Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco
Kardeciano, que
focalizará las cinco
principales obras de
la Doctrina
Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente
publicadas por Allan
Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas
presentadas,
fundamentadas en la
76ª edición
publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de
Guillon Ribeiro, se
encuentran al final
del texto.
Preguntas para
debatir
A.
Una vez libres de la
materia densa,
¿pueden los
Espíritus acercarse
unos a otros y
trasladarse a
cualquier lugar?
B.
¿Por qué los
Espíritus inferiores
se complacen en
conducirnos al mal?
C.
¿Cómo comprueban los
Espíritus su propia
individualidad?
D.
Después de la muerte
del cuerpo material,
¿ve el Espíritu
inmediatamente a los
parientes y amigos
que lo precedieron
en el mundo de los
Espíritus?
E.
¿Hay entre los
Espíritus afectos
particulares y
enemistades?
Texto para la
lectura
158.
Los Espíritus
inferiores se
complacen en
conducirnos al mal
por el despecho de
no haber merecido
estar entre los
buenos. Su deseo es
impedir, tanto como
pudieren, que los
Espíritus todavía
inexpertos alcancen
el bien supremo.
Quieren hacer que
los demás vivan lo
que ellos están
viviendo. Los
Espíritus buenos
tratan de combatir
las malas tendencias
de los otros para
ayudarlos a
ascender; es una
misión. (L.E., 280
y 281)
159.
Los parientes y
amigos no siempre se
reúnen después de la
muerte. Esto
dependerá de la
elevación de cada
uno. Si uno de ellos
está más adelantado
y marcha más rápido
que el otro, no
podrán permanecer
juntos. Podrán verse
algunas veces, pero
no estarán reunidos
siempre, sólo cuando
puedan avanzar
hombro con hombro, o
cuando hayan
alcanzado igualdad
de perfección.
(L.E., 290)
160.
Hay entre los
Espíritus afectos
particulares, tal
como sucede entre
los hombres, pero el
vínculo que los une
es más fuerte en
ausencia del cuerpo,
porque ya no está
expuesto a las
vicisitudes de las
pasiones. (L.E., 291)
161.
Existen odios entre
los Espíritus, pero
sólo entre los
impuros, y son éstos
los que incitan las
enemistades y las
disensiones entre
los hombres. (L.E., 292)
162.
Únicamente los
Espíritus
imperfectos
conservan una
especie de
animosidad hasta que
se purifiquen. Si el
motivo de la
disensión fue un
interés material, ya
no pensarán más en
eso, por poco que se
hayan
desmaterializado. Si
no hay antipatía
entre ellos, y no
existiendo más el
motivo de la
disensión, pueden
volverse a ver con
agrado en el mundo
espiritual, de la
misma manera que dos
escolares, al llegar
a la edad adulta,
reconocen la
puerilidad de sus
peleas infantiles.
(L.E., 293)
163.
El recuerdo de las
malas acciones que
dos hombres
cometieron uno
contra el otro,
constituye un
obstáculo para su
simpatía, y los
lleva a
distanciarse.
(L.E., 294)
164.
Aquellos a quienes
hicimos mal en este
mundo, si son
buenos, perdonan
según nuestro
arrepentimiento. Si
son malos, pueden
guardar
resentimiento y, a
veces, perseguirnos
hasta en otra
existencia. Dios
puede permitirlo,
como un castigo.
(L.E., 295)
165.
Los afectos que los
Espíritus alimentan
por las personas no
son susceptibles de
alteración, porque
en el mundo
espiritual ya no
existe la máscara
bajo la cual se
ocultan los
hipócritas. El amor
que les une es para
ellos la fuente de
una felicidad
suprema. (L.E., 296)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
Una vez libres de la
materia densa,
¿pueden los
Espíritus acercarse
unos a otros y
trasladarse a
cualquier lugar?
Sí y
no. Se evitan o se
aproximan según la
simpatía o antipatía
que recíprocamente
inspiran unos a
otros, tal como
sucede entre los
encarnados.
Constituyen un mundo
del cual el mundo
material es un
pálido reflejo. Los
de la misma
categoría se reúnen
por una especie de
afinidad y forman
grupos o familias,
unidos por lazos de
simpatía y por los
fines que se
proponen: los buenos
por el deseo de
hacer el bien, los
malos por el de
hacer el mal, por la
vergüenza de sus
faltas y por la
necesidad de
encontrarse entre
los que se les
asemejan. Los buenos
van a todas partes y
así debe ser, para
que puedan influir
en los malos. Sin
embargo, las
regiones habitadas
por los buenos están
prohibidas para los
Espíritus
imperfectos, a fin
de que no las
perturben con sus
pasiones inferiores.
(El
Libro de los
Espíritus, preguntas
278, 279, 280 y
290.)
B.
¿Por qué los
Espíritus inferiores
se complacen en
conducirnos al mal?
Ellos
actúan así por el
despecho que les
causa no haber
merecido estar entre
los buenos. El deseo
que en ellos
predomina es el de
impedir cuanto
puedan, que los
Espíritus aún sin
experiencia alcancen
el bien supremo.
Quieren que otros
experimenten lo que
ellos mismos
experimentan.
(Obra citada,
preguntas 280 y
281.)
C.
¿Cómo comprueban los
Espíritus su propia
individualidad?
Ellos
comprueban su
individualidad por
el periespíritu, que
los vuelve
distinguibles a unos
de los otros, como
lo hace el cuerpo
entre los hombres.
(Obra
citada, preguntas
284, 285, 285-a, 282
y 283.)
D.
Después de la muerte
del cuerpo material,
¿ve el Espíritu
inmediatamente a los
parientes y amigos
que lo precedieron
en el mundo de los
Espíritus?
Inmediatamente no,
porque necesita
algún tiempo para
reconocerse a sí
mismo y retirar el
velo material.
(Obra
citada, preguntas
285, 286, 287, 288,
289 y 290.)
E.
¿Hay entre los
Espíritus afectos
particulares y
enemistades?
Sí,
del mismo modo que
ocurre entre los
hombres, siendo sin
embargo más fuerte
el lazo que une a
los Espíritus, unos
a otros, cuando
carecen del cuerpo
material, porque
este vínculo no se
encuentra expuesto a
las vicisitudes de
las pasiones. En
cuanto al odio, éste
existe sólo entre
los Espíritus
impuros y son ellos
quienes inspiran en
los hombres las
enemistades y las
disensiones.
(Obra citada,
preguntas 291 a
296.)
|