El Evangelio según Lucas
Tercer
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte 4)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿En que lugar, según
Lucas, Jesús suministró las
enseñanzas que en el
Evangelio de Mateo son
conocidos con el nombre de
sermón de la montaña?
2. En el Evangelio según
Mateo son nueve las
bienaventuranzas del sermón
de la montaña. ¿En Lucas,
cuántas y cuáles son?
¿Cuáles son las diferencias
entre uno y otro
evangelista?
3. ¿A quién compara Jesús al
hombre que construyó su casa
sobre la roca?
4. ¿Cómo se dio la
resurrección, en la ciudad
de Naim, del hijo único de
una mujer, que por seña era
viuda?
5. ¿Con qué palabras Jesús,
se dirigió a la multitud,
refiriéndose a Juan el
Bautista?
Texto para la lectura
13. El sermón de la llanura
- Después, descendiendo con
ellos, Jesús paró en un
lugar plano, donde toda la
multitud buscaba tocarle,
porque de él salía virtud y
curaba a todos. Y,
levantando los ojos para sus
discípulos, él decía:
“Bienaventurados vosotros,
los pobres, porque vuestro
es el reino de Dios.
Bienaventurados vosotros,
que ahora tenéis hambre,
porque seréis hartos.
Bienaventurados vosotros,
que ahora lloráis, porque
habéis de reír.
Bienaventurados seréis
cuando los hombres os
aborrezcan y cuando os
separen, y os injurien, y
rechacen vuestro nombre como
malo, a causa del Hijo del
hombre. Alegrad ese día,
exaltadlo; porque he ahí que
es grande vuestro galardón
en el cielo, pues así hacían
vuestros padres a los
profetas. ¡Más ay de
vosotros, ricos! porque ya
tenéis vuestra consolación.
Ay de vosotros, los que
estáis hartos, porque
tendréis hambre. Ay de
vosotros, los que ahora
ríen, porque os lamentaréis
y lloraréis. Ay de vosotros
cuando todos los hombres de
vosotros digan bien, porque
así hacían sus padres a los
falsos profetas. Pero a
vosotros, que esto oís,
digo: Amad a vuestros
enemigos, haced bien a los
que os aborrecen; bendecid a
los que os maldicen, y orad
por los que os calumnian. Al
que pegue en una mejilla,
ofrecerle también la otra; y
al que te haya quitado la
capa, ni la túnica rechaces;
y da a cualquiera que te
pidiera; y, al que tomara lo
que es tuyo, no se lo hagas
pedir. Y como vosotros
queréis que los hombres os
hagan, de la misma manera
les haréis vosotros,
también”.
(Lucas, 6:17 a 6:31.)
14. Jesús recomienda que
amemos hasta nuestros
enemigos - En la
secuencia del conocido
sermón, el Maestro recordó
que los pecadores también
aman a los que los aman y
hacen bien a los que actúan
así con ellos; nosotros, sin
embargo,
no debemos proceder de ese
modo. “Amad, pues, a
vuestros enemigos, y haced
bien, y prestad, sin nada
esperad, y será grande
vuestro galardón, y seréis
hijos del Altísimo; porque
él es benigno hasta para con
los ingratos y malos”,
recomendó Jesús, añadiendo:
“Sed pues misericordiosos,
como también vuestro Padre
es misericordioso. No
juzguéis, y no seréis
juzgados; no condenéis, y no
seréis condenados; soltad, y
os soltarán. Dad, y os será
dato; buena medida,
recalcada, sacudida y
rebosando, os echaran en
vuestro regazo; porque con
la misma medida con que
midáis también os medirán de
nuevo”. (Lucas, 6: 32 a
6: 38.)
15. Cada árbol se conoce
por su fruto - En la
parte final del sermón,
Jesús encadenó una serie de
enseñanzas valiosas,
comenzando y terminando con
preguntas: ¿Puede
posiblemente el ciego guiar
al ciego? ¿No caerán ambos
en la cueva? A continuación,
Jesús hizo las siguientes
observaciones: El discípulo
no es superior a su maestro,
pero todo el que sea
perfecto será como su
maestro. ¿Por qué ver la
paja que está en el ojo de
nuestro hermano, y no notar
la viga que está en nuestro
propio ojo? No hay árbol
bueno que dé mal fruto, ni
mala árbol que dé buen
fruto. Cada árbol se conoce
por su propio fruto, pues no
se cogen higos de los pinos,
ni se vendimian uvas de los
abrojos. El hombre bueno del
buen tesoro de su corazón
coge el bien, y el hombre
malo del mal tesoro de su
corazón coge el mal, porque
de la abundancia de su
corazón habla la boca. ¿Por
qué me llamáis, Señor,
Señor, y no hacéis lo que yo
digo?
16. Jesús cura, de lejos,
al siervo del centurión
- Concluido el sermón, Jesús
entró en Cafarnaún, donde el
siervo de un cierto
centurión, a quién mucho
estimaba, estaba enfermo y
moribundo. Algunos ancianos
de los judíos pidieron a
Jesús que curara aquel
hombre, porque el centurión
había edificado la sinagoga.
