La oración y su eficacia
Presentamos en esta edición
el tema
nº
140
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Qué resultados produce
la oración sincera en aquel
que ora?
2. La oración puede tener
por objeto tres cosas.
¿Cuáles son ellas?
3. ¿Cómo debemos entender la
enseñanza de Jesús cuando
afirmó que todo lo que
pedimos con fe, en oración,
nosotros lo recibimos?
4. ¿Qué es preciso para que,
entre el pedido que parte de
la Tierra y el auxilio que
viene de lo Alto, sea
efectivo al auxilio
solicitado?
5. ¿Qué virtudes son
necesarias para esperar y
comprender las respuestas de
Dios a nuestras oraciones?
Texto para la
lectura
Cuando son dichas de
corazón, son buenas las
oraciones de todos los
cultos
1. Hay personas que
contestan a la eficacia de
la plegaria con fundamento
en el principio de que,
conociendo Dios nuestras
necesidades, innecesario e
inútil se hace exponerlas al
Padre Eterno. Tal argumento,
no obstante, no es correcto
porque, independientemente
de que Dios
conozca nuestras
necesidades, la plegaria
proporciona por sí sola a
quien ora un bienestar muy
grande, ya que aproxima a la
criatura al Creador y, hija
primogénita de la fe, nos
encamina para la senda que
conduce a Dios.
2. Como sabemos, no existe
una fórmula especial para
que alguien ore. Cuando
dichas de corazón y no sólo
de labios, son buenas las
plegarias de todos los
cultos. Independientemente
de fórmula, lo principal es
que las plegarias sean
claras, simples, concisas.
3. La plegaria puede tener
por objeto un pedido, un
agradecimiento o una
glorificación. Dirigidas a
Dios, son oídas por los
Espíritus incumbidos por el
Creador de ejecutar su
voluntad. He ahí por qué por
la plegaria el hombre
obtiene el concurso de los
buenos Espíritus, que
concurren a
sostenerlo en sus buenas
resoluciones y a inspirarle
ideas sanas. Aquel que ora
con fervor adquiere, de ese
modo, la fuerza moral
necesaria para vencer las
dificultades y a volver al
camino recto, si de este se
alejó, pudiendo también, por
ese medio, desviar de sí los
males que atraería con sus
faltas.
4. Aunque Jesús haya dicho
que todo lo que pidamos con
fe, en oración, nosotros lo
recibiremos, sería ilógico
deducir que basta pedir para
obtener, de igual manera que
sería injusto acusar a la
Providencia si esta no
accede a toda súplica que le
hacemos. Es preciso
tener siempre en mente que
Dios sabe, mejor que
nosotros, lo que realmente
nos conviene en esa o en
aquella circunstancia. Un
padre con criterio también
rechaza al hijo lo que sea
contrario a sus intereses.
La oración elevada es
manantial de magnetismo
creador y vivificante
5. Lo que el hombre no debe
olvidar, en todos los
momentos y circunstancias de
la vida, es la plegaria del
trabajo y de la dedicación,
en el santuario de las
luchas purificadoras, porque
Jesús bendecirá sus
realizaciones de esfuerzo
sincero.
6. El santuario doméstico
que encuentre criaturas
amantes de la oración y de
los sentimientos elevados se
convierte en campo sublime
de las más bellas
floraciones y cosechas
espirituales.
Para tanto, no puede la
plegaria ser un movimiento
mecánico de labios, ni disco
de fácil repetición en el
aparato de la mente. La
plegaria es – y debe ser –
vibración, energía, poder.
7. La persona que ora,
movilizando las propias
fuerzas, realiza trabajos de
gran significación y se pone
en contacto con las fuentes
superiores de la vida. Los
rayos divinos
expedidos por la plegaria
santificadora se convierten
en factores adelantados de
cooperación eficiente y
definitiva en la cura del
cuerpo, en la renovación del
alma y en la iluminación de
la conciencia.
