El Evangelio según Marcos
Segundo
libro del Nuevo Testamento
Marcos
(Discípulo de
Pedro)
(Parte 4)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Con cinco panes y dos
peces fueron alimentados
cuántos hombres?
2. Que profeta fue el
mensajero de la siguiente
frase atribuida al Dios de
Israel: ¿Este pueblo me
honra con los labios, pero
su corazón está lejos de mí?
¿Y en que circunstancia
Jesús la utilizó para
reprender a los escribas y
los fariseos?
3. Habiendo Jesús ido hasta
el mar de Galilea (1),
por los confines de
Decápolis, le trajeron un
sordo, que fue por él curado
de un modo enteramente
diferente de las demás
curas. ¿Cómo eso se dio?
4. En Betsaida, Jesús curó a
un invidente de una forma
tampoco usual. ¿Cómo Jesús
le restituyó la visión?
5. A camino de las aldeas de
Cesárea de Filipo, Jesús
indagó a sus discípulos: ¿Quién
dicen los hombres que yo soy?
¿Que respuesta le dieron sus
discípulos?
Texto para
leitura
15. Lo que sale del
hombre es lo que contamina,
no lo que en él entra -
Jesús, llamando otra vez a
la multitud, explicó: “Me oí
vosotros todos, y
comprended. Nada hay, fuera
del hombre, que, entrando en
él, lo pueda contaminar;
pero lo que sale de él eso
es lo que contamina al
hombre. Si
alguien tiene oídos para
oír, oiga”. Enseguida,
cuando dejó la multitud y
entró en casa, sus
discípulos lo interrogaron
acerca de esa enseñanza. El
Maestro, entonces, les
habló: “¿No comprendéis que
todo lo que de fuera entra
en el hombre no lo puede
contaminar, porque
no entra en su corazón, sino
en el vientre, y es lanzado
fuera, quedando puras todas
las comidas?” Y añadió: “Lo
que sale del hombre eso
contamina al hombre. Porque
del interior del corazón de
los hombres salen los malos
pensamientos, los
adulterios, las
prostituciones, los
homicidios, los hurtos,
la avaricia, las maldades,
el engaño, la disolución, la
envidia, la blasfemia, la
soberbia, la locura. Todos
estos males proceden de
dentro y contaminan al
hombre”. (Marcos, 7:14 a
7:23.)
16. No conviene dar el
pan de los hijos a los
perros - Retirándose de
allí, Jesús fue para los
términos de Tiro y de Sidon
y, entrando en una casa, no
quería que alguien lo
supiera, pero no pudo
esconderse, porque una
mujer, cuya hija tenía un
espíritu inmundo, oyendo
hablar
de él, fue y se lanzó a sus
pies. La mujer era griega,
siro-fenicia de nación, y le
rogaba expulsara de su hija
el demonio que la dominaba.
Jesús, sin embargo, no quiso
atenderla, diciendo: “Deja
primero saciar a los hijos;
porque no conviene tomar el
pan de los hijos y lanzarlo
a los perros”. Ella, oyendo
esto, le dijo:
“Sí, Señor, pero también los
perros comen, bajo la mesa,
las migajas de los hijos”.
Jesús, concordando con la
observación hecha por ella,
le afirmó: “Por esa palabra,
va; el demonio ya salió de
tu hija”. De hecho, cuando
ella llegó a su casa, halló
a la hija acostada sobre la
cama, libre del espíritu
inmundo, que ya había
salido. (Marcos, 7: 24 a
7:30.)
17. Una cura diferente en
los confines de Decápolis
- La cura del sordo de
Decápolis, que también
hablaba con dificultad, fue
diferente de las demás
realizadas por el Maestro.
Jesús, quitándolo de la
parte de entre la multitud,
le metió los dedos en los
oídos y, escupiendo, le tocó
en la lengua.
Enseguida, levantando los
ojos al cielo, suspiró y
dijo: Efatá; es decir,
Ábrete. Los oídos de aquel
hombre inmediatamente se
abrieron, y se deshizo
también la prisión de la
lengua, permitiendo que él
volviera a hablar
perfectamente. Jesús le
ordenó, entonces, que a
nadie lo dijera; pero,
mientras más se lo prohibía,
tanto más las personas lo
divulgaban, diciendo,
admirados: Todo hace bien:
hace oír a los sordos y
hablar a los mudos. (Marcos,
7:33 a 7:37.)
