El Evangelio según Lucas
Tercer
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte 13)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión
del Nuevo Testamento que el
lector puede consultar a
partir de este link:
http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. Conforme previsto por
Jesús, Pedro efectivamente
lo traicionó en aquella
noche. ¿Cuántas veces y de
qué modo Pedro lo traicionó?
2. Interrogado por sus
inquisidores si él era el
Cristo, ¿qué respuesta les
dio Jesús?
3. ¿Quiénes eran y qué
comportamiento tuvieron los
malhechores crucificados al
lado de Cristo?
4. ¿A qué hora y de qué
manera se dio la muerte de
Jesús?
5. ¿Cómo surgió entre los
seguidores de Jesús la
noticia de que él
resucitaría?
Texto para la lectura
55. Judas se vale de un
beso para traicionar a Jesus
- Tras orar en el Monte de
los Olivos, momentos antes
de ser entregado por Judas,
Jesus se levantó y vio que
sus discípulos dormían de
tristeza. Entonces él les
dijo: “¿Por qué estáis
durmiendo? Levantaos, y
orad, para que no entréis en
tentación”. Él aún hablaba,
cuando surgió una multitud,
y uno de los doce, llamado
Judas, que iba delante de
ella, se aproximó para
besarlo. El Maestro lo miró
y le dijo: “Judas, ¿con un
beso traicionas al Hijo del
hombre?” En eso, uno de los
apóstoles, para defenderlo,
hirió por la espada al
siervo del sumo sacerdote,
cortándole la oreja derecha.
Jesus les dijo: “Dejadlos;
basta”. Y, tocando la oreja
del muchacho, lo curó.
Dirigiéndose enseguida a los
príncipes de los sacerdotes,
a los capitanes del templo y
a los ancianos que habían
ido contra él, el Maestro
les habló: “¿Salisteis, como
un salteador, con espadas y
varapalos? Hube estado todos
los días con vosotros en el
templo, y no extendisteis
las manos contra mí, pero
esta es vuestra hora y el
poder de las tinieblas”.
Jesús fue, entonces, preso y
llevado a la casa del sumo
sacerdote, mientras Pedro a
todo acompañaba de lejos.
(Lucas, 22:45 a 22:54.)
56. Pilatos atiende a la
multitud y entrega a Jesús a
la saña del pueblo -
Tras encuestado por los
ancianos del pueblo, los
príncipes de los sacerdotes
y los escribas, Jesús fue
por ellos conducido a
Pilatos, delante de quien
comenzaron a acusarlo,
diciendo: “Hemos hallado
este pervirtiendo nuestra
nación, prohibiendo dar el
tributo a César y diciendo
que él aún es Cristo, el
rey”. Pilatos le preguntó:
“¿Tú eres el Rey de los
Judíos?” Él, respondiendo,
le dijo: “Tú lo dices”.
Pilatos, entonces, dijo a
los sacerdotes y a la
multitud que no veía culpa
alguna en él; pero ellos
insistieron, diciendo que
Jesús alborotaba al pueblo,
enseñando por toda Judea,
comenzando desde Galilea
hasta allí. Pilatos lo envió
entonces a Herodes, ya que
Jesús era galileo.
Restituido a la presencia
del gobernador, Pilatos
convocó a los principales
sacerdotes, los magistrados
y el pueblo, y les dijo: “Me
habéis presentado a este
hombre como pervertidor del
pueblo; y he ahí que,
examinándolo en vuestra
presencia, ninguna culpa, de
las que lo acusáis, hallo en
este hombre. Ni incluso
Herodes, porque a él os
remití, y he ahí que no ha
hecho cosa alguna digna de
muerte. Lo castigaré, pues,
y lo soltaré”. Pero la
multitud clamó a una voz,
diciendo: “Fuera de aquí con
este, y nos suelta a
Barrabás”, refiriéndose al
hombre que fuera lanzado a
la prisión a causa de una
sedición hecha en la ciudad
y de un homicidio. Pilatos
les habló, entonces, otra
vez, queriendo soltar a
Jesús, pero ellos clamaron
en contra, diciendo:
“Crucifícalo, Crucifícalo”.
Pilatos intentó por tercera
vez convencer a la turba,
diciendo: “¿Pero que mal
hizo este? No hallo en él
culpa alguna de muerte. Lo
castigaré pues, y lo
soltaré”. La multitud
insistió, sin embargo, con
grandes gritos, pidiendo que
Jesús fuera crucificado, y
sus gritos y los de los
principales sacerdotes
redoblaron. Entonces Pilatos
juzgo que debía atenderlos,
soltando a Barrabás y
entregando a Jesús a la
voluntad de ellos.
(Lucas, 23:1 a 23:25.)