8. Toda plegaria elevada es
manantial de magnetismo
creador y vivificante y, a
causa de eso, toda criatura
que cultiva la oración, con
el debido equilibrio, se
transforma gradualmente en
foco irradiante de energías
de la Divinidad.
Es preciso humildad para
comprender las respuestas de
Dios
9. Aprendamos, pues, a orar
e igualmente a entender las
respuestas de lo Alto a
nuestras súplicas. Si vamos
a exponer en plegaria al
Señor nuestros obstáculos,
pidiendo las providencias
que
nos sean necesarias para la
paz y a la ejecución de los
gravámenes que la vida nos
delegó, supliquemos también
al Padre nos ilumine la
comprensión para que sepamos
recibir dignamente sus
decisiones.
10. Entre el pedido que
parte de la Tierra y el
auxilio que viene de lo
Alto, es imperioso funcione
la alabanza de la voluntad
humana, con decisión y
firmeza, para que se efectúe
el auxilio solicitado.
11. Confiemos en Dios y
supliquemos su amparo, pero
– si quisiéramos recibir la
bendición divina – busquemos
vaciar el corazón de todo lo
que esté en contra de
nuestras peticiones, a fin
de ofrecer a la bendición
divina clima de aceptación,
base y lugar.
12. Todos, en verdad,
podemos dirigir a Dios, en
cualquier parte y cualquier
tiempo, las más variadas
plegarias; pero, necesitamos
todos nosotros cultivar
paciencia y humildad para
esperar y comprender las
respuestas de Dios.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. ¿Qué resultados la
oración sincera produce a
aquel que ora?
La plegaria proporciona a
quien ora un bienestar muy
grande, ya que aproxima a la
criatura al Creador e, hija
primogénita de la fe, nos
encamina para la senda que
conduce a Dios.
2. La oración puede tener
por objeto tres cosas.
¿Cuáles son ellas?
La oración puede tener por
objeto un pedido, un
agradecimiento o una
glorificación.
3. ¿Cómo debemos entender la
enseñanza de Jesús cuando
afirmó que todo lo que
pidamos con fe, en oración,
nosotros lo recibiremos?
Debemos entender que, aunque
Jesús haya dicho esa frase,
sería ilógico deducir que
basta pedir para obtener, de
igual manera que sería
injusto acusar a la
Providencia si esta no
accede a toda súplica que le
hacemos. Es preciso tener
siempre en mente que Dios
sabe, mejor que nosotros, lo
que realmente nos conviene
en esa o en aquella
circunstancia.
4. ¿Qué es preciso para que,
entre el pedido que parte de
la Tierra y el auxilio que
viene de lo Alto, se efectúe
el auxilio solicitado?
Es preciso que funcione la
alabanza de la voluntad
humana, con decisión y
firmeza, para que se efectúe
el auxilio solicitado.
5. ¿Qué virtudes son
necesarias para esperar y
comprender las respuestas de
Dios a nuestras plegarias?
Podemos dirigir a Dios, en
cualquier parte y cualquier
tiempo, las más variadas
plegarias; pero, necesitamos
todos nosotros cultivar
paciencia y humildad para
esperar y comprender las
respuestas de Dios.
Bibliografia:
O Evangelho segundo o
Espiritismo, de Allan
Kardec, capítulos XXVII e
XXVIII.
O Consolador, de Emmanuel,
psicografado por Francisco
Cândido Xavier, questão 306.
Ceifa de Luz, de Emmanuel,
psicografado por Francisco
Cândido Xavier, p. 157.
Rumo Certo, de Emmanuel,
psicografado por Francisco
Cândido Xavier, pp. 71 a
73.
Missionários da Luz, de
André Luiz, psicografado por
Francisco Cândido Xavier,
pp. 64 a 67.
Cartas e Crônicas, de Irmão
X, psicografado por
Francisco Cândido Xavier, p.
15.