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Chico Xavier fue
Ruth-Céline
Japhet
Parte 1
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En 2001,
inspirado en la
idea de mi amigo
Hermínio Corrêa
de Miranda (en
el cap. 13 del
Yo Soy
Camille
Desmoulins),
inicié la
producción de la
obra Quien
fue Quién,
secuenciando
cerca de mil
quinientas
reencarnaciones
y cerca de
setecientas
entradas. Reuní
revelaciones de
obras
confiables,
entre clásicas,
mediúmnicas y de
estudiosos
serios del
Espiritismo,
además de
algunos casos de
tradición
consagrada y
bien aceptada.
Hoy, terminado
el trabajo más
pesado, debo
decir que dos
tercios del
libro fueron
completados por
mi hijo Luciano
dos Anjos Filho,
así como por
algunas otras
colaboraciones
de miembros del
Grupo de los
Ocho, como Pedro
Miguel Calicchio
(ya
desencarnado),
Viviane
Albuquerque
Calicchio y
Jorge Pereira
Braga. Ciertos
percances de
salud atrasaron
bastante el
remate, pero he
ahí que estamos
ahora en la
revisión final.
Es un depósito
de soplo, con
breves
biografías de
cada personaje,
sin faltar a la
fuente en que
nos basamos.
Pues desde
aquella época,
mucho antes de
aumentarse la
polución de esa
lengua negra
vocalizadora de
que Chico Xavier
es Allan Kardec,
allí ya estaba
insertado el
apunte Francisco
Cândido Xavier
en los
siguientes
registros
cronológicos,
algunos nombres
anotados en el
principio de la
década de los
60):
Hatshepsut,
reina faraón (séc.
XV a.C.) -
Hebrea en Egipto
(entre el séc.
XVIII a.C. y el
séc. XIV a.C.) -
Judía en Canaán
(c. séc. XIII o
posterior) -
ciudadana griega
(c. 600 a.C.,
séc. VII a.C.) –
Chams, princesa
(siglo VI a.C.)
- ciudadana
siria (periodo
a.C. hasta d.C.)
– ciudadana
cartaginense
(entre los séc.
X a.C. y séc. II
a.C.) – Flávia
Lêntulus (séc.
I ) – Lívia
(séc. III) –
Juana, la Loca
(1479-1555) –
Verdun, abadesa
(séc. XVI) –
Jeanne d’Alencourt
(séc.
XVIII) – Ruth-Céline
Japhet (1837) /
Dolores del
Sarte Hurquesa
Hernandez (sic.
XIX) – Francisco
Cándido Xavier,
el Chico Xavier
(1910-2002)
Alrededor de
1999, envié para
Chico y, en
2008, también
para Divaldo
Pereira Franco,
el librito de
cada cuál,
pidiéndoles que,
si fuera el
caso, me
indicaran alguna
reparación
aconsejable.
Ninguno de los
dos se opuso a
nada.
La reencarnação
de Chico cómo
siendo Ruth-Céline
Japhet me había
sido repasada
desde el
4.8.1967, cuando
Abelardo Idalgo
Magalhães anduvo
con el médium en
Uberaba y, codo
con codo, fue
anotando las
vidas pasadas de
Chico
personificadas
en los romances
de Emmanuel.
Arnaldo Rocha es
reconocidamente
un espírita
serio, honesto,
de inatacable
probidad
Tengo ese cuadro
conmigo hasta
hoy con la firma
de Abelardo.
Ruth-Céline no
aparece porque
no fue personaje
de ninguno de
los romances,
pero Abelardo
también habló de
ella, a mi
pedido, y
recibió la
confirmación. Yo
ya sabía desde
aquella década,
en un mero
ejercicio
especulativo.
Esa misma
confirmación
Divaldo Pereira
Franco oyó
directamente de
Chico, que había
acabado de
llegar de París,
donde hubo
visitado el
túmulo del
Codificador. Aún
más. Muchos años
antes, fue el
mismo Chico
quién hube hecho
igual revelación
para uno de sus
mayores amigos y
confidentes,
Arnaldo Rocha,
marido de Meimei,
ese Espíritu
maravilloso que
nos dictó
mensajes de
elevado tenor
evangélico.
