|
Ciencia Espírita –
reflexiones filosóficas
|
La Religión –
milagros,
profecías, prodigios y
dogmas irracionales.
En la condena de Galileo
él fue obligado a
refugiarse en su propia
casa y renunciar a los
principios científicos
que divulgaba. La
Iglesia de la época
estaba dando el recado
de que no soportaría la
perversión de los
fundamentos
aristotélicos que ella
adoptaba. El sistema del
mundo
creado por Dios
correspondía al que
Aristóteles y Ptolomeo
habían descifrado:
“Dios, como Ser supremo
y omnipotente, creó y
puso el mundo en
movimiento y, desde
entonces, todo funciona
con perfección y
armonía, con o sin su
presencia.” “Él
estableció el orden para
el Universo y nada puede
cambiarlo.” “Las
estrellas que están
fijadas e inmóviles en
las bóvedas del
firmamento son formadas
de una sustancia divina
diferente de la que
existe en el mundo
sublunar.” “La Tierra
ocupa el centro del
Universo y el Sol, que
va de un extremo al otro
del horizonte, sirve de
lámpara que
ilumina el cielo.” “Todo
lo que es perfecto y
escapa a la comprensión
humana es obra de Dios.”
“El círculo es tenido
como la figura perfecta,
sometiendo los planetas
a una órbita circular en
sus trayectorias en
vuelta del Sol.” “No hay
ninguna conexión entre
la vida del hombre y la
de los
animales, ellos forman
parte de la creación
sólo para poblar el
mundo.” “El Hombre
conocido en la época era
el hombre blanco,
originado de una pareja
creada en el paraíso, de
donde fue expulsado por
ceder a la tentación del
sexo.” “Condenado a
vivir en la Tierra,
tendrá que seguir los
mandamientos de la Ley
de Dios, que sólo la
Iglesia es competente
para revelar, pudiendo
ser salvo o condenado a
penas eternas conforme
su sumisión.”
Como doctrina que
esclarece el inicio y el
fin del Hombre, la
Religión de la época era
un sistema acabado,
listo, y que no
admitiría cambios
innecesarios. Su
contenido era completo y
suficiente para consolar
y aliviar nuestros
dolores, enseñar la
tolerancia a nuestros
sufrimientos, justificar
la incoherencia aparente
de la Justicia divina y
garantizar la salvación
para los fieles sumisos
a sus sacerdotes. Las
desigualdades también
ocurren por obra y
voluntad de Dios y no
nos compite desafiarlo
en sus designios.
Consiguiendo “explicar”
los misterios del mundo
y de la vida, las
concepciones religiosas
desempeñaban un papel
superior al de la
ciencia iniciante que
Galileo inauguraba en la
época. La religión con
ese formato suministra
seguridad, conforta en
el sufrimiento, alivia
nuestros
miedos, hace cambio con
nuestros “pecados” y
asegura la esperanza en
una vida futura, donde
conseguiremos obtener lo
que la Tierra no nos
privilegió.
La
Ciencia –
el
estatuto del
conocimiento verdadero,
racionalidad,
indeterminación,
pensamiento libre para
crear su verdad.
Galileo creó un nuevo
sistema de comprensión
del mundo, de ahí el
peligro que él
representaba para la
Iglesia. Usa el
razonamiento matemático
para comprobar las tesis
de Copérnico,
desplazando el Sol para
el centro y colocando la
Tierra en el cortejo de
los planetas a
su alrededor. En un
mundo tenido cómo
regular y perfecto él
descubre las
irregularidades de la
superficie lunar donde
vio sus cráteres. En un
sistema tenido cómo
inmutable él añadió
lunas acompañando al
planeta Júpiter, que no
fueron descritas por
Aristóteles.
A la vez, el cimiento de
la Iglesia se veía
sacudido por nuevos
descubrimientos que se
sucedieron rápidos.
Ticho Brahe testificó
por dos meses el pasaje
de una estrella nueva en
el firmamento, que la
Iglesia suponía fijo e
invariable. Johanes
Kepler comprobó
matemáticamente que las
órbitas de los planetas
son elípticas y no
círculos perfectos como
se suponía. René
Descartes construyó un
sistema filosófico que
permitiría separar el
cuerpo del alma, y André
Vessálius inauguró el
estudio de la anatomía
humana en un cuerpo que
le parecía comportarse
como una máquina, capaz
de moverse con músculos
sin la ayuda del
Espíritu.
