Suicidio:
conocer para prevenir
(Parte 2 e final)
Problemas, decepciones,
sufrimientos y la
imaginación de la muerte
como fin de todo son
factores que llevan a
muchas personas a desear
poner fin a su propia
existencia. Comprender
la inmortalidad del alma
y la reencarnación como
leyes naturales ofrece
una nueva comprensión de
la vida, demostrando que
el suicidio no resuelve
ninguna cosa
Adentrando en la visión
espírita acerca del
asunto, podemos colocar
en escena algunas otras
causas, que ampliarán
considerablemente la
comprensión del tema.
Kardec, al discurrir
sobre el suicidio y la
locura en El
Evangelio según el Espiritismo,
afirma que “la
incredulidad, la simple
duda en cuanto al
futuro, las ideas
materialistas, en una
palabra, son los mayores
incentivadores del
suicidio: ellas producen
la debilidad moral”.
¿En qué se basan estas
afirmaciones de Kardec?
Los conceptos básicos de
la Doctrina Espírita dan
sustentación a sus
afirmaciones, pues nos
es enseñado que:
Somos Espíritus
inmortales, creados por
Dios para la plenitud de
nuestras expresiones de
inteligencia y
emotividad;
Vivimos transitoriamente
encarnados en un cuerpo
físico;
Al dejar de vivir en
este mundo,
atravesaremos la
frontera, tenue, que nos
separa del otro mundo,
el espiritual, que es
nuestra patria de
origen;
Las diversas
experiencias por las
cuales pasamos forman
parte de nuestro
aprendizaje y de las
correcciones de rumbo
necesarias. De ahí, la
idea de un Dios justo y
misericordioso, que
siempre nos suministra
oportunidades para
proseguir en nuevos
intentos de superación
de nuestros equívocos;
El cuerpo físico no nos
pertenece, como un
objeto del que podemos
disponer a nuestra
voluntad, pero antes es
una concesión temporal
de que deberemos prestar
cuentas;
La vida es una sucesión
de desafíos que, una vez
enfrentados, nos
maduran, promoviéndonos
las nuevas etapas de
aprendizaje;
El dolor, el sufrimiento
son elementos naturales
que nos alertan e
invitan a corregirnos,
por lo tanto, podemos
abandonar el hábito de
culpar a Dios por
nuestras desdichas.
Basado en esas
enseñanzas traídas por
los Espíritus
Superiores, Kardec llamó
la atención para el
efecto nocivo de las
ideas materialistas y de
la incredulidad,
generadoras de la
debilidad moral que
aconseja,
por su parte, a desistir
de la lucha delante de
los problemas y
dificultades,
conduciendo al acto
suicida. Si después de
la muerte nos
depararemos con la nada,
¿cual es la razón para
soportar las
aflicciones?
Podemos, entonces,
considerar que hay, en
principio, dos causas
que pueden inducir al
individuo a
autodestruirse: una
social, que es el
cultivo de las ideas
materialistas por el
gran
contingente de personas
que comparten esas ideas
y, otra, individual, que
es la actitud de la
propia persona delante
de los desafíos y luchas
de la vida.
Otra causa puede aun ser
añadida: la inducción
obsesiva, es decir, la
influencia de un
Espíritu, movido por
venganza u otro
sentimiento inferior,
que consigue entrar en
sintonía y envolver a su
víctima al punto de
forzarla en tomar la
decisión.
Eso ocurre, a veces, de
modo totalmente
inconsciente,
dependiendo del estadio
de subyugación al cual
la persona fue
conducida. Lo que no
ausenta, evidentemente,
la responsabilidad
relativa del obsesado.
Profundizando en la
visión espírita
Kardec coordinó, en el
siglo 19, la
sistematización de las
enseñanzas de los
Espíritus que contienen
elementos de ciencia,
filosofía y orientación
ético-moral.
Por distanciarse de las
religiones tradicionales
y por no comulgar con
las ideas de la ciencia
materialista de su
época, el Espiritismo
eliminó los trazos de
misterio y morbidez que
cercaban la muerte.
Trayendo la muerte al
escenario de la vida,
demostrando de modo
racional y experimental
(mediúmnicamente) que
los muertos continúan
vivos, no es de
sorprenderse que los
adeptos de esta nueva
orden de ideas – los
espíritas – encaren la
muerte de otra manera.
¿Cómo la muerte es
presentada en las obras
que fundamentan el
Espiritismo y en
aquellas otras que lo
complementan?
En El Libro de los
Espíritus es dicho
que “la muerte es sólo
la destrucción del
cuerpo”; que el
envoltorio que reviste
el Espíritu, otro
cuerpo, sobrevive a la
destrucción del cuerpo
físico. Hay, pues, en el
ser humano tres
elementos: 1) una
esencia, que es el
Espíritu; 2) el
periespíritu o cuerpo
espiritual y 3) el
cuerpo físico, vestidura
temporal, destinada a
permitirnos la
permanencia en este
planeta, por determinado
tiempo.
