Francisco de Asís,
el
amor en acción
Algunas fuentes
mediúmnicas hacen
mención de haber
sido Francisco, en una
pasada reencarnación, el
apóstol
Juan Evangelista, que
realmente, ya en aquella
época,
poseía el poder de amar
Nació en Asís, Italia,
el 26 de septiembre de
1181, y desencarnó en
1226. Fue canonizado en
1228, dos años después
de su muerte, cuando
pasó a ser considerado
santo.
Fue proclamado, en 1979,
Santo Patrono de los
Ecologistas, debido el
hecho de haber sido un
gran admirador de la
naturaleza y por el
intenso y dedicado amor
a los animales. Poeta,
cantaba al Sol, la Luna
y las estrellas. Era
alegre, tierno, simple,
amoroso, criatura de paz
y de bien, obteniendo
estima, consideración y
simpatía. Amaba
intensamente a Jesús y a
su madre María.
El 4 de octubre es
conmemorado su día.
Aún joven, penetrando en
un templo católico, en
ruinas, mirando para la
imagen de Jesús, en el
altar, oyó al mismo
decirle: -"Francisco,
restaura mi
casa decadente”.
Tomando en el sentido
literal las palabras,
inició un trabajo de
reforma de la pequeña
iglesia, no asimilando,
en el momento, el
trascendental mensaje
profético de Cristo, el
cual se refería al
estado lamentable en que
se encontraba el
cristianismo (”mi
casa”), completamente
distanciado del
evangelio redentor, base
primaria del vero
cristianismo de Jesús.
En verdad, la decadencia
religiosa es observada
siempre que el amor por
excelencia es
despreciado en pago de
los valores materiales.
|
Francisco, denominado
como; “IL Poverello”
(“El Pobrecito”), fue un
hombre simple y humilde,
así como Cristo, a quien
amaba ardientemente. Fue
un verdadero cristiano,
preocupado con su
semejante, totalmente
disociado del poder de
la vanidad y del
orgullo. Rechazaba
posesiones y, aún
obrando en el
catolicismo, se eximió
de las órdenes
eclesiásticas y
promociones sacras,
nunca haciéndose
sacerdote.
La restauración que el
Maestro desea es
realizada en nuestro
interior, viviendo la
práctica religiosa, bajo
la égida de las
enseñanzas evangélicas,
|
sabiendo que la
paz espiritual
(”salvación”) es
conquistada a
través del
ejercicio
duradero del
amor y de la
fraternidad, sin
la preocupación
de adquirir
ventajas
personales. En
el cristianismo
del Cristo
personificado
por Francisco,
no puede haber
intereses de
orden
financiera,
“dando de gracia
lo que de gracia
recibiste”. En
el cristianismo
de los hombres
predomina el
poder temporal,
la exuberancia
de los templos
religiosos y de
los rituales, el
mercantilismo,
recriminado por
Jesús, clamando
que no hicieran
de la Casa del
Padre una cueva
de ladrones
(Mateo 21:
12-13), el
dogmatismo,
malbaratando la
verdad que
libera y
restringiendo la
esencia
espiritual a
conceptos
humanos
superados. |
Francisco, de entre las
tres virtudes: la fe, la
esperanza y la caridad,
resaltó la caridad como
la más excelente
“IL Poverello” practicó
en todos los momentos el
Evangelio del Maestro,
dando de comer a los
hambrientos, saciando a
los que tenían sed,
hospedando a los
forasteros, vistiendo a
los desnudos, visitando
a los enfermos y los
presos (Mateo 25: 36).
Vivió el amor en
plenitud,
obedeciendo al mayor
mandamiento: “Amar a
Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como
a sí mismo”, sabiendo
que toda la ley y los
profetas están
contenidos en ese
mandamiento (Mateo 22:
36-40).
Francisco, de entre las
tres virtudes: la fe, la
esperanza y la caridad,
resaltó la caridad como
la más excelente,
ratificando la enseñanza
de Pablo (1ª Carta a los
Corintios, 13: 13).