18. Con siete panes el
Señor alimenta a cuatro mil
hombres - Aquellos días,
viendo que la gran multitud
que lo seguía no tenía qué
comer, Jesús llamó a sí a
sus discípulos y les dijo:
“Tengo compasión de la
multitud, porque hace ya
tres días que están conmigo,
y no tienen que
comer. Y, si los dejara ir
en ayuno para sus casas,
desfallecerán en el camino,
porque algunos de ellos
vinieron de lejos”. Los
discípulos le preguntaron:
“¿De dónde podrá alguien
satisfacerlos de pan aquí en
el desierto?” Jesús, sin
embargo, les preguntó:
“¿Cuántos panes tenéis?”
Ellos
dijeron: “Siete”. El
Maestro, entonces, tomando
los siete panes, habiendo
dado gracias, los partió, y
los dio a sus discípulos,
para que los sirvieran.
Ellos tenían también algunos
pececitos, y, habiendo dado
gracias, Jesús ordenó que
también se los pusieran
delante de ellos, y todos,
entonces,
comieron y se saciaron; y de
los pedazos que sobraron
levantaron siete cestos,
siendo que los que comieron
eran cuatro mil hombres.
(Marcos, 8:1 a 8:9.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Con cinco panes y dos
peces fueron alimentados
cuántos hombres?
Los que comieron los panes y
peces eran casi cinco mil
hombres. (Marcos, 6:35 a
6:44.)
2. ¿Qué profeta fue el
mensajero de la siguiente
frase atribuida al Dios de
Israel: ¿Este pueblo me
honra con los labios, pero
su corazón está lejos de mí?
¿Y en qué circunstancia
Jesús la utilizó para
reprender a los escribas y
los fariseos?
Isaías fue el profeta a que
se refirió Jesús, que
utilizó la citada frase
cuando los fariseos y los
escribas, viendo que algunos
de sus discípulos comían pan
con las manos impuras, es
decir, por lavar, los
reprendiera y, después, le
preguntaron: ¿Por qué no
andan tus discípulos
conforme la tradición de los
antiguos, mas comen el pan
con las mano por lavar?
(Marcos, 7:1 a 7:8.)
3. Habiendo Jesús ido hasta
el mar de Galilea, por los
confines de Decápolis, le
trajeron a un sordo, que fue
por él curado de un modo
enteramente diferente de las
demás curas. ¿Cómo se dio
eso?
Jesús lo quitó a parte, le
puso los dedos en los oídos
y, escupiendo, le tocó en la
lengua. Enseguida,
levantando los ojos al
cielo, suspiró y dije: Efatá;
es decir, Ábrete. Luego se
abrieron sus oídos y la
prisión de la lengua se
deshizo, y el hombre pasó a
hablar perfectamente. (Marcos,
7:31 a 7:35.)
4. En Betsaida, Jesús curó a
un invidente de una forma
tampoco usual.
¿Cómo le restituyó la visión
Jesus?
Jesús tomó al invidente por
la mano, lo llevó para fuera
de la aldea y, escupiéndole
en los ojos e imponiéndole
las manos, le preguntó si
veía alguna cosa. El hombre,
levantando los ojos, dijo:
Veo a los hombres; pues los
veo como árboles que andan.
Enseguida, Jesús hizo
ponerle las manos sobre los
ojos y lo hizo mirar para
cima. El ex-ciego quedó,
entonces, restaurado y vio a
cada hombre claramente.
(Marcos, 8:22 a 8:25.)
5. A camino de las aldeas de
Cesárea de Filipo, Jesús
indagó a sus discípulos:
¿Quién dicen los hombres que
yo soy? ¿Qué respuesta le
dieron sus discípulos?
Algunos discípulos
respondieron: Juan, el
Bautista; y otros: Elías;
pero otros: Uno de los
profetas. Jesús entonces
preguntó: Y vosotros, quien
decís que yo soy?
Respondiéndole, Pedro dijo:
Tú eres Cristo. (Marcos,
8:27 a 8:31.)
(1) Mar de Galilea es
también llamado, en los
textos evangélicos, como
Tiberiades o el lago de
Genesaré.