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Año 3 126 – 27 de Septiembre del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El dolor y sus inestimables efectos

 
 
Definida por León Denis como ley de equilibrio y educación, tanto el dolor físico como el dolor moral tienen por objetivo alzar al ser humano a un nuevo grado evolutivo.

Hay personas, como sabemos, que no despiertan para las realidades superiores de la vida a no ser por el dolor, y los ejemplos de eso son numerosos.

En otros casos, el dolor constituye una especie de atajo, de llamamiento, de estímulo a un cambio, como dice nuestra hermana Ana Maria Brito Leal Previato, la entrevistada de la semana en esta misma revista.

Llevada al Espiritismo en el transcurso de una pausa para un tratamiento de salud, Ana Maria declaró a su entrevistador: “Puedo decir, sin miedo de equivocarme, que busqué la Doctrina Espírita llevada por el dolor, bendito dolor que iluminó mi camino”.

Además del dolor, el fenómeno espírita ha sido también factor importante en la conversión de las personas. Muchos médiums y estudiosos conocidos del Espiritismo en él ingresaron por fuerza de uno o de otra. El ejemplo de Benedita Fernandes es, en ese sentido, extraordinario, como lo son igualmente los casos de conversión de Jésus Gonçalves, Cairbar Schutel y tantos otros.

En nuestra región, tres de ellos merecen registro. Los mencionaremos aquí, ocultando a propósito los nombres de las personas envueltas.

Determinada mujer, al asistir en la iglesia a la boda de una amiga, se sintió desfallecer justamente en la hora en que los prometidos se besaban. Al día siguiente, ella ya estaba ingresada en un de los hospitales psiquiátricos de la ciudad. El proceso obsesivo ganó importancia, el tratamiento se le figuraba a la familia muy difícil, hasta que unos amigos la condujeron a una Casa Espírita, donde la mujer se equilibró y el proceso llegó al fin, ganando el movimiento espírita de la ciudad una nueva médium y trabajadora incansable que mucho hizo y ha hecho por la causa del Evangelio en el lugar en que vive.

Profesor y escritor ilustre, dotado de recursos intelectuales envidiables, tenía, sin embargo, dificultad de aceptar a Dios como es enseñado por las religiones tradicionales y vivía, en base a eso, apartado de cualquier religión y de las preocupaciones atinentes a los trabajadores de la siembra cristiana. Cierta tarde, después del almuerzo, el suegro – que había fallecido años atrás – se le aparece. El fenómeno se repite los días siguientes y con tal nitidez, que murió allí el materialista para dar lugar a un nuevo espiritista, que inscribe en los libros que publica las nociones espíritas acerca del Creador y sus leyes.

Padres católicos de dos hijos jóvenes, la pareja sucumbió a la perdida del pequeño de 15 años, encontrándolo muerto en condiciones misteriosas que indicaban, por lo menos en  apariencia, la idea del suicidio. Llevados a un psiquiatra, este los encaminó a una Casa Espírita, viniendo de la frecuencia a la reuniones y de los estudios espíritas un equilibrio diferente, una paz desconocida y, por increíble que pueda parecer, la eclosión de la facultad mediúmnica en la madre del joven desaparecido. Gracias a esa facultad, ella pasó a sentir la presencia del hijo, haciéndose enseguida instrumento de él, como médium psicógrafa que es, para auxilio a tantas personas que pasaron, en un periodo reciente, por una prueba semejante.

Cuando Irak se vio libre del dictador que lo dominaba hasta ser depuesto, los médiums aparecieron y pusieron, como se dice popularmente, “sus mangas remangadas”. Conforme el relato de la gran prensa, algunos se especializaron en el arte de descubrir el paradero de personas desaparecidas, mientras otros pasaron a dedicarse a la curas. Y eso en un país musulmán, libre por lo tanto de las influencias cristianas, comprobando que nada se puede hacer contra los hechos, porque los fenómenos forman parte de las leyes de Dios, no son fruto de la enseñanza y no pertenecen a esa o a aquella religión.


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita