Es necesario
cautela cuando
el asunto es
transición
planetaria
Los recientes
disturbios
ocurridos en
Inglaterra y en
Chile, así como
la confusión que
la llamada
primavera de
Asia ha
producido nos
recomiendan
cautela cuando
el asunto sea la
transición del
planeta Tierra
para el llamado
Mundo de
Regeneración.
Se volvió, en
nuestro medio, a
hablarse en
fechas y para
eso hacen los
cálculos más
absurdos, hasta
mismo
atribuyendo a la
duración de una
generación el
periodo de 70
años, una
tontería que no
encuentra
respaldo en
ningún estudio
llevado en
serio.
Los más crédulos
– que
seguramente no
acompañan los
noticiarios de
la Tele ni leen
los periódicos
diarios – apelan
para Chico
Xavier o para
Divaldo Franco,
con el propósito
de conferir a
sus ideas un
respaldo que
ellas no tienen
y ni jamás
tuvieron.
En el libro
Obras Póstumas,
obra formada con
textos de Kardec,
por lo tanto
escritos de 1869
para atrás, haya
visto que el
Codificador
desencarnó en 31
de Marzo de
1869, leímos lo
que él,
fundamentado en
las
informaciones de
los Espíritus,
escribió acerca
de la generación
nueva que
inauguraría la
nueva era o
nueva fase
planetaria.
Uno de sus
caracteres
distintivos,
aseveró el
Codificador,
sería la fe
innata; no
la fe exclusiva
y ciega que
divide los
hombres, pero la
fe raciocinada
que esclarece y
fortalece, que
los une y los
confunde en un
sentimiento
común de amor a
Dios y al
prójimo.
Con la
generación que
entonces se
extinguiría
desaparecerían
los últimos
vestigios de la
incredulidad y
del fanatismo,
que son
igualmente
contrarios al
progreso moral y
social.
El Espiritismo
tendría, en ese
sentido, un
papel
importante,
porque las ideas
espiritas,
confirmadas por
los hechos,
arruinan
exactamente los
dos mayores
obstáculos que
se oponen al
verdadero
progreso, eso
es, la
incredulidad y
el fanatismo,
además de
contribuir para
que se
desarrollan
todos los
sentimientos y
todas las ideas
que corresponden
a los objetivos
de la nueva
generación.
La nueva era lo
vería, por lo
tanto, progresar
por la propia
fuerza de las
cosas, con eso
se tornaría él
la base de todas
las creencias,
el punto de
apoyo de todas
las
instituciones.
Sin embargo,
muchas serían
las luchas que
tendría que
sustentar, hasta
que, sobre las
ruinas del viejo
mundo egoísta,
fuese erigida la
bandera que debe
reunir todos los
pueblos –
Fuera de la
caridad no hay
salvación –
por cuanto ella
es el símbolo de
la nueva alianza
fraternal
proclamada por
Cristo.
En el libro de
Kardec arriba
mencionado,
podemos leer el
primer mensaje
pertinente a la
llamada
transición
planetaria,
recibido en la
ciudad de Lyón
en 30 de Enero
de 1866, hace
más de 145 años.
El mensaje fue
recibido en el
grupo Villon y
dice,
inicialmente,
que la Tierra
vibraba de
alegría porque
el día del Señor
se aproximaba.
De acuerdo con
el texto, el
reino del oro
daría lugar a un
reino más puro;
el pensamiento
sería entonces
soberano, y los
Espíritus de
élite, que
vinieron, desde
las épocas
retrocedidas,
iluminar su
siglo y servir
de referencia a
los siglos
futuros,
vendrían
encarnarse entre
nosotros.
En ese mensaje
es dicho también
que los padres
del progreso del
espíritu humano
dejaron, unos
las moradas
divinas, otros
los grandes
trabajos donde
la felicidad se
juntaba al
placer de
instruirse, para
venir a retomar
el bastón de
peregrino que no
habían sino
depositado en la
entrada del
templo de la
ciencia, y, de
los cuatro
rincones del
globo, luego los
sabios oficiales
irían oír, con
pavor, jóvenes
personas
imberbes, que
vendrían, en un
lenguaje
profundo,
contradecir sus
argumentos que
creían
irrefutables. El
viejo mundo
carcomido
estallaría,
entonces, en
todos los
sentidos; el
viejo mundo
acabaría, y con
él todos sus
viejos dogmas.
