El Evangelio según Marcos
Segundo
libro del Nuevo Testamento
Marcos
(Discípulo de
Pedro)
(Parte 5)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Cómo se dio el episodio
de la transfiguración de
Jesús y qué discípulos la
presenciaron?
2. Los escribas decían que,
antes de venir el Mesías,
era necesario que Elías
viniera. Que dijo Jesus
acerca de eso?
3. Al curar al niño
endemoniado desde la
infancia, que no pudo ser
curado por sus discípulos,
¿que enseñanza nos dejó
Jesús?
4. Habiendo sus discípulos
discutido entre sí cuál era
el mayor de entre ellos,
Jesús aprovechó la enseñanza
para darles una notable
lección. ¿Que lección es
esa?
5. En que circunstancia
Jesús declaró: ¿Quién no es
contra nosotros es por
nosotros? ¿Y que significan
tales palabras?
Texto para
leitura
19. Jesús pide a los
discípulos que se guardasen
de la levadura de los
fariseos - Después de
despedir a la multitud,
Jesús entró en el barco y
fue, con sus discípulos,
para las partes de Dalmanuta.
Los fariseos le pidieron
entonces, para intentarlo,
que les diese una señal
del cielo. Jesús, suspirando
profundamente en su
espíritu, les dijo: “¿Por
qué pide esta generación una
señal? En verdad os digo que
a esta generación no se dará
señal alguna”. Y,
dejándolos, entró en el
barco y fue para la otra
orilla. Los discípulos, por
olvido, no llevaban consigo
un único pan. Jesús,
aprovechando la enseñanza,
los advirtió: “Mirad,
guardaos de la levadura de
los fariseos, de la levadura
de Herodes”. Los discípulos,
sin entender lo que él
decía, pensaron que Jesús
así hablaba, porque no
habían llevado pan.
Percibiéndolo, el Señor les
dije: “¿Para que arrozales,
si no tenéis pan? ¿No
considerasteis, ni
comprendisteis aún? ¿Tenéis
aún vuestro corazón
endurecido? ¿Teniendo ojos,
no veis? ¿Y, teniendo oídos,
no oís? y no os acordáis,
cuando partí los cinco panes
entre los cinco mil,
¿cuantos cestos llenos de
pedazos levantasteis?” Ellos
dijeron: Doce. Jesús,
entonces, preguntó: “Y,
cuando partí los siete entre
los cuatro mil, ¿cuantas
alforjas llenas de pedazos
levantaste?
¿Aún
vuestro corazón está
endurecido? ¿Teniendo ojos,
no veis? y, teniendo oídos,
¿no oís? y no os acordáis,
¿cuándo partí los cinco
panes entre los cinco mil,
cuantos cestos llenos de
pedazos levantasteis?” Ellos
dijeron: Doce. Jesús,
entonces, preguntó: “Y,
cuando partí los siete entre
los cuatro mil, ¿cuántas
alforjas llenas de pedazos
levantasteis?” Ellos
respondieron: Siete. Jesús
entonces les preguntó:
“¿Cómo no entendéis aún?”
(Marcos, 8:10 a 8:21.)
20. Pedro le afirma,
convencido: “Tú eres Cristo”
- Los judíos de su época,
segundo fue dicho por los
discípulos, creían que Jesús
era Juan el Bautista, Elías
o alguno de los profetas que
había resucitado. Pedro, sin
embargo, preguntado por el
Maestro, declaró con
convicción: Tú eres Cristo.
Jesús, al oír tal frase, los
amonestó para que a
nadie dijeran aquello de él,
y comenzó a enseñarles que
era preciso que el Hijo del
hombre padeciera mucho y
fuera rechazado por los
ancianos y príncipes de los
sacerdotes, y por los
escribas, y que fuera
muerto, avisando pero que
tras tres días resucitaría.
