Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Cómo
se clasifican los
médiums de efectos
físicos?
B. ¿Qué
son médiums auditivos?
C. ¿Qué
son médiums parlantes?
D. ¿Qué
son médiums sonámbulos?
Texto para la lectura
286. Las
causas extrañas al
Espíritu residen
principalmente en la
naturaleza del médium,
en la de la persona que
evoca, en el medio en el
cual se hace la
evocación, y finalmente,
en el objetivo que se
propone. Hay médiums que
reciben más
particularmente
comunicaciones de sus
Espíritus familiares;
otros que son aptos para
servir de intermediarios
a todos los Espíritus.
El hecho depende también
del desarrollo de la
facultad mediúmnica.
(Ítem 275)
287. Con
el tiempo, el Espíritu
se identifica con el del
médium y con aquél que
lo llama. Se establecen,
entonces, relaciones
fluídicas entre ellos
que hacen más eficaces
las comunicaciones. Es
por eso que una primera
conversación no siempre
es tan satisfactoria
como se hubiera deseado,
y que los mismos
Espíritus pidan con
frecuencia que los
llamen. (Ítem 276)
288.
Podemos, así, concluir:
a) la facultad de evocar
a cualquier Espíritu no
implica para éste la
obligación de estar a
nuestra disposición; b)
el Espíritu puede venir
en determinada ocasión y
no venir en otra, con un
médium o un evocador que
le agrade y no con otro;
c) el Espíritu puede
decir lo que quiera, sin
que pueda ser obligado a
decir lo que no quiera;
d) el Espíritu puede
irse cuando le plazca;
e) por causas
dependientes o no de su
voluntad, después de ser
asiduo durante algún
tiempo, puede de repente
dejar de asistir. Es por
eso que, cuando se desea
llamar a un Espíritu que
todavía no se ha
presentado, es necesario
preguntar a su guía
protector si la
evocación es posible.
(Ítem 277)
289. El
grado de superioridad o
de inferioridad de los
Espíritus indicará el
tono en que conviene que
se les hable.
Evidentemente, cuanto
más elevados sean, tanto
más derecho tendrán a
nuestro respeto, a
nuestras atenciones y a
nuestra sumisión. (Ítem
280)
290. Tan
irreverente sería que
tratáramos de igual a
igual a los Espíritus
superiores, como
ridículo sería que
dispensemos a todos, sin
excepción, la misma
deferencia. Tengamos
veneración para los que
la merecen,
reconocimiento para los
que nos protegen y
asisten y, para los
demás, la benevolencia
que tal vez un día
vayamos a necesitar.
(Ítem 280)
291. Hay
Espíritus que nunca
pueden comunicarse: los
que por su naturaleza
pertenecen aún a mundos
inferiores a la Tierra.
Tampoco pueden los que
se encuentran en las
esferas de castigo, a
menos que se les otorgue
un permiso especial, con
un fin de utilidad
general. (Ítem 282,
pregunta 3)
292. No
hay necesidad de que los
Espíritus, para que se
manifiesten, sean
evocados pues muy a
menudo ellos se
presentan sin ser
llamados, lo que prueba
que vienen de buena
voluntad. (Ítem 282,
pregunta 22)
293. Un
Espíritu,
simultáneamente evocado
en diferentes puntos,
puede responder al mismo
tiempo a las preguntas
que le son dirigidas, si
fuera un Espíritu
elevado. El sol es uno
solo, y sin embargo
irradia a su alrededor,
proyectando lejos sus
rayos, sin dividirse. Lo
mismo sucede con los
Espíritus. El
pensamiento del Espíritu
es como una chispa que
proyecta a lo lejos su
claridad y puede ser
vista desde todos los
puntos del horizonte.
Cuanto más puro es el
Espíritu, tanto más
irradia su pensamiento y
se extiende como la luz.
(Ítem 282, pregunta 30)
294. El
alma del niño es un
Espíritu todavía
envuelto en los lazos de
la materia; pero,
desprendida de ésta,
goza de sus facultades
de Espíritu, por cuanto
los Espíritus no tienen
edad, lo que prueba que
la del niño ya vivió.
Sin embargo, hasta que
se encuentre
completamente desligado
de la materia, puede
conservar en el
lenguaje, trazos del
carácter infantil. (Ítem
282, pregunta 35)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Cómo
se clasifican los
médiums de efectos
físicos?
Especialmente aptos para
producir fenómenos
materiales, tales como
los movimientos de los
cuerpos inertes, los
ruidos, etc., los
médiums de efectos
físicos se dividen en
médiums facultativos y
médiums involuntarios.
Los facultativos tienen
conciencia de su poder y
actúan por su propia
voluntad. Los
involuntarios no tienen
conciencia de su poder y
reciben la influencia de
los Espíritus sin que lo
sepan o quieran.
(El
Libro de los Médiums,
ítems 160 y 161.)
B. ¿Qué
son médiums auditivos?
Ellos
escuchan la voz de los
Espíritus y pueden así
entrar en conversación
con ellos. Algunas veces
lo que oyen es una voz
íntima que se hace oír
en la conciencia; otras
veces es una voz
exterior, clara y
distinta como la de una
persona encarnada. Tal
facultad es muy
agradable cuando el
médium oye sólo a los
buenos Espíritus o sólo
a los que él llama; pero
no sucede lo mismo
cuando un Espíritu malo
se ensaña a su lado y le
hace oír a cada minuto
las cosas más
desagradables.
(Obra
citada, ítem 165)
C. ¿Qué
son médiums parlantes?
En esta
variedad de médiums,
actualmente llamados
médiums psicofónicos, el
Espíritu actúa sobre los
órganos de la palabra.
El médium parlante se
expresa generalmente sin
tener conciencia de lo
que dice, y con
frecuencia dice cosas
completamente fuera de
sus ideas habituales, de
sus conocimientos y aun
del alcance de su
inteligencia. Aunque
esté perfectamente
despierto y en el estado
normal, rara vez
conserva el recuerdo de
lo que dijo. La
pasividad del médium
parlante o psicofónico
no es siempre tan
completa; entre ellos
hay los que tienen la
intuición de lo que
dicen en el mismo
instante en que
pronuncian las palabras;
otros hacen las veces de
una especie de
intérprete, o sea,
reciben el pensamiento
del Espíritu comunicante
y lo expresan con sus
propias palabras.
(Obra
citada, ítem 166.)
D. ¿Qué
son médiums sonámbulos?
El
sonambulismo puede ser
considerado como una
variedad de la facultad
mediúmnica, o mejor
dicho, son dos órdenes
de fenómenos que a
menudo se encuentran
reunidos. El sonámbulo
actúa bajo la influencia
de su propio Espíritu:
es su alma la que en el
momento de la
emancipación, ve, oye y
percibe fuera de los
límites de los sentidos;
es por lo tanto, un
fenómeno anímico. El
médium, al contrario, es
el instrumento de una
inteligencia extraña; es
un instrumento pasivo, y
lo que dice no procede
de él. Pero el Espíritu
que se comunica a través
de un médium común puede
hacerlo igualmente
mediante un sonámbulo.
El estado de
emancipación del alma,
durante el sonambulismo,
hace esa comunicación
más fácil, y es allí
entonces que podemos
considerarlo un médium
sonámbulo o un
sonámbulo-médium.
(Obra
citada, ítems 172 a
174.)
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