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Año 4 204 10 de Abril de 2011

LUCIANO DOS ANJOS      
lucianofilho@uol.com.br
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Chico Xavier fue Ruth-Céline Japhet 

Parte 1

 
En 2001, inspirado en la idea de mi amigo Hermínio Corrêa de Miranda (en el cap. 13 del Yo Soy Camille Desmoulins), inicié la producción de la obra Quien fue Quién, secuenciando cerca de mil quinientas reencarnaciones y cerca de setecientas entradas. Reuní revelaciones de obras confiables, entre clásicas, mediúmnicas y de estudiosos serios del Espiritismo, además de algunos casos de tradición consagrada y bien aceptada. Hoy, terminado el trabajo más pesado, debo decir que dos tercios del libro fueron completados por mi hijo Luciano dos Anjos Filho, así como por algunas otras colaboraciones de miembros del Grupo de los Ocho, como Pedro Miguel Calicchio (ya desencarnado), Viviane Albuquerque Calicchio y Jorge Pereira Braga. Ciertos percances de salud atrasaron bastante el remate, pero he ahí que estamos ahora en la revisión final. Es un depósito de soplo, con breves biografías de cada personaje, sin faltar a la fuente en que nos basamos.

Pues desde aquella época, mucho antes de aumentarse la polución de esa lengua negra vocalizadora de que Chico Xavier es Allan Kardec, allí ya estaba insertado el apunte Francisco Cândido Xavier en los siguientes registros cronológicos, algunos nombres anotados en el principio de la década de los 60): 

Hatshepsut, reina faraón (séc. XV a.C.) - Hebrea en Egipto (entre el séc. XVIII a.C. y el séc. XIV a.C.) - Judía en Canaán (c. séc. XIII o posterior) - ciudadana griega (c. 600 a.C., séc. VII a.C.) – Chams, princesa (siglo VI a.C.) - ciudadana siria (periodo a.C. hasta d.C.) – ciudadana cartaginense (entre los séc. X a.C. y séc. II a.C.) – Flávia Lêntulus (séc. I ) – Lívia (séc. III) – Juana, la Loca (1479-1555) – Verdun, abadesa (séc. XVI) – Jeanne d’Alencourt (séc. XVIII) – Ruth-Céline Japhet (1837) / Dolores del Sarte Hurquesa Hernandez (sic. XIX) – Francisco Cándido Xavier, el Chico Xavier (1910-2002) 

Alrededor de 1999, envié para Chico y, en 2008, también para Divaldo Pereira Franco, el librito de cada cuál, pidiéndoles que, si fuera el caso, me indicaran alguna reparación aconsejable. Ninguno de los dos se opuso a nada.

La reencarnação de Chico cómo siendo Ruth-Céline Japhet me había sido repasada desde el 4.8.1967, cuando Abelardo Idalgo Magalhães anduvo con el médium en Uberaba y, codo con codo, fue anotando las vidas pasadas de Chico personificadas en los romances de Emmanuel.

Arnaldo Rocha es reconocidamente un espírita serio, honesto, de inatacable probidad

Tengo ese cuadro conmigo hasta hoy con la firma de Abelardo. Ruth-Céline no aparece porque no fue personaje de ninguno de los romances, pero Abelardo también habló de ella, a mi pedido, y recibió la confirmación. Yo ya sabía desde aquella década, en un mero ejercicio especulativo. Esa misma confirmación Divaldo Pereira Franco oyó directamente de Chico, que había acabado de llegar de París, donde hubo visitado el túmulo del Codificador. Aún más. Muchos años antes, fue el mismo Chico quién hube hecho igual revelación para uno de sus mayores amigos y confidentes, Arnaldo Rocha, marido de Meimei, ese Espíritu maravilloso que nos dictó mensajes de elevado tenor evangélico.

Destaco como importante que, de todos los que andan por ahí jactandose de haber oído declaraciones de Chico, o sacando conclusiones por cuenta propia de que él era Allan Kardec, ninguno de ellos vivió la intimidade vivida por Arnaldo Rocha. Y, aún este año, cuando una vez más estuvo aquí en mi residencia, Arnaldo volvió a afirmarme que Chico era Ruth-Céline Japhet. También hace poco menos de un mes, en el programa de la Globo News en homenaje al centenario de Chico, él retomó el asunto y, en respuesta a la pregunta que le fue hecha, habló, hasta con cierto enfado, que no pasa de una tontería esa idea de que Chico Xavier era Allan Kardec. Anótese que Arnaldo Rocha es reconhecidamente espírita serio, honesto, de inatacável probidade. Nadie, absolutamente nadie, en el momento, tiene más autoridad que él para colocar un punto final en esa ficción que el buen sentido y el conocimiento de la doctrina espírita deberían de hace mucho haber inhumado.