Cuando decía esas cosas,
Pedro lo tomó a parte y se
puso la reprenderlo, pero
él, volviéndose y mirando
para sus discípulos,
reprendió al apóstol,
diciendo: “Retírate de
delante de mí, Satanás;
porque no comprendes las
cosas que son de Dios, sino
las que son de los hombres”.
(Marcos, 8:27 a 8:33.)
21. Quién quiera salvar
su vida la perderá -
Llamando a sí la multitud,
con sus discípulos, les dijo
el Señor: “Si alguien quiere
venir después de mí,
niéguese a sí mismo, y tome
su cruz, y que me siga.
Porque cualquiera que quiera
salvar su vida la perderá,
pero, cualquiera que
perdiera su vida por amor a
mí y del evangelio, ese la
salvará. ¿Pues en qué
aprovecharía al hombre ganar
todo el mundo y perder su
alma? ¿O qué daría el hombre
por el rescate de su alma?
Por cuanto, cualquiera que,
entre esta generación
adúltera y pecadora, se
avergonzarse de mí y de mis
palabras, también el Hijo
del hombre se avergonzará de
él, cuando venga en la
gloria de su Padre, con los
santos ángeles”. (Marcos,
8:34 a 8:38.)
22. Jesús predice de
nuevo su muerte y
resurrección al tercer día
- Después de la
transfiguración, Jesús
ordenó a los tres discípulos
que lo acompañaban que a
nadie contaran lo que habían
visto, hasta que el Hijo del
hombre resucitara de entre
los muertos. Ellos,
entonces, retuvieron el caso
entre sí, pero preguntaban
unos a los otros lo que
significaban estas palabras
resucitar de entre los
muertos. La misma duda
surgió cuando, caminando
por Galilea, Jesús volvió a
decirles: “El Hijo del
hombre será entregado a las
manos de los hombres, y lo
matarán; y, muerto él,
resucitará al tercer día”.
Los discípulos no
comprendieron lo que el
Maestro dijo, pero recelaban
interrogarlo. (Marcos,
9:9 y 9:10; 9:32.)
23. Jesús enseña la
caridad y advierte en cuanto
a los tropiezos de la vida
- Jesús, enseñando la
caridad, dijo a sus
discípulos: “Aquel que os dé
de beber un vaso de agua,
porque sois de Cristo, en
verdad os digo que de modo
alguno perderá su
recompensa. Mas a quién
ponga una piedra de tropiezo
en el camino de uno de estos
pequeñitos que creen,
mejor sería que se le
colgara al cuello una gran
piedra de molino, y que
fuera lanzado en el mar”.
“Si tu mano te sirve de
piedra de tropiezo –
advirtió el Señor –, la
cortas; mejor es que entres
en la vida manco, que,
teniendo dos manos, vayas
para al Geena, para el fuego
inextinguible.
Si tu pie te sirve de piedra
de tropiezo, lo cortas;
mejor es que entre en la
vida un invalido, que
teniendo dos pies, será
lanzado en el Geena. Si tu
ojo te sirve de piedra de
tropiezo, lo arrancas; mejor
es que entres en el reino de
Dios con uno sólo de tus
ojos, que, teniendo dos, ser
lanzado en el Geena,
donde su gusano no muere y
el fuego no se borra. Pues
cada uno será insípido con
fuego. La sal es buena;
¿pero si la sal se ha hecho
insípida, con que habéis de
restaurarle el sabor? Tened
sal en vosotros mismos, y
estad en paz unos con los
otros.” (Marcos, 9:41 a
9:50.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Cómo se dio el episodio
de la transfiguración de
Jesús y qué discípulos la
presenciaron?
Jesús tomó consigo a Pedro,
Santiago y Juan, y los llevó
solos, en particular, a un
monte alto y se transfiguró
delante de ellos. Sus
vestiduras se hicieron
resplandecientes,
extremadamente blancas como
la nieve, tal como ninguna
lavandería sobre la tierra
las podría blanquear. Les
aparecieron, entonces, Elías
y Moisés, y ellos hablaron
con Jesús. Pedro, que todo
veía, tomando la palabra,
dijo a Jesús: Maestro, es
bueno que estemos aquí; y
hagamos tres cabañas, una
para ti, otra para Moisés y
otra para Elías. Descendió,
entonces, una nube que los
cubrió con su sombra, y
salió de la nube una voz que
decía: Este es mi hijo
amado; a él oíd. (Marcos,
9:2 a 9:7.)
