Lo que es capaz
de hacer
aquel
que no perdona
Es conocida una
frase de Allan
Kardec, que está
en el libro
Obras Póstumas,
en que el
Codificador dice
que el hombre
frecuentemente
es el obsesor de
sí mismo.
Ciertos estados
enfermos – dijo
él – y ciertas
aberraciones que
se atribuyen a
una causa oculta
se deben, por
veces,
simplemente al
Espíritu del
propio
individuo. Las
contrariedades
que más
comúnmente cada
uno se concentra
en sí mismo,
sobre todo los
disgustos
amorosos, pueden
llevar el
individuo a
cometer muchos
actos
excéntricos que
erraríamos en
llevar a cuenta
de la obsesión.
Parece que está
ahí, finalmente,
la explicación
de los
lamentables
episodios que
ocurrieron en el
día 7 de Abril
en la Escuela
Municipal Tasso
da Silveira, en
Realengo, en Rio
de Janeiro,
protagonizados
por el joven
Wellington
Menezes de
Oliveira.
Textos escritos
por el muchacho
y divulgados
semanas después
comprobaron que
él actuó movido
por el
sentimiento de
venganza de algo
que se dio en
aquel mismo
ambiente, cuando
tenía
aproximadamente
la edad de las
12 víctimas de
su desvariado
gesto.
La ocurrencia
nos trae, además
del sufrimiento
que acometió
varias familias,
diversas
lecciones. La
primera de ellas
nos acuerda las
incontables
advertencias
hechas por Jesús
a propósito de
la importancia
del perdón.
Quien no perdona
acarrea para sí
mismo
consecuencias
ruinosas, no
sólo para el
físico, visto
que el
resentimiento y
el odio se
encuentran en la
raíz de
innumerables
enfermedades,
pero también
para el alma,
que puede
perturbarse con
los propios
pensamientos y
actuar de manera
irresponsable,
como explicó
Allan Kardec en
el texto que
arriba nos
recordamos.
Enseña la
doctrina
espirita que la
venganza es,
aún, la causa de
la mayoría de
los casos de
obsesión,
especialmente de
los más
dolorosos que
pueden acometer
la criatura
humana.
En una de las
mejores obras de
autoría de Jésus
Gonçalves
(Espíritu), la
novela
Perdona,
psicografiada
por la médium
Célia Xavier
Camargo, es
posible
averiguar que la
condición
post-mortem
del criminoso
que sinceramente
se arrepiente es
mucho mejor que
la situación de
la víctima que
no consigue
perdonar. Si tal
hecho se da
cuando están
desencarnados,
es fácil
entender que eso
puede también
ocurrir cuando
están
encarnados.
Tal
era, sin duda,
el caso del
joven
Wellington, y
eso es
perceptible a la
vista de lo que
dejó publicado,
lo que – si
asimilamos bien
la lección –
debe reforzar en
la sociedad en
que vivimos el
sentimiento de
que el perdón es
la única actitud
que debemos
tomar delante de
las ofensas y de
las agresiones
recibidas, por
cuanto sabemos
que, ante la Ley
de Dios, es
mejor sufrir la
agresión a que
seamos nosotros
el agresor.
Las palabras de
Jesús, que
tantas veces, ya
oímos, deben,
pues, resonar
para siempre en
nuestras mentes
y en nuestros
corazones:
·
Antes de
depositar tu
ofrenda, vuelves
y reconcíliate
con tu
adversario en
cuanto estás a
camino…
·
Perdona no siete
veces, pero
setenta veces
siete…
·
Si alguien te
obligar a andar
mil pasos, anda
dos mil…
·
Si una persona
te golpear en la
faz derecha,
ofrécele la
izquierda…
·
Ama a tus
enemigos, ora
por aquellos que
te persiguen y
calumnian…
·
Padre,
perdónenos
nuestras deudas
así como
perdonamos a
nuestros
deudores…
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