El hambre en el
continente
africano
En la semana
pasada se
divulgó, por
fin, una buena
noticia para los
pueblos que
enfrentan hambre
en el continente
africano: los 52
países que
componen la
Unión Africana,
muchos de ellos
en situación
económica no tan
favorable, se
unieron en
socorro a las
sufridas
Etiopía, Somalia
y Kenya, tres
naciones
devastadas por
la sequía.
Una frase dicha
por Jean Ping,
presidente de la
Comisión de la
Unión Africana,
sintetiza la
importancia del
mencionado acto
de solidaridad:
“No es tiempo
para retórica,
pero para
acciones
concretas para
minimizar y
luchar contra el
hambre en el
continente
africano”.
Los países
miembros de la
Unión Africana
van a ayudar a
amenizar la
crisis
humanitaria en
el llamado
Cuerno de África
con una ayuda de
más de 240
millones de
euros (cerca de
350 millones de
dólares
americanos). La
decisión fue
anunciada en el
inicio del mes
en Addis-Abeba,
en Etiopía.
El objetivo es
minimizar la
extensión de la
crisis y dar
asistencia a los
millones de
personas que
están en
condiciones
extremas de
supervivencia, a
causa de la
sequía y de los
conflictos
tribales en
aquella región
de África, que
experimenta su
peor crisis de
los últimos 60
años, la cual
está afectando
cerca de 1,5
millones de
personas.
Además de la
ayuda en
efectivo, fue
creado también
un hondo
adicional en
donaciones de
géneros, como
alimentos y
medicinas, cuyo
montante, diez
días atrás, ya
estaba cerca de
19 millones de
euros (cerca de
28 millones de
dólares
americanos).
Jerry Rawlings,
representante de
Somalia en la
Unión Africana,
dijo que la
decisión muestra
que los países
africanos tienen
posibilidad de
entreayudarse.
“Tenemos que
asegurar que
encaminemos
esfuerzos para
estas causas. No
podemos
simplemente
emplear el
dinero y después
esperar por otra
emergencia”,
enfatizó el
representante de
Somalia en la
conferencia.
Son actos como
este que indican
que existe
posibilidad, sí,
de enfrentar
cualesquiera
crisis. Basta
sólo que haya
buena voluntad y
que los hombres
entiendan que
somos todos
hermanos y que
no podemos ser
felices en
cuanto a nuestro
lado personas
padecen
privaciones que
podemos
amenizarlas.
Ése es uno de
los objetivos de
nuestra
presencia en el
mundo.
Hacer la parte
que nos
corresponde en
la obra de la
Creación, he un
compromiso que
asumimos en el
retorno a la
existencia
corporal y cuya
consecución
tiene influencia
directa en
nuestra propia
caminata rumbo
al progreso.
Es necesario
también que
recordemos aquí
la lección que
los Espíritus
superiores nos
transmitieron,
en respuesta a
la cuestión 930
de “El Libro de
los Espíritus”:
“En una sociedad
organizada según
la ley del
Cristo nadie
debe morir de
hambre”.
Ayudar aquellos
que pasan hambre
constituye, por
lo tanto, un
deber
impostergable, y
fue ciertamente
ese pensamiento
que inspiró los
dirigentes de
los 52 países
presentes en la
conferencia
realizada por la
Unión Africana.
|