La Naturaleza,
además de
indomable, es
imprevisible
En la semana
pasada todos
vimos por la
Tele la
devastación
causada por el
huracán Sandy en
una extensa
región situada
en la costa este
norteamericana.
Antes de llegar
al suelo
norteamericano,
el ciclón ya
había afectado
Cuba, Jamaica,
Bahamas, Haití y
República
Dominicana.
En la noche del
29 de octubre,
el huracán tocó
el suelo en el
sur de Nueva
Jersey y sus
efectos pasaron
a ser sentidos
también en toda
costa nordeste.
En Nueva York,
hubo
inundaciones,
incendios,
interrupciones
de energía para
650 mil personas
y vientos de
hasta 180 Km/h.
Además de eso,
la humedad que
vino con la
tormenta y el
aire frio
causaron
nevascas en
Virginia
Occidental,
Carolina del
Norte y
Tennessee.
Pasada la
tormenta, el
huracán dejó
como resultado
un gran número
de muertes,
destrucción de
variadas
especies y
perjuicios
incalculables.
Hablando acerca
del huracán
Sandy, varios
especialistas
brasileños y
norteamericanos
acentuaron algo
que el seso
común siempre
imaginó y los
científicos
ahora no tienen
duda en admitir:
la naturaleza es
realmente
imprevisible e
indomable.
Curiosamente,
días atrás, un
tribunal
italiano condenó
siete
especialistas –
cuatro
científicos, dos
ingenieros y un
funcionario
público – a seis
años de prisión
por homicidio
culpable, por el
hecho de que no
habían previsto
el terremoto que
destruyó
L’Aquila, la
pequeña comuna
italiana situada
en la región de
los Abruzos, en
la provincia de
Aquila, Italia.
Obviamente, como
se esperaba, la
condenación
provocó
protestas en
todo el mundo.
Una carta de
apoyo a los
reos, firmada
por 5 mil
científicos, fue
entregada a
Giorgio
Napolitano,
presidente de
Italia. En las
manifestaciones,
el punto central
de la crítica
hecha a la
decisión de la
Justicia es
éste: “La
Ciencia, hoy, no
tiene medios
para prever un
terremoto.
Luego, los
científicos no
pueden ser
responsabilizados
por algo que
está mucho más
allá de su
capacidad”.
En carta
dirigida al
presidente
italiano, Alan
Leshner, de la
American
Association for
the Advancemente
of Science
(Asociación
Americana para
el Avance de la
Ciencia),
enumeró los
principales
argumentos en
contra la
criminalización
de los
científicos: 1)
Las acusaciones
son injustas e
ingenuas, una
vez que no hay
método
científico capaz
de prever
terremotos con
precisión; 2) No
es razonable
esperar más de
lo que los
científicos
pueden hacer con
el conocimiento
actualmente
disponible; 3)
Condenar
científicos por
supuestamente
fallar en
previsiones hoy
imposibles,
tendrá efectos
peligrosos para
el conjunto de
la Ciencia, en
la medida en que
inhibirá el
libre cambio de
ideas y la
circulación de
conocimiento,
fundamentales
para el avance
de las
investigaciones
científicas de
gran interés
público.
Están llenos de
razón todos los
que protestaron
en contra la
decisión del
tribunal,
porque, como se
reconoció en el
episodio causado
por el huracán
Sandy, la
naturaleza es
imprevisible y
realmente
indomable. No
teniendo
conocimiento
científico
suficiente para
prever
terremotos y los
llamados
flagelos
naturales, no es
justo
responsabilizar
científicos por
no prever lo que
no puede ser
previsto.
En la principal
obra espirita –
El Libro de los
Espíritus,
publicado hace
155 años – el
tema fue objeto
de un largo
diálogo entre
Kardec y los
inmortales, de
donde
transcribimos
tres cuestiones
que hoy, tanto
tiempo después,
permanecen
actuales y
merecen, por
eso, toda
nuestra atención
y aprecio:
739. Las
catástrofes
destructoras,
¿reportan alguna
utilidad desde
el punto de
vista físico, a
pesar de los
males que
ocasionan?
“En efecto,
modifican a
veces el estado
de una región.
Pero
frecuentemente
el bien que de
ellas dimana
sólo es
apreciado por
las generaciones
ulteriores.”
740. Las plagas
o flagelos ¿no
serían asimismo
para el hombre
pruebas morales
que lo enfrentan
con las más
duras
necesidades?
“Las plagas o
flagelos son
pruebas que
ofrecen al ser
humano ocasión
de ejercitar su
inteligencia y
poner de relieve
su paciencia y
resignación a la
voluntad de
Dios,
colocándolo en
situación de
manifestar sus
sentimientos de
abnegación,
desinterés y de
amor al prójimo,
si no está él
dominado por el
egoísmo.”
741. ¿Es dado al
hombre conjurar
los flagelos que
le afligen?
“En cierto modo,
sí, pero no como
por regla
general se
entiende. Muchas
calamidades son
consecuencia de
su propia
imprevisión. A
medida que va
adquiriendo
conocimientos y
experiencia
puede
conjurarlas, eso
es, prevenirlas,
si sabe
descubrir sus
causas. Pero,
entre los males
que afligen a la
humanidad los
hay de un
carácter
general, que
está en los
designios de la
Providencia, y
cuyo efecto cada
individuo sufre
en mayor o menor
grado. A ese
tipo de
calamidades el
hombre sólo
puede oponer su
resignación a la
voluntad de
Dios, e incluso
dichos males se
ven a menudo
agravados por su
despreocupación.”
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