Ya en agosto del año pasado, en una entrevista concedida a la web “Espiritismobh”, Arnaldo había divulgado que, en un diálogo ocurrido en 1946, Chico le hubo revelado que era la reencarnación de Ruth-Céline. Arnaldo sólo no incluyó esa revelación en el libro Chico Diálogos y Recuerdos, de autoría de Carlos Alberto Braga, porque, transcurridos tantos años de aquel diálogo, quedó en duda si se trataba de la Céline Japhet o de la otra médium de Kardec, que él suponía llamarse Céline Baudin. En verdad, esa otra se llamaba Caroline Baudin. Posteriormente, Arnaldo aclaró la duda, conforme relató en una entrevista más reciente, divulgada en la misma web. “Tuve la oportunidad de ir a Rio a encontrar un amigo muy querido, Luciano dos Anjos. Cuestionado por qué no coloqué la historia de Ruth Celine Japhet en el libro, respondí que quedé con muchas dudas con los nombres, pues sabía de la existencia de las dos Celines. Él entonces me respondió que la médium auxiliar de Kardec era  Rute Celine Japhet, judía y desencarnada en 1885.”

La personalidad de Francisco Cándido Xavier nunca tuvo nada que ver con la del Codificador

Conversamos, sí, sobre el libro. Él me expuso las razones y yo le expliqué que sólo Japhet se llamaba Céline y que, por lo tanto, era a ella que Chico se había referido. No existió una Céline Baudin. Aún porque, yo también ya tenía esa información desde hace mucho tiempo y le pediría que aguardase algunos detalles que yo le pasaría. Apenas cuestión de fechas, pues Arnaldo ya sabia de todo.

Últimamente ha crecido ese movimiento que viene fecundando la biografía de Chico con el radicalismo de ideas canonizantes. La personalidad de Francisco Cándido Xavier nunca tuvo nada, nada que ver con la del Codificador. Y el propio Chico resaltó esa diferencia, en una declaración publicada en el Diario de la Mañana, de Goiás, del 28.8.1998, y que me  dispuse a propagar por internet, en una nota del 29.3.2010. Chico Xavier, como vimos aquí, en el inicio de esta materia, ha sido siempre mujer. Y, dígase, en esta última vida de médium, fue una gran mujer, con sentimientos que mostraron al mundo el valor de saber ser mujer en un cuerpo masculino. Eso es muy difícil, pero Chico, en ese particular, fue un victorioso, venciendo tendencias naturales que le podrían haber arrastrado al fracaso de la misión.

En ese enredo, ha ocurrido hasta anedotas de humor despudorado. Una médica espírita de São Paulo publicó un artículo en la Hoja Espírita, alegando que Chico no se casó de la misma forma que también Allan Kardec no vivió maritalmente con Amélie Boudet. Habría existido entre la pareja sólo un amor platónico, de ahí no hayan tenido hijos (?!). A que delirante paroxismo llegamos. Vale todo para colocar a Kardec como un santo católico, en la misma bestialidad de las féminas más pulcras. Ahora, convengamos: para estar al corriente de una intimidade tan grande entre los dos sólo se admitiría – concluyen los bromistas – que la doctora es Amélie Boudet reencarnada. Y ya no dudo de que ella venga a hacer público esa fantástica confesión de identidad. A esta altura, espero  por cualquier esquizofrenia.

Volveré aún a la figura de Francisco Cándido Xavier. Por ahora, vamos a conocer mejor a Ruth-Céline Japhet, sobre quien, de hecho, Allan Kardec nos dejó muy pocas informaciones, lo que, de hecho, también lo hizo en relación a los demás médiums que participaron de la preparación de El Libro de los Espíritus. Esclareció él que así actuó para evitar exactamente lo que hoy vienen haciendo con Francisco Cándido Xavier, que hasta procesiones por las calles de Pedro Leopoldo ya ganó. Tiene más. Ya hay gente haciéndole romeria al túmulo para recoger lágrimas que“surgen” de los ojos del busto de bronce. En la continuidad  del show carismático, acaba de ser producido un himno a Chico Xavier, cuya letra, dígase, es desoladoramente trash. Pero, nada estará perdido. Tal vez sirva para acompañamiento en las novenas, que con seguridad surgirán.

La infancia de Ruth-Céline Japhet recuerda los infortunios de Chico Xavier, tal la lucha que emprendió

Es por eso que creo sea ya la hora tardía de rescatar de la vulgaridad esa actual fiebre de negativa propaganda del Espiritismo.