57. Simón, cireneo, lleva
la cruz destinada a Cristo
- En el camino rumbo a la
crucificación, tomaron ellos
a un cierto Simón, cireneo,
que venía del campo, y le
pusieron la cruz a la
espalda, para que la
llevara. Lo seguía gran
multitud del pueblo y de
mujeres, las cuales se
golpeaban el pecho y lo
lamentaban. Jesús, sin
embargo, volviéndose para
ellas, dijo: “Hijas de
Jerusalén, no lloréis por
mí; llorad antes por
vosotras mismas, y por
vuestros hijos. Porque he
ahí que han de venir días en
que dirán: ¡Bienaventuradas
las estériles, y los
vientres que no generaron, y
los pechos que no
amamantaron! Entonces
comenzarán a decir a los
montes: Cae sobre nosotros,
y a las colinas: Cubridnos.
Porque, ¿si al madero verde
hacen esto, que se hará al
seco?” (Lucas, 23:26 a
23:31.)
58. José, de Arimatea,
cuida de la sepultura de
Cristo - La multitud del
pueblo que asistió a la
crucificación de Jesús,
viendo lo que había
ocurrido, volvió golpeando
en el pecho. Los conocidos
de Jesús y las mujeres que
lo habían seguido desde
Galilea vieron de lejos todo
lo que ocurrió. Fue entonces
que un varón de nombre José,
de Arimatea, que era
senador, hombre de bien y
justo, que no había
consentido en los actos de
los otros y también esperaba
el reino de Dios, fue a
Pilatos y pidió el cuerpo
del Maestro. Pilatos
concordó. José lo envolvió
entonces en una sábana y lo
puso en un sepulcro excavado
en una peña, donde nadie aún
había sido puesto. El día de
la preparación ya llegaba al
fin, y amanecía el sábado.
Las mujeres que siguieron a
Cristo desde Galilea, viendo
donde José puso el cuerpo y,
volviendo, prepararon
especias y ungüentos que
serían aplicados en el
cuerpo de Jesus. Antes de
eso, sin embargo, reposaron
el sábado, conforme el
mandamiento, programando la
tarea para el despertar del
domingo. (Lucas, 23:48 a
23:56.)
59. Jesús aparece a los
apóstoles y los bendice
- Tras aparecer a dos de sus
discípulos en el camino para
Emaús, que distaba de
Jerusalén sesenta estadios,
Jesus se presentó en medio
de los once apóstoles
reunidos en Jerusalén, y les
dijo: “La paz sea con
vosotros”. Espantados y
atemorizados, ellos pensaban
que veían algún espíritu,
pero él les dijo: “¿Por qué
estáis perturbados, y por
qué suben tales pensamientos
a vuestros corazones?” “Ved
mis manos y mis pies, que
soy yo aún; palpadme y ved,
pues un espíritu no tiene
carne ni huesos, como veis
que yo tengo.” Y, diciendo
esto, les mostró las manos y
los pies, preguntándoles si
había allí algo para comer.
Los discípulos le
presentaron parte de un pez
asado y un tarro de miel,
que él tomó y comió delante
de ellos. Enseguida, Jesus
les dijo: “Son estas las
palabras que os dije estando
aún con vosotros: Que
convenía que se cumpliera
todo lo que de mí estaba
escrito en la ley de Moisés,
en los profetas y en los
salmos”. Entonces les abrió
la comprensión para
comprender las Escrituras,
añadiendo: “Así está
escrito, y así convenía que
Cristo padeciera, y al
tercer día resucitara de
entre los muertos, y en su
nombre se predicara el
arrepentimiento y la
remisión de los pecados, en
todas las naciones,
comenzando por Jerusalén. Y
de estas cosas sois vosotros
testigos. Y he ahí que sobre
vosotros envío la promesa de
mi Padre; quedad, sin
embargo, en la ciudad de
Jerusalén, hasta que de lo
alto seáis revestidos de
poder”. Dicho esto, Jesus
los llevó hasta Betania y,
levantando sus manos, los
bendijo. Ocurrió entonces
que, bendiciéndolos, se
apartó de ellos y fue
elevado al cielo. Los
apóstoles volvieron
enseguida, con gran júbilo,
para Jerusalén y estaban
siempre en el templo, loando
y bendiciendo a Dios.
(Lucas, 24:33 a 24:53.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. Conforme previsto por
Jesus, Pedro efectivamente
lo traicionó en aquella
noche. ¿Cuántas veces y de
que modo Pedro lo traicionó?
