Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas
para debatir
A. ¿Posee
el Espíritu alguna
envoltura que pueda
ayudar en su
identificación personal?
B. ¿Son
todos los Espíritus
iguales, o existe entre
ellos alguna jerarquía?
C. ¿Está
el progreso espiritual
al alcance de todos los
Espíritus, o sólo de los
escogidos del Señor?
D.
¿Tienen los Espíritus,
desde su origen, la
libertad de escoger
entre el bien y el mal?
E. ¿De
dónde provienen las
influencias que se
ejercen sobre los
Espíritus?
Texto para la lectura
67. Los
Espíritus son rápidos
como el pensamiento. Y
pueden penetrar todo: el
aire, el agua, la tierra
y hasta el fuego. (L.E.,
89 y 91)
68. El
Espíritu no puede estar
en dos lugares al mismo
tiempo, pero cada uno de
ellos es un centro que
irradia hacia diferentes
lados, y es por eso que
parecen estar en varios
lugares al mismo tiempo.
Es como el sol que, sin
dividirse, irradia a
todo su alrededor.
(L.E., 92)
69. Los
Espíritus no irradian
con el mismo poder. La
potencia de irradiación
depende del grado de
pureza de cada uno.
(L.E., 92-A)
70. Los
Espíritus pueden ser
clasificados en tres
órdenes principales. En
el primer orden, podemos
ubicar a aquellos que
han llegado a la
perfección: los
Espíritus puros, que ya
no sufren ninguna
influencia de la materia
y revelan superioridad
intelectual y moral
absoluta, en relación a
los demás Espíritus.
Habiendo recorrido todos
los grados de la escala,
no están ya sujetos a la
reencarnación en cuerpos
perecederos. En el
segundo orden, los que
alcanzaron la mitad de
la escala: los Espíritus
buenos, en los cuales el
deseo del bien es su
preocupación. En el
tercer orden, los que
están todavía en el
principio de la escala:
los Espíritus
imperfectos, que se
caracterizan por la
ignorancia, el deseo del
mal y todas las malas
pasiones que les
retardan en su
desarrollo. (L.E., 97,
112 y 113)
71. En el
segundo orden (los
Espíritus buenos)
encontramos 4 clases:
Espíritus benévolos,
sabios, prudentes y
superiores. Unos poseen
la ciencia, otros la
sabiduría y la bondad.
Todos, sin embargo,
todavía tienen pruebas
que sufrir. (L.E., 98,
107 a 111)
72. En el
tercer orden (los
Espíritus imperfectos)
encontramos 5 clases:
Espíritus impuros,
ligeros, pseudo-sabios,
neutros y golpeadores o
perturbadores. Unos no
hacen ni el bien ni el
mal; otros, por el
contrario, se complacen
en el mal y quedan
satisfechos cuando
encuentran la
oportunidad de hacerlo.
Y hay además los ligeros
o atolondrados, más
traviesos que malvados,
que encuentran placer en
engañar y causar
pequeñas contrariedades,
de las cuales se ríen.
(L.E., 99, 101 a 106)
73.
Depende de los Espíritus
apresurar su progreso
hacia la perfección.
Ellos llegan más o menos
pronto, según su deseo y
su sumisión a la
voluntad de Dios. (L.E.,
117)
74. Todos
los Espíritus, para
llegar al bien, pasan
por las pruebas de la
ignorancia. Dotados del
libre albedrío y creados
simples e ignorantes,
son en su origen aptos
tanto para el bien como
para el mal. Los que son
malos llegaron a serlo
por su propia voluntad.
(L.E.,
120 y 121)
75. El
libre albedrío se
desarrolla a medida que
el Espíritu adquiere
conciencia de sí mismo.
Pudiendo seguir en la
dirección que deseen,
unos ceden a la
tentación y otros
resisten. Ese es el gran
símbolo de la caída del
hombre y del pecado
original.