Destaco como
importante que,
de todos los que
andan por ahí
jactandose de
haber oído
declaraciones de
Chico, o sacando
conclusiones por
cuenta propia de
que él era Allan
Kardec, ninguno
de ellos vivió
la intimidade
vivida por
Arnaldo Rocha.
Y, aún este año,
cuando una vez
más estuvo aquí
en mi
residencia,
Arnaldo volvió a
afirmarme que
Chico era Ruth-Céline
Japhet. También
hace poco menos
de un mes, en el
programa de la
Globo News en
homenaje al
centenario de
Chico, él retomó
el asunto y, en
respuesta a la
pregunta que le
fue hecha,
habló, hasta con
cierto enfado,
que no pasa de
una tontería esa
idea de que
Chico Xavier era
Allan Kardec.
Anótese que
Arnaldo Rocha es
reconhecidamente
espírita serio,
honesto, de
inatacável
probidade.
Nadie,
absolutamente
nadie, en el
momento, tiene
más
autoridad que él
para colocar un
punto final en
esa ficción que
el buen sentido
y el
conocimiento de
la doctrina
espírita
deberían de hace
mucho haber
inhumado.
Ya en agosto del
año pasado, en
una entrevista
concedida a la
web “Espiritismobh”,
Arnaldo había
divulgado que,
en un diálogo
ocurrido en
1946, Chico le
hubo revelado
que era la
reencarnación de
Ruth-Céline.
Arnaldo sólo no
incluyó esa
revelación en el
libro Chico
–
Diálogos y
Recuerdos,
de autoría de
Carlos Alberto
Braga, porque,
transcurridos
tantos años de
aquel diálogo,
quedó en duda si
se trataba de la
Céline Japhet o
de la otra
médium de
Kardec, que él
suponía llamarse
Céline Baudin.
En verdad, esa
otra se llamaba
Caroline Baudin.
Posteriormente,
Arnaldo aclaró
la duda,
conforme relató
en una
entrevista más
reciente,
divulgada en la
misma web. “Tuve
la oportunidad
de ir a Rio a
encontrar un
amigo muy
querido, Luciano
dos Anjos.
Cuestionado por
qué no coloqué
la historia de
Ruth Celine
Japhet en el
libro, respondí
que quedé con
muchas dudas con
los nombres,
pues sabía de la
existencia de
las dos Celines.
Él entonces me
respondió que la
médium auxiliar
de Kardec era
Rute Celine
Japhet, judía y
desencarnada en
1885.”
La personalidad
de Francisco
Cándido Xavier
nunca tuvo nada
que ver con la
del Codificador
Conversamos, sí,
sobre el libro.
Él me expuso las
razones y yo le
expliqué que
sólo Japhet se
llamaba Céline y
que, por lo
tanto, era a
ella que Chico
se había
referido. No
existió una
Céline Baudin.
Aún porque, yo
también ya tenía
esa información
desde hace mucho
tiempo y le
pediría que
aguardase
algunos detalles
que yo le
pasaría. Apenas
cuestión de
fechas, pues
Arnaldo ya sabia
de todo.
Últimamente ha
crecido ese
movimiento que
viene fecundando
la biografía de
Chico con el
radicalismo de
ideas
canonizantes. La
personalidad de
Francisco
Cándido Xavier
nunca tuvo nada,
nada que ver con
la del
Codificador. Y
el propio Chico
resaltó esa
diferencia, en
una
declaración
publicada en el
Diario de la
Mañana, de Goiás,
del 28.8.1998, y
que me dispuse
a propagar por
internet, en una
nota del
29.3.2010. Chico
Xavier, como
vimos aquí, en
el inicio de
esta materia, ha
sido siempre
mujer. Y,
dígase, en esta
última vida de
médium, fue una
gran
mujer, con
sentimientos que
mostraron al
mundo el valor
de saber ser
mujer en un
cuerpo
masculino. Eso
es muy difícil,
pero Chico, en
ese particular,
fue un
victorioso,
venciendo
tendencias
naturales que le
podrían haber
arrastrado al
fracaso de la
misión.
En ese enredo,
ha ocurrido
hasta anedotas
de humor
despudorado. Una
médica espírita
de São Paulo
publicó un
artículo en la
Hoja Espírita,
alegando que
Chico no se casó
de la misma
forma que
también Allan
Kardec no vivió
maritalmente con
Amélie Boudet.
