La cremación es
legítima, desde
que el fallecido
la quiera
Algunos
periódicos, como
la Gazeta do
Povo, de
Curitiba-PR,
transmiten – en
el espacio
destinado a los
avisos de
utilidad pública
– la información
de que la
cremación es un
procedimiento
ecológicamente
correcto y
económico,
seguida de un
número de
teléfono donde
el lector puede
obtener más
informaciones
acerca del
asunto.
En el
Espiritismo, no
se sabe por qué,
el tema
cremación no
figura en las
obras de Kardec,
aunque su
adopción en
diferentes
países sea una
tradición
secular y muy
anterior a la
codificación
Kardeciana.
De esa manera,
los estudiosos
de la doctrina
espirita sólo
encontrarán
referencia al
asunto en otros
autores, a
ejemplo de Léon
Denis, Paul
Bodier y Richard
Simonetti,
siendo conocida
también la
información que,
de acuerdo con
Chico Xavier,
Emmanuel le
transmitió en
1971, por
ocasión del
“Pinga-Fogo” de
la TV Tupi.
Según Emmanuel,
“la cremación es
legítima para
todos aquellos
que la desean,
desde que haya
un periodo de,
por lo menos, 72
horas de
expectación para
que ocurra en
cualquier horno
crematorio”.
La cremación
presenta, como
sabemos,
ventajas y
desventajas.
En el campo
económico,
podemos
mencionar como
ventajas la
reducción del
coste del
funeral y la
disminución del
espacio urbano
que los
cementerios
ocupan. Además,
en vez de los
mausoleos, de
manutención
siempre
dispendiosa, una
pequeña urna
resuelve el
problema de
acondicionamiento
de las cenizas,
caso sea ese el
deseo de la
familia.
En el aspecto
higiénico o
sanitario, la
cremación es
también una
solución
importante,
sobre todo en
los casos de
muerte causada
por enfermedad
contagiosa como
tifus, viruela,
escarlatina, así
como en las
epidemias, en
que solamente el
fuego puede
ocasionar un
saneamiento
adecuado.
En el campo
jurídico, se
señalan algunos
argumentos
contrarios a la
cremación, una
vez que,
incinerado el
cadáver, se
torna imposible
cualquier
averiguación
post mortem
que se haga
necesaria, hecho
que puede darse
en los casos de
naturaleza
criminal.
Desventajas, de
esta vez en el
campo
espiritual, son
señaladas
igualmente por
Léon Denis.
Según él, la
cremación
provoca
desprendimiento
más rápido,
repentino y
violento de la
entidad que
desencarnó,
siendo mismo
doloroso para el
alma pegada a la
Tierra. Algunos
Espíritus se
quedan algún
tiempo imantados
al cuerpo
material después
del trance de la
muerte, como
sucede
principalmente
con los
suicidas. La
ruptura del
cordón fluídico
ni siempre se
consuma en un
corto espacio de
tiempo. En esas
condiciones, el
desencarnado es
como si fuese un
muerto vivo cuya
percepción
sensorial, para
su desventura,
continúa
presente y
actuante. La
cremación
vendría a
producirle un
angustiante
trauma, lo que
equivaldría a
“aumentar la
aflicción al
afligido”.
Richard
Simonetti
expresó
oportunamente,
cuanto al
asunto,
pensamiento
semejante.
Entiende él que,
aunque el
cadáver no
transmita
sensaciones al
Espíritu, éste
podrá
experimentar
“impresiones
extremamente
desagradables”
si en el acto
crematorio
estuviese aún
unido al cuerpo.
Después de ver
las ventajas y
las desventajas,
lo que nos
parece
fundamental en
la cremación es
ser la escoja
hecha por el
propio
interesado, que
puede
perfectamente –
antes de la
muerte – decir a
sus familiares
cual es su
opción:
cremación o
inhumación.
Si optara por la
cremación, esté
cierto de que no
hay fundamento
el recelo
manifestado por
algunos sectores
del catolicismo,
visto que la
incineración del
cadáver ningún
efecto tiene
sobre el cuerpo
espiritual y
sobre el estado
futuro del
fallecido, en
las peripecias
que lo aguardan
en la vida
ultratumba.
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