Más tarde, Isaac Newton,
identificó la “fuerza
atrayente” que mantiene
los astros en sus
órbitas, que mueve las
aguas de los océanos, en
el sube y desciende de
las mareas, y provoca la
caída de los cuerpos.
Gradualmente las
“fuerzas inmateriales”
que producirían el
movimiento y la orden
del Universo fueron
reconocidas como
“fuerzas de la
gravedad”. Las Leyes
divinas que mantienen la
regularidad de los
fenómenos físicos fueron
sustituidas por
principios matemáticos.
Los “misterios” que
sostienen la vida fueron
comprendidos como
combustión del oxígeno,
fermentación de los
alimentos o metabolismo
celular. Los “espíritus
animales” que transitan
por el cuerpo humano
produciendo sus reflejos
y movimientos fueron
identificados
químicamente como
neurotransmisores. La
regularidad de los
acontecimientos fue
violada por el principio
de la incertidumbre. El
determinismo linear de
una causa para cada
efecto fue sacudido por
la casualidad circular
en que el patrón de
respuesta determina la
intensidad de la causa.
La
paradoja: “ciencia como
religión” –
dogmas,
rituales, jerarquía, lo
sagrado y lo profano
Históricamente la
Religión tiene base en
la tradición cultural de
sus seguidores. Su
contenido, que orienta
el comportamiento de los
fieles, está redactado
en textos sagrados que
persisten inalterados
por siglos. El lenguaje
ahí empleado es casi
siempre simbólico,
permitiendo
interpretaciones
conflictivas. De ahí la
importancia del
sacerdote y del sistema
de jerarquía que los
clasifica. Entre esos
sacerdotes son
distribuidos las
regalías materiales y el
poder divino que los
presuponen
representantes de Dios
en la Tierra.
Por otro lado, la
construcción del saber
producido por la ciencia
es una conquista del
esfuerzo individual o de
un grupo de
investigadores. Sus
textos, aunque
redactados en lenguaje
técnico, buscan ser lo
más claro posible para
comprensión de los
interesados. La verdad
es buscada
exhaustivamente por la
observación o por la
experimentación. Textos
escritos u opiniones
pronunciadas por
personalidades
jerárquicamente
destacadas tienen
importancia relativa y,
para ser aceptadas,
necesitarán someterse
las comprobaciones
realizadas por
experimentadores
independientes. El
conocimiento científico
tiene duración
relativamente corta,
acostumbran a reunirse
en un conjunto de
proposiciones teóricas
que constituyen un
paradigma y, de tiempos
en tiempos, los
científicos se envuelven
en el intento de
proponer nuevos y más
adecuados paradigmas.
La Ciencia no dejó de
ocuparse, también, con
dilemas que siempre
estuvieron bajo el
dominio de las
religiones. Ella tiene,
a su modo, una propuesta
para el origen del
Universo y de la vida en
la Tierra. Es apropiado
para la Ciencia
investigar el mecanismo
que desencadena los
fenómenos, como ellos
ocurren, más que
intentar explicar por
qué ellos ocurren. Ella
se ocupa minuciosamente
con la causa del dolor y
muy poco con el porqué
del sufrimiento humano.
La opción de la Ciencia
es esclarecer, más que
consolar.
Ya es aceptado por todos
que para hacer ciencia
es preciso adoptar el
método científico.
Clásicamente la
investigación necesita
estar encuadrada en la
liturgia del método. Se
usa la deducción o la
inducción; la
observación o la
experimentación. Los
fenómenos estudiados
suministran los
elementos que, aplicados
a razones matemáticas,
ofrecen el valor de la
verdad descubierta.
Algunas proposiciones
científicas ya están de
tal forma comprobadas y
aceptadas que deberán
tener la duración eterna
de las verdades sagradas
de las religiones - la
gravedad existe como
fuerza de atracción en
todo el universo - la
energía tiene valor
inviolable, ella se
transforma, pero, no se
crea ni se pierde – el
calor tiende a
dispersarse, así como
toda energía del
universo donde la
tendencia es el caos -
la luz es un fenómeno
electromagnético - la
materia visible en todo
universo es de la misma
naturaleza de la materia
existente en la Tierra -
las moléculas de todas
las sustancias están en
constante movimiento –
la variedad de las
especies se debe a la
evolución por la
selección natural.
La
Ciencia Espírita –
Fundamentos teóricos,
control experimental,
filosofía espiritualista
y contenido moral.
El texto de la
Doctrina Espírita
tuvo inicio con las
revelaciones
transmitidas por
Espíritus desencarnados
de naturaleza superior,
con el propósito de
esclarecer y orientar a
la humanidad.