Lo que del punto de
vista meramente orgánico
es visto como cesación,
fin, en la visión
espírita es tenido como
una etapa de transición
entre dos dimensiones de
vida. De ahí, podemos
afirmar que morimos al
reencarnarnos,
pues dejamos la
condición de
Espíritus desencarnados,
y moriremos
nuevamente al partir, al
abandonar la condición
de Espíritus
encarnados. El miedo
a morir, curiosamente,
existe tanto en la
venida del mundo
espiritual, como en la
vuelta para allá.
Al nacer, traemos una
programación, un guión a
ser cumplido. Y en ese
guión, ya prevista, con
más o menos precisión,
la fecha de retorno.
Si vamos a conseguir
permanecer encarnados
durante este periodo
previamente demarcado es
otra historia. Es el
destino que cada uno de
nosotros habrá de
construir, a lo largo de
la trayectoria entre la
cuna y el túmulo. Por
medio de la psicografía
de Chico Xavier, el
Espíritu André Luiz
trató con más detalles
esa cuestión.
Algunos pocos consiguen
la condición de
“completos” que, en el
decir de André Luiz, son
aquellos que completan
el tiempo correcto de
vida en el cuerpo
físico. Más raros aún
son los que, ya habiendo
conseguido completar el
tiempo previsto, aún
ganan un tiempo extra,
una sobre-vida. Lo más
común es que retornemos
antes.
Al volver antes podemos
ser considerados como
“suicidas indirectos o
inconscientes”, como
ocurrió al propio André
Luiz, conforme su relato
en el libro Nuestro
Hogar. En este caso, la
responsabilidad
atribuida a nosotros
será más pequeña, de
acuerdo con los
conocimientos de que
disponíamos cuando
encarnados o por cuenta
de otras razones que nos
anticiparon la
desencarnación.
La noción de suicidio
es, pues, ampliada, pues
el modo como vivimos
también puede
abreviarnos la vida, lo
que nos hace
responsables y sujetos a
la consecuencias
decurrentes. Lo que
importa aquí es la
concienciación de los
valores de la vida y la
importancia de
preservarla para cumplir
nuestros objetivos en la
encarnación. La vida
después de la vida no es
un proceso de error y
castigo, más se trata de
la educación voluntaria
y consciente del
Espíritu.
La situación de los
suicidas en el mundo
espiritual
La literatura espírita
nos ha traído preciosas
informaciones acerca de
la vida de los suicidas
en el más allá de la
tumba.
El primer conjunto de
relatos sobre la
condición espiritual de
los suicidas está en
El Cielo y el Infierno.
Como un reportero entre
los dos mundos, Kardec
entrevista a nueve
Espíritus desencarnados
en esta situación.
Remitimos al lector a la
propia obra, pues las
lecciones a recoger son
incontables.
En 1940, fue lanzado
El Martirio de los
Suicidas, de
Almerindo Martins de
Castro, por la
Federación Espírita
Brasileña, obra que trae
informaciones
importantes sobre el
tema.
La obra más completa,
sin embargo, solamente
sería publicada años más
tarde, en 1955. Se trata
del libro Memorias de
un Suicida, de
Camilo Castelo Branco,
psicografiado por Yvonne
Pereira
muchos años antes, pues
los originales quedaron
listos en 1942. Este
monumento literario ha
sido un eficiente medio
de prevención al
suicidio, pues ha
salvado literalmente a
muchas vidas. La lectura
y el estudio son más que
recomendados.
En esta obra, en toda su
crudeza, son presentadas
las consecuencias
naturales de la
abreviación de la vida
en el cuerpo físico. Por
ser un relato en primera
persona, y tratándose de
un caso real, el drama
de los que interrumpen
la vida se hace
doloroso. Pero no es un
libro de terror,
como algunos llegan a
imaginar cuando no pasan
de los dos primeros
capítulos, sin embargo,
se constituye en
verdadero manual de vida
y de cómo vivir mejor.
Es también un bálsamo
para los supervivientes,
para los corazones
afectados por este
género de muerte, pues a
despecho del sufrimiento
que experimentan los
suicidas, en ningún
momento les son negados
asistencia y ánimo,
aunque algunos de ellos
los rechacen, en crisis
de rebeldía.
Por fin, tenemos los
mensajes familiares que
llegaron hasta nosotros
por medio de los libros
psicografiados por Chico
Xavier y otros médiums
respetables. La tónica
de estos mensajes es la
consolación que los
propios suicidas traen,
bajo el amparo de
Espíritus más elevados,
a los
familiares y amigos,
dando noticia de la
continuidad de la vida
después de la muerte e
informando sobre el
tratamiento a que están
sometidos, suministrando
también otros detalles
que faciliten y
confirmen su
identificación.
