Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco
Kardeciano, que
focalizará las cinco
principales obras de
la Doctrina
Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente
publicadas por Allan
Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas
presentadas,
fundamentadas en la
76ª edición
publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de
Guillon Ribeiro, se
encuentran al final
del texto.
Preguntas para
debatir
A.
¿Qué son los
presentimientos?
B.
Los Espíritus
¿ejercen influencia
sobre nosotros sólo
por medio de los
pensamientos que nos
sugieren, o tienen
una acción directa
en la realización de
las cosas?
C.
¿Pueden los
Espíritus hacer que
obtengamos los dones
de la fortuna?
D. La
mitología antigua
representaba a los
dioses o Espíritus
con atribuciones
especiales. De esta
manera, unos eran
encargados de los
vientos, otros del
rayo, otros
vinculados a la
vegetación. Esa
creencia ¿tiene
algún fundamento?
E.
¿Qué ocurre con los
Espíritus que
desencarnan durante
los combates?
Texto para la
lectura
289.
Entre los pueblos,
las causas de
atracción de los
Espíritus son las
costumbres, los
hábitos, el carácter
dominante, sobre
todo las leyes,
porque el carácter
de la nación se
refleja en sus
leyes. Los hombres
que hacen reinar
entre ellos la
justicia combaten la
influencia de los
Espíritus malos. (…)
Estudiando las
costumbres de los
pueblos, o de
cualquier reunión de
hombres, es fácil
por lo tanto,
hacerse una idea de
la población oculta
que se inmiscuye en
sus pensamientos y
acciones. (L.E.,
521, comentario de
Kardec)
290.
Los Espíritus
ligeros y burlones
se complacen con las
travesuras que
ocasionan, que para
nosotros constituyen
pruebas destinadas a
ejercitar nuestra
paciencia. Con todo,
no es justo ni
exacto
responsabilizarlos
por todas nuestras
frustraciones, de
las cuales somos los
principales autores
debido a nuestro
proceder. Si nuestra
vajilla se quiebra,
sucede antes en
virtud de nuestro
descuido que por
culpa de los
Espíritus. (L.E.,
530)
291.
Los Espíritus que
provocan discordias
actúan a
consecuencia de
animosidades
personales, o bien
sin un motivo
determinado. A veces
se trata de enemigos
de esta existencia o
de una anterior, y
que nos persiguen;
en otras ocasiones,
no hay ningún
motivo. (L.E.,
530-a)
292.
Los seres que nos
hicieron mal en la
Tierra, después de
desencarnar, muchas
veces reconocen su
injusticia y el mal
que hicieron, pero
también pueden
perseguirnos con su
odio, si Dios lo
permite, para
probarnos.
(L.E., 531)
293.
El medio de poner
término a eso es
orar por ellos y
devolverles bien por
mal. Si sabemos
colocarnos por
encima de sus
maquinaciones,
cesarán de hacerlas,
al ver que nada
consiguen. (L.E.,
531-a)
294.
¿Existen pactos con
los Espíritus malos?
No, no existen
pactos, sino una
naturaleza mala que
simpatiza con los
Espíritus malos. Por
ejemplo: quieres
atormentar a tu
vecino y no sabes
cómo hacerlo;
entonces atraes a
los Espíritus
inferiores que, como
tú, sólo quieren el
mal, y para ayudarte
quieren que también
los sirvas en sus
malos propósitos.
(L.E., 549)
295.
Pero no deriva de
esto que tu vecino
no pueda librarse de
ellos por medio de
un conjuro contrario
o por su propia
voluntad. Aquél que
desea cometer una
mala acción, por el
simple hecho de
quererlo, llama en
su ayuda a los
Espíritus malos y
queda obligado a
servirlos tal como
ellos lo ayudaron,
pues éstos también
necesitan de él para
el mal que desean
hacer. En eso
únicamente consiste
el pacto. (L.E.,
549)
296.
La dependencia en
que se encuentra a
veces el hombre
respecto a los
Espíritus inferiores
procede de su
abandono a los malos
pensamientos que
ellos le sugieren.
(L.E., 549,
comentario de
Kardec)
297.
Todas las fábulas
encierran una
enseñanza y un
sentido moral, y
vuestro error es
tomarlas al pie de
la letra. La
alegoría que se
refiere a
individuos que han
vendido su alma a
Satanás se puede
explicar así: Aquél
que llama en su
ayuda a los
Espíritus para
obtener de ellos los
dones de la fortuna
o cualquier otro
favor, se rebela
contra la
Providencia,
renuncia a la misión
que recibió y a las
pruebas que debe
sufrir en este
mundo, y sufrirá las
consecuencias de eso
en la vida futura.
(L.E., 550)
298.
Por amor a los
placeres materiales,
el individuo se
coloca bajo la
dependencia de los
Espíritus impuros:
entre ellos y él se
establece un pacto
tácito que lo
conduce a su
perdición, pero que
siempre le será
fácil romper con la
asistencia de los
Espíritus buenos, en
tanto lo quiera con
firmeza.
(L.E., 550)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Qué son los
presentimientos?
El
presentimiento es,
muchas veces, el
consejo íntimo y
oculto de un
Espíritu que nos
quiere bien, pero
puede derivar
también de la
intuición de la
elección que se haya
hecho. Antes de
encarnar, el
Espíritu tiene
conocimiento de las
fases principales de
su existencia, esto
es, del género de
las pruebas a las
que se somete.
Teniendo éstas un
carácter marcado, él
conserva en su fuero
íntimo una especie
de impresión de
tales pruebas, y
esta impresión, que
es la voz del
instinto, haciéndose
oír cuando le llega
el momento de
sufrirlas, se
convierte en una
especie de
presentimiento.
(El
Libro de los
Espíritus, preguntas
522 a 524.)
B.
Los Espíritus
¿ejercen influencia
sobre nosotros sólo
por medio de los
pensamientos que nos
sugieren, o tienen
una acción directa
en la realización de
las cosas?
Los
Espíritus ejercen
influencia por los
pensamientos que
sugieren y, también,
por otros medios,
pero nunca actúan
fuera de las leyes
de la Naturaleza.
(Obra
citada,
preguntas 525,
525-a, 526, 527 y
528.)
C.
¿Pueden los
Espíritus hacer que
obtengamos los dones
de la fortuna?
Sí, a
veces, como prueba.
Sin embargo, casi
siempre se rehúsan,
como se rechaza a un
niño la satisfacción
de pedido
imprudente. (Obra
citada, preguntas
525,
532, 533 y 533-a.)
D. La
mitología antigua
representaba a los
dioses o Espíritus
con atribuciones
especiales. De esta
manera, unos eran
encargados de los
vientos, otros del
rayo, otros
vinculados a la
vegetación. Esa
creencia ¿tiene
algún fundamento?
Sí, y
se puede decir que
ella está cerca de
la verdad, pues los
Espíritus presiden
los fenómenos de la
Naturaleza y los
dirigen según las
atribuciones que
reciben.
(Obra
citada, preguntas
536, 537, 537-a,
538, 539, 540 y
536-b.)
E.
¿Qué ocurre con los
Espíritus que
desencarnan durante
los combates?
Después de la
muerte, muchos
continúan
interesados en la
batalla, mientras
que otros se alejan.
En los combates
ocurre lo mismo que
en todos los casos
de muerte violenta:
en el primer
momento, el Espíritu
está sorprendido y
como aturdido. No
cree estar muerto.
Le parece que
todavía toma parte
en la acción. Sólo
poco a poco surge la
realidad.
(Obra
citada, preguntas
541, 546 y 548.)
|