Los objetos de estudio
de la Doctrina
Espírita
incluyen el mundo
espiritual, los seres
que lo habitan, sus
relaciones con el mundo
material y las
consecuencias de esa
relación.
Para el Espiritismo,
la grandiosidad del
Universo y las leyes
inteligentes que lo
gobiernan son pruebas
suficientes para
comprobar la existencia
de Dios.
Dios es creador de todo
lo que existe y su
creación es incesante.
En la situación
evolutiva en que se
encuentra la humanidad,
aún no tenemos
condiciones de
comprender el origen del
Universo y de la vida en
la Tierra. Lo que se
tiene cómo correcto es
que Dios siempre creó y
siempre continuará
creando.
Existen dos elementos
fundamentales en el
Universo, el espiritual
y el material. El
elemento espiritual
tiene inicio como “principio
inteligente”.
Esa “centella
espiritual” transita del
mundo espiritual al
mundo material, ocupando
cuerpos que le permiten
evolucionar en la escala
de la vida inteligente
en la Tierra. El
Universo es llenado por
un “fluido” de
naturaleza sutil, con
propiedades que aún
escapan a nuestra
comprensión. Es de él
que se origina toda la
materia conocida. Las
propiedades de las
substancias sólo existen
en función de ese
fluido, y
por su actuación esas
propiedades pueden
sufrir las más diversas
alteraciones. La acidez
o la alcalinidad es dada
por la presencia de ese
fluido y, por su
actuación, un vaso de
agua puede curar o
producir maleficios.
Existe un propósito
divino en la creación.
Estamos todos destinados
a caminar por la extensa
filas de las
existencias, en la
Tierra o en otros
mundos, buscando la
condición de Espíritus
angélicos que un día
alcanzaremos.
Dios actúa por medio de
Leyes que la
inteligencia humana irá
gradualmente
descubriendo. Estamos
todos “buceados en el
pensamiento de Dios” y
nada de lo que ocurre en
el Universo escapa a su
consentimiento. Somos
libres para actuar y
obligados a cargar con
las
consecuencias de
nuestros actos. Cada uno
es responsable por su
propio destino. Las
Leyes morales son
presentidas por la
conciencia de todos
nosotros y, a medida que
la humanidad avanza en
su evolución, el Hombre
será cada vez más
consciente de la
aplicación de esas
Leyes. El mundo
espiritual está
permanentemente en
íntimo contacto con el
mundo material. Uno y
otro procesan cambios
fluídicos entre sí y
ejercen influencia sobre
el otro. Esa
interferencia recíproca
es tan intensa que no
hay como permanecer sin
su convivencia. Una
multitud de
Espíritus desencarnados
transita con complicidad
en todos los
ambientes de la Tierra.
Ellos nos acompañan y
nosotros los atraemos
compartiendo con ellos
nuestra intimidad. Los
pensamientos, que
frecuentemente tenemos
cómo siendo nuestros,
son, muchas veces, el
pensamiento de ellos.
Dentro de las Leyes
divinas está establecido
que atraemos para
nuestra compañía a
aquellos con quien
sintonizamos nuestros
propósitos. El bien
atrae a los buenos y el
mal convive con la
ignorancia.
Por envolver el mundo
espiritual y los
Espíritus que ahí
habitan, no tenemos
control de la
comunicación espiritual,
y los métodos de la
ciencia humana, su
sistema de control y
experimentación no se
aplican a la ciencia
del Espíritu. Sin
embargo, algunos hombres
tienen en su
constitución una
disposición especial que
les permite entrar en
contacto lúcido con los
Espíritus desencarnados.
Se trata del fenómeno de
la mediumnidad,
que se registra en todos
los pueblos y en todas
las épocas de la
humanidad. La
mediumnidad es el gran
campo de experimentación
en que la doctrina
espírita se apoya para
revelación y
comprobación de sus
postulados. La
expectativa futura es
que en el transcurrir de
los siglos todos los
hombres puedan estar
conscientes de su
intercambio con el
mundo espiritual. Los
fenómenos mediúmnicos
explican una serie de
ocurrencias
frecuentemente tenidas
como sobrenaturales o
producidas por una
energía desconocida. La
transmisión del
pensamiento, la visión a
distancia, las
premoniciones, la
xenoglosia, la
psicometría, la
psicografía y la
psicofonía son ejemplos
ya bien estudiados y
esclarecidos por el
Espiritismo.
|