Pedro le había dicho: Señor,
estoy yendo pronto contigo
hasta la prisión y a la
muerte. Pero Jesús
respondió: Te digo, Pedro,
que no cantará hoy el gallo
antes que tres veces niegues
que me conoces. Ocurrió
exactamente lo que Jesus
previera. La primera
negación ocurrió cuando el
Maestro estaba en la casa
del sumo sacerdote y un
grupo de personas, inclusive
Pedro, se encontraba en el
patio. Una criada, viéndolo
sentado al fuego, dijo: Este
también andaba con él. Pero
Pedro lo negó, diciendo:
Mujer, no lo conozco. Poco
después, viéndolo, otro le
dijo: Tú eres también de
ellos. Pero Pedro respondió:
Hombre, no soy. Pasada casi
una hora, otro afirmó,
diciendo: Este
verdaderamente andaba con
él, pues también es galileo.
Pero Pedro nuevamente negó,
diciendo: Hombre, no sé lo
que dices. E inmediatamente,
estando él aún para hablar,
cantó el gallo. En ese
momento, Jesus miró para
Pedro, y Pedro se acordó de
la palabra del Señor y,
saliendo de allí, lloró
amargamente. (Lucas,
22:54 a 22:62. Ver también
Lucas, 22:34.)
2. Interrogado por sus
inquisidores si él era el
Cristo, ¿qué respuestas les
dio Jesús?
Al amanecer, se juntaron los
ancianos del pueblo y los
principales de los
sacerdotes y los escribas, y
lo condujeron a su concilio,
y le preguntaron: ¿Eres tú
Cristo? Jesús replicó: Si os
lo dijera, no lo creeríais;
y también, si os preguntara,
no me responderíais, ni me
soltaréis. Desde ahora el
Hijo del hombre se sentará a
la derecha del poder de
Dios. Ellos, entonces,
insistieron en la pregunta:
¿Luego, eres tú el Hijo de
Dios? Él les dijo: Vosotros
decís que yo soy. Entonces
dijeron: ¿De que más
testimonio necesitamos? pues
nosotros mismos lo oímos de
su boca. (Lucas, 22:63 a
22:71.)
3. ¿Quién eran y que
comportamiento tuvieron los
malhechores crucificados al
lado del Cristo?
Lucas dice sólo que eran dos
malhechores que fueron allí
conducidos y crucificados,
uno a la derecha y otro a la
izquierda de Jesús. En un
momento dado Jesús dijo:
Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen. El
pueblo sólo miraba, pero los
príncipes se mofaban,
diciendo: A los otros salvó,
sálvese a sí mismo, si este
es Cristo, el escogido de
Dios. Igual comportamiento
tuvieron los soldados que de
él se escarnecían y decían:
Si tú eres el Rey de los
Judíos, sálvate a ti mismo.
En ese momento, uno de los
malhechores también
blasfemó, diciendo: Si tú
eres Cristo, sálvate a ti
mismo, y a nosotros. El
otro, sin embargo, lo
reprendió, diciendo: ¿Tú ni
aún temes a Dios, estando en
la misma condena? Nosotros,
en verdad, con justicia,
porque recibimos lo que
nuestros hechos merecían;
pero este ningún mal hizo. Y
dijo a Jesus: Señor,
acuérdate de mí, cuando
entres en tu reino. Jesús le
respondió: En verdad te digo
que hoy estarás conmigo en
el Paraíso. (Lucas, 23:32
a 23:43.)
4. ¿A qué hora y de qué
manera se dio la muerte de
Jesús?
Era ya casi la hora sexta, y
hubo tinieblas en toda la
tierra hasta la hora novena,
cuando se oscureció el sol y
se rasgó por la mitad el
velo del templo. En ese
instante, clamando con gran
voz, Jesús dijo: Padre, en
tus manos entrego mi
espíritu. Y, habiendo dicho
esto, expiró. (Lucas,
23:44 a 23:47.)
5. ¿Cómo surgió entre los
seguidores de Jesús la
noticia de que él
resucitaría?
El primer día de la semana,
de madrugada, María
Magdalena, Juana y María,
madre de Santiago, y las
otras que con ellas estaban,
fueron al sepulcro, llevando
las especias que habían
preparado, pero hallaron la
piedra removida del sepulcro
y, entrando, no hallaron el
cuerpo del Señor Jesús. He
ahí que pararon junto a
ellas dos hombres, con
vestiduras resplandecientes,
y ellos les dijeron: ¿Por
qué buscáis el viviente
entre los muertos? Él no
está aquí, más resucitó.
Acordaos cómo os habló,
estando aún en Galilea,
diciendo: Conviene que el
Hijo del hombre sea
entregado en las manos de
hombres pecadores, y sea
crucificado, y al tercer día
resucite. Ellas se acordaron
de esas palabras y,
volviendo del sepulcro,
anunciaron todas estas cosas
a los once y a todos los
demás, pero ellos no
creyeron en lo que ellas
contaron. Después, más
tarde, Jesús se presentó en
medio de ellos y les dijo:
La paz sea con vosotros. Y
ellos, espantados y
atemorizados, pensaron que
vieron a algún espíritu.
(Lucas, 24:2 a 24:18. Ver
también 24:28 a 24:38.)