El secreto de la
paz en “Nuestro
Hogar”
Richard
Simonetti fue la
atracción de
cierre de la
Semana Espírita
de Londrina,
realizada del 10
al 17 de julio,
y su charla es
la que inspiró
el texto que
sigue.
Cuando André
Luiz, tras haber
pasado ocho años
en el Umbral,
adentró la
región designada
en su libro como
siendo la ciudad
o colonia
espiritual
“Nuestro Hogar”,
un hecho le
llamó de pronto
la atención. El
ambiente oscuro,
denso,
desprovisto de
belleza – que
caracterizaba la
región en que
hubo estado
largo tiempo –
fuera sustituido
por un escenario
encantador y de
paz, cielo azul,
sol brillante,
lindas
construcciones,
aunque la ciudad
se localizara en
la misma región
en que él
estacionaba.
En “Nuestro
Hogar” él
aprendió cosas
que jamás había
imaginado que
existieran. El
Umbral, por
ejemplo, le dijo
más tarde su
amigo Lísias,
“comienza en la
superficie
terrestre”. “Es
la zona obscura
de cuantos en el
mundo no se
decidieron a
atravesar las
puertas de los
deberes
sagrados, a fin
de cumplirlos,
demorandose en
el valle de la
indecisión o en
el pantano de
los errores
numerosos.” (Nuestro
Hogar, cap. 12,
pág. 70.)
El Umbral
funcionaría,
pues, como
región destinada
al agotamiento
de los residuos
mentales, una
especie de zona
purgatorial, en
que se quema la
prestaciones o
material
deteriorado de
las ilusiones
adquiridas al
por mayor, pero
jamás faltó allí
la protección
divina. El plano
umbralino está
repleto de
desencarnados y
de
formas-pensamiento
de los
encarnados, ya
que, en verdad,
todo Espíritu,
donde esté, “es
un núcleo
irradiante de
fuerzas que
crean,
transforman o
destruyen”.
¿Como explicar,
entonces, la
diferencia de
escenario y de
ambiente? ¿Por
qué en un lugar
la oscuridad, la
revuelta y la
desesperación,
mientras en otro
lugar, cerca de
allí, el sol
brillante, la
paz y la
armonía?
La explicación
le vino más
tarde, por medio
de Lísias, que
le dijo que
había un
compromiso entre
todos los
habitantes
equilibrados de
la colonia en el
sentido de no
emitir
pensamientos
contrarios al
bien. De esa
forma, el
esfuerzo de la
mayoría se
transformó en
una plegaria
casi perenne y
qué nacieron las
vibraciones de
paz que tanto
impresionaron al
autor del libro
“Nuestro Hogar”.
Si nosotros,
encarnados aún
en la Superficie
terrestre,
hiciéramos un
pacto semejante,
en el que sólo
pensáramos y
actuáramos en el
bien, con toda
certeza el
escenario y el
ambiente de este
mundo tan
conturbado se
modificarían
para mejor,
posibilitando y
haciendo
concreta la
transformación
de la Tierra, de
un mundo de
pruebas y
expiación en un
mundo de
regeneración.
Tras
consideraciones
semejantes a lo
que dijimos,
Simonetti afirmó
que existe una
receta que puede
hacer tal idea
una posibilidad
real. Y aludió a
lo que él llamó
de receta de Tía
Grace, una
señora americana
que dejó
registrado en su
diario un
curioso guión
para que las
personas hagan
útil su pasaje
por la Tierra y
firmen un real
compromiso con
el bien.
El breviario de
Tía Grace es muy
simple y se
compone sólo de
seis puntos:
·
Todos los días,
haga algo útil a
alguien.
·
Haga algo útil
también para
usted mismo.
·
Haga algo que es
preciso hacer,
pero usted no
tiene ganas.
·
Haga un
ejercicio
físico.
·
Haga un
ejercicio
mental.
·
Agradezca a Dios
por la bendición
de la vida.
La fórmula, si
es observada
todos los días
de nuestra
existencia,
funcionará a
buen seguro
alguno y –
¿quien sabe? –
podrá ser la
herramienta que
ha faltado para
que, en la parte
que nos toca,
ayudemos a la
Tierra a
alcanzar un
nuevo estadio en
su proceso
evolutivo.
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