Jesús atendió el pedido y
fue con ellos, pero, cuando
ya estaba cerca de la casa,
el centurión mandó decirle:
“Señor, no te incomodes,
porque no soy digno de que
entres bajo mi tejado. Y por
eso ni aún me juzgué digno
de ir a hablar contigo; di,
sin embargo, una palabra, y
mi criado sanará. Porque
también yo soy hombre sujeto
a la autoridad, y tengo
soldados bajo mi poder, digo
a este: Ve; y él va; y a
otro: Ven; y él viene; y a
mi siervo: Faz esto; y él lo
hará”. Jesús, al oír tales
palabras, se maravilló y,
volviéndose, dijo a los que
lo seguían: “Os digo que ni
aún en Israel he hallado
tanta fe”. De vuelta para la
casa, los enviados del
centurión hallaron al siervo
que poco antes parecía
presto a morir. (Lucas,
7:1 a 7:10.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿En que lugar, según
Lucas, Jesús suministró las
enseñanzas que en el
Evangelio de Mateo son
conocidos con el nombre de
sermón de la montaña?
Según Lucas, fue en un lugar
plano, al cual él descendió
junto de sus compañeros, que
Jesús pronunció el conocido
sermón.
(Lucas, 6:17 a 6:49.)
2. En el Evangelio según
Mateo son nueve las
bienaventuranzas del sermón
de la montaña. ¿En Lucas,
cuántas y cuáles son?
¿Cuáles son las diferencias
entre uno y otro
evangelista?
En Lucas son cuatro
las bienaventuranzas. He
ahí: Bienaventurados
vosotros, los pobres, porque
vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados vosotros,
que ahora tenéis hambre,
porque seréis hartos.
Bienaventurados vosotros,
que ahora lloráis, porque
habréis de reír.
Bienaventurados seréis
cuando los hombres os odien
y cuando os separen, y os
injurien, y rechacen vuestro
nombre como malo, a causa
del Hijo del hombre. Alegrad
ese día, exultad; porque he
ahí que es grande vuestro
galardón en el cielo, pues
así hacían sus padres a los
profetas.
En Mateo, conforme fue
dicho, son nueve:
Bienaventurados los pobres
de espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán
consolados. Bienaventurados
los mansos, porque ellos
heredarán la tierra.
Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos serán
hartos. Bienaventurados los
misericordiosos, porque
ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios
de corazón, porque ellos
verán a Dios.
Bienaventurados los
pacificadores,
porque ellos serán llamados
hijos de Dios.
Bien-aventurados los que
sufren persecución a causa
de la justicia, porque de
ellos es el reino de los
cielos. Bienaventurados sois
vosotros, cuando os injurien
y persigan y, mintiendo,
digan todo el mal
contra vosotros por mi
causa. Exultad y alegraos,
porque es grande vuestro
galardón en los cielos;
porque así persiguieron los
profetas que fueron antes de
vosotros.
Las bienaventuranzas, en el
texto de Mateo, abarcan
también a los mansos, los
misericordiosos, los limpios
de corazón, los
pacificadores y los que
sufren persecución a causa
de la justicia. (Lucas,
6:20 a 6:25. Ver también
Mateo, 5:1 a 5:12.)
3. ¿A quién compara Jesús al
hombre que construyó su casa
sobre la roca?
El hombre que construye su
casa sobre la roca es
semejante a los quién oyen
las palabras de Jesús y las
observan. (Lucas, 6:47 a
6:49.)
4. ¿Cómo se dio la
resurrección, en la ciudad
de Naim, del hijo único de
una mujer, que por seña era
viuda?
Jesús llegó a la ciudad
cuando seguía el cortejo con
el niño muerto, hijo de una
viuda del lugar. Viéndola,
el Señor se movió de íntima
compasión por ella, y le
dijo: No llores. Enseguida,
tocó el ataúd y dijo: Joven,
a ti te digo: Levántate. Y
el difunto se sentó, y
comenzó a hablar. De todos
se apoderó el temor, pero
ellos glorificaron a Dios,
diciendo: Un gran profeta se
levantó entre nosotros, y
Dios visitó su pueblo.
(Lucas, 7:11 a 7:16.)
5. ¿Con qué palabras Jesús,
dirigiéndose a la multitud,
se refirió a Juan Bautista?
Luego que los mensajeros de
Juan se retiraron, Jesús
comenzó a decir a la
multitud acerca de Juan:
¿Que saliste a ver en el
desierto? ¿Una caña sacudida
por el viento? ¿Pero que
saliste a ver? ¿Un hombre
trajeado de vestiduras
delicadas? He ahí que los
que andan con preciosas
vestiduras, y en delicias,
están en los palacios
reales. ¿Pero que saliste a
ver? ¿Un profeta? Sí, os
digo, y mucho más que
profeta. Este es aquel de
quien está escrito: He ahí
que envío a mi ángel delante
de tu cara, el cual
preparará
delante de ti tu camino. Y
yo os digo que, entre los
nacidos de mujer, no hay
mayor profeta que Juan el
Bautista; pero el menor en
el reino de Dios es mayor
que él. (Lucas, 7:24 a
7:28.)