Cuidados con el cuerpo y
con
el Espíritu
Presentamos en esta edición
el tema
nº
146
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Utilizada por Jesús, la
expresión “la carne es
débil” es correcta o no pasa
de ser un equívoco?
2. ¿Cómo el Espiritismo
sugiere que cuidemos de
nuestro cuerpo material?
3. ¿La propuesta contenida
en la vieja máxima “mente
sana en cuerpo sano”
debe ser interpretada de qué
modo?
4. ¿La falta de cuidados con
el propio cuerpo puede
acarrear consecuencias
desagradables?
5. ¿Por qué, después de
haber examinado a André Luiz,
el médico Henrique de Luna,
de la colonia espiritual
“Nuestro Hogar”, afirmó que
André desencarnó debido a un
suicidio? ¿André fue
suicida?
Texto para la lectura
Herir el propio cuerpo no
produce perfección moral
1. Utilizada cierta vez por
Jesús, como podemos leer en
los textos evangélicos, la
expresión “la carne es
débil” ha sido repetida por
personas que ciertamente
atribuyen al cuerpo físico
las actitudes infelices y,
por extensión, las caídas
morales de los seres
humanos. Probablemente, otra
no es la razón por la cual
existen criaturas que buscan
debilitar e incluso flagelar
el cuerpo, con el propósito
de evitar las tentaciones.
2. La flagelación del
cuerpo, con todo, no produce
ni significa perfección
moral porque, evidentemente,
una no lleva a la otra. Lo
que se sabe es que el
cuidado con el cuerpo
material, promoviendo la
salud y previniendo las
enfermedades, influye de
manera importante sobre el
alma, por cuanto para que
esa prisionera viva se
expanda, y llegue a concebir
las ilusiones de la
libertad, tiene el cuerpo
que estar sano, dispuesto,
fuerte.
3. En efecto, tenemos en el
cuerpo humano el más sublime
de los santuarios y una de
las maravillas de la obra
divina. De la cabeza a los
pies, sentimos la gloria del
Supremo Idealizador que, en
el curso incesante de los
milenios, organizó para el
Espíritu en crecimiento el
domicilio de carne en que el
alma se manifiesta.
4. No hay duda de que,
aislado en la concha
milagrosa del cuerpo, el
Espíritu se encuentra
reducido en sus percepciones
a límites que se hacen
necesarios. Visión,
audición, tacto padecen
enormes restricciones. El
cerebro físico es gabinete
oscuro, que le proporciona
deseo de recapitular y
reaprender. Conocimientos
adquiridos y hábitos
arraigados ahí yacen en la
forma estática de
intuiciones y tendencias.
El cuerpo físico es el
instrumento pasivo del alma
5. Dentro de las rejas de
los sentidos fisiológicos,
el Espíritu recibe, sin
embargo, gloriosas
oportunidades de trabajo en
búsqueda de la
auto-superación. Entendamos,
pues: El cuerpo material es
instrumento de manifestación
del Espíritu encarnado. No
es él – cuerpo – que es
débil en lo tocante a las
caídas morales, más sí el
Espíritu.
6. El cuerpo nada más es un
instrumento pasivo y es de
su condición perfecta que
depende la perfecta
exteriorización de las
facultades del Espíritu. De
la cesación de la actividad
de ese o de aquel centro
orgánico resulta el término
de la manifestación que le
es correspondiente. Es de
ahí que proviene toda la
sabiduría de la vieja máxima
“mente sana en cuerpo sano”.
7. El cuerpo material no
funciona apartado del alma –
él es, en verdad, su
representación. Sus células
son organizadas según las
disposiciones
periespirituales del
individuo, de modo que el
organismo enfermo retrata un
Espíritu enfermo.
8. En lo que se refiere al
“cuerpo sano”, tiene el
atletismo un papel
importante y sería su acción
de las más edificantes en lo
tocante a la salud humana,
si el hombre en su vanidad y
egoísmo no hubiera viciado
también la fuente de la
gimnasia y del deporte,
transformándola muchas veces
en tablado de entronización
de la violencia y de la
degeneración moral de la
juventud, engañada con la
fuerza bruta y engañada por
los imperativos de la
llamada Eugenia (Conjunto
de los métodos que buscan
mejorar el patrimonio
genético de grupos humanos;
teoría que preconiza su
aplicación…)
No cuidar del cuerpo es
desatender la ley de Dios
9. El hombre tiene el deber
de velar por la conservación
de su cuerpo. Es esta una
ley absoluta, que no le es
dato derogar y, por ese
motivo, no le asiste el
derecho de sacrificar lo
superfluo los cuidados que
el vehículo físico reclama.
10. Debemos amar nuestra
alma, sí, cuidando
igualmente de la salud del
cuerpo, instrumento que
sirve a la evolución de
aquella. Desatender a las
necesidades que la propia
Naturaleza prescribe es
desatender a la ley de Dios,
y tal actitud genera efectos
inevitables, como André Luiz
registró en su primera obra.
