Angélica dos Santos Simone
|
2012: El año
del
Dragón |
Que
nosotros podamos
aprovechar el
año del Dragón y
renovar nuestras
ideas y
percepciones del
mundo y de las
personas;
todo
suelo sólo es
fértil cuando el
fuego limpia las
hierbas dañinas
y el agua retira
las gravillas
El año de 2012
será, según el
horóscopo chino,
el año lunar del
Dragón. Su
periodicidad
ocurre cada doce
años y para la
cultura china
este animal
representa el
agua: mares,
cascadas, ríos,
lagos, océanos
etc., y su
dominio sobre
ellos. El Dragón
chino es el
opuesto al
Dragón
occidental, este
es recordado por
su capacidad de
manipular el
fuego que carga
consigo y es
expelido por su
boca. Podemos
hablar de una
mitología
terrestre, pues
a pesar de las
diversas
manifestaciones
en cada cultura
esparcidas por
el globo, existe
una idea que es
general y básica
en todos los
territorios y
épocas, donde se
concluye que el
tronco
mitológico es el
mismo, pero son
en las ramas que
las
peculiaridades
locales ocurren,
con cada cultura
adicionando su
forma en un
contenido que es
general. Por
ejemplo, en
América
pre-colombiana y
en algunas
culturas
amazónicas
encontramos la
serpiente alada
o emplumada, la
cual
correspondería
al Dragón y que
posee la misma
capacidad de
transformación
del ambiente por
donde ella pasa.
Cambios
planetários
Alcanzamos la
proeza de los 7
billones de
habitantes (para
más), y en
algunos países
ya se hace
presente la
escasez de
materia-prima y
de recursos
naturales (con
sólo dos siglos
de
industrialización
masiva). Los
programas
espaciales
invierten en
investigaciones
sobre desarrollo
de vegetales a
la gravedad
cero, mientras
el planeta
Tierra se
transforma desde
sus capas
rocosas
modelando nuevos
paisajes donde
en la primera
fase poseen la
apariencia de
destrucción,
pero que a lo
largo de los
siglos ellas
adquirirán
nuevos aspectos,
nuevos elementos
y nuevas
dinámicas.
Estamos en el
momento de
reajustamiento
de las capas más
bajas de la
Tierra, movidas
por el magma, o
sea, la primera
fase, donde son
producidos
paisajes de
destrucción. Los
estudios
geológicos y
geográficos
realizados hasta
entonces y la
tecnología
desarrollada
para la
previsión de
terremotos,
maremotos,
huracanes,
tifones,
tsunamis etc.,
permanecen y
aguardan sólo la
previsión, pues
evitar tales
eventos no es de
la capacidad
humana.
El elemento
Fuego
El Dragón
occidental, por
lo tanto,
representa el
fuego. Este
elemento que
permitió el
nacimiento de
las sociedades
humanas hace
miles de años
permanece casi
desconocido por
el ser humano en
cuanto a sus
propiedades y
manifestaciones
en diferentes
ambientes.
Sabemos de la
capacidad del
fuego en
transformar
paisajes y la
rapidez con que
lo hace; en
algunos lugares,
su presencia es
factor necesario
para mantener el
equilibrio del
ambiente, como
en el caso del
conjunto
Cerrado.
El fuego, tal
como lo
conocemos, es
materia en
combustión. Para
generarlo en los
ambientes
terrestres es
necesaria la
presencia de un
compuesto
químico orgánico
(madera, papel,
combustible
etc.) que, en
contacto con una
sustancia
oxidante (como
la atmósfera), y
sumada a la
energía
accionada en la
materia (como el
acto de frotar
una piedra en un
pedazo de
madera), resulta
la liberación de
calor y de luz
proveniente de
los gases que se
encuentran en
combustión. El
color de la
llama equivale a
la combinación
de los elementos
químicos
presentes en
este proceso.
Tanto el calor
como la luz son
fuentes de
energía
generadas de un
mismo elemento.
Este proceso y
todo lo que el
genera no
ocurriría sin el
movimiento,
intrínseco y
esencial para
que la
transformación
ocurra.
El elemento
fuego, por lo
tanto, es
encontrado en
todos los cantos
del universo,
mientras la
voluntad divina
exija su
manifestación
para cumplir la
función de
crear, destruir
y crear
nuevamente. Así,
sin la
destrucción no
hay creación,
pues como apunta
sucintamente la
Ley de Lavoisier
(séc. XVIII):
“En la
naturaleza (en
la materia),
nada se crea,
nada se pierde,
todo se
transforma”.
Este postulado
nos muestra que
en la materia,
el ser encarnado
debe comprender
que la
naturaleza se
mueve en ciclos
de los cuales él
también es parte
importante, pues
es fuerza que
tiene la
capacidad de
transformar el
paisaje desde su
contenido,
resultando
nuevas formas en
el espacio.
El único no
creado es Dios.
