El juego del
contento y el
movimiento
espirita
Por iniciativa
de Monteiro
Lobato, que la
tradujo, llegó
hasta nosotros,
muchas décadas
atrás, la
conmovente
historia de
Pollyanna, la
joven que
buscaba
mantenerse
siempre contenta
desde el momento
en que su
humilde padre,
devoto
predicador del
Evangelio, le
dijo que había
encontrado en la
Biblia 800
versículos que
nos recomiendan
alegría,
contentamiento,
buen ánimo,
textos eses
presentes no
solamente en el
Nuevo pero,
también en el
Antiguo
Testamento.
Después de la
descubierta, él
dijo a su hija
que si Dios tuvo
– por intermedio
de emisarios
diversos – el
trabajo de nos
recomendar la
alegría por
ochocientas
veces, es porque
deseaba que
fuésemos siempre
alegres. E
inventó, en
consecuencia de
eso, el “juego
del contento”,
que consiste en
buscar en todo,
en todas las
cosas que nos
ocurren, un
pretexto para
que
permanezcamos
alegres y
contentos.
La historia de
Pollyanna nos
vino a la
memoria en razón
de una carta que
recibimos de un
lector de esta
revista, en la
cual él dice que
está muy triste
por los rumbos
que el
movimiento
espirita en
Brasil ha
tomado, donde
parece que a
veces damos más
importancia a la
letra que al
espíritu, como
modernos
fariseos
reencarnados.
¡“Amaos”, he
aquí la primera
enseñanza!
La frase arriba
es bien conocida
de todos
nosotros –
dirigentes y
conferenciantes,
escritores,
médium,
periodistas,
coordinadores de
grupos o meros
participantes de
las Casas
Espiritas.
“Instruíos”, he
aquí el
segundo.
La lección ora
recordada figura
en la parte
final de un
texto que merece
igualmente
acordarse:
“Me siento por
demás tomado de
compasión por
vuestras
miserias, por
vuestra flaqueza
inmensa, para
dejar de
extender mano
socorrista a los
infelices
corrompidos que,
viendo el cielo,
caen en los
abismos del
error. Creed,
Amad, meditad
sobre las cosas
que a vosotros
son reveladas;
no mezclad la
cizaña con la
buena semilla,
las utopías con
las verdades.
¡Espiritas!
Amaos, esta la
primera
enseñanza;
instruíos, esta
la segunda. En
el Cristianismo
se encuentran
todas las
verdades; son de
origen humano
los errores que
en él se
enraizaron. He
aquí que más
allá de la
tumba, que
juzgáis el nada,
voces os claman:
¡Hermanos! Nada
perece.
Jesucristo es el
vencedor del
mal, sed los
vencedores de la
impiedad.”
(El Espíritu de
Verdad, Paris,
1860, cap. VI,
ítem 5, d´El
Evangelio según
el Espiritismo)
Es obvio que ha
habido hechos en
el movimiento
espirita que
realmente nos
entristecen,
pero ninguno de
ellos puede ser
pretexto para
que ignoremos la
necesidad de que
el sentimiento
del amor, amor
verdadero, amor
sin mácula, amor
desinteresado,
sea el
ingrediente
principal de
todo lo que
realizamos en el
movimiento
espirita.
Actuando así
será posible –
con toda certeza
– que adoptemos
el ejemplo de la
joven Pollyanna
y busquemos
destacar en las
realizaciones y
actividades de
que participamos
el aspecto
positivo, el
lado noble, las
cosas buenas que
nos proporcionen
la alegría y el
contentamiento
prescritos por
800 veces en las
Escrituras,
restituyendo de
ese modo, al
movimiento
espirita la
alegría que le
ha faltado.
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