;
dejó un manuscrito, que
suponía viniese a
revolucionar la Ciencia.
Antes de morir había
leído El Libro de los
Espíritus y deseado un
contacto con su autor.
La molestia por la que
sucumbió no lo permitió.
Su evocación fue hecha a
pedido de la familia; y
las respuestas
eminentemente
instructivas, que la
misma encierra, nos
llevaron a incluirla en
esta antología, pero
suprimiendo todo lo que
era de interés
particular”.
A lo largo de la
conversación de este
Espíritu con Allan
Kardec leemos lo
siguiente:
“24. P. - ¿En qué
momento se opera la
unión entre el alma y el
cuerpo en el feto?
R. – Cuando la criatura
respira; como si el
recibiese el alma con el
aire exterior.
25. P. - ¿Cómo,
entonces, explicáis la
vida intrauterina?
R.- Como la planta que
vegeta. El feto vive su
vida animal.”
Esta respuesta está
conforme la primera
edición, publicada en el
año anterior. En otra
respuesta el Espíritu da
hasta mayores detalles
de ese proceso:
“29. P. – ¿La unión
entre alma y cuerpo se
opera instantánea o
gradualmente? Esto es,
¿será necesario un
tiempo apreciable para
que tal unión sea
completa?
R.- El Espíritu no entra
bruscamente en el
cuerpo. Para medir ese
tiempo, imaginad que el
primer soplo que la
criatura recibe es el
alma que entra en el
cuerpo; el tiempo en que
el pecho se eleva y
baja.”
No obstante Allan
Kardec, al final del
diálogo, deja la
siguiente nota:
“La teoría dada por
este Espíritu sobre el
instante de la unión del
alma al cuerpo no es
exacta. La unión
comienza desde la
concepción, esto es,
desde el momento en que
el Espíritu, sin estar
encarnado, se liga al
cuerpo por un lazo
fluídico, que se va
reforzando cada vez más,
hasta el nacimiento. La
encarnación sólo se
completa cuando la
criatura respira (Ved El
Libro de los Espíritus,
nº 344 y siguientes)”
Evidentemente esta nota
es posterior a la
publicación de la
segunda edición de El
Libro de los Espíritus,
pues el ítem 344, citado
por Allan Kardec, trata
de este tema sólo en la
edición de 1860.
Ocurre que los 12
ejemplares anuales de la
Revista eran
encuadernado en un
volumen y vendidos
posteriormente. La
encuadernación que
tenemos a nuestra
disposición data del año
1863.
1859
Necesitamos citar otro
ejemplo de edición
posterior presentando
ese cambio. La obra “Qué
es el Espiritismo” es
una obra de 1859, pero
poseemos sólo la segunda
edición, publicada al
año siguiente, 1860.
El texto de esta
materia:
“116 - ¿Cómo y en qué
momento se opera la
unión del alma y del
cuerpo?
Desde la concepción, el
Espíritu, aun errante,
se une por un lazo
fluídico al cuerpo que
debe unirse. Ese lazo se
estrecha cada vez más, a
medida que el cuerpo se
desarrolla. Desde ese
momento, el Espíritu es
tomado de una
perturbación que va
creciendo sin cesar; en
la proximidad del
nacimiento la
perturbación es
completa, el Espíritu
pierde la conciencia de
sí mismo y no recobra
sus ideas sino
gradualmente, a partir
del momento en que la
criatura respira; es
entonces que la unión
está completa y
definitiva.”
Aquí la tesis consagrada
es presentada. Nos resta
saber si ella fue
añadida en 1860, o ya
está presente en la obra
en 1859.
Un dato digno de notar
es: “el Espíritu, aun
errante, se une por un
lazo fluídico al cuerpo
que debe unirse”,
esto es, el Espíritu,
incluso habiendo esa
unión inicial, aun está
en la erraticidad, aun
está en el mundo de los
Espíritus.
Algo interesante en
El Libro de los
Espíritus de 1860 es
que el ítem 86 de la
primera edición no es
totalmente descartado.
La idea vuelve
desarrollada, en un
nuevo ítem:
“354. ¿Cómo se explica
la vida intrauterina?
“Es la de la planta que
vegeta. La criatura vive
una vida animal. El
hombre tiene la vida
vegetal y la vida animal
que, por su nacimiento,
se completan con la vida
espiritual.”
En la edición de 1857,
los Espíritus responden
a Allan Kardec que el
alma se une al cuerpo en
el momento del
nacimiento. Antes de
eso, la criatura no
tiene alma.
Vive “como las plantas”.
En 1860, los Espíritus
transforman su tesis.
Ahora no es sólo la vida
de la planta, sino
también vive la criatura
una “vida animal” y, por
el nacimiento, pasa a
vivir una vida
espiritual. Respuesta
que se ajusta más a la
tesis definitiva,
presentada en el ítem
344 del mismo libro. La
vida espiritual se da
cuando la unión se
completa. ¿Cuándo? Al
nacer.
Volviendo a 1860
Aun en 1860, tenemos en
la Revista Espírita del
mes de julio una
observación que da más
detalles a la tesis
definitiva sobre la
unión alma y cuerpo.
