El advenimiento de Jesús
Presentamos en esta edición
el tema
nº
132
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Por qué el pueblo judío,
sobre todo, sus sacerdotes,
no percibieron que el Mesías
llegó?
2. ¿Hay pasajes en el
Evangelio que muestran que
Dios y Jesús son
personalidades distintas?
3. La idea, más tarde
concretada por los
católicos, de que Jesús
integra la trindad
universal, ¿era compartida
por los apóstoles?
4. Sabemos que fueron muchos
los misioneros enviados por
Jesús al planeta.
Mencione algunos de ellos.
5. ¿Qué significa para
nosotros terrenales y para
la historia de la Humanidad
el nacimiento de Jesús?
Texto para la
lectura
Las citas bíblicas muestran
que Dios y Jesús son
personalidades distintas
1. El pueblo judío aguardaba
ansiosamente al Mesías
anunciado por los profetas
de la Antigüedad, el cual,
llegando al mundo, pudiera
liberarlo del yugo de Roma,
pero Jesús vino y no fue
absolutamente entendido por
los israelitas. Los
sacerdotes no esperaban que
el Redentor buscara la hora
más oscura de la noche para
surgir en el paisaje
terrestre, pues, según su
concepción, Cristo debería
llegar en un carro magnifico
de sus glorias divinas y dar
a Israel el cetro supremo en
la dirección de los pueblos
del planeta.
2. Hube, sin embargo, muchos
que lo reconocieron como
Cristo anunciado por los
profetas de la Antigüedad,
aunque él llegara humilde
entre los animales de un
pesebre y como hijo de un
simple carpintero. Entre los
que lo reconocieron debemos
destacar
aquellos que más tarde se
harían sus discípulos,
apóstoles y seguidores, que
pudieron oír de la propia
voz de Jesús, en diversas
ocasiones, ser él el Enviado
del Padre, como muestran
estos pasajes bíblicos:
·
“Quienquiera que me reciba,
recibe aquel que me envió.”
(Lucas, 9:48.)
·
“Aquel que me desprecia,
desprecia aquel que me
envió.”
(Lucas, 10:16.)
·
“Aquel que
me recibe no me recibe a mí,
sino recibe a aquel que me
envió.” (Marcos, 9:37.)
·
“Aún estoy con vosotros por
un poco de tiempo y voy
enseguida para aquel que me
envió.”
(João, 8:42.)
3. Está bien caracterizado
en las citas transcritas que
Jesús hablaba en nombre del
Padre y fue por Él enviado,
hecho que muestra una
dualidad de personas y
excluye la igualdad entre
ellas, porque el enviado
necesariamente es alguien
subordinado
a aquel que lo envía. Ese
pormenor merece ser meditado
por todos cuantos piensan
que Jesús y Dios constituyen
una única persona, un
equívoco que es igualmente
contestado por las citas
siguientes:
·
“Si me amarais,
prejubilaros, pues voy para
mi Padre, porque mi Padre es
mayor que yo.” (João,
14:28.)
·
“No he hablado por mí
mismo; mi Padre, que me
envió, fue quién me
prescribió, por mandamiento
suyo, lo que debo decir y
cómo debo hablar; y sé que
su mandamiento es la vida
eterna; lo que, pues, yo
digo es segundo lo que mi
Padre me ordenó que lo
dijera.” (João, 12:49 y 50.)
4. Los apóstoles,
evidentemente, creían
piamente que Jesús era el
Mesías aguardado, lo que
puede ser deducido con
facilidad por las siguientes
citas constantes de Actos de
los Apóstolos:
·
“Que, pues, toda la Casa de
Israel sepa, con absoluta
certeza, que Dios hizo Señor
y Cristo a Jesús que
vosotros crucificasteis.”
(Actos, 2:33 a 36.)
·
“Moisés dijo a nuestros
padres: El Señor vuestro
Dios os suscitará de entre
vuestros hermanos un profeta
cómo yo. Escuchadlo en todo
lo que él diga. Quién no
escuchara a ese profeta será
exterminado del medio del
pueblo. Fue por vosotros de
entrada que Dios suscitó a
su Hijo y os lo envió para
bendeciros.” (Actos, 3:22,
23 y 26.)
·
“Fue a él que Dios elevó a
su diestra, como siendo el
príncipe y el salvador, para
dar Israel la gracia de la
penitencia y la remisión de
los pecados.” (Actos, 5:29 a
31.)
·
“Pero, estando Esteban
lleno del Espíritu Santo y
elevando los ojos al cielo,
vio la gloria de Dios y
Jesús que estaba de pie a la
derecha de Dios.” (Actos,
7:55 a 58.)
