Actos de los Apóstoles
Quinto
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte
13)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstoles. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. En presencia del rey
Agripa, ¿qué palabras dijo
Pablo en su defensa?
2. ¿Qué reacción tuvo el rey
Agripa al oír las palabras
dichas por Pablo?
3. ¿Cómo se llamaba el
centurión incumbido de
llevar a Pablo a Roma?
4. Cuando todos pensaban que
iba a morir cogidos por la
tempestad, ¿qué les dijo
Pablo?
5. ¿Cuantas personas había
en el navío? ¿Cuántas
murieron?
Texto para la lectura
45. El rey Agripa
resuelve conocer y oír Paulo
- El rey Agripa, después de
escuchar el interesante
relato, dijo a Festo que él
también le gustaría oír a
Pablo. Festo respondió:
“Mañana podrás oírlo”. Al
día siguiente, estando
Agripa y Berenice en la sala
de audiencia,
acompañados de altos
oficiales y de las personas
más importantes de la
ciudad, Paulo fue llamado y
presentado por Festo, que
dije al visitante y a la
demás personas las
siguientes palabras: “¡Rey
Agripa y vosotros todos,
ciudadanos aquí presentes!
Tenéis delante de los ojos
ese
hombre, a causa del cual
todos los judíos apelaron a
mí, en Jerusalén y en esta
ciudad, gritando que él no
más podría ser dejado con
vida. Pero yo estoy
convencido de que él no
cometió cosa alguna que
merezca la muerte.
Y, teniendo él apelado para
César, decidí
enviarlo. Mas não tenho nada
de concreto para escrever ao
Soberano.
Por eso es que yo lo
presenté a vosotros, y
especialmente a ti, rey
Agripa, para, tras esa
sesión, tener alguna cosa
que pueda escribir, porque
me parece absurdo enviar un
prisionero sin indicar
claramente cuáles son las
acusaciones presentadas
contra él”. (Actos, 25:22
a 25:27.)
46. Pablo sigue para Roma
y Lucas va junto -
Decidido el embarque de
Pablo para Roma, entregaron
al Apóstol de los gentiles y
algunos más prisioneros a un
oficial, llamado Julio, del
regimiento imperial. Lucas
siguió junto -- por lo menos
es lo que se deduce del modo
como
él narra el hecho. He ahí su
relato: “Embarcamos en un
navío de Adramício, que iba
a partir para los puertos de
la provincia de Asia, y
partimos. Nos acompañaba
Aristarco, un macedonio de
Tesalónica. El segundo día
hicimos escala en Sidon.
Julio se mostró muy humano
para
con Pablo, permitiendo que
se quedara con los amigos y
bajo sus cuidados. Después,
partiendo de allá, navegamos
al norte de Chipre, porque
los vientos soplaban en
sentido contrario al
nuestro. A continuación,
atravesando el mar de
Cilícia y de Panfília,
llegamos a Asesta, ciudad de
Lícia. Allí el oficial
encontró un navío de
Alejandría, que estaba
partiendo para Italia, y nos
hizo embarcar en él”.
(Actos, 27:1 a 27:6.)
47. El viaje se hace muy
lento y extremadamente
peligroso - Lucas dice
que el viaje fue lento y muy
difícil, porque el viento
obligó al navío a dirigirse
para el sur de la isla de
Creta y fue a coste que
llegaron a un lugar
denominado Buenos Puertos,
cerca de la ciudad de Lasaia.
Transcurrido bastante
tiempo, porque ya había
pasado hasta el día del
ayuno, y habiéndose la
navegación hecho peligrosa,
Pablo llamó la atención de
los responsables por el
navío, diciendo: “Señores,
veo que la navegación está
comenzando a ser de gran
riesgo y de mucho daño no
sólo para el navío, sino
también para nuestras
vidas”. El oficial, sin
embargo, confiaba más en el
piloto y en el dueño del
navío que en Pablo. Además
de eso, el puerto no servía
para que el navío pasara
allí el invierno, motivo de
por qué la mayoría prefirió
seguir viaje, en la
esperanza de llegar a Fénix
y pasar el invierno en esa
localidad. El navío
reinició, así, el viaje,
costeando de muy cerca la
isla de Creta. Poco
después, sin embargo, se
desencadenó del lado de la
isla el huracán llamado
Nordeste y la embarcación
fue arrastrada por el
vendaval. La tripulación
hizo de todo para amenizar
el peligro, pero la
tempestad fue
terrible y obligó a que, ya
al día siguiente, la carga
fuera tirada al mar. Durante
días no se vieron ni el Sol,
ni las estrellas, y, con el
barco a la deriva, no había
más esperanza de salvación.
(Actos, 27:7 a 27:20.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. En la presencia del rey
Agripa, ¿qué palabras dijo
Pablo en su defensa?
He ahí las palabras de
Pablo: Me tengo por feliz,
oh rey Agripa, de que ante
ti me haya hoy de defender
de todas las cosas de que
soy acusado por los judíos;
normalmente sabiendo yo que
tienes conocimiento de todas
las costumbres y cuestiones
que hay entre los judíos;
por eso te ruego que me
oigas con paciencia. En
cuanto a mi vida, desde la
juventud, como transcurrió
desde el principio entre los
de mi nación, en Jerusalén,
todos los judíos la conocen,
sabiendo de mí desde el
principio (si lo quieren
testificar), que, conforme
de severa secta más de
nuestra religión, viví
fariseo.