Allan Kardec, hace esa
observación al publicar
la evocación de la Sra.
Duret, “médium”
escribiente, muerta el
21 de mayo de 1860, en
Sétif, Argelia. Evocada
primero en casa del Sr.
Allan Kardec, el 21 de
mayo, después el 25, en
la Sociedad”.
La observación:
“Se
sabe que, en el momento
de la concepción, el
Espíritu designado para
habitar el cuerpo que
debe nacer es tomado por
una turbación, que va
creciendo a medida que
los lazos fluídicos, que
lo unen a la materia, se
estrechan, hasta la
proximidad del
nacimiento. En ese
momento pierde
igualmente toda la
conciencia de sí mismo y
no comienza a recobrar
las ideas sino en el
momento en que la
criatura respira. Sólo
entonces es que se
vuelve completa y
definitiva la unión
entre el Espíritu y el
cuerpo”.
En 1861, Allan Kardec
publica “El libro de
los Médiums. O Guía de
los Médiums y de los
Evocadores”. Su
capítulo 25, titulado
“De las
Evocaciones”, presenta
el siguiente ítem:
“51a- ¿Puede
evocarse un Espíritu
cuyo cuerpo aun se
encuentre en el seno
materno?
“No; bien sabes que en
ese momento el Espíritu
está en completa
turbación.”
Nota. La encarnación no
se vuelve definitiva
sino en el momento en
que la criatura respira;
sin embargo, desde la
concepción del cuerpo,
el Espíritu designado
para animarlo es presa
de una turbación que
aumenta a la medida que
el nacimiento se
aproxima y le quita la
conciencia de sí mismo
y, por consiguiente, la
facultad de responder.
Aquí vemos que, incluso
no siendo definitiva la
reencarnación, el
Espíritu experimenta una
turbación que va
intensificando hasta el
nacimiento.
1864
En 1864, en El
Evangelio según el
Espiritismo, San
Agustín parece mostrar
una variación de la
tesis:
“Por fin, después de
años de meditaciones y
oraciones, el Espíritu
se aprovecha de un
cuerpo en preparación en
la familia de aquel a
quien detestó, y pide a
los Espíritus incumbidos
de transmitir las
ordenes superiores
permiso para ir a
desempeñar el destino de
aquel cuerpo que acaba
de formarse”.
Aquí el Espíritu
reencarnante parece
procurar un cuerpo. Al
inicio del texto citado,
podríamos afirmar que el
“cuerpo en preparación”
no fue concebido aun.
Que el estaría en vía de
existir, pues todo
indicaba, por el deseo
de los padres, que la
concepción ocurriría
pronto. No obstante al
final de la frase deja
bien claro la idea: el
cuerpo “acaba de
formarse” y el Espíritu
pide permiso para
cumplirlo.
Eso no derrumba la tesis
anterior, solamente da
otro punto de partida a
la unión. No encontramos
esa variante en ninguna
otra obra de Allan
Kardec.
1868
Por fin, el año de 1868,
con la publicación de “La
Génesis; los Milagros y
las Predicciones según
el Espiritismo”,
vemos una explicación
más detallada y
espaciada del objeto de
la primera parte de
nuestro texto: la unión
del alma con el cuerpo:
“18. – Enseguida que el
Espíritu deba encarnarse
en un cuerpo humano en
vía de formación, un
lazo fluídico, que no es
otro sino una expansión
del periespíritu, lo
amarra al germen sobre
el cual el se encuentra
lanzado por una fuerza
irresistible desde el
momento de la
concepción. A medida que
el germen, el
periespíritu, que posee
ciertas propiedades de
la materia, se une
molécula a molécula con
el cuerpo que se forma;
de donde se puede decir
que el Espíritu, por
intermedio de su
periespíritu, toma, de
alguna forma, raíz en
este germen, como una
planta en la tierra.
Cuando el germen está
enteramente
desarrollado, la unión
es completa y, entonces,
el nace a la vida
exterior.
En este análisis de la
tesis percibimos el uso
de términos que, incluso
presentes en el conjunto
de ideas espíritas,
solamente ahora son
usados para completar la
explicación. Recordemos.
El Espíritu se une a
través de un lazo
fluídico que va
estrechándose hasta el
nacimiento y es en el
que se completa la unión
con la materia. El
Espíritu va entrando en
una perturbación que lo
hace perder la
conciencia de sí mismo.
Es con el nacimiento que
el recobra la conciencia
espiritual.
Ahora tenemos más
condiciones de responder
a algunas preguntas.
1. ¿Qué lazo fluídico es
este?
Una expansión del
periespíritu.
2. ¿Qué es lo que hace
ese lazo?
Amarra al Espíritu al
germen sobre el cual el
se encuentra lanzado por
una fuerza irresistible
desde el momento de la
concepción.
3. ¿Cómo se da esa
unión?
Molécula a molécula.
4. ¿Por qué esa unión
molecular es posible?
Porque el periespíritu
posee ciertas
propiedades de la
materia.
5. ¿Qué hace que esa
unión se complete?
El completo desarrollo
del germen, o sea, la
formación total del
cuerpo a ser usado por
el reencarnante.