Habría existido
entre la pareja
sólo un amor
platónico, de
ahí no hayan
tenido hijos
(?!). A que
delirante
paroxismo
llegamos. Vale
todo para
colocar a Kardec
como un santo
católico, en la
misma
bestialidad de
las féminas más
pulcras. Ahora,
convengamos:
para estar al
corriente de una
intimidade tan
grande entre los
dos sólo se
admitiría –
concluyen los
bromistas – que
la doctora es
Amélie Boudet
reencarnada. Y
ya no dudo de
que ella venga a
hacer público
esa fantástica
confesión de
identidad. A
esta altura,
espero por
cualquier
esquizofrenia.
Volveré aún a la
figura de
Francisco
Cándido Xavier.
Por ahora, vamos
a conocer mejor
a Ruth-Céline
Japhet, sobre
quien, de hecho,
Allan Kardec nos
dejó muy pocas
informaciones,
lo que, de
hecho, también
lo hizo en
relación a los
demás médiums
que participaron
de la
preparación de
El Libro de
los Espíritus.
Esclareció él
que así actuó
para evitar
exactamente lo
que hoy vienen
haciendo con
Francisco
Cándido Xavier,
que hasta
procesiones por
las calles de
Pedro Leopoldo
ya ganó. Tiene
más. Ya hay
gente haciéndole
romeria al
túmulo para
recoger lágrimas
que“surgen” de
los ojos del
busto de bronce.
En la
continuidad del
show
carismático,
acaba de ser
producido un
himno a Chico
Xavier, cuya
letra, dígase,
es
desoladoramente
trash. Pero,
nada estará
perdido. Tal vez
sirva para
acompañamiento
en las novenas,
que con
seguridad
surgirán.
La infancia de
Ruth-Céline
Japhet recuerda
los infortunios
de Chico Xavier,
tal la lucha que
emprendió
Es por eso que
creo sea ya la
hora tardía de
rescatar de la
vulgaridad esa
actual fiebre de
negativa
propaganda del
Espiritismo.
Ruth-Céline
Japhet en
realidad se
llamaba Ruth-Céline
Bequet. El
apellido Japhet
ella lo adoptó
para
identificarse
como sonámbula
profesional.
Reencarnó en
1837, en la
provincia de
París, cuyo
lugar exacto no
conseguí
localizar. El
año de 1841, aún
vivía por allá,
con
los padres,
cuando quedó
gravemente
enferma,
impedida de
caminar. Su
infancia
recuerda las
desdichas de
Chico Xavier,
tal la lucha que
emprendió por la
salud
debilitada. Era
médium desde
pequeña, pero
sólo alrededor
de los 12 años
comenzó a
distinguir la
realidad entre
este
mundo y el
espiritual. En
la infancia,
confundía los
dos. Encamada
por más de dos
años, fue un
magnetizador
llamado Ricard
quien constató
que ella era
médium
(sonámbula, en
la designación
de la época),
colocándola en
trance por
primera vez.
Pero no hicieron
más de
tres sesiones.
Impaciente con
la ineficácia de
los remedios que
tomaba para
recuperar los
movimientos de
las piernas, su
hermano decidió,
por cuenta
propia,
magnetizarla,
así
a caminar con el
auxílio de
muletas. En esas
condiciones así
quedó por casi
un año (once
meses), tras lo
que, finalmente,
pudo dispensar
las muletas,
claudicando
aunque.
intentando
durante seis
semanas
seguidas. El
resultado fue
fantástico. Ella
consiguió
levantarse y
volvió a caminar
con el auxílio
de muletas. En
esas condiciones
así quedó por
casi un año
(once meses),
tras el que,
finalmente, pudo
dispensar las
muletas,
claudicando sin
embargo.
En 1845, cuando
aún tenía 8
años, la
familia,
desanimada por
los resultados
obtenidos con
los pases
magnéticos,
decidió seguir
para París, a la
búsqueda del
magnetizador
Ricard, aquel
que hubiera
hecho con Ruth-Céline
las primeras
experiencias.
Entonces él la
llevó al
compañero Millet,
en cuya
residencia acabó
conociendo otro
magnetizador
famoso, el sr.