Nadie cómo él, realmente
testificó que “fuera de
la caridad no hay
salvación” (“OESE”, nº
15: 8). En la Parábola
del Buen Samaritano, el
Maestro, puso de lado,
en la salvación, hasta
el sacerdocio, citando a
un hombre sin
religiosidad, como
afortunado, porque,
humilde y caritativo,
auxilió al hombre tirado
en el camino. Aún sin
ser religioso, fue
otorgado por Jesús cómo
salvo, mereciendo la
denominación de
verdadero cristiano,
porque por la acción de
la voluntad hizo el
bien.
El “Santo de Asís”, de
acuerdo con el Sermón de
la Montaña (Mateo 5:
1-12), como pobre en
espíritu, se hizo
poseedor del Reino de
los Cielos; consoló a
los afligidos de todos
los matices; manso por
excelencia, con
capacidad amplia de
heredar la tierra;
satisfecho por tener
hambre y
sed de justicia; feliz
por ser misericordioso,
puro de corazón y
promovedor de la paz.
Todos los insultos
recibidos, las calumnias
impetuosas y las
persecuciones sufridas,
a causa del trabajo con
el Maestro, hacían de él
un auténtico cristiano,
mereciendo la debida
recompensa en la
dimensión espiritual.
Algunas fuentes
mediúmnicas hacen
mención de haber sido
Francisco, en una pasada
reencarnación, el
apóstol Juan
Evangelista. Realmente,
en aquella época, ya
poseía el poder de amar
en exuberancia, de ahí
haber sido denominado
como discípulo amado”,
ya que Cristo amaba a
todos sin distinción. Lo
que hacía la diferencia
era el hecho de que Juan
hubiera sido el más
evolucionado de los
discípulos.
El evangelista estuvo
presente en todos los
acontecimientos
importantes relacionados
al Maestro, inclusive en
el momento crucial de la
crucificación. En la
última cena, quedó
sentado al lado de
Cristo, en posición
privilegiada (En sus
últimos momentos en la
carne, Francisco pidió
para leer los textos
evangélicos
correspondientes a la
Última Cena).
Francisco de Asís, como
Juan Evangelista, fue
uno de los excelsos
benefactores
espirituales de la
codificación
Fue responsable por la
vida de María, después
de la desencarnación de
Jesús (Ese pormenor tal
vez aclare la adoración
extrema de Francisco de
Asís a la madre del
Maestro, con quien vivió
momentos muy difíciles,
viviendo la personalidad
del evangelista junto a
la crucificación).
Cuando era necesario el
concurso mediúmnico,
Cristo lo convocaba
junto con Pedro y
Santiago (El santo de
Assis era portador de
diversos dones
mediúnicos).
Participó activamente
del colegio apostólico,
siendo el último en
morir. Cinco de los
libros del Nuevo
Testamento fueron de su
cosecha: el Cuarto
Evangelio, tres
epístolas y el
Apocalipsis.
Según el propio Juan,
Jesús hubo afirmado que
el evangelista estaría
vivo, es decir,
actuante, en la época de
la vuelta ostensiva de
Cristo a la humanidad,
lo que no ocurriría con
los otros discípulos
(Juan 21:21-23).
Realmente, el Consolador
Prometido (Codificación
Espírita), surgiendo en
Francia, recibió la
bendición de tener como
uno de sus mayores
instructores,
exactamente, a Juan
Evangelista.
El nombre de bautismo de
Francisco era Giovanni
di Pietro Bernardone
(Juan Bernardone). Por
lo tanto, recibió de su
madre, actuando por
intuición, el nombre de
Juan, el cual,
posteriormente, fue
sustituido por el padre
por Francisco, en
homenaje a Francia. En
Asís, el niño fue
conocido como Francisco,
o sea, el "pequeño
francés".
Francisco de Asís,
habiendo sido Juan
Evangelista, fue uno de
los excelsos
benefactores
espirituales de la
codificación,
sistematizada por Allan
Kardec, y nos dejó
algunos mensajes bien
profundos, como el
publicado en la Revista
Espírita de diciembre de
1864 (Sesión
Conmemorativa en la
Sociedad de París):
(…) “El amor es la ley
del Espiritismo; él
dilata el corazón y hace
amar activamente a
aquellos que desaparecen
en la vacante penumbra
del túmulo. El
Espiritismo no es un
sonido vano, caído de
los labios mortales y
que un soplo lleva; es
la ley fuerte y severa
que proclamó Moisés en
el Monte Sinai, la ley
que afirmaron los
mártires ebrios de
esperanza, la ley que
discutían los filósofos
inquietos, y que,
finalmente, los
espíritus vienen a
proclamar. ¡Espíritas!
el gran nombre de Jesús
debe flotar, como una
bandera, por encima de
vuestras enseñanzas.