(L.E.,
122)
76. Los
Espíritus imperfectos
buscan envolver al
Espíritu en su origen,
colocando obstáculos en
su marcha evolutiva. Eso
fue lo que se quiso
representar con la
figura de Satanás. Esa
influencia le sigue en
su vida de Espíritu,
hasta que haya adquirido
tal dominio sobre sí
mismo, que los malos
renuncien a
obsesionarlo. (L.E.,
122-a y 122-b)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Posee
el Espíritu alguna
envoltura que pueda
ayudar en su
identificación personal?
Sí. Lo
envuelve una sustancia,
vaporosa ante nuestros
ojos, pero todavía muy
grosera para él. Como es
vaporosa, el Espíritu
puede elevarse en la
atmósfera y
transportarse adonde
quiera. A esa envoltura
Kardec le dio el nombre
de periespíritu. Éste
está formado con el
fluido universal de cada
globo, razón por la cual
no es idéntico en todos
los mundos. Al pasar de
un mundo a otro, el
Espíritu cambia de
envoltura, como
cambiamos de ropa, y esa
envoltura tendrá la
forma que el Espíritu
quiera. Es así como se
aparece a los encarnados
en algunas ocasiones, ya
sea en sueños o en
estado de vigilia,
pudiendo tomar una forma
visible e incluso
palpable.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas 93, 94 y 95.)
B. ¿Son
todos los Espíritus
iguales, o existe entre
ellos alguna jerarquía?
Son de
diferentes órdenes,
conforme al grado de
perfección que hayan
alcanzado. Esos órdenes
son ilimitados en
número, porque entre
ellos no hay líneas de
demarcación trazadas
como barreras, de manera
que las divisiones
pueden ser multiplicadas
o restringidas
libremente. Sin embargo,
si se consideran los
caracteres generales de
los Espíritus, se puede
reducir a tres órdenes
principales. En el
primero, se ubican los
que alcanzaron la
perfección máxima: Los
Espíritus puros.
Integran el segundo, los
que llegaron a la mitad
de la escala: el deseo
del bien es lo que
predomina en ellos.
Pertenecen al tercer
orden los que todavía se
encuentran en la parte
inferior de la escala:
los Espíritus
imperfectos. La
ignorancia, el deseo del
mal y todas las malas
pasiones que retrasan su
progreso, es lo que les
caracteriza.
(Obra citada, preguntas
96, 97, 98, 99 y 127.)
C. ¿Está
el progreso espiritual
al alcance de todos los
Espíritus, o sólo de los
escogidos del Señor?
El
progreso está al alcance
de todos, y según el
Espiritismo, todos
llegarán a ser
perfectos. Sólo depende
de los Espíritus
progresar más o menos
rápido hacia la
perfección, y ellos la
alcanzarán más o menos
pronto según el deseo
que tengan de alcanzarla
y la sumisión a la
voluntad de Dios que
testimonien. No existe
retroceso en el proceso
evolutivo. A medida que
los Espíritus avanzan,
comprenden lo que les
aleja de la perfección.
Superando una prueba, el
Espíritu se queda con el
conocimiento que de allí
le vino y no lo olvida.
Puede, de tal manera,
permanecer estacionario,
pero no retrocede.
(Obra
citada, ítems 114, 115,
116, 117, 118 y 122.)
D.
¿Tienen los Espíritus,
desde su origen, la
libertad de escoger
entre el bien y el mal?
Sí. El
libre albedrío es una
facultad que Dios
concedió a los Espíritus
y se desarrolla a medida
que el Espíritu adquiere
conciencia de sí mismo.
(Obra
citada, preguntas 121 y
122.)
E. ¿De
dónde provienen las
influencias que se
ejercen sobre los
Espíritus?
Las
buenas influencias
provienen de los
Espíritus buenos. Las
influencias malas
proceden de la acción de
los Espíritus
imperfectos que tratan
de apoderarse de ellos,
dominarlos, y se
regocijan al hacerlos
sucumbir. Fue eso lo que
se intentó simbolizar en
la figura de Satanás.
Esas influencias los
acompañan durante su
vida de Espíritu, hasta
que hayan logrado tanto
dominio sobre sí mismos,
que los malos renuncien
a obsesionarlos.
(Obra
citada, preguntas 122,
122-a y 122-b.)
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