Muchos han encontrado
amparo y bienestar en el
Espiritismo, sea por
medio de la literatura,
sea frecuentando una
institución espírita.
Hay grupos espíritas que
se dedican
exclusivamente al
trabajo de asistencia a
los suicidas, sea por
medio de reuniones
mediúmnicas destinadas a
atenderlos, sea por
medio de plegarias en su
favor y de todos
aquellos que pueden ser
afectados por este acto.
El tratamiento de
desobsesión, cuando esa
causa esté desarrollada,
es una terapéutica
eficaz y fundamental
para alejar los efectos
de la acción invisible
del Espíritu obsesor.
Kardec orienta esa
práctica con detalle y
claridad en El Libro
de los Médiums.
Colaborando en la
prevención
En algunos momentos de
nuestras vidas nos
enfrentaremos con
personas envueltas con
sus problemas y deseando
buscar en el suicidio el
alivio o solución para
los mismos.
¿Cómo debemos proceder
en esos casos, que
pueden ir de un simple
desahogo sin mayores
consecuencias al acto
culminante del suicidio
después de estar con la
persona?
El primer consejo es
compartir el caso,
siempre que sea posible,
con más personas de
confianza, de ambos o de
una de las partes, por
lo menos. Solos no
siempre conseguimos
identificar
medios de auxiliar a la
persona en crisis.
Necesitaremos evaluar si
el caso necesita de
intervención médica o
psicológica, para
recomendar o proveer
tratamiento específico.
(Ver cuadro abajo.)
Donde encontrar
orientación
Laboratorio de
Estudios e
Intervención
sobre el Luto –
LELu/PUC/SP
Atención la
personas
enlutadas de
todas las
edades, no hay
restricción
económica.
Calle Monte
Alegre, 981 –
Perdizes – São
Paulo/SP
Cuatro
Estaciones –
Instituto de
Psicología
Atención a
personas de luto
de todas las
edades,
entrenamiento
para
profesionales.
Alameda Lorena,
678 – Casa 5 –
Jardín Paulista
– CEP 01424-000
- São Paulo/SP
Servicio de
Atención
Psicológica de
la PUC/RS
Atiende la
comunidad en
general.
Av. Ipiranga,
6681 – Prédio 17
– Porto
Alegre/RS.
|
De cualquier modo, sin
embargo, si la persona
no está en condiciones
de permanecer a solas,
que se destaque alguien
para una permanente
guardia, pues el tiempo
de recomposición química
del cerebro
en esas crisis es
de 30 días, tomándose
medicación, explica la
Dra.
Alexandrina Meleiro,
médica psiquiatra del
Hospital de las Clínicas
de la Universidad de São
Paulo.
Dice la doctora, en una
entrevista al Dr.
Drauzio Varela: “Con
frecuencia encontramos
pacientes con
enfermedades graves, en
situación difícil,
diciendo que no merece
la pena vivir así. Vale.
Cuando la depresión
comienza a mejorar con
el tratamiento y
quitamos el velo que
cubre sus
ojos
la solución aparece. En
la película
Philadelphia, hay
una escena que me marcó
y que acostumbro a
contar para las
personas. El
protagonista es un
paciente con SIDA, en la
época en que esos
enfermos eran muy
discriminados. En un
momento dado, él se mira
en el espejo y habla:
‘No hay problema sin
solución’.
Eso es una verdad
profunda. La solución
existe, aunque a veces
no la veamos. Puede no
ser la solución ideal,
perfecta, pero es la
posible en aquella hora.
Si hubiera flexibilidad
para aceptarla como se
presenta, veremos que la
vida siempre merece la
pena”.
Para saber más
El arte de morir
- Colocando la
muerte en la
pauta del día
Disponible en
www.tierra.con.br/revistaplaneta/edicoes/425/artículo72441-1.htm
Luto: estudios
sobre la pérdida
en la vida
adulta.
Por Colin Murray
Parkes. Summus
Editorial.
Tentativa de
Suicídio - Um
prisma para a
Compreensão da
Adolescência.
Por Enio
Resmini. Editora
Revinter.
|
ABEL SIDNEY
es escritor y profesor.
Participa del movimiento
espírita en Puerto
Viejo, RO. Es autor de
Lecciones de un suicida:
un estudio del clásico
“Memorias de un Suicida”
y mantiene en internet
el blog Suicidio:
conocer para prevenir:
www.conhecerparaprevenir.blogspot.com/.
Este artículo fue
publicado originalmente
en la revista Universo
Espírita, en
octubre/2008.
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