Antes que fuerais, el
Salvador traía la
revelación en su seno, y
su palabra,
prudentemente medida,
indicó cada una de las
etapas que recorristeis
hoy. Los misterios
cayeron al soplo
profético que sacude
vuestras inteligencias,
como otrora las murallas
de Jericó”.
La Oración de la Paz,
conocida
internacionalmente y
atribuida a Francisco de
Asís, es de origen
desconocido
En la Revista Espírita
de 1863, el apóstol Juan
enfatiza que “llegó la
hora en que el
Espiritismo debe
rejuvenecerse y
vivificar la propia
esencia del
Cristianismo”. Así él
procedió, cuando vivió
la personalidad firme y
resoluta de Francisco de
Asís.
La Oración de la Paz,
conocida
internacionalmente, fue
atribuida a Francisco de
Asís. Pero, su origen es
desconocido, habiendo
sido escrita, de
entrada, en 1912, en un
boletín espiritual
publicado en París.
Después, en 1916, en
Roma, surgió una hoja,
trayendo
estampadas la oración y
una imagen del santo.
Aunque la obra capte el
espíritu del santo y su
texto parezca ser de él,
no fue encontrada en sus
pertenencias y no es de
su autoría. Siendo, por
lo tanto, anónima,
creemos que su fuente es
espiritual, habiendo
sido compuesto, por vía
mediúmnica, por él mismo
o por uno de sus
seguidores.
Francisco de Asís, a
través de la mediumnidad
de Chico Xavier, dejó el
siguiente mensaje, el 17
de agosto de 1951, en
Pedro Leopoldo, MG.:
(...) “El calvario del
Maestro no se constituía
tan solamente de
sequedad y aspereza...
Del monte pedregoso y
triste manaban fuentes
de agua viva que
refrescaron el alma de
los siglos. Y las flores
que se abrían en el
entendimiento del ladrón
y en la angustia de las
mujeres de Jerusalén
atravesaron el tiempo,
transformándose en
frutos bendecidos de
alegría en el depósito
de las naciones.
Coge las rosas del
camino en el espinal de
los testimonios...
¡Atesora las monedas
invisibles del amor en
el templo del
corazón!... ¡Mejora el
ánimo varonil, en
contacto con el rocío
divino de la gratitud y
de la bondad!... ¡Sin
embargo, no te detengas.
¡Camina!...
Es necesario ascender.
Es indispensable la ruta
de la elevación, con el
sacrificio personal por
norma de todos los
instantes. ¡Acuérdate,
Él estaba solo! Solo
anunció y solo sufrió.
Pero erguido, en plena
soledad, en el madero
doloroso por dedicación
a la humanidad, se
convirtió en Eterna
Resurrección.
No tomes otra directriz
sino la de siempre.
Descender, auxiliando,
para subir con la
exaltación del Señor.
Dar todo para recibir
con abundancia. Nada
pedir para nuestro YO
exclusivista, a fin de
que podamos encontrar el
glorioso NOSOTROS de la
vida inmortal. Ser la
concordia para la
separación. Ser luz para
las sombras, fraternidad
para la destrucción,
ternura para el odio,
humildad para el
orgullo, bendición para
la maldición...
Ama siempre. Es por la
gracia del amor que el
Maestro persiste con
nosotros, mendigos de
los milenios, derramando
la claridad sublime del
perdón celeste donde
creamos el infierno del
mal y del sufrimiento.
El Evangelio es nuestro
Código Eterno y Jesús es
nuestro Maestro
imperecedero
Cuando el silencio se
haga más pesado
alrededor de tus pasos,
agudiza los oídos y
escucha. La voz de Él
resonará de nuevo en la
acústica de tu alma y
las grandes palabras,
que los siglos no
borraron, volverán más
nítidas al círculo de tu
esperanza, para que tus
heridas se conviertan en
rosas y para que tu
cansancio se
transubstancie en
triunfo.
El rebaño afligido y
atormentado clama por
refugio y seguridad.