Concluyendo,
dice el mensaje:
¡“Regocijad,
pues, todos
vosotros que
aspiráis la
felicidad, y que
queréis que
vuestros
hermanos de ella
participen como
vosotros, el día
es llegado! La
Tierra salta de
alegría, porque
vais a ver el
comienzo del
reino de paz
prometido por
Cristo, el
Divino Mesías,
reino en lo cual
vino a colocar
los
fundamentos”.
Después de ese
primer mensaje,
varios otros
fueron recibidos
tratando del
tema
regeneración de
la Humanidad,
como los que
fueron
transmitidos en
el día 25 de
Abril de 1866 en
Paris,
reproducidos
igualmente en
Obras Póstumas.
He aquí un
resumen del
contenido de
esos mensajes:
Los
acontecimientos
se precipitan
con rapidez; no
decimos más,
como antaño:”Los
tiempos están
próximos”, pero
“Los tiempos son
llegados.” Por
estas palabras
no debemos
entender un
nuevo diluvio,
ni un
cataclismo, ni
un trastorno
general.
Convulsiones
parciales del
globo ocurren en
todas las
épocas, y aún se
producen, porque
se unen a su
constitución,
pero esos no son
las señales de
los tiempos. Sin
embargo, todo lo
que está
predicho en el
Evangelio debe
cumplirse y se
cumple en este
momento, así
como lo veremos
más tarde; pero
no tomemos las
señales
anunciadas sino
como figuras, de
las cuales es
necesario
aprehender el
espíritu y no la
letra. Todas las
Escrituras
encierran
grandes verdades
bajo el velo de
la alegoría, y
es porque los
comentaristas se
unieron a la
letra que se
desviaron. Les
faltó la llave
para que de ella
comprendieran el
verdadero
sentido. Esa
llave está en
las descubiertas
de la ciencia y
en las leyes del
mundo invisible,
que el
Espiritismo vino
a revelarnos.
Todo sigue el
orden natural de
las cosas, y las
leyes inmutables
de Dios no serán
nunca
invertidas. No
veremos, pues,
ni milagros, ni
prodigios, ni
nada de
sobrenatural en
el sentido
vulgar unido a
esas palabras.
No miremos para
el cielo para en
él buscar las
señales
precursoras,
porque en él
nada veremos, y
aquellos que lo
anunciaron nos
engañaron; pero
miremos
alrededor de
nosotros, entre
los hombres; ahí
será que las
encontraremos.
No debemos
creer, sin
embargo, en el
fin del mundo
material. La
Tierra progresó
desde su
transformación y
aún debe
progresar, no
ser destruida.
Pero la
Humanidad llegó
a un de sus
periodos de
transformación
en que la Tierra
va a elevarse en
la jerarquía de
los mundos.
No es, pues, el
fin del mundo
material que se
prepara, pero el
fin del mundo
moral: es el
viejo mundo, el
mundo de los
prejuicios, del
egoísmo, del
orgullo y del
fanatismo que
desmorona.
Todo se acabará
para él con la
generación que
de él se va, y
la generación
nueva elevará el
nuevo edificio
que las
generaciones
siguientes
consolidarán y
completarán.
*
Se percibe por
el tono de los
mensajes arriba
y de las que
están siendo
divulgadas
actualmente un
optimismo
exagerado que,
infelizmente,
contrasta con la
situación actual
del planeta,
aunque se tengan
pasado más de
145 años del
primer mensaje
pertinente al
asunto.
Según algunos
estudiosos
espiritas, la
transición del
mundo de
expiación y
pruebas para el
mundo de
regeneración ya
se inició, sí,
pero estamos
todavía en los
primeros pasos y
falta mucho a
recurrir para
que lleguemos al
final de la
caminata.
Basta, para
comprenderlo,
leer la lección
firmada por San
Agustín,
constante del
ítem 17 del cap.
III d´El
Evangelio según
el Espiritismo,
y compararla
con la coyuntura
que se presenta
en ese momento
en el planeta en
que vivimos, lo
cual, más que
nunca, se
asemeja a una
“casa en
reforma”, como
Emmanuel cierta
vez lo describió
en memorable
mensaje
psicografada por
Chico Xavier.
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