La violencia en
el mundo en que
vivimos
La ejecución de
Osama Bin Laden,
asunto que fue
noticia en todo
el mundo,
suscitó en
muchas personas
una
interrogación
que ha sido
difícil de
contestar de
manera plena y
satisfactoria: -
¿Por qué la
violencia es
algo aún tan
sobresaliente en
nuestro mundo?
Nadie
ciertamente
ignora que ella
siempre estuvo
presente en
todas las épocas
de la Humanidad.
La Biblia de eso
nos da cuenta
revelando hasta
mismo los
conflictos en
que Moisés
tendría tomado
parte, hecho que
se repetiría con
el rey Saúl y
hasta con David,
autor de la
mayoría de los
salmos que se
eternizaron en
las páginas del
Antiguo
Testamento.
Las guerras que
hicieron
expandir el
Imperio Romano;
las Cruzadas, de
triste memoria;
la Inquisición;
el largo periodo
de la esclavitud
en innúmeros
países, algo que
solamente cesó
en la segunda
mitad del siglo
19; los
innúmeros
conflictos entre
países europeos;
las guerras
mundiales de
1914 y 1939; la
guerra de Corea;
la guerra de
Vietnam…Llega!
Esta enumeración
basta para
enseñar que el
estado de
beligerancia,
violencia y
criminalidad no
es un fenómeno
moderno y tiene,
por lo tanto,
raíces mucho más
profundas que a
primera vista
podemos
imaginar.
Hace algunos
días,
contestando a
una lectora de
esta revista que
nos consultó
exactamente
acerca de la
cuestión de la
violencia, le
fue dicho que,
según pensamos,
la violencia que
reina en la
sociedad
terrena, y no
sólo en Brasil,
contra las
personas en
general, sean
niños, jóvenes o
adultos, se
origina de la
condición
general del
retraso que
caracteriza el
mundo en que
vivimos.
La Tierra es un
planeta muy
joven y, a causa
de eso, no pasó
aún del según
nivel de la
escala evolutiva
aplicable a los
planetas, pues
nada más es que
un sencillo
mundo de pruebas
y expiaciones.
Abajo de él,
solamente los
llamados mundos
primitivos, en
que las almas
inician su
romería
evolutiva por
medio de las
reencarnaciones
sucesivas.
Para entender el
nivel evolutivo
de los Espíritus
que viven en
nuestro mundo,
veamos lo que
San Agustín
(Espíritu)
escribió en el
año de 1862:
“(…) ni todos
los Espíritus
que encarnan en
la Tierra van
para ahí en
expiación. Las
razas las cuales
llamáis salvajes
son formadas de
Espíritus que
apenas salieron
de la niñez y
que en la Tierra
se encuentran,
por así decir,
en curso de
educación, para
se desarrollaren
por el contacto
con Espíritus
más adelantados.
Vienen después
las razas
semicivilizadas,
constituidas de
esos mismos
Espíritus en vía
de progreso.
Son ellas, de
cierta manera,
razas indígenas
de la Tierra,
que ahí se
elevaron poco a
poco en largos
periodos
seculares,
algunas de las
cuales han
podido llegar al
perfeccionamiento
intelectual de
los pueblos más
esclarecidos.
Los Espíritus en
expiación, si
podamos exprimir
de esa manera,
son exóticos, en
la Tierra; ya
estuvieron en
otros mundos,
donde fueron
excluidos en
consecuencia de
su obstinación
en el mal y por
haberse
constituido, en
aquellos mundos,
causa de
perturbación
para los buenos.
Tuvieron que ser
segregados, por
algún tiempo,
para el medio de
los Espíritus
más retrasados,
con la misión de
hacer que estos
últimos
avanzasen, pues
que llevan
consigo
inteligencias
desarrolladas y
el germen de los
conocimientos
que adquirieron.
De ahí viene que
los Espíritus en
punición se
encuentran en el
seno de las
razas más
inteligentes.
Por eso mismo,
para esas razas
es que de más
amargor se
revisten los
infortunios de
la vida. Es
porque hay en
ellas más
sensibilidad,
siendo, por lo
tanto, más
probadas por las
contrariedades y
disgustos que
las razas
primitivas, cuyo
sentido moral se
encuentra más
embotado”. (El
Evangelio según
el Espiritismo,
cap. III, ítem
14.)
La situación en
este planeta, 85
años después del
mensaje arriba,
poco cambió,
como podemos
comprobar de
acuerdo con la
información
abajo, constante
del libro
Volví, de
Hermano Jacob,
obra
psicografiada en
1947 por el
médium Francisco
Cándido Xavier.
He la
información a
que nos
reportamos:
“Viviendo
encarnados en el
Planeta casi dos
billones de
individualidades
humanas,
esclareció el
bienhechor que
más de un billón
es constituido
por Espíritus
semicivilizados
o bárbaros y que
las personas
aptas a la
espiritualidad
superior no
pasan de
seiscientos
millones,
divididas por
las varias
familias
continentales.
Se torna fácil,
por lo tanto,
evaluar la
extensión del
trabajo
regenerativo más
allá de la
tumba,
considerándose
que hombre
alguno se
transforma
instantáneamente.”
(Volví, de
Hermano Jacob.)
No es difícil
comprender por
qué nuestro
planeta continúa
a ser, y lo será
por largo
tiempo, un mundo
de pruebas y
expiaciones,
constituyendo la
violencia y la
criminalidad no
más que reflejos
de esa condición
y de la práctica
evolutiva en que
nosotros, los
terráqueos, aún
nos encontramos.
Nota:
Sobre los temas
violencia,
crimen y
delincuencia,
lea los
editoriales
publicados en
esta revista,
que el
interesado puede
ver pulsando en
los links
abajo:
- http://www.oconsolador.com.br/ano2/73/editorial.htm/
- http://www.oconsolador.com.br/ano2/83/editorial.htm/
- http:/www.oconsolador.com.br/ano2/88/editorial.htm/
- http:/www.oconsolador.com.br/ano4/188/editorial.htm/
|