2. Los escribas decían que,
antes de venir el Mesías,
era necesario que Elías
viniese. ¿Qué dijo Jesús al
respecto de eso?
Jesús confirmó la profecía
bíblica diciéndoles: En
verdad Elías vendrá primero,
y todas las cosas
restaurará. Os digo, sin
embargo, que Elías ya vino,
y le hicieron todo lo que
quisieron, como de él está
escrito, en una alusión
directa a Juan el Bautista.
(Marcos, 9:11 a 9:13.)
3. Al curar al niño
endemoniado desde la
infancia, que no puede ser
curado por sus discípulos,
¿qué enseñanza nos dejó
Jesús?
Después que Jesús entró en
la casa, sus discípulos le
preguntaron a parte: ¿Por
qué no pudimos nosotros
expulsarlo? El Maestro les
dijo: Esta casta no puede
salir con cosa alguna, a no
ser con oración y ayuno.
Según Amélia Rodrigues, en
"Primicias del Reino", obra
psicografiada por Divaldo P.
Franco, la frase de Jesús
significa que delante de los
obsesores "sólo la oración
del amor infatigable y el
ayuno de las pasiones
consiguen mitigar la sed en
que se entre-devoran",
conduciéndolos a la
asistencia magnánima de los
trabajadores espirituales
que en todas partes cooperan
con el Amor, incesantemente.
Las palabras de Jesús
revelan también que existen
Espíritus más endurecidos
que otros, como aprendemos
en las cuestiones 97 y
siguientes de El Libro de
los Espíritus, que nos
hablan sobre las diferentes
órdenes de Espíritus. (Marcos,
9:17 a 9:29.)
4. Habiendo sus discípulos
discutido entre ellos cuál
era el mayor de entre ellos,
Jesús aprovechó la enseñanza
para darles una notable
lección. ¿Qué lección era
esa?
A propósito del asunto,
Jesús, sentándose, llamó a
los doce y les dijo: Si
alguien quiere ser el
primero, sea el último y el
siervo de todos. Y agarrando
la mano de un niño, lo puso
en medio de ellos y,
tomándolo en sus brazos, les
dijo: Cualquiera que reciba
a uno de estos niños en mi
nombre, a mí me recibe; y
cualquiera que a mí me
recibe, recibe, no a mí,
sino al Padre que me envió.
Pero, entre vosotros no sea
así; antes, cualquiera que
entre vosotros quiera ser
grande, sea vuestro siervo,
y cualquiera que de entre
vosotros quiera ser el
primero, sea siervo de
todos, porque el Hijo del
hombre tampoco vino para ser
servido, sino para servir y
dar su vida en rescate de
muchos. (Marcos, 9:33 a
9:37. Vea también: 10:43 a
10:45.)
5. En qué circunstancia
Jesús declaró: ¿Quién no
es en contra nuestra es por
nosotros? ¿Y qué
significan tales palabras?
Juan había dicho a Jesús
haber visto a una persona
que en su nombre expulsaba
demonios, pero él no era uno
de los seguidores del
Maestro y, a causa de eso,
lo prohibieron. Jesús, sin
embargo, les dijo: No lo
prohibáis; porque nadie hay
que haga milagro en mi
nombre y pueda luego hablar
apenas de mí. Porque quién
no es contra nosotros es por
nosotros. La enseñanza
significa que es por sus
obras que un individuo se
afirma cristiano, no
importando el rótulo de que
se valga en sus acciones
beneméritas. Más tarde, en
otra ocasión, él afirmaría
que el cristiano se reconoce
por sus obras.
(Marcos, 9:38 a 9:41.)