Con el advenimiento de Jesús
se inicia para el globo
terrestre una nueva era
5. No es difícil comprender
que la venida de Jesús entre
nosotros envolvió un intenso
trabajo por parte de todos
aquellos Espíritus
convocados a participar de
su gloriosa misión. Cada
cual recibió una tarea
específica, de dedicación y
amor, a fin de facilitar la
venida del gobernador
espiritual de la Tierra a
los planos inferiores.
6. Inicialmente, Jesús envió
a las sociedades del globo
el esfuerzo de auxiliares
valerosos en las figuras de
Ésquilo, Eurípedes, Heródoto
y Tucídides y, por fin, la
extraordinaria personalidad
de Sócrates, entre los
griegos. En China
encontraremos a Fo-Hi,
Lao-Tsé y
Confúcio; en el Tibet, la
personalidad de Buda; en el
Pentateuco, Moisés; en el
Corán, Mahoma, de modo que
cada pueblo recibió, en
épocas diversas, los
instructores enviados por el
Maestro.
7. La familia romana, cuyo
esplendor consiguió
atravesar múltiples eras,
parecía atormentada por los
más tenaces enemigos
ocultos, que, en breve, le
minaron las bases más
sólidas, sumergidos en la
corrupción y en el
exterminio de sí misma. La
venida de Cristo
estaba próxima y Roma, sede
del mundo, parecía no darse
cuenta de eso. La
aproximación y la presencia
consoladora del Divino
Maestro en el mundo era
motivo suficiente para que
todos los corazones
experimentaran una vida
nueva, aunque ignoraran la
fuente divina de aquellas
vibraciones confortadoras.
8. Las entidades angélicas
del sistema, en las
proximidades de la Tierra,
se mueven y varias
providencias de vasta y
generosa importancia son
adoptadas. Son escogidos los
instructores, los
precursores inmediatos, los
auxiliares divinos. Una
actividad única se registra,
entonces, en las esferas más
próximas del planeta y,
cuando reinaba Augusto en la
sede del gobierno del mundo,
se vio una noche llena de
luces y de estrellas
maravillosas. Armonías
divinas cantaban un himno de
sublimadas esperanzas en el
corazón de los hombres y de
la naturaleza.
Se cumplían allí las
profecías: nacía Jesús y se
iniciaba para el globo
terrestre una nueva era,
cuyo advenimiento es
recordado por los hombres,
todos los años, por ocasión
de la Navidad.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. ¿Por qué el pueblo judío,
sobre todo sus sacerdotes,
no percibió que el Mesías
hubo llegado?
La razón no es difícil de
entender. El pueblo judío
aguardaba un Mesías que
pudiera liberarlo del yugo
de Roma y los sacerdotes
pensaban que Cristo debería
llegar en el carro magnifico
de sus glorias, para dar a
Israel el cetro supremo en
la dirección de los pueblos
del planeta. Como nada de
eso ocurrió, ellos
continúan pensando que el
Mesías aún no vino.
2. ¿Hay pasajes en el
Evangelio que muestran que
Dios y Jesús son
personalidades distintas?
Sí. Está bien caracterizado
en las citas evangélicas que
Jesús hablaba en nombre del
Padre y fue por Él enviado,
hecho que muestra una
dualidad de personas y
excluye la igualdad entre
ellas, porque el enviado
necesariamente es alguien
subordinado a aquel que lo
envía.
3. La idea, más tarde
concretada por los
católicos, de que Jesús
integra la trinidad
universal, ¿era compartida
por los apóstolos?
No.
4. Sabemos que fueron muchos
los misioneros enviados por
Jesús al planeta. Mencione
algunos de ellos.
Ésquilo, Eurípedes, Heródoto
y Tucídides y, por fin, la
extraordinaria personalidad
de Sócrates, entre los
griegos. Fo-Hi, Lao-Tsé y
Confúcio, en China. Y aún
Buda, Moisés y otros muchos.
5. ¿Qué significa para
nosotros terrenales y para
la historia de la Humanidad
el nacimiento de Jesús?
Su nacimiento significó,
para toda la Humanidad
terrena, el advenimiento de
una nueva.
Bibliografia:
Obras Póstumas,
de Allan Kardec, 13a
edição, FEB, pp. 127 a 144.
A Caminho da Luz,
de Emmanuel, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, cap. VII, IX, X, XI
a XIII.
O Evangelho segundo João,
8:42.
Atos dos Apóstolos,
4:26 a 28.