Debemos recordar
que la vida se
inicia mucho
antes de la
formación de un
planeta
complejo, en los
nacimientos
celestes, donde
duermen y
despiertan
estrellas que
darán
continuidad en
la formación de
galaxias y de
sistemas
solares, tales
como nuestra Vía
Láctea y nuestro
Sistema Solar
presidido por
una estrella –
el Sol. Una
estrella muy
joven, ella
posee su llama
de coloración
rojiza, mientras
que las
estrellas en
colapso y sus
restos emiten la
coloración
azulada.
Labores del
siglo XXI
Iniciamos el
siglo XXI con
pocas certezas y
muchas dudas.
Digamos que, a
parte el
pesimismo,
nuestro planeta
no inició el
presente siglo
con el “pie
derecho”, pues
las políticas
internacionales
aún son pautadas
en la guerra y
en la economía
financiera. Los
trabajos de los
grandes
pensadores del
siglo XX,
a pesar de su
contribución
impagable para
el desarrollo de
la raza humana,
infelizmente
permanecen en
los archivos de
las bibliotecas,
consultados más
por las polillas
y por el polvo
que por los
líderes
mundiales.
De esta manera,
podemos pensar
sobre el tan
soñado cambio de
paradigma por la
cual científicos
y religiosos
claman desde las
guerras
mundiales,
motivo entonado
por la
generación de
los años 1980
del siglo
pasado, la misma
generación que
hoy se encuentra
en la casa de
los veinte años
y que usufructúa
de la tecnología
la cual es capaz
de comprender
sin el manual de
instrucciones,
pero que
continúa
cargando el
fallo moral de
las generaciones
heredadas.
Denominamos
catástrofe a
cualquier evento
que posea escala
suficiente para
impresionarnos,
seres humanos:
catástrofes
ambientales,
sociales,
naturales etc…
Aquellas que son
provocadas por
el propio
planeta poseen
un fin, pues nos
olvidamos de
decir para
nuestros
alumnos, el
primer día de
aula
de la disciplina
de geografía,
que la Tierra es
un organismo
vivo, y, como
tal, se mueve
ininterrumpidamente.
Este movimiento
genera
modificaciones
en el paisaje y
en la
organización
social de las
poblaciones que
viven en la
superficie.
André Luiz, en
el libro –
Obreros de la
Vida Eterna
(2003), comparte
con nosotros la
experiencia de
la utilización
del elemento
fuego en el
plano
espiritual, que
a través de los
choques
magnéticos
provocados por
un aparato
especializado
motivan para que
ocurra la
purificación de
conciencia en
los planos
densos del
planeta.
Mientras André
vivía una
experiencia de
estudio en una
casa socorrista
transitoria
localizada en la
superficie, un
equipo de
desintegración
magnética
realizó un
trabajo
periódico de
limpieza del
área donde
estaba
localizado el
puesto:
“[...] Claridad
de terrible
belleza paró la
niebla de alto a
bajo,
ofreciendo, por
un instante,
asombroso
espectáculo. No
era bien
conocido el
relámpago en la
Superficie, por
ocasión de las
tempestades, por
cuanto las
descargas
eléctricas de la
Naturaleza,
sobre el suelo
denso, son menos
precisas en lo
que se refiere
a la orientación
técnica de orden
invisible. Se
observaba, allí,
lo contrario: la
tormenta de
fuego iba a
comenzar,
metódica y
mecánicamente”.
(p.161)
Para atender a
las angustias
originadas de
las dudas que
asolaban la
mente de André,
su preceptor le
ofreció breves
informes:
El trabajo de
los
desintegradores
etéricos,
invisibles para
nosotros, tal es
la densidad
ambiente, evita
la aparición de
las tempestades
magnéticas que
surgen, siempre,
cuando los
residuos
inferiores de
materia mental
se amontona
excesivamente en
lo plano”.
(p.162)
El resultado de
tal envestida de
los cielos
asombró a los
habitantes de la
densa área, que
ahora suplicaban
el amparo
desinteresado
del servicio
rápido socorro,
sin embargo, no
todos eran
merecedores del
auxilio urgente,
pues el aura,
señalizaba a los
verdaderos
arrepentidos,
era oscura y
densa en la
mayoría
de los que
clamaban
perdones y
misericordias:
“Ondas macizas
de sufridores
aterrizados
comenzaron a
alcanzar las
defensas [del
puesto
socorrista].
Era dolorosa la
contemplación de
la turba
asustada y
expectante”.
(p.163)
Interesante
cuadro nos
muestra a la
imaginación en
cuanto a la
lectura de esta
experiencia.
Incontables
textos
desarrollados
por ilustres
escritores
describen el
“llanto y rugir
de dientes”, en
este último
“juicio final”,
donde la
presencia y
sensación del
fuego los
remiten al
infierno de
Dante Alighieri
en su Divina
Comedia, algo de
la mitología
donde la raíz
está en una
verdad
incuestionable.
“Casi cuatro
horas difíciles
pasaron,
exigiéndonos
delicada
atención en la
tarea. Y, ahora,
el paisaje era
más sufocante,
más terrible...
Serpientes de
fuego
[salamandras]
descendían de
los cielos y
penetraban en el
suelo, que
comenzó a
temblar bajo
nuestros pies.
El calor
asfixiaba.