Roustan (no
confundir con el
grande misionero
Roustaing), que
estudiaba el
magnetismo de
cura desde 1840.
Él vivía en la
rue Tiquetone nº
14 y negociaba
con joyas, en la
rue des Martyrs
nº 19 (otras
referencias
indican el nº
46).
Fue a partir de
ese contacto y
delante de todos
los beneficios
deseados, que
ella asumió la
condición de
sonámbula
profesional
(médium
profesional),
bajo el control
de Roustan. Y
pasó a adoptar
el nombre de
Ruth-Céline
Japhet (srta.
Japhet).
Explíquese que,
en aquella
época, e incluso
hoy, en países
como Estados
Unidos,
Inglaterra y la
propia Francia,
sólo existían
médiums
remunerados y
era común la
adopción de
“nombres de
guerra” Aún
estaba por
surgir la
doctrina
espírita.
Transformado en
fiebre en
Europa, el
Espiritismo se
constituía sólo
en bases
fenomênicas,
importado no
hacia mucho de
América. Allan
Kardec es quien
va a dar un
nuevo rumbo a su
desarrollo
práctico,
añadiéndole lo
principal, es
decir, contenido
serio y sentido
moral.
A partir de la
primavera de
1851, las
sesiones
ocurrían dos
veces por
semana, bajo la
dirección del
sr. Japhet
De ahí que, como
no podría dejar
de ocurrir – y
veremos eso
adelante –,
Allan Kardec no
pudo exonerarse
de algunas
divergencias con
sus médiums, en
especial la
principal del
grupo, srta.
Ruth-Céline
Japhet.
Ella permaneció
atendiendo a su
público durante
casi tres años
seguidos, dando
consultas
médicas que le
eran
transmitidas por
Samuel Hahnemann,
fundador de la
homeopatía,
Anton Mesmer,
fundador del
mesmerismo, y
por su propio
abuelo. También
le
aparecían,
dictando
mensajes de
orientación,
Teresa de Ávila
y otros
benefactores
espirituales.
Sigamos la
cronologia.
Roustan la
llevó, en 1849,
para una sesión
en el palacio
del conde
d’Ourche, en
Vincennes.
Estaban
presentes: el
conde y la
condessa
d’Ourche, el
barón Louis
de Guldenstubbé
(poseo su obra
en mi
biblioteca) y su
hermana Sonia,
la pareja De
Lagia, el
filósofo
holandés barón
Tiedeman-Marthèse,
el sr. y la sra.
Roustan, y el
sr. Japhet,
padre de Ruth-Céline.
Funcionó como
médium Mme.
Abnour, que
había acabado de
volver de
América y estaba
más
familiarizada
con los
fenómenos de
magnetismo.
Ruth-Céline, con
12 años, era la
más joven de los
presentes. Al
término de los
trabajos, Mme.
Abnour aprovechó
aquel encuentro
para invitar a
Guldenstubbé,
Roustan y a
Ruth-Céline para
formar un grupo
particular que,
con la
integración más
de Abbé Chatel y
de las tres
demoiselles
Bauvais, pasaron
a reunirse en la
casa donde
entonces vivía
el sr. Japhet y
su hija, en la
rue des Martyrs
nº 46. En total
eran nueve
personas.
A partir de la
primavera de
1851, las
sesiones
sucedían dos
veces por
semana, bajo la
dirección del
sr. Japhet, que
era médium
intuitivo, y con
Roustan
prosiguiendo en
el auxílio
médico-espiritual
a la srta Japhet,
cuya salud, en
general,
continuaba
siempre bastante
precaria. Ella
misma funcionó
allí
mediúmnicamente
desde 1851 hasta
1857, o sea, de
los 14 a los 20
años.
El año de 1855,
participaban de
las reuniones:
Tierry,
Taillandier,
Tillman, Ramón
De la Sagia,
Victorien Sardou
y su hijo, la
pareja Roustan
y, naturalmente,
el sr. Japhet, a
esa altura ya
viudo, y la hija
Ruth-Céline.
