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Año 3 112 – 21 de Junio del 2009

JORGE HESSEN      
jorgehessen@gmail.com    
Brasília, DF (Brasil) 

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Reflexiones sobre el impacto del pensamiento en la terapia del cáncer

La fe no modifica las Leyes de la naturaleza, no hace milagros, pero puede ayudar mucho el trabajo de un buen equipo médico, haciendo gran diferencia en el tratamiento hospitalario

Es común, tras vencer un cáncer, que el paciente necesite de refuerzo emocional para volver a la rutina de la vida, pues continúa necesitando de cuidados especiales, física y emocionalmente, sabiéndose que cada caso envuelve aspectos específicos. Y porque, las etapas son muchas y penosas: diagnóstico, exámenes, investigación, cirugía, quimioterapia, radioterapia y los otros procedimientos médicos, motivo por el cual la persona queda debilitada y exige un acompañamiento cauteloso.

Vencer un cáncer y volver inmediatamente a la actividad, aunque no sea la regla, no significa decir que la enfermedad no pueda ser vencida. Por los relatos de pacientes, el sufrimiento no viene sólo de la enfermedad en sí, sino de los propios tratamientos, normalmente marcados por los efectos colaterales. Es común observar secuelas emocionales y cambios en el estilo de vivir del paciente y de la familia. Para amenizar un poco los traumas dejados por el proceso terapéutico, el amparo emocional alivia angustias y el miedo de la recaída.

Los espíritas tienen conciencia de que el paciente, al llegar al hospital, trae consigo, además de la enfermedad, su historia de vida actual y pasada. Su estado emotivo es resultante de obstáculos como la estructura de la personalidad, interpretación y vivencia de los acontecimientos, considerando aspectos de lo imaginario y de lo real, además de otras causas variables de la patología.

La ciencia y la tecnología cada vez posibilitan más el diagnóstico precoz y la terapéutica adecuada de las enfermedades, acompañando su evolución e, incluso, obteniendo éxitos en muchos casos.

La mente puede influir en el resultado del tratamiento

Sin embargo, aún con tales avances científicos, muchas molestias promueven alteraciones orgánicas, emocionales y sociales, que exigen constantes cuidados y, consecuentemente, procesos de adaptación. Recordemos, sobre todo, que "la valiosa contribución de la medicina académica, cuando no es acompañada por una buena relación médico-paciente, resulta incompleta para alcanzar las causas dolosísimas de las enfermedades y angustias." (1)

Actualmente, se estudia el optimismo, la espiritualidad, la creatividad, la fe religiosa y, sobre todo, el universo complejo del pensamiento que han sido asociados al bienestar y a la calidad de vida de personas portadoras de enfermedades crónicas. Por otro lado, hay investigación sobre la salud humana que viene analizando si la mente, por medio de un estado psicológico o emocional, tiene la capacidad de curar enfermedades.

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, intenta demostrar que el hecho de que las personas con cáncer estén optimistas o pesimistas en relación a la cura no influencia directamente en las oportunidades de supervivencia a la enfermedad. Por razones consistentes, no estamos de acuerdo con esos argumentos, una vez que diversas pruebas apuntan que en el caso de enfermedades graves (como cáncer avanzado), la mente (la forma de pensamiento) puede influenciar en el resultado del tratamiento, no desconsiderándose el valor de los médicos, obviamente.

Por regla, la fe (en el concepto del sentido común) no modifica las Leyes de la naturaleza, no hace "milagros", aunque puede ayudar mucho, concomitante, el trabajo de un buen equipo médico, haciendo gran diferencia en el tratamiento hospitalario.

Delante de la enfermedad muchos transforman
el dolor en esperanza

Urge considerar, por oportuno, que afirmarse dotado de fe religiosa para "sentirse" poderoso delante de las enfermedades, no resuelve la cuestión del dolor,  porque los "títulos de fe no constituyen meras palabras cubriéndonos en las deficiencias y flaquezas.

Expresan deberes de mejoría  que no nos será lícito huir, sin agravio de las obligaciones. En nuestros círculos de trabajo, de ese modo, no nos bastará el acto de creer y convencer". (2)

Hay especialistas que corroboran esta tesis, ponderando que el mirar optimista sobre la enfermedad, y el pensamiento firme en la cura son mecanismos poderosos que pueden ayudar a los pacientes a luchar mejor con los tratamientos del cáncer y a retomar una vida normal. A ejemplo de eso, tenemos lo que ocurre con el vicepresidente de Brasil - José Alencar. Actualmente, cada vez más las personas están sobreviviendo al cáncer y esa supervivencia se debe, sin duda alguna, a las emociones y pensamientos, ricos de contenidos vibratorios entre el enfermo y el Creador. Muchos pacientes, delante del diagnóstico de la enfermedad, transforman el dolor en esperanza y despiertan en ellos las ganas de luchar por una vida mejor. Otros, sin embargo, desisten y se entregan, admitiendo que están bajo una sentencia de muerte.