Sintiendo los
elementos
vacilantes que
nos ladeaban,
recordé una
vieja
descripción del
maremoto de
Messina1,
en que, bajo el
auge del pavor,
delante de la
Naturaleza
perturbada, no
sabían las
víctimas como
colocarse a
camino del
salvamento, por
cuanto, en
torno, la
tierra, el mar y
el cielo se
conjugaban en un
ciclópico y
sincrónico
arrasamiento.”
(p. 166)
La descripción
hecha por el
autor es
materializada en
la forma de los
incendios que
ocurren en la
superficie
terrestre,
expulsando
cualquier tipo
de vida por
donde él pasa:
“Vorágines de
llamas surgían
próximos y
tamaña griterío
se verificaba,
en torno, que
teníamos ante
los ojos
perfecta imagen
de un vasto
bosque
incendiado,
desalojándose
fieras y
monstruos de
jaulas
desconocidas.”
(p. 167)
Confirmamos en
las experiencias
del más allá la
continua
utilización de
este elemento en
las tareas de
limpieza y
vigorizante de
áreas inundadas
por las más
densas placas de
bajas
vibraciones.
Podemos pensar o
imaginar sobre
como estaría
nuestro planeta,
si la
espiritualidad
invisible no
cuidara de un
mundo que muchos
aún desacreditan
que exista.
El fuego propone
la Renovación
Alimentado por
la centella del
elemento fuego,
que destruye lo
viejo y abre
campos para que
germine lo
nuevo, el Dragón
se presenta en
su primera
aparición
trayendo consigo
las llamas de la
Renovación.
La renovación es
una propuesta
colectiva e
individual.
Resulta que el
año 2012 es el
año de la
Renovación, pues
cuando el fuego
elimina aquello
que se hizo
ocioso, se tiene
un campo listo
para el plantío.
Aún sabiendo que
el uso de la
práctica de
quema en las
plantaciones
(hogueras), para
la subsistencia,
es trasponer,
pues, como son
realizadas
seguidas veces,
ella causa
el agotamiento
del suelo
(finalmente, el
tiempo del
hombre es
diferente al
tiempo de la
naturaleza). Tal
situación se
define de manera
diferente en el
contexto del
Cerrado, como es
relatado arriba,
donde el fuego
es factor
determinante
para la
renovación de la
vegetación y del
alimento para
los animales y
se mueve de
acuerdo con el
tiempo y medida
exactas a las
necesidades de
este ambiente.
La etimología
del término
renovar
sigue del latín:
re = otra vez y
novare = hacer
nuevo.
La propuesta
para el año del
Dragón es
utilizar su
fuego renovador
y quemar todo
aquello que se
hizo ocioso en
nosotros. Como
sabemos que nada
se pierde, aún
lo que es
quemado produce
otras
substancias, las
cuales
conseguimos
percibir, como
las cenizas, y
las cuales son
instrumentos de
laboratorios
poseen la
capacidad de
medición y
comprobación de
su existencia,
como los gases
producidos y
emitidos por el
material en
combustión.
Las cenizas que
restaron de las
memorias de
amargura, de
revuelta, de
tristeza, de
auto-castigo y
de rabia serán
limpiadas por el
elemento agua,
también bajo
orientación de
un Dragón, pero
esta vez el
oriental. El
dibujo corporal
tanto del Dragón
como de la
serpiente alada
tiene la
característica
sinuosa que
representa las
ondulaciones del
agua y del
fuego, ambos
elementos bailan
de manera
infinita en
ondas. Estas
ondas poseen una
función útil en
el sistema, cual
es la de
preservar
aquello que es
necesario
(representado
por el valle en
el cuerpo), y de
transportar
aquello que es
innecesario para
el individuo
(representado
por la cresta).
El
mismo principio
ocurre en la
morfología
natural de los
ríos que es
diseñado en
sinuosidades
(mientras que el
ser humano lo
hace recto, a
través de la
destructiva
canalización),
pues la
filtración del
agua originaria
en las planicies
y en lo alto de
los valles y el
mantenimiento y
contención de
sus márgenes es
la dinámica
ideal e
intrínseca para
que el contenido
hidrográfico se
mantenga en
equilibrio en
cada sector y
para que el agua
despejada de los
mares esté
limpia.
Las salamandras,
personificaciones
de los
elementales que
cuidan del
elemento fuego,
también poseen
la misma
característica
sinuosa de la
serpiente alada
y trabajan el
fuego a partir
de una danza que
mueve la
materia, dándole
el destino
adecuado.
De esta manera,
tanto el fuego,
como elemento no
compactados, en
cuanto el agua,
como elemento de
limpieza, están
a la disposición
de todos
aquellos que
necesitan
sentirse más
leves de las
cargas
inoportunas y
que atrapan el
desarrollo del
Espíritu.
Que nosotros
podamos
aprovechar el
año del Dragón y
Renovar nuestras
ideas y
percepciones del
mundo y de las
personas. Todo
suelo sólo es
fértil cuando el
fuego limpia las
hierbas dañinas
y cuando el agua
retira las
gravillas.
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