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Año 5 250 – 4 de Marzo de 2012  
ANGÉLICA DOS SANTOS SIMONE     
angelssimone@gmail.com    
São Paulo, SP (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 


Angélica dos Santos Simone

2012: El año
del Dragón

 Que nosotros podamos aprovechar el año del Dragón y renovar nuestras ideas y percepciones del mundo y de las personas;
todo suelo sólo es fértil cuando el fuego limpia las
hierbas dañinas y el agua retira las gravillas

El año de 2012 será, según el horóscopo chino, el año lunar del Dragón. Su periodicidad ocurre cada doce años y para la cultura china este animal representa el agua: mares, cascadas, ríos, lagos, océanos etc., y su dominio sobre ellos. El Dragón chino es el opuesto al Dragón occidental, este es recordado por su capacidad de manipular el fuego que carga consigo y es expelido por su boca. Podemos hablar de una mitología terrestre, pues a pesar de las diversas manifestaciones en cada cultura esparcidas por el globo, existe una idea que es general y básica en todos los territorios y épocas, donde se concluye que el tronco mitológico es el mismo, pero son en las ramas que las peculiaridades locales ocurren, con cada cultura adicionando su forma en un contenido que es general. Por ejemplo, en América pre-colombiana y en algunas culturas amazónicas encontramos la serpiente alada o emplumada, la cual correspondería al Dragón y que posee la misma capacidad de transformación del ambiente por donde ella pasa.

Cambios planetários

Alcanzamos la proeza de los 7 billones de habitantes (para más), y en algunos países ya se hace presente la escasez de materia-prima y de recursos naturales (con sólo dos siglos de industrialización masiva). Los programas espaciales invierten en investigaciones sobre desarrollo de vegetales a la gravedad cero, mientras el planeta Tierra se transforma desde sus capas rocosas modelando nuevos paisajes donde en la primera fase poseen la apariencia de destrucción, pero que a lo largo de los siglos ellas adquirirán nuevos aspectos, nuevos elementos y nuevas dinámicas.

Estamos en el momento de reajustamiento de las capas más bajas de la Tierra, movidas por el magma, o sea, la primera fase, donde son producidos paisajes de destrucción. Los estudios geológicos y geográficos realizados hasta entonces y la tecnología desarrollada para la previsión de terremotos, maremotos, huracanes, tifones, tsunamis etc., permanecen y aguardan sólo la previsión, pues evitar tales eventos no es de la capacidad humana.

El elemento Fuego

El Dragón occidental, por lo tanto, representa el fuego. Este elemento que permitió el nacimiento de las sociedades humanas hace miles de años permanece casi desconocido por el ser humano en cuanto a sus propiedades y manifestaciones en diferentes ambientes. Sabemos de la capacidad del fuego en transformar paisajes y la rapidez con que lo hace; en algunos lugares, su presencia es factor necesario para mantener el equilibrio del ambiente, como en el caso del conjunto Cerrado.

El fuego, tal como lo conocemos, es materia en combustión. Para generarlo en los ambientes terrestres es necesaria la presencia de un compuesto químico orgánico (madera, papel, combustible etc.) que, en contacto con una sustancia oxidante (como la atmósfera), y sumada a la energía accionada en la materia (como el acto de frotar una piedra en un pedazo de madera), resulta la liberación de calor y de luz proveniente de los gases que se encuentran en combustión. El color de la llama equivale a la combinación de los elementos químicos presentes en este proceso. Tanto el calor como la luz son fuentes de energía generadas de un mismo elemento.

Este proceso y todo lo que el genera no ocurriría sin el movimiento, intrínseco y esencial para que la transformación ocurra.

El elemento fuego, por lo tanto, es encontrado en todos los cantos del universo, mientras la voluntad divina exija su manifestación para cumplir la función de crear, destruir y crear nuevamente. Así, sin la destrucción no hay creación, pues como apunta sucintamente la Ley de Lavoisier (séc. XVIII): “En la naturaleza (en la materia), nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”. Este postulado nos muestra que en la materia, el ser encarnado debe comprender que la naturaleza se mueve en ciclos de los cuales él también es parte importante, pues es fuerza que tiene la capacidad de transformar el paisaje desde su contenido, resultando nuevas formas en el espacio.

El único no creado es Dios.