Acerca del proceso del pensamiento humano, la ciencia académica, materialista por excelencia, establece que el fenómeno es meramente fisiológico, derivado de la incesante actividad neuronal. Sin embargo, los espíritas saben que la materia mental es creación de energía que se exterioriza del Espíritu y se difunde por un flujo de partículas y ondas, como cualquier otra forma de propagación de energía del Universo. Tanto como en el campo físico, el pensamiento, en grados variados de excitación, genera ondas de larga extensión y frecuencia correspondientes al tenor del impulso creador de la voluntad o del objetivo deseado.

Los reflejos de los pensamientos se vuelven
sobre nosotros mismos

Pensar es un proceso de proyección de materia mental y esa materia "es el instrumento sutil de la voluntad, actuando en las formaciones de la materia física, generando las motivaciones de placer o disgusto, alegría o dolor, optimismo o desesperación, que no se reducen, efectivamente, a estados de mentalización inductiva, atrayendo para sí mismas los agentes [de momento imponderables], de luz o sombra, victoria o derrota, desdicha o felicidad." (3) En ese aspecto, el pensamiento deja de tener una dimensión intangible para  consubstanciarse en la condición de materia en movimiento.

Los reflejos de los sentimientos y pensamientos negativos que alimentamos se vuelven sobre nosotros mismos, después de transformarlos en ondas mentales, agitando nuestras funciones orgánicas. Por lo tanto, el pensamiento, como una modalidad de energía sutil, actuando en una forma de onda, con velocidad muy superior a la de la luz, cuando pasa por los lugares y criaturas, situaciones y cosas, nos afecta íntegramente la salud. "Cuando nos rendimos al desequilibrio o establecemos perturbaciones en perjuicio contra nosotros (...), plasmamos en los tejidos fisiopsicosomáticos determinados campos de ruptura en la armonía celular, creando predisposiciones mórbidas para esa o aquella enfermedad y, consecuentemente, toda la zona alcanzada se hace susceptible de una invasión microbiana." (4)

Por el pensamiento de miedo, angustia exacerbada, sinsabores, nos esclavizamos en los postes de suplicio doloroso, sentenciándonos, a veces, a años y años de peregrinación en las trillas de la intranquilidad espiritual. Y, para abreviar el tormento que nos flagela de varios modos la conciencia, es imprescindible atender a la renovación mental, único medio de recuperación de la armonía espiritual y de la salud física.

Nunca desanimemos delante de los desafíos
de cualquier enfermedad

En base de eso, busquemos adoptar una rígida disciplina de hábitos mentales y morales, estableciendo como metas colocar los deberes que nos dicen al respeto por encima de los placeres mundanos y mantengámonos serenos con la oportunidad impar de la actual experiencia física, que nos favorece con la información espírita. Busquemos, por encima de todo, los hábitos saludables de la oración, de la meditación y del trabajo, buscando enriquecernos de esperanza y de alegría, para nunca desanimarnos delante de los desafíos de cualquier enfermedad. "Debemos vigilar y orar para no caer en las tentaciones, una vez que más vale llorar bajo los aguijones de la resistencia  que sonreír bajo los narcóticos de la caída." (5)

Para todos los males y cualquier enfermedad, centremos nuestros pensamientos en Jesús, pues "nuestro remedio es y será siempre Jesús. Ajustémonos al Evangelio Redentor, pues Cristo es la meta de nuestra renovación”. “Regenerando nuestra existencia por los patrones de Él, reestructuraremos la vida íntima de aquellos que nos rodean. El Evangelio del Señor nos esclarece que el pensamiento puro y activo es la fuerza que nos arroja de las tinieblas para la luz, del odio al amor, del dolor a la alegría." (6)

 

Fontes:

1. Franco Divaldo Pereira. Página ditada pelo Espírito Joanna de Ângelis, na sessão mediúnica da noite de 15/12/1997, no Centro Espírita Caminho da Redenção, em Salvador, Bahia. Texto retirado do prefácio do livro: Atendimento Fraterno ditado pelo espírito Manoel Philomeno de Miranda.

2. Xavier, Francisco Cândido. Nos Domínios da Mediunidade, ditada pelo Espírito André Luiz, 14ª edição, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 2001, páginas: 118 a 125.

3. Xavier, Francisco Cândido. Mecanismos da Mediunidade, Ditado pelo Espírito André Luiz, RJ: Ed. FEB, 2001.

4. Artigo "Uma Visão Integral do Homem", Grupo Espírita Socorrista Eurípides Barsanulfo disponível no site http://www.geocities.com/Athens/9319/chacras.htm, acessado em 25/04/2006.

5. Xavier, Francisco Cândido. Fonte Viva, Ditada pelo Espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. Feb, 2002, cap. 110.

6. Francisco Cândido. Nos Domínios da Mediunidade, ditada pelo Espírito André Luiz, 14ª edição, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 2001, páginas: 118 a 125. 



 


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