El Evangelio según Juan
Cuarto
libro del Nuevo Testamento
Juan (Apóstol de Jesús)
(Parte 5)
Damos continuidad en esta edición
al Estudio Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá el
estudio de los Evangelios de
Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del
libro Actos de los Apóstolos. El
estudio está basado en la versión
del Nuevo Testamento que el lector
puede consultar a partir de este
link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas correspondientes a
las cuestiones presentadas se
encuentran a finales del texto de
abajo.
Cuestiones para el
debate
1. ¿Cuál el significado de esta
frase: “Yo soy la luz del mundo;
quién me sigue no andará en
tinieblas, pero tendrá la luz de
la vida”?
2. Los judíos que le preguntaron:
“¿Quién eres tú?”, ¿cuál fue la
respuesta de Cristo?
3. ¿Qué hecho ocurrió con Jesús
cuando él dije al pueblo que antes
de Abrahán existiera él ya
existía?
4. Antes de curar a un mendigo
ciego de nacimiento, los
discípulos le preguntaron quienes
habían pecado para que aquel
hombre naciera ciego. ¿Cuál fue la
respuesta de Jesús y cómo curó él
aquel hombre?
5. Los fariseos, no creyendo que
el hombre curado fuera ciego de
nacimiento, llamaron a sus padres.
¿Que les dijeron estos y también
su hijo acerca del prodigio hecho
por Jesús?
Texto para la lectura
19. “Para donde yo voy, no
podéis venir”, dijo Jesús -
Como Jesús hubo dicho: “Yo soy la
luz del mundo”, los fariseos
observaron: “Tú testificas de ti
mismo; o tu testimonio no es
verdadero”. Jesús
les respondió: “Aunque yo
testifique de mí mismo, mi
testimonio es verdadero, porque sé
de donde vine, y para donde voy;
pero vosotros no sabéis de donde
vengo,
ni para donde voy”. Y añadió:
“Vosotros juzgáis según la carne;
yo a nadie juzgo. Y, si en verdad
juzgo, mi juicio es verdadero,
porque no soy yo sólo, sino yo y
el Padre que me envió. Y en
vuestra ley está también escrito
que el testimonio de dos hombres
es verdadero. Yo soy el que
testificó de mí mismo, y de mí
testifica también el Padre que me
envió”.
Ellos entonces le preguntaron:
“¿Dónde está tú Padre?” Jesús
respondió: “No me conocéis a mí,
ni a mi Padre; si vosotros me
conocierais a mí, también
conoceríais a mi Padre”.
Estas palabras fueron dichas por
Jesús en el lugar del tesoro, en
el templo, y nadie lo prendió,
porque aún no era llegada su hora.
Jesús les dijo entonces: “Yo me
retiro, y me buscaréis, y moriréis
en vuestro pecado. Para
donde yo voy, no podéis vosotros
venir”. Ellos nada entendieron y
Jesús completó: “Vosotros sois de
abajo, yo soy de arriba; vosotros
sois de este mundo, yo no soy de
este mundo. Por eso os dije que
moriréis en vuestros pecados,
porque si no creéis que yo soy,
moriréis en vuestros pecados”.
(Juan, 8:13 a 8:24.)
20. Conoceréis la verdad y ella
os liberará, dijo Jesús - A
los judíos que creían en él, decía
Jesús: “Si vosotros permanecéis en
mi palabra, verdaderamente seréis
mis discípulos; y conoceréis la
verdad, y la verdad os liberará”.
Los judíos, no entendiendo lo que
él decía, retrucaban: “Somos
descendencia de Abrahán, y nunca
servimos a nadie; como dices tú:
¿Seréis libres?” Les respondió el
Maestro: “En verdad, en verdad os
digo que todo aquel que comete
pecado es siervo del pecado.
Ahora, el siervo no queda para
siempre en casa; el Hijo queda
para siempre. Si pues el Hijo os
libera, verdaderamente seréis
libres. Bien sé que sois
descendencia de Abrahán; pero,
buscáis matarme,
porque mi palabra no entra en
vosotros. Yo hablo de lo que vi
junto a mi Padre, y vosotros
hacéis lo que también visteis
junto a vuestro padre”. Como ellos
replicaron diciendo ser hijos de
Abrahán,
Jesús volvió a decir: “Si fuerais
hijos de Abrahán, haríais las
obras de Abrahán. Pero ahora
buscáis matarme, a mí, hombre que
os ha dicho la verdad que de Dios
ha oído; Abrahán no hizo esto”.