Y ahora por la esperanza de
la promesa que por Dios fue
hecha a nuestros padres
estoy aquí y soy juzgado. A
la cual nuestras doce tribus
esperan llegar, sirviendo a
Dios continuamente, noche y
día. Por esta esperanza, oh
rey Agripa, yo soy acusado
por los judíos. ¿Pues de
qué? ¿Se juzga cosa
increíble entre vosotros que
Dios resucite a los muertos?
Bien había yo imaginado que
contra el nombre de Jesús
Nazareno debía yo practicar
muchos actos; lo que también
hice en Jerusalén. Y,
habiendo recibido
autorización de los
principales sacerdotes,
encontré muchos de los
santos en las prisiones; y
cuando los mataban yo daba
mí voto contra ellos. Y,
castigándolos muchas veces
por todas las sinagogas, los
obligué a blasfemar. Y,
demasiado enfurecido contra
ellos, hasta en las
ciudades extrañas los
perseguí. Sobre lo que,
yendo entonces a Damasco,
con poder y comisión de los
principales sacerdotes, por
el mediodía, oh rey, vi en
el camino una luz del cielo,
que excedía el esplendor del
sol, cuya claridad me
envolvió a mí y a los que
iban conmigo. Y, cayendo
nosotros todos por tierra,
oí
una voz que me hablaba, y en
lengua hebraica decía: Saulo,
Saulo, ¿por qué me
persigues? Dura cosa te es
recalcitrar contra los
aguijones. Y dije yo: ¿Quién
eres, Señor? Y él respondió:
Yo soy Jesús, a quién tú
persigues; pero levántate y
ponte sobre tus pies, porque
te aparecí por esto, para
ponerte por ministro y
testigo tanto de las cosas
que has visto como de
aquellas por las cuales te
apareceré aún; librándote de
este pueblo, y de los
gentiles,
a quién ahora te envío, para
abrirles los ojos, y de las
tinieblas los conviertas a
la luz, y del poder de
Satanás a Dios; a fin de que
reciban la remisión de
pecados, y herencia entre
los que son santificados por
la fe en mí. Por eso, oh rey
Agripa, no fui desobediente
a la visión celestial. Antes
anuncié de entrada a los que
están en Damasco y en
Jerusalén, y por toda la
tierra de Judea, y a los
gentiles, que se enmendasen
y se convirtieran a Dios,
haciendo obras dignas de
arrepentimiento. A causa de
esto los judíos echaron mano
de mí en el templo, y
buscaron matarme.
Pero, alcanzando socorro de
Dios, aún hasta el día de
hoy permanezco dando
testimonio tanto a pequeños
como a grandes, no diciendo
nada más que lo que los
profetas y Moisés dijeron
que debía ocurrir, es decir,
que Cristo debía padecer, y
siendo el primero de la
resurrección de entre los
muertos, debía anunciar la
luz a este pueblo y a los
gentiles. (Actos, 26:1 a
26:23.)
2. ¿Qué reacción tuvo el rey
Agripa al oír las palabras
dichas por Pablo?
El rey Agripa dijo a Pablo:
¡Por poco me quieres
persuadir a que me haga
cristiano! Pablo le
respondió: Deleite a Dios
que, o por poco o por mucho,
no solamente tú, sino
también a todos cuantos hoy
me están oyendo, si se
volvieran tales cual yo soy,
excepto estas cadenas.
Enseguida el rey se levantó
y dijo a Festo: Bien podía
soltarse a este hombre, si
no hubiera apelado para
César. (Actos, 26:24 a
26:32.)
3. ¿Cómo se llamaba el
centurión incumbido de
llevar a Pablo a Roma?
El centurión se llamaba
Julio y pertenecía a la
cohorte augusta. (Actos,
27:1 a 27:3.)
4. Cuando todos pensaban que
iban a morir cogidos por la
tempestad, ¿qué palabras les
dijo Pablo?
Pablo les dijo: Fuera, en la
verdad, razonable, oh
señores, haberme oído a mí y
no partir de Creta, y así
evitarían este incomodo y
esta pérdida. Pero ahora los
amonesto a que tengáis buen
ánimo, porque no se perderá
la vida de ninguno de
vosotros, sino solamente el
navío. Porque esta misma
noche el
ángel de Dios, de quien yo
soy, y a quien sirvo, estuvo
conmigo, diciendo: Pablo, no
temas; importa que seas
presentado a César, y he ahí
que Dios te dio todos
cuantos navegan contigo. Por
lo tanto, oh señores, tened
buen ánimo; porque creo en
Dios, que ha de ocurrir así
como a mí me fue dicho. Y,
con todo, necesario es irnos
a dar en una isla.
(Actos, 27:20 a 27:26.)
5. ¿Cuántas personas había
en el navío? ¿Cuántas
murieron?
Había en el navío doscientas
setenta y seis personas.
Todas llegaron a tierra a
salvo. (Actos, 27:37 a
27:44.)