Ruth-Céline Japhet en realidad se llamaba Ruth-Céline Bequet. El apellido Japhet ella lo adoptó para identificarse como sonámbula profesional. Reencarnó en 1837, en la provincia de París, cuyo lugar exacto no conseguí localizar. El año de 1841, aún vivía por allá, con los padres, cuando quedó gravemente enferma, impedida de caminar. Su infancia recuerda las desdichas de Chico Xavier, tal la lucha que emprendió por la salud debilitada. Era médium desde pequeña, pero sólo alrededor de los 12 años comenzó a distinguir la realidad entre este mundo y el espiritual. En la infancia, confundía los dos. Encamada por más de dos años, fue un magnetizador llamado Ricard quien constató que ella era médium (sonámbula, en la designación de la época), colocándola en trance por primera vez. Pero no hicieron más de  tres sesiones. Impaciente con la ineficácia de los remedios que tomaba para recuperar los movimientos de las piernas, su hermano decidió, por cuenta propia, magnetizarla, así a caminar con el auxílio de muletas. En esas condiciones así quedó  por casi un año (once meses), tras lo que, finalmente, pudo dispensar las muletas, claudicando aunque. intentando durante seis semanas seguidas. El resultado fue fantástico. Ella consiguió levantarse y volvió a caminar con el auxílio de muletas. En esas condiciones así quedó  por casi un año (once meses), tras el que, finalmente, pudo dispensar las muletas, claudicando sin embargo.

En 1845, cuando aún tenía 8 años, la familia, desanimada por los resultados obtenidos con los pases magnéticos, decidió seguir para París, a la búsqueda del magnetizador Ricard, aquel que hubiera hecho con Ruth-Céline las primeras experiencias. Entonces él la llevó al compañero Millet, en cuya residencia acabó conociendo otro magnetizador famoso, el sr. Roustan (no confundir con el grande misionero Roustaing), que estudiaba el magnetismo de cura desde 1840. Él vivía en la rue Tiquetone nº 14 y negociaba con joyas, en la rue des Martyrs nº 19  (otras referencias indican el nº 46).

Fue a partir de ese contacto y delante de todos los beneficios deseados, que ella asumió la condición de sonámbula profesional (médium profesional), bajo el control de Roustan. Y pasó a adoptar el nombre de Ruth-Céline Japhet (srta. Japhet).

Explíquese que, en aquella época, e incluso hoy, en países como Estados Unidos, Inglaterra y la propia Francia, sólo existían médiums remunerados y era común la adopción de “nombres de guerra”  Aún estaba por surgir la doctrina espírita. Transformado en fiebre en Europa, el Espiritismo se constituía sólo en bases fenomênicas, importado no hacia mucho de América. Allan Kardec es quien va a dar un nuevo rumbo a su desarrollo práctico, añadiéndole lo principal, es decir, contenido serio y sentido moral.

A partir de la primavera de 1851, las sesiones ocurrían dos veces por semana, bajo la dirección del sr. Japhet

De ahí que, como no podría dejar de ocurrir – y veremos eso adelante –, Allan Kardec no pudo exonerarse de algunas divergencias con sus médiums, en especial la principal del grupo, srta. Ruth-Céline Japhet.

Ella permaneció atendiendo a su público durante casi tres años seguidos, dando consultas médicas que le eran transmitidas por Samuel Hahnemann, fundador de la homeopatía, Anton Mesmer, fundador del mesmerismo, y por su propio abuelo. También le aparecían, dictando mensajes de orientación, Teresa de Ávila y otros benefactores espirituales. Sigamos la cronologia. Roustan la llevó, en 1849, para una sesión en el palacio del conde d’Ourche, en Vincennes. Estaban presentes: el conde y la condessa d’Ourche, el barón Louis de Guldenstubbé (poseo su obra en mi biblioteca) y su hermana Sonia, la pareja De Lagia, el filósofo holandés barón Tiedeman-Marthèse, el sr. y la sra. Roustan, y el sr. Japhet, padre de Ruth-Céline. Funcionó como médium Mme. Abnour, que había acabado de volver de América y estaba más familiarizada con los fenómenos de magnetismo. Ruth-Céline, con 12 años, era la más joven de los presentes. Al término de los trabajos, Mme. Abnour aprovechó aquel encuentro para invitar a Guldenstubbé, Roustan y a Ruth-Céline para formar un grupo particular que, con la integración más de Abbé Chatel y de las tres demoiselles Bauvais, pasaron a reunirse en la casa donde entonces vivía el sr. Japhet y su hija, en la rue des Martyrs nº 46. En total eran nueve personas.