Los judíos retrucaron entonces,
informando no haber nacido de
prostitución, pero sí de un Padre,
que es Dios. Jesús observó, sin
embargo: “Si Dios fuera vuestro
Padre, ciertamente me amaríais,
pues que yo salí, y vine de Dios;
no vine de mí mismo, sino que él
me envió. ¿Por qué no entendéis mi
lenguaje? Por no poder oír mi
palabra. Vosotros tenéis por padre
al diablo, y queréis satisfacer
los deseos de vuestro padre. Él
fue homicida desde el principio, y
no se afirmó en la verdad, porque
no hay acierto en él. Cuando él
profiere mentira, habla de lo que
le es propio, porque es mentiroso
y padre de la mentira. Pero,
porque os digo la verdad, no me
creéis. ¿Quién de entre vosotros
me convence de pecado? Y si os
digo la verdad, ¿por qué no
creéis? Quien es de Dios escucha
las palabras de Dios; por eso
vosotros no las escucháis, porque
no sois de Dios”. (Juan, 8:31 a
8:47.)
21. Jesús se oculta para huir a
las piedras - En la secuencia,
el Maestro les explicó que él no
tenía en sí demonio, antes honraba
al Padre y, sin embargo, los
judíos lo deshonraban. “Yo no
busco mi gloria; hay quién la
busque, y juzgue”, aseveró Jesús.
“En verdad, en verdad os digo que,
si alguien guarda mi palabra,
nunca verá la muerte.” Oyendo
esto, los judíos se indignaron y
dijeron: “Ahora conocemos que
tienes demonio. Murió Abrahán y
los profetas; y tú dices: Si
alguien guardar mi palabra, nunca
probará la muerte. ¿Eres tú mayor
que nuestro padre Abrahán, que
murió?” Jesús los informó de que
Abrahán exaltado por haber visto
el día del Señor, y, cuando lo
vio, se alegró. Sin comprender el
alcance de las palabras del
Maestro, los judíos replicaban:
“¿Aún no tienes cincuenta años, y
viste a Abrahán?” Jesús respondió:
“En verdad, en verdad os digo que
antes que Abrahán existiera, yo
soy”. Los judíos se indignaron con
tales palabras y cogieron piedras
para tirarle. Jesús, sin embargo,
se ocultó y salió del templo,
pasando por el medio de ellos, y
se retiró. (Juan, 8:48 a 8:59.)
22. Dios no oye a los
pecadores, pero sí a los que le
son temerosos - Aunque el
invidente de Siloé confirmó haber
sido curado por Jesús, los
fariseos lo trataron groseramente
y, buscando menospreciar a Cristo,
alegaron: “Nosotros bien sabemos
que Dios habló a Moisés, pero este
no sabemos de donde es”. El
ex-ciego les dijo entonces: “En
esto, pues, está la maravilla, que
vosotros no sepáis de donde él es,
y me abriera los ojos. Ahora,
nosotros sabemos que Dios no oye a
pecadores; pero, si alguien es
temeroso a Dios, y hace su
voluntad, a ese oye”. Y añadió:
“Desde el principio del mundo
nunca se oyó que alguien abriera
los ojos a un invidente de
nacimiento. Si este no fuera de
Dios, nada podría hacer”. Los
fariseos quedaron indignados con
esas sabias palabras y lo
expulsaron. Jesús supo del hecho
y, encontrándolo, le preguntó:
“¿Crees tú en el Hijo de Dios?” Él
respondió: “¿Quién es él, Señor,
para que en él crea?” Jesús
informó: “Tú ya lo has visto, y es
aquel que habla contigo”. El
ex-ciego le dijo que creía, sí, en
Cristo y lo adoró. Jesús
esclareció, entonces: “Yo vine a
este mundo para juicio, a fin de
que los que no ven vean, y los que
ven sean ciegos”. Los fariseos,
sorprendidos con lo que oyeron, le
preguntaron: “¿También nosotros
somos ciegos?” El Maestro les
respondió: “Si fuerais ciegos, no
habríais pecado; pero como ahora
decís: Vemos; por eso vuestro
pecado permanece”. (Juan, 9:28
a 9:41 .)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Cuál es el significado de esta
frase: “Yo soy la luz del mundo;
quién me sigue no andará en
tinieblas, pero tendrá la luz de
la vida”?
