Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas
para debatir
A. ¿Cómo
se comportan nuestros
protectores espirituales
ante las vicisitudes que
debemos enfrentar?
B.
¿Pueden los Espíritus
enseñarnos todo lo que
deseamos?
C. ¿Cuál
es el objetivo esencial
y exclusivo del
Espiritismo?
D. ¿Qué
es lo que el Espiritismo
tiene de más bello y
consolador?
Texto para la lectura
268. La
inteligencia está lejos
de constituir una señal
segura de superioridad,
porque la inteligencia y
la moral no siempre
caminan juntas. Un
Espíritu puede ser
bueno, afable y tener
conocimientos limitados,
mientras que otro,
inteligente e instruido,
puede ser muy inferior
en moralidad. Es una
creencia común que, al
interrogar al Espíritu
de un hombre que fue
sabio en la Tierra, se
obtendrá con mayor
seguridad la verdad.
Esto es lógico, pero no
siempre es lo que
ocurre. Cuando se
encuentran todavía bajo
el imperio de los
prejuicios de la vida
terrenal, ellos no se
despojan inmediatamente
del espíritu de sistema,
y pueden ver con menos
claridad de lo que
suponemos. De ahí
podemos concluir que la
ciencia humana que ellos
poseen no constituye una
prueba de su
infalibilidad como
Espíritus. (Ítem 265)
269.
Después de la partida de
aquí, los Espíritus,
sobre todo los que
alimentaron pasiones muy
marcadas, permanecen
envueltos en una especie
de atmósfera que les
hace preservar todas las
cosas malas de las que
se impregnaron. La
ciencia no es, por lo
tanto, una señal cierta
de la elevación de un
Espíritu. (Ítem 268,
pregunta 2)
270.
Cuando un Espíritu
protector dice ser San
Pablo, no es cierto que
sea el Espíritu de ese
apóstol. Pero ¿qué
importa eso, si el
Espíritu es tan elevado
como San Pablo? Ellos
dicen: “Como necesitáis
de un nombre, ellos
toman uno para que lo
podáis llamar y
reconocer, del mismo
modo que vosotros usáis
los nombres de pila para
distinguiros de los
demás miembros de
vuestra familia”. (Ítem
268, pregunta 5)
271.
Cuando los Espíritus
superiores son evocados,
pueden venir en persona
o, si no pudieran
hacerlo, envían un
representante a quien
confían el encargo de
sustituirlos. (Ítem 268,
preguntas 7 y 8)
272. Los
Espíritus que engañan a
los hombres serán
castigados, y su castigo
será proporcional a la
gravedad de su
impostura. Si no
fuésemos imperfectos,
sólo tendríamos a
nuestro alrededor a
Espíritus buenos; si
somos engañados, sólo
debemos quejarnos de
nosotros mismos. Dios
permite que así suceda,
para poner a prueba
nuestra perseverancia y
nuestro discernimiento,
y para enseñarnos a
distinguir la verdad del
error. Si no lo hacemos,
es que no estamos lo
bastante elevados y
necesitamos todavía de
las lecciones de la
experiencia. (Ítem 268,
pregunta 9)
273. No
siempre los Espíritus
que nos inducen al error
proceden con pleno
conocimiento de lo que
hacen. Hay Espíritus
buenos, pero ignorantes,
y que pueden engañarse
de buena fe. Cuando
tienen conciencia de su
ignorancia, lo aceptan,
y sólo dicen lo que
saben. (Ítem 268,
pregunta 12)
274. El
hombre tiene siempre
algunos puntos débiles
que atraen a los
Espíritus burlones. Se
cree fuerte, y muchas
veces no lo es. Debe,
pues, desconfiar siempre
de la debilidad que nace
del orgullo y de los
prejuicios. Nadie tiene
suficientemente en
cuenta estas dos causas
de caída, de las que los
Espíritus se aprovechan,
halagando las manías,
con la seguridad de
tener éxito. (Ítem 268,
pregunta 15)
275. Los
Espíritus perversos y
envidiosos pueden hacer
lo que los hombres hacen
en el terreno del mal.
Por eso, deben estar en
guardia. Un lenguaje que
siembra la discordia y
la desconfianza siempre
es obra de un Espíritu
malo, cualquiera que sea
el nombre con que se
adorne. De las
comunicaciones de los
Espíritus debemos
conservar, según ellos,
sólo lo que tenga de
bello, de grande, de
racional, y lo que
nuestra conciencia
apruebe. (Ítem 268,
pregunta 17)
276. Hay
personas por las cuales
los Espíritus superiores
se interesan más que
otras y, cuando ellos lo
consideran conveniente,
las preservan de los
ataques de la mentira.
Contra esas personas,
los Espíritus embusteros
nada pueden. No hay en
ello parcialidad, hay
justicia. Los buenos
Espíritus se interesan
por los que usan con
criterio la facultad de
discernir y trabajan
seriamente por mejorar.
A ellos les dan sus
preferencias y les
secundan. (Ítem 268,
preguntas 19 y 20)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Cómo
se comportan nuestros
protectores espirituales
ante las vicisitudes que
debemos enfrentar?
Los
protectores pueden
ayudarnos a soportarlas
con más resignación y
hasta mitigarlas a
veces; pero en el propio
interés de nuestro
futuro, no les es
permitido librarnos de
ellas. Es como un buen
padre que no concede a
su hijo todo lo que éste
desea. Los protectores
espirituales en muchas
circunstancias pueden
indicarnos el mejor
camino, pero sin
conducirnos de la mano;
nos aconsejan mediante
la inspiración y así nos
dejan todo el mérito del
bien, como toda la
responsabilidad de la
mala elección. Si hay
puerilidad en interrogar
a los Espíritus para las
cosas fútiles, no la
hay menos de parte de
los Espíritus que se
ocupan de lo que se
puede llamar cosas
domésticas; pueden ser
buenos, pero con
seguridad son todavía
muy terrenales. (El
Libro de los Médiums,
ítem 291, párrafo 19.)
B.
¿Pueden los Espíritus
enseñarnos todo lo que
deseamos?
No; hay
cosas sobre las cuales
los interrogaríamos en
vano, ya sea porque les
es prohibido revelarlas,
o bien porque ellos
mismos las ignoran y
sobre las cuales sólo
nos pueden dar opiniones
personales. (Obra
citada, ítem 300.)
C. ¿Cuál
es el objetivo esencial
y exclusivo del
Espiritismo?
El
objetivo esencial,
exclusivo, del
Espiritismo es el
mejoramiento de los
hombres, y para
alcanzarlo se permite a
los Espíritus iniciarlos
en la vida futura,
ofreciéndoles ejemplos
que podemos aprovechar.
Cuanto más nos
identificamos con el
mundo espiritual que nos
espera, menos tendremos
pena de dejar aquél en
el que estamos en el
momento. En resumen,
éste es el objetivo de
la revelación espírita.
(Obra citada, ítem 292,
párrafo 22.)
D. ¿Qué
es lo que el Espiritismo
tiene de más bello y
consolador?
Son, sin
duda, las relaciones
entre el mundo visible y
el invisible, de los
hombres con los Seres
que les son queridos y
que se pensaba estaban
perdidos para siempre.
Son estas relaciones las
que identifican al
hombre con su porvenir y
lo desligan del mundo
material. Suprimir ese
intercambio equivale a
sumergir otra vez al ser
humano en la duda que
constituye su tormento y
alimenta su egoísmo.
(Oba citada, ítem 301,
párrafo 7.)
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