Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Por
qué el fenómeno de las
mesas giratorias no
sucede más?
B.
¿Cuáles son las
manifestaciones
espíritas más simples?
C. ¿Qué
caracteriza a una
manifestación como
inteligente?
D. Esa
inteligencia, ¿no se
debe a la acción del
médium?
Texto para la lectura
61. El
principio vital reside
en el fluido universal y
de este fluido el
Espíritu extrae la
envoltura semimaterial
que constituye su
periespíritu. (Ítem 74,
pregunta Nº 13)
62. Por
medio de este fluido,
actúa sobre la materia
inerte. Es como si
animase la materia con
una especie de vida
artificial: la materia
se anima de una vida
animal y, moviéndose
como un animal, obedece
al mandato del Ser
inteligente. No es,
entonces, que el
Espíritu la empuja;
cuando la mesa se eleva
no es el Espíritu quien
la levanta con los
brazos: es la mesa
animada la que obedece
al impulso dado por el
Espíritu. (Ítem 74,
pregunta Nº 13)
63. ¿Cuál
es el papel del médium
en estos fenómenos? El
médium provee su propio
fluido, el cual se
combina con el fluido
universal acumulado por
el Espíritu: es
necesaria la unión de
estos dos fluidos para
dar vida a la mesa. Esa
vida es, sin embargo,
momentánea y se extingue
con la acción, y muchas
veces antes del fin de
la acción, si la
cantidad de fluido no es
suficiente para
animarla. (Ítem 74,
pregunta Nº 14)
64. El
Espíritu puede actuar
sin saberlo el médium;
es decir, muchas
personas sirven de
auxiliares de los
Espíritus para ciertos
fenómenos sin darse
cuenta. El Espíritu toma
de ellos, como de una
fuente, el fluido
animalizado que
necesita. (Ítem 75,
pregunta Nº 15)
65. La
mesa, una vez animada
por ese fluido, ¿piensa?
No. No piensa más que el
bastón con el que haces
una señal inteligente.
Pero la vitalidad de la
cual está animada le
permite obedecer al
impulso de una
inteligencia. (Ítem 74,
pregunta Nº 16)
66. La
causa preponderante en
la producción de ese
fenómeno es el Espíritu;
el fluido es sólo el
instrumento; pero las
dos cosas son
necesarias. (Ítem 74,
pregunta Nº 17)
67. ¿Por
qué los médiums no
tienen el mismo poder
para obtener esos
fenómenos? Porque esa
facultad depende del
organismo y de la mayor
o menor facilidad con la
cual puede realizarse la
combinación de los
fluidos. Además, el
médium simpatiza más o
menos con los Espíritus
que vean en él la fuerza
fluídica necesaria.
(Ítem 74, pregunta Nº
19)
68. La
materia no es un
obstáculo para los
Espíritus: ellos
penetran todo y, por
eso, una parte de su
periespíritu se
identifica, por así
decirlo, con el objeto
que penetra. (Ítem 74,
pregunta Nº 21)
69. El
fluido del periespíritu
penetra la materia y se
identifica con ella,
animándola con una vida
artificial. ¡Pues bien!
Cuando el Espíritu posa
los dedos sobre las
teclas de un piano, los
posa realmente y hasta
los mueve; pero no es la
fuerza muscular la que
imprime en la tecla. Él
anima la tecla, que
obedece a su voluntad;
la mueve y toca la
cuerda del piano. (Ítem
74, pregunta Nº 24)
70. De
las explicaciones dadas
por los Espíritus,
resalta este punto
capital: Que el fluido
universal, en el cual
reside el principio de
la vida, es el agente
principal de las
manifestaciones y que
este agente recibe su
impulso del Espíritu. En
algunas personas hay
como una emanación de
ese fluido, debido a su
organismo: son éstas las
que constituyen,
hablando con propiedad,
los médiums de efectos
físicos. La emisión del
fluido animalizado puede
ser más o menos
abundante, su
combinación más o menos
fácil, y de allí los
médiums más o menos
potentes. (Ítem 75)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Por
qué el fenómeno de las
mesas giratorias no
sucede más?