La frase de Jesús muestra que,
conforme Kardec entendía, la
enseñanza moral de Cristo es el
camino infalible de la felicidad
esperada. Quién conoce esas
enseñanzas y busca ponerlos en
práctica está en el camino que
lleva a la luz, a la felicidad, a
la alegría, y no a la oscuridad y
a las tinieblas. (Juan, 8:12 a
8:19.)
2. Los judíos que le preguntaron:
“¿Quién eres tú?”, ¿cuál fue la
respuesta de Cristo?
Jesús les dijo: “Eso aunque ya
desde el principio os dije. Mucho
tengo que decir y juzgar de
vosotros, pero aquel que me envió
es verdadero; y lo que de él he
oído, eso hablo al mundo”. Jesús
se refería al Padre, pero ellos no
lo entendieron. Entonces él les
dijo: “Cuando levantéis al Hijo
del hombre, entonces conoceréis
quién yo soy, y que nada hago por
mí mismo; pero hablo como mi Padre
me enseñó. Y aquel que me envió
está conmigo. El Padre no me ha
dejado sólo, porque yo hago
siempre lo que le agrada”. A
partir de ese punto, según Juan,
muchos creyeron en él. (Juan,
8:25 a 8:30.)
3. ¿Qué hecho ocurrió con Jesús
cuando él dice al pueblo que antes
de que Abrahán existiera él ya
existía?
Los judíos extrañaron el hecho de
Jesús referirse a Abrahán como si
lo conociera personalmente. Le
dijeron, entonces: “Aún no tienes
cincuenta años, y viste a
Abrahán?” Jesús respondió: “En
verdad, en verdad os digo que
antes que Abrahán existiera, yo
soy”. Ellos, entonces,
considerando la frase una
blasfemia, cogieron en piedras
para tirarle, pero Jesús se
ocultó, y salió del templo,
pasando por en medio de ellos.
(Juan, 8:53 a 8:59.)
4. Antes de curar a un mendigo
ciego de nacimiento, los
discípulos le preguntaron quienes
habían pecado para que aquel
hombre naciera ciego. ¿Cuál fue la
respuesta de Jesús y como él curó
a aquel hombre?
La respuesta de Jesús fue esta:
“Ni él pecó ni sus padres; pero
fue así para que se manifiesten en
él las obras de Dios. Conviene que
yo haga las obras de aquel que me
envió, mientras es día; la noche
viene, cuando nadie
puede trabajar. Mientras estoy en
el mundo, soy la luz del mundo”.
La cura fue hecha del siguiente
modo: Jesús escupió en la tierra,
y con la saliva hizo lodo;
enseguida, untó con el lodo los
ojos del invidente, y le dijo:
“Ve, lávate en el depósito de
Siloé”. El hombre fue, se levantó
y volvió viendo. (Juan, 9:1 a
9:7.)
5. Los fariseos, no creyendo que
el hombre curado fuera ciego de
nacimiento, llamaron a sus padres.
¿Qué les dijeron estos y también
su hijo acerca del prodigio hecho
por Jesús?
Los judíos preguntaron a los
padres del hombre que ahora veía:
“¿Es este vuestro hijo, que
vosotros decís haber nacido
invidente? ¿Cómo, pues, ve ahora?”
Sus padres les respondieron
diciendo: “Sabemos que este es
nuestro hijo,
y que nació invidente; pero como
ahora ve, no sabemos; o quién le
haya abierto los ojos, no sabemos.
Tiene edad, preguntádselo a él
mismo; y él habló por sí mismo”.
Era evidente, dice Juan, que los
padres dijeron tales palabras
porque temían a los judíos. Ellos
llamaron, entonces, por segunda
vez al hombre que había sido ciego
y le dijeron: “Da gloria a Dios;
nosotros sabemos que ese
hombre es pecador”. El ex-ciego
les dijo: “Si es pecador, no sé;
una cosa sé, es que, habiendo yo
sido ciego, ahora veo”. (Juan,
9:15 a 9:33.)