A partir de la primavera de 1851, las sesiones sucedían dos veces por semana, bajo la dirección del sr. Japhet, que era médium intuitivo, y con Roustan prosiguiendo en el auxílio médico-espiritual a la srta Japhet, cuya salud, en general, continuaba siempre bastante precaria. Ella misma funcionó allí mediúmnicamente desde 1851 hasta 1857, o sea, de los 14 a los 20 años.

El año de 1855, participaban de las reuniones: Tierry, Taillandier, Tillman, Ramón  De la Sagia, Victorien Sardou y su hijo, la pareja Roustan y, naturalmente, el sr. Japhet, a esa altura ya viudo, y la hija Ruth-Céline. Otra importante presencia era Adèle Maginot, la médium principal de Alphonse Cahagnet, el mayor magnetizador de la época. Con él, prácticamente todos los magnetizadores de entonces iniciaron el aprendizaje, inclusive Roustan. Pues bien, Roustan consideraba a Ruth-Céline una médium superior a Adèle Maginot.

Esas sesiones copiaban el modelo norteamericano traído por Mme. Abnour: Ruth-Céline quedaba en el centro del salón rodeada por los demás participantes, con las sillas en forma de herradura. Los Espíritus se valían de la tiptologia y, a veces, de la psicofonia. Así ocurrió y se extendió hasta mediados de 1864, mucho después de ya haber sido lanzado El Libro de los Espíritus.

El día 1º de agosto de 1855, kardec fue llevado a participar de las sesiones en la casa del sr. Baudin

Las comunicaciones recibidas eran consideradas por todos como excelentes, de alto valor instructivo.

El 8 de mayo de 1855, Allan Kardec asistió por primera vez a una sesión de Espiritismo (mesas girantes), en la residencia de la sra. Plainemaison, en la rue Grange-Batêlier nº 18. Allí conoció al sr. Japhet y a su hija Ruth-Céline. Él era guarda libros (especie de contable) en casas comerciales.

Victorien Sardou tenía su propio grupo de magnetizadores y hacia cinco años venía frecuentando las sesiones en la casa del sr. Roustan, en la rue Tiquetone nº 14. Él es quién habría pasado para Allan Kardec los cincuenta cuadernos con las anotaciones de los Espíritus, punto de partida del Libro de los Espíritus. Según otras fuentes, Carlotti, viejo amigo del profesor Rivail y que también integraba el grupo, es quien habría donado los cuadernos. Frecuentaban esas sesiones: Victorien Sardou y su padre, el profesor y lexicógrafo Antoine Leandre Sardou; el futuro académico Saint-Renné Taillandier; el librero y editor Pierre-Paul Didier; Tiedeman-Marthèse; y otros.

Aquel exacto año, el día 1º de agosto de 1855, Allan Kardec es llevado a participar de las sesiones en la casa del sr. Baudin, cuyas hijas Caroline y Julie actuaban como médiums, en la rue Rochechouart nº 7. La primera reunión con la presencia de Kardec se realizó en un jueves, Baudin era hacendado, cultivaba caña de azúcar, en la isla de la Reunión, territorio francés en el océano Índico. En los primeros momentos, el Codificador casi abandona todo, dada la frivolidad de las sesiones. Pero él mismo da nuevo rumbo a las reuniones y allí tiene inicio el esbozo del El Libro de los Espíritus, seguido de la confección de gran parte de la obra. Baudin se cambió después para la rue Lamartine nº 32. Aún en 1855, Allan Kardec es llevado por su amigo Victorien Sardou (otras fuentes dicen que la invitación partió del sr. Leclerc) a la casa del sr. Japhet, cuya hija contaba 18 años.

En 1856, Allan Kardec comenzó a frecuentar también las sesiones en la casa del sr. Roustan, en la rue Tiquetone nº 14, donde Ruth-Céline psicografiaba con la cesta de pico (corbeille-toupie). Durante cierto tiempo, participó de las reuniones en las casas del sr. Roustan y del sr. Japhet. Ruth-Céline Japhet era siempre la médium principal, habiendo Allan Kardec asegurado que esas reuniones “eran serias y se realizaban con orden”. Tanto así que allí se manifestó, por primera vez, el Espíritu de la Verdad. (Continúa en el próximo número.)

 

Nota do Autor

Clic en http://vimeo.con/9098617  para ver la palestra “Chico, Diálogos y Recordações” proferida en 9/10/2009, en que Arnaldo Roca habla sobre el saudoso médium Chico Xavier y confirma la información contenida en este artículo.




 


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