Debemos recordar que la vida se inicia mucho antes de la formación de un planeta complejo, en los nacimientos celestes, donde duermen y despiertan estrellas que darán continuidad en la formación de galaxias y de sistemas solares, tales como nuestra Vía Láctea y nuestro Sistema Solar presidido por una estrella – el Sol. Una estrella muy joven, ella posee su llama de coloración rojiza, mientras que las estrellas en colapso y sus restos emiten la coloración azulada.

Labores del siglo XXI

Iniciamos el siglo XXI con pocas certezas y muchas dudas. Digamos que, a parte el pesimismo, nuestro planeta no inició el presente siglo con el “pie derecho”, pues las políticas internacionales aún son pautadas en la guerra y en la economía financiera. Los trabajos de los grandes pensadores del siglo XX, a pesar de su contribución impagable para el desarrollo de la raza humana, infelizmente permanecen en los archivos de las bibliotecas, consultados más por las polillas y por el polvo que por los líderes mundiales.

De esta manera, podemos pensar sobre el tan soñado cambio de paradigma por la cual científicos y religiosos claman desde las guerras mundiales, motivo entonado por la generación de los años 1980 del siglo pasado, la misma generación que hoy se encuentra en la casa de los veinte años y que usufructúa de la tecnología la cual es capaz de comprender sin el manual de instrucciones, pero que continúa cargando el fallo moral de las generaciones heredadas.

Denominamos catástrofe a cualquier evento que posea escala suficiente para impresionarnos, seres humanos: catástrofes ambientales, sociales, naturales etc… Aquellas que son provocadas por el propio planeta poseen un fin, pues nos olvidamos de decir para nuestros alumnos, el primer día de aula de la disciplina de geografía, que la Tierra es un organismo vivo, y, como tal, se mueve ininterrumpidamente. Este movimiento genera modificaciones en el paisaje y en la organización social de las poblaciones que viven en la superficie. André Luiz, en el libro – Obreros de la Vida Eterna (2003), comparte con nosotros la experiencia de la utilización del elemento fuego en el plano espiritual, que a través de los choques magnéticos provocados por un aparato especializado motivan para que ocurra la purificación de conciencia en los planos densos del planeta. Mientras André vivía una experiencia de estudio en una casa socorrista transitoria localizada en la superficie, un equipo de desintegración magnética realizó un trabajo periódico de limpieza del área donde estaba localizado el puesto:

“[...] Claridad de terrible belleza paró la niebla de alto a bajo, ofreciendo, por un instante, asombroso espectáculo. No era bien conocido el relámpago en la Superficie, por ocasión de las tempestades, por cuanto las descargas eléctricas de la Naturaleza, sobre el suelo denso, son menos precisas en lo que se refiere a la orientación técnica de orden invisible. Se observaba, allí, lo contrario: la tormenta de fuego iba a comenzar, metódica y mecánicamente”. (p.161)

Para atender a las angustias originadas de las dudas que asolaban la mente de André, su preceptor le ofreció breves informes:

El trabajo de los desintegradores etéricos, invisibles para nosotros, tal es la densidad ambiente, evita la aparición de las tempestades magnéticas que surgen, siempre, cuando los residuos inferiores de materia mental se amontona excesivamente en lo plano”. (p.162)

El resultado de tal envestida de los cielos asombró a los habitantes de la densa área, que ahora suplicaban el amparo desinteresado del servicio rápido socorro, sin embargo, no todos eran merecedores del auxilio urgente, pues el aura, señalizaba a los verdaderos arrepentidos, era oscura y densa en la mayoría de los que clamaban perdones y misericordias: “Ondas macizas de sufridores aterrizados comenzaron a alcanzar las defensas [del puesto socorrista]. Era dolorosa la contemplación de la turba asustada y expectante”. (p.163)

Interesante cuadro nos muestra a la imaginación en cuanto a la lectura de esta experiencia. Incontables textos desarrollados por ilustres escritores describen el “llanto y rugir de dientes”, en este último “juicio final”, donde la presencia y sensación del fuego los remiten al infierno de Dante Alighieri en su Divina Comedia, algo de la mitología donde la raíz está en una verdad incuestionable.

“Casi cuatro horas difíciles pasaron, exigiéndonos delicada atención en la tarea. Y, ahora, el paisaje era más sufocante, más terrible... Serpientes de fuego [salamandras] descendían de los cielos y penetraban en el suelo, que comenzó a temblar bajo nuestros pies. El calor asfixiaba. Sintiendo los elementos vacilantes que nos ladeaban, recordé una vieja descripción del maremoto de Messina1, en que, bajo el auge del pavor, delante de la Naturaleza perturbada, no sabían las víctimas como colocarse a camino del salvamento, por cuanto, en torno, la tierra, el mar y el cielo se conjugaban en un ciclópico y sincrónico arrasamiento.” (p. 166)

La descripción hecha por el autor es materializada en la forma de los incendios que ocurren en la superficie terrestre, expulsando cualquier tipo de vida por donde él pasa: “Vorágines de llamas surgían próximos y tamaña griterío se verificaba, en torno, que teníamos ante los ojos perfecta imagen de un vasto bosque incendiado, desalojándose fieras y monstruos de jaulas desconocidas.” (p. 167)

Confirmamos en las experiencias del más allá la continua utilización de este elemento en las tareas de limpieza y vigorizante de áreas inundadas por las más densas placas de bajas vibraciones. Podemos pensar o imaginar sobre como estaría nuestro planeta, si la espiritualidad invisible no cuidara de un mundo que muchos aún desacreditan que exista.

El fuego propone la Renovación

Alimentado por la centella del elemento fuego, que destruye lo viejo y abre campos para que germine lo nuevo, el Dragón se presenta en su primera aparición trayendo consigo las llamas de la Renovación.

La renovación es una propuesta colectiva e individual.

Resulta que el año 2012 es el año de la Renovación, pues cuando el fuego elimina aquello que se hizo ocioso, se tiene un campo listo para el plantío. Aún sabiendo que el uso de la práctica de quema en las plantaciones (hogueras), para la subsistencia, es trasponer, pues, como son realizadas seguidas veces, ella causa el agotamiento del suelo (finalmente, el tiempo del hombre es diferente al tiempo de la naturaleza). Tal situación se define de manera diferente en el contexto del Cerrado, como es relatado arriba, donde el fuego es factor determinante para la renovación de la vegetación y del alimento para los animales y se mueve de acuerdo con el tiempo y medida exactas a las necesidades de este ambiente.

La etimología del término renovar sigue del latín: re = otra vez y novare = hacer nuevo.

La propuesta para el año del Dragón es utilizar su fuego renovador y quemar todo aquello que se hizo ocioso en nosotros. Como sabemos que nada se pierde, aún lo que es quemado produce otras substancias, las cuales conseguimos percibir, como las cenizas, y las cuales son instrumentos de laboratorios poseen la capacidad de medición y comprobación de su existencia, como los gases producidos y emitidos por el material en combustión.

Las cenizas que restaron de las memorias de amargura, de revuelta, de tristeza, de auto-castigo y de rabia serán limpiadas por el elemento agua, también bajo orientación de un Dragón, pero esta vez el oriental. El dibujo corporal tanto del Dragón como de la serpiente alada tiene la característica sinuosa que representa las ondulaciones del agua y del fuego, ambos elementos bailan de manera infinita en ondas. Estas ondas poseen una función útil en el sistema, cual es la de preservar aquello que es necesario (representado por el valle en el cuerpo), y de transportar aquello que es innecesario para el individuo (representado por la cresta). El mismo principio ocurre en la morfología natural de los ríos que es diseñado en sinuosidades (mientras que el ser humano lo hace recto, a través de la destructiva canalización), pues la filtración del agua originaria en las planicies y en lo alto de los valles y el mantenimiento y contención de sus márgenes es la dinámica ideal e intrínseca para que el contenido hidrográfico se mantenga en equilibrio en cada sector y para que el agua despejada de los mares esté limpia.

Las salamandras, personificaciones de los elementales que cuidan del elemento fuego, también poseen la misma característica sinuosa de la serpiente alada y trabajan el fuego a partir de una danza que mueve la materia, dándole el destino adecuado.

De esta manera, tanto el fuego, como elemento no compactados, en cuanto el agua, como elemento de limpieza, están a la disposición de todos aquellos que necesitan sentirse más leves de las cargas inoportunas y que atrapan el desarrollo del Espíritu.

Que nosotros podamos aprovechar el año del Dragón y Renovar nuestras ideas y percepciones del mundo y de las personas. Todo suelo sólo es fértil cuando el fuego limpia las hierbas dañinas y cuando el agua retira las gravillas.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita