El próxima
miércoles, día
13, se conmemora
un aniversario
más de la Ley
que el 13 de
mayo de 1888
abolió
oficialmente la
esclavitud en
Brasil.
Lo que pocos
saben es que
hace 140 años,
en 1869, en el
mismo día 13 de
mayo, diecinueve
años antes del
decreto de la
Ley Áurea, el
compañero
Antonio da Silva
Neto, pionero
del Espiritismo
en Brasil,
publicó el
folleto “La
corona y la
emancipación del
elemento
servil”,
centralizando un
tema que Allan
Kardec había
examinado en su
primera obra –
El Libro de los
Espíritus,
pregunta 829.
Indagó Kardec: -
¿Habrá hombres
que estén, por
naturaleza,
destinados a ser
propiedades de
otros hombres?
Los Espíritus le
respondieron:
“Es contraria a
la ley de Dios
toda sujeción
absoluta de un
hombre a otro
hombre. La
esclavitud es un
abuso de la
fuerza.
Desaparece con
el progreso,
como
gradualmente
desaparecerán
todos los
abusos.”
Como sabemos, la
implantación de
la esclavitud en
nuestro País,
coincidió
prácticamente
con el
descubrimiento,
o sea, pocos
años después de
la llegada de
Pedro Álvares
Cabral a las
tierras
brasileñas se
iniciaba aquí el
sistema de
esclavitud,
analizando de
esta forma en el
cap. V del libro
“Brasil, Corazón
del Mundo,
Patria del
Evangelio”,
siendo autor
Humberto de
Campos,
psicografiado
por el médium
Francisco
Cándido Xavier.
“- Ismael (dice
Jesús al
protector
espiritual de
Brasil),
serena tu mundo
íntimo en el
cumplimiento de
los sagrados
deberes que te
fueron
confiados. Bien
sabes que los
hombres tienen
su
responsabilidad
personal en los
hechos que
realizan en sus
existencias
aisladas y
colectivas.
Pero, si no
podemos
impedirles ahí
la libertad,
tampoco no
podemos olvidar
que existe el
instituto
inmortal de la
justicia divina,
donde cada cual
recibirá de
conformidad con
sus actos.
“Había yo
determinado que
la Tierra del
Cruzeiro se
poblase de razas
humildes del
planeta,
buscándose la
colaboración de
los pueblos
sufridores de
las regiones
africanas;
todavía, para
que esa
cooperación
fuese efectuada
sin la
resistencia de
las armas,
aproximé
Portugal a
aquellas razas
sufridoras, sin
violencias de
cualquier
naturaleza. La
colaboración
africana debería
pues,
verificarse sin
amenaza
perniciosa, en
el capítulo de
mis amorosas
determinaciones.
“El hombre
blanco de
Europa,
mientras, está
perjudicando por
una educación
espiritual
condenable y
deficiente.
Deseando
entregarse al
placer ficticio
de los sentidos,
procura eximirse
de los trabajos
pesados de la
agricultura,
alegando el
pretexto de los
climas
considerados
perniciosos.
Ellos tendrán la
libertad de
humillar a sus
hermanos, en
base de la gran
ley de albedrío
independiente,
aunque limitado,
instituido por
Dios para regir
la vida de todas
las criaturas,
dentro de los
sagrados
imperativos de
la
responsabilidad
individual;
pero, los que
practicasen el
nefasto comercio
sufrirán,
igualmente, el
mismo martirio,
en los días del
futuro, cuando
fueran también
vendidos y
flagelados en
identidad de
circunstancias.
“En
su sede nociva
de gozo, los
hombres blancos
aun no
percibieron que
la evolución se
procesa por la
práctica del
bien y que todo
el determinismo
de Nuestro Padre
debe señalarse
por el ‘amad
al prójimo como
a vosotros
mismos’.
“Ignoran
voluntariamente
que el mal
genera otros
males con un
largo cortejo de
sufrimientos.
Con todo, a
través de esas
líneas
tortuosas,
impuestas por la
libre voluntad
de las criaturas
humanas, operaré
con mi
misericordia.
Colocaré mí luz
sobre esas
sombras,
amenizando tan
dolorosas
crueldades.
Prosigue con tus
renuncias a
favor del
Evangelio y
confía en la
victoria de la
Providencia
Divina.”
*
Después de
registrar en su
libro lo hablado
arriba
trascrito,
Humberto de
Campos
(Espíritu)
describió las
sucesivas
pruebas que se
abatieron sobre
Portugal y su
gente, que de
ese modo
expiaban el
dolor impuesto a
los africanos
esclavizados, y
por fin observó:
“Los hijos de
África fueron
humillados y
abatidos, en el
suelo donde
florecían sus
bendiciones
renovadoras y
santificantes;
el Señor, sin
embargo les
sustentó el
corazón
oprimido,
iluminando el
calvario de sus
indecibles
padecimientos
con la luz suave
de su inagotable
amor. A través
de las líneas
tortuosas de los
hombres, realizó
Jesús sus
grandes y
benditos
objetivos,
porque los
negros de las
costas africanas
fueron una de
las piedras
angulares del
monumento
evangélico del
Corazón del
Mundo.
Sobre sus
hombros
flagelados, se
cargaron casi
todos los
elementos
materiales para
la organización
física de Brasil
y, del manantial
de humildad de
sus corazones
resignados y
tristes,
nacieron
lecciones
conmovedoras,
inmunizando a
todos los
espíritus contra
el exceso del
imperialismo y
del orgullo
injustificable
de las otras
naciones del
planeta,
dotándose al
alma brasileña
de los más
bellos
sentimientos de
fraternidad, de
ternura y de
perdón.” (Brasil,
Corazón del
Mundo, Patria
del Evangelio,
cap. V)
El hecho ahora
recordado nos
muestra que las
naciones
responden
también,
colectivamente,
por los desmanes
cometidos, un
asunto que era
conocido incluso
antes de Jesús,
como nos muestra
el Antiguo
Testamento al
revelar la
explicación dada
por Jeremías a
sus coterráneos
que querían
saber porqué los
judíos se
volverían
esclavos de los
babilonios.
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