¿Qué será de la antigua
Jerusalén humana sin el
bastón providencial del
pastor que acecha los
movimientos del cielo
para la defensa del
aprisco?
Es necesario que la
llama de la cruz se
rehaga, que la claridad
de la verdad fulgure
nuevamente, que los
rumbos de la liberación
decisiva sean trazados.
La inteligencia sin amor
es el genio infernal que
arrastra los pueblos de
ahora a las corrientes
oscuras, y terroríficas
del abismo. El cerebro
sublimado no encuentra
socorro en el corazón
embrutecido. La cultura
extraviada de la época
en que vivimos, relegada
a la aflicción, amenaza
todos los servicios de
la Buena Nueva, en sus
más íntimos fundamentos.
Pavorosas ruinas
humearan, por
descontado, sobre los
palacios faustosos de la
humana grandeza, carente
de humildad y el viento
frío de la desilusión
soplará, fuerte, sobre
los castillos muertos de
la dominación que,
desvariada se exhibe,
sin meditar en los
intereses imperecederos
y supremos del espíritu.
Es imprescindible el
ascenso. La luz
verdadera procede de lo
más alto y sólo aquel
que se instala en el
plan superior, aun igual
cubierto de llagas y
roído de gusanos, puede,
con razón, aclarar la
senda redentora que las
generaciones engañadas
olvidaron.
Rehaz las energías
agotadas y vuelve al
hogar de nuestra
comunión y de nuestros
pensamientos. El
trabajador fiel
persevera en la lucha
santificante hasta el
fin. El farol del océano
airado es siempre una
estrella en soledad.
Ilumina la carretera,
buscando la lámpara del
Maestro que jamás nos
faltó.
Avanza... Avancemos...
Cristo en nosotros, con
nosotros, por nosotros y
en nuestro favor, y el
Cristianismo que
necesitamos revivir al
frente de las
tempestades, de cuyas
tinieblas nacerá el
esplendor del tercer
Milenio”.
Ciertamente, el
apostolado es todo. La
tarea transciende el
cuadro de nuestra
comprensión.
No exijamos
esclarecimientos.
Busquemos servir. Nos
cabe sólo obedecer hasta
que la gloria de Él se
entronice para siempre
en el alma flagelada del
mundo.
Sigue pues, el amargo
camino de la pasión por
el bien divino,
confiándote al sudor
incesante por la
victoria final.
El Evangelio es nuestro
Código Eterno. Jesús es
nuestro Maestro
Imperecedero. Subamos,
en compañía de Él, en la
trilla dura y áspera.
Ahora es aun la noche
que se rasga en truenos
y sombras, amedrentando,
fustigando, torturando,
destruyendo…
“Pero Cristo reina y
mañana contemplaremos el
celeste despertar”.
Apendice
Algunos pensamientos al
respecto de Francisco de
Asís:
“La vida de San
Francisco de Asís es la
que más se aproxima a lo
Absoluto del Evangelio…
Él fue el primero
después del Único.” –
Y. Congar, teólogo.
“Hace algunos días me
pregunto si el Cristo,
en el tiempo de la vida
de San Francisco, no nos
dio, por segunda vez, el
santo Evangelio.” –
Julian Green.
“Hay hombres que,
viviendo profundamente
la problemática de su
tiempo y de su pueblo,
son tan humanos que
permanecen como
inspiración para todos
los tiempos y todos los
pueblos. Francisco de
Asís es uno de esos
hombres raros que, a lo
largo de los siglos, de
las latitudes y
longitudes, interpelan,
cuestionan,
desinstalan.” – Dom
Hélder Cámara.
“San Francisco es el
símbolo y el recuerdo
vivo de Cristo. Ambos
son inseparables para
siempre.” – Walter
Nigg, escritor.
El lado humano de la
figura de San Francisco
es tan sorprendente como
el lado espiritual y
místico. Al hombre
Francisco con sus dotes
y cualidades, se añade
inmediatamente al santo
del amor, de la pobreza,
de la paz, de la poesía,
de la fraternidad." –
T. Lombarda.
“En caso desaparecieran
los Evangelios, nosotros
podríamos reconstruirlos
a partir de la biografía
de San Francisco de
Asís.” – Cardenal
Vicente Scherer.
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