11. Cuando André, después de
ser examinado por Henrique
de Luna, lo escuchó decirle
que lamentaba hubiera
“venido por el suicidio”,
André protestó: "Luché más
de cuarenta días, en la Casa
de Salud, intentando vencer
la muerte. Sufrí dos
operaciones graves, debido a
la oclusión intestinal...”
El médico espiritual le
explicó entonces que la
oclusión se erradicaba en
causas profundas. "Tal vez
el amigo no haya
reflexionado bastante. El
organismo espiritual
presenta en sí aún la
historia completa de las
acciones practicadas en el
mundo", le explicó Henrique.
(Nuestro Hogar, cap. 4, p.
31 y 32.)
12. La oclusión – observó
enseguida el facultativo –
derivaba de elementos
cancerosos y estos, por su
parte, de algunas
liviandades cometidas por
André en el campo de la
sífilis. La molestia tal vez
no asumiera características
tan graves si su
procedimiento mental en el
planeta estuviera encuadrado
en los principios de la
fraternidad y de la
sobriedad. Su modo especial
de actuar, muchas veces
exasperado y sombrío, había
captado destructoras
vibraciones en los que lo
rodeaban. La cólera es
manantial de fuerzas
negativas para nosotros
mismos. La ausencia de
auto-dominio, la
irresponsabilidad en el
trato con las personas, a
quien muchas veces había
ofendido
sin reflexionar, lo
conducían con frecuencia a
la esfera de los seres
enfermos e inferiores. Fue
eso lo que agravó su estado.
Todo el aparato gástrico fue
destruido a costa de excesos
de alimentación y de bebidas
alcohólicas; la sífilis le
devoró energías esenciales;
el suicidio era
incontestable. (Obra citada,
cap. 4, pp. 32 y 33.)
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Utilizada por Jesús, la
expresión “la carne es
débil” es correcta o no pasa
de ser un equívoco?
La frase usada por Jesús no
tiene el sentido que algunos
le atribuyen. Ahora, el
cuerpo físico no es
responsable por las
actitudes infelices y por
las caídas morales del
individuo. El Maestro se
refería, obviamente, a la
condición del Espíritu
reencarnado, que sufre mucho
la influencia del medio en
que vive y las restricciones
que la encarnación le
impone.
2. ¿Cómo el Espiritismo
sugiere que cuidemos de
nuestro cuerpo material?
Tenemos el deber de velar
por la conservación del
cuerpo. Es esta una ley
absoluta, que no es dado al
hombre derogar y, por ese
motivo, no le asiste el
derecho de sacrificar a lo
superfluo los cuidados que
el vehículo físico reclama.
Debemos amar nuestra alma,
sí, cuidando igualmente de
la salud del cuerpo,
instrumento que sirve a la
evolución de aquella.
3. ¿La propuesta contenida
en la vieja máxima “mente
sana en cuerpo sano”
debe ser interpretada de qué
modo?
El cuerpo nada más es un
instrumento pasivo y es de
su condición perfecta que
depende la perfecta
exteriorización de las
facultades del Espíritu. De
la cesación de la actividad
de ese o de aquel centro
orgánico resulta el término
de la manifestación que le
es correspondiente.
El cuerpo material no
funciona apartado del alma –
él es, en verdad, su
representación. Sus células
son organizadas según las
disposiciones
periespirituales del
individuo, de modo que el
organismo enfermo retrata un
Espíritu enfermo.
4. ¿La falta de cuidados con
el propio cuerpo puede
acarrear consecuencias
desagradables?
Sí. Desatender a las
necesidades que la
Naturaleza prescribe es
desatender a la ley de Dios,
y tal actitud genera efectos
desagradables.
5. ¿Por qué, después de
haber examinado a André Luiz,
el médico Henrique de Luna,
de la colonia espiritual
“Nuestro Hogar”, afirmó que
André desencarnó debido a un
suicidio? ¿André fue
suicida?
Sí. Algunas liviandades
cometidas por André Luiz en
el campo de la sífilis, su
modo especial de actuar,
muchas veces exasperado y
sombrío, la ausencia de
auto-dominio, la
irresponsabilidad en el
trato con las personas, a
quién muchas veces había
ofendido sin reflexionar,
lo conducían con frecuencia
a la esfera de los seres
enfermos e inferiores. Todo
el aparato gástrico fue
destruido a costa de excesos
de alimentación y de bebidas
alcohólicas; la sífilis le
devoró energías esenciales;
su suicidio, aunque no
consciente, fue
incontestable.
Bibliografia:
O Evangelho segundo o
Espiritismo,
de Allan Kardec, cap. XVII,
item 11.
Elucidações evangélicas,
de Antônio Luiz Sayão, p.
459.
O Consolador,
de Emmanuel, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, questão no
127.
Emmanuel,
de Emmanuel, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, p. 184.
Livro da Esperança,
de Emmanuel, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, p. 49.
Roteiro,
de Emmanuel, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, pp. 15, 16, 20 e 21.
Nosso Lar,
de André Luiz, psicografado
por Francisco Cândido
Xavier, cap. 4.