Otra importante
presencia era
Adèle Maginot,
la médium
principal de
Alphonse
Cahagnet, el
mayor
magnetizador de
la época. Con
él,
prácticamente
todos los
magnetizadores
de entonces
iniciaron el
aprendizaje,
inclusive
Roustan. Pues
bien, Roustan
consideraba a
Ruth-Céline una
médium superior
a Adèle Maginot.
Esas sesiones
copiaban el
modelo
norteamericano
traído por Mme.
Abnour: Ruth-Céline
quedaba en el
centro del salón
rodeada por los
demás
participantes,
con las sillas
en forma de
herradura. Los
Espíritus se
valían de la
tiptologia y, a
veces, de la
psicofonia. Así
ocurrió y se
extendió hasta
mediados de
1864, mucho
después de ya
haber sido
lanzado El
Libro de los
Espíritus.
El día 1º de
agosto de 1855,
kardec fue
llevado a
participar de
las sesiones en
la casa del sr.
Baudin
Las
comunicaciones
recibidas eran
consideradas por
todos como
excelentes, de
alto valor
instructivo.
El 8 de mayo de
1855, Allan
Kardec asistió
por primera vez
a una sesión de
Espiritismo
(mesas
girantes), en la
residencia de la
sra.
Plainemaison, en
la rue Grange-Batêlier
nº 18. Allí
conoció al sr.
Japhet y a su
hija Ruth-Céline.
Él era guarda
libros (especie
de contable) en
casas
comerciales.
Victorien Sardou
tenía su propio
grupo de
magnetizadores y
hacia cinco años
venía
frecuentando las
sesiones en la
casa del sr.
Roustan, en la
rue Tiquetone nº
14. Él es quién
habría pasado
para Allan
Kardec los
cincuenta
cuadernos con
las anotaciones
de los
Espíritus, punto
de partida del
Libro de los
Espíritus. Según
otras fuentes,
Carlotti, viejo
amigo del
profesor Rivail
y que también
integraba el
grupo, es quien
habría donado
los cuadernos.
Frecuentaban
esas sesiones:
Victorien Sardou
y su padre, el
profesor y
lexicógrafo
Antoine Leandre
Sardou;
el futuro
académico Saint-Renné
Taillandier; el
librero y editor
Pierre-Paul
Didier; Tiedeman-Marthèse;
y otros.
Aquel exacto
año, el día 1º
de agosto de
1855, Allan
Kardec es
llevado a
participar de
las sesiones en
la casa del sr.
Baudin, cuyas
hijas Caroline y
Julie actuaban
como médiums, en
la rue
Rochechouart nº
7. La primera
reunión con la
presencia de
Kardec se
realizó en un
jueves, Baudin
era hacendado,
cultivaba caña
de azúcar, en la
isla de la
Reunión,
territorio
francés en el
océano Índico.
En los primeros
momentos, el
Codificador casi
abandona todo,
dada la
frivolidad de
las sesiones.
Pero él mismo da
nuevo rumbo a
las reuniones y
allí tiene
inicio el esbozo
del El Libro
de los Espíritus,
seguido de la
confección de
gran parte de la
obra. Baudin se
cambió después
para la rue
Lamartine nº 32.
Aún en 1855,
Allan Kardec es
llevado por su
amigo Victorien
Sardou (otras
fuentes dicen
que la
invitación
partió del sr.
Leclerc) a la
casa del sr.
Japhet, cuya
hija contaba 18
años.
En 1856, Allan
Kardec comenzó a
frecuentar
también las
sesiones en la
casa del sr.
Roustan, en la
rue Tiquetone nº
14, donde Ruth-Céline
psicografiaba
con la cesta de
pico (corbeille-toupie).
Durante cierto
tiempo,
participó de las
reuniones en las
casas del sr.
Roustan y del
sr. Japhet.
Ruth-Céline
Japhet
era siempre la
médium
principal,
habiendo Allan
Kardec asegurado
que esas
reuniones “eran
serias y se
realizaban con
orden”. Tanto
así que allí se
manifestó, por
primera vez, el
Espíritu de la
Verdad. (Continúa
en el próximo
número.)
Nota do Autor:
Clic en http://vimeo.con/9098617
para ver la
palestra “Chico,
Diálogos y
Recordações”
proferida en
9/10/2009, en
que Arnaldo Roca
habla sobre el
saudoso médium
Chico Xavier y
confirma la
información
contenida en
este artículo. |