Dos
causas contribuyeron al
abandono de las mesas
giratorias: la moda,
para las personas
frívolas que raras veces
dedican dos temporadas a
la misma diversión; sin
embargo en este caso ¡le
dedicaron tres o cuatro!
Para las personas serias
y observadoras, sucedió
algo respetable que
prevaleció; dejaron de
apreciar las mesas
giratorias porque
pasaron a ocuparse de
las consecuencias que
resultaron de las
manifestaciones: dejaron
el alfabeto por la
ciencia. He ahí todo el
secreto de ese abandono
aparente, del cual
hicieron tanto barullo
los burlones.
(El Libro
de los Médiums, ítem 60)
B.
¿Cuáles son las
manifestaciones
espíritas más simples?
De todas
las manifestaciones
espíritas, las más
simples y más frecuentes
son los ruidos y los
golpes, pero es
necesario comprender que
los ruidos espíritas
tienen un carácter
particular y presentan
una intensidad y timbres
muy variados, que los
hace fácilmente
reconocibles y no
permite confundirlos con
el crujir de la madera,
el crepitar del fuego o
el tictac monótono de un
péndulo. Son golpes
secos, a veces sordos,
débiles y leves, otras
veces claros, distintos,
algunas veces
estrepitosos, que
cambian de lugar y se
repiten sin tener una
regularidad mecánica. De
todos los medios de
control, para comprobar
su veracidad, el más
eficaz, aquél que no
puede dejar dudas de su
origen, es la obediencia
del fenómeno a la
voluntad. Si los golpes
se hacen oír en el lugar
que se designa, si
responden al pensamiento
por su número o su
intensidad, no se les
puede negar una causa
inteligente, aunque la
falta de obediencia no
constituya siempre una
prueba contraria. Es
necesario someter el
fenómeno a una
verificación minuciosa
para tener la certeza de
que no es el resultado
de causas comunes o
juegos de mal gusto.
(Obra
citada, ítem 83.)
C. ¿Qué
caracteriza a una
manifestación como
inteligente?
Para que
una manifestación sea
inteligente, no es
necesario que sea
elocuente, espiritual o
erudita; es suficiente
que pruebe un acto libre
y voluntario, que
exprese una intención o
responda a un
pensamiento. Vimos la
mesa moverse, elevarse,
dar golpes, bajo la
influencia de uno o de
varios médiums. El
primer efecto
inteligente que se
observó fue el ver que
estos movimientos
obedecían a una orden.
Así, sin cambiar de
lugar, la mesa se
levantaba de manera
alternada sobre la pata
que se designaba;
después, cayendo, daba
un determinado número de
golpes respondiendo a
una pregunta. Otras
veces, la mesa sin
contacto con nadie, se
paseaba sola por la
sala, yendo hacia la
derecha y a la
izquierda, para atrás y
para adelante,
ejecutando diversos
movimientos según la
orden de los asistentes.
He ahí lo que da al
fenómeno el carácter
inteligente al que se
refiere la pregunta.
(Obra
citada, ítems 66 y
67.)
D. Esa
inteligencia, ¿no se
debe a la acción del
médium?
Al principio, surgió un
sistema según el cual la
inteligencia de la
manifestación procedería
del médium, del
interrogador o de los
mismos asistentes. La
dificultad consistía en
explicar cómo esa
inteligencia podía
reflejarse en la mesa y
traducirse en golpes.
Ahora bien, como los
golpes no eran
producidos físicamente
por el médium, lo serían
por el pensamiento. He
ahí, entonces, un
fenómeno más prodigioso
todavía que los
observados hasta
entonces: ¡el
pensamiento dando
golpes!... La
experiencia no tardó en
demostrar el error de
esa opinión. En efecto,
las respuestas estaban,
muchas veces, en
oposición formal con el
pensamiento de los
asistentes, fuera del
alcance intelectual del
médium y hasta en
idiomas ignorados por
él, o relatando hechos
desconocidos por todos.
Los ejemplos son tan
numerosos que es casi
imposible que alguien
que se haya ocupado de
las comunicaciones
espíritas no fuera
testigo de ellos muchas
veces. (Obra citada,
ítem 69.)
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