Iniciamos
hoy el estudio metódico
de “El Evangelio según
el Espiritismo”, de
Allan Kardec, la tercera
de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
abril de 1864. Las
respuestas a las
preguntas sugeridas para
debatir se encuentran al
final del texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Cuál
es el verdadero carácter
del Espiritismo?
B. Los
Evangelios se dividen en
cinco partes. ¿Cuáles
son éstas y cuál es la
que Kardec escogió como
objeto de esta obra?
C. ¿Qué
es lo que la
comunicación con los
Espíritus hizo posible?
D. ¿Dónde
se encuentra la clave
para la comprensión de
los Evangelios y del
Viejo Testamento?
E. La
llamada ortodoxia
espírita, ¿será
establecida por los
hombres o por los
Espíritus?
Texto para la lectura
1. Los
Espíritus del Señor se
esparcen por toda la
superficie de la Tierra
y, como estrellas que
caen, vienen a iluminar
los caminos y a abrir
los ojos a los ciegos.
Han llegado los tiempos
en que todas las cosas
deben ser restablecidas
en su verdadero sentido,
para disipar las
tinieblas, confundir a
los orgullosos y
glorificar a los justos.
Las grandes voces del
Cielo resuenan y los
cánticos de los ángeles
se aúnan a ellas.
Nosotros os invitamos al
divino concierto. Únanse
vuestras voces. Que en
un himno sagrado se
extiendan y vibren en
todo el Universo.
Hombres, hermanos a
quienes amamos, estamos
cerca de vosotros. Amaos
también los unos a los
otros y decid desde el
fondo del corazón,
haciendo la voluntad del
Padre que está en el
Cielo: ¡Señor!
¡Señor!... y podréis
entrar en el reino de
los Cielos. (Prefacio,
El Espíritu de Verdad)
2. Ante
este código divino – la
enseñanza moral traída
por Jesús – la misma
incredulidad se inclina.
Para los hombres en
particular, ese código
constituye una regla de
conducta que abarca
todas las circunstancias
de la vida privada y de
la vida pública, el
principio básico de
todas las relaciones
sociales que se fundan
en la más rigurosa
justicia. Es él la guía
infalible para la
felicidad venidera, el
levantamiento de una
punta del velo que nos
oculta la vida futura.
(Introducción, ítem I)
3.
Reunimos en esta obra
los artículos que pueden
constituir, propiamente
hablando, un código de
moral universal, sin
distinción de culto.
Pero en lugar de
ceñirnos a un orden
cronológico imposible y
sin ventaja real para
este caso, agrupamos y
clasificamos
metódicamente las
máximas según su
respectiva naturaleza,
de manera que deriven
unas de otras, en cuanto
sea posible.
(Introducción, ítem I)
4. Muchos
puntos de los
Evangelios, de la Biblia
y de los autores
sagrados en general, son
ininteligibles, e
incluso algunos parecen
irracionales, porque
falta la clave que
permita comprender su
verdadero sentido. Esta
clave se encuentra
completa en el
Espiritismo.
(Introducción, ítem I)
5. El
Espiritismo se encuentra
en todas partes en la
Antigüedad y en las
diferentes épocas de la
Humanidad. En todas
partes se descubren sus
huellas: en los
escritos, en las
creencias y en los
monumentos. Esa es la
razón por la que al
mismo tiempo que abre
horizontes nuevos para
el porvenir, proyecta
una luz no menos viva
sobre los misterios del
pasado. (Introducción,
ítem I)
6. Como
complemento de cada
precepto, agregamos
algunas instrucciones
escogidas, entre las que
los Espíritus dictaron
en varios países y por
diferentes médiums. Si
ellas hubiesen provenido
de una fuente única, tal
vez hubieran sufrido una
influencia personal o la
del medio, en cambio la
diversidad de orígenes
prueba que los Espíritus
dan indistintamente sus
enseñanzas y que nadie
goza de ningún
privilegio a ese
respecto. (Introducción,
ítem I)
7.
Gracias a las relaciones
establecidas, de ahora
en adelante y
permanentemente, entre
los hombres y el mundo
invisible, la ley
evangélica, que los
mismos Espíritus
enseñaron a todas las
naciones, ya no será
letra muerta porque cada
uno la comprenderá y se
verá incesantemente
conminado a ponerla en
práctica, por el consejo
de sus guías
espirituales. Las
instrucciones que emanan
de los Espíritus son
verdaderamente las
voces del Cielo que
vienen a esclarecer a
los hombres y a
invitarlos a la
práctica del Evangelio.
(Introducción, ítem I)
8. Quiso
Dios que la nueva
revelación llegase a los
hombres por un camino
más rápido y más
auténtico. Encargó,
pues, a los Espíritus
llevarla de un polo a
otro, manifestándose por
todas partes, sin
otorgar nadie el
privilegio de oír su
palabra. Un hombre puede
ser engañado, puede
engañarse a sí mismo; ya
no será así, cuando
millones de criaturas
vean o escuchen lo
mismo. Esto constituye
una garantía para cada
uno y para todos.
(Introducción, ítem II)
9. Se
pueden quemar los
libros, pero no se puede
quemar a los Espíritus.
Ahora bien, si se
quemasen todos los
libros, la fuente de la
doctrina no dejará de
conservarse inagotable,
porque ella no está en
la Tierra, porque surge
en todas partes y porque
todos pueden saciarse en
ella. Si faltaran
hombres para difundirla,
existirán siempre los
Espíritus, cuya
actuación a todos
alcanza y a los cuales
nadie puede alcanzar.
(Introducción, ítem II)
10. Los
Espíritus se comunican
en todos los puntos de
la Tierra, a todos los
pueblos, a todas las
sectas, a todos los
partidos, y todos los
aceptan. El Espiritismo
no tiene nacionalidad y
no es parte de ningún
culto existente; ninguna
clase social lo impone,
puesto que cualquier
persona puede recibir
instrucciones de sus
parientes y amigos de
ultratumba. Y es
necesario que sea así,
para que pueda conducir
a todos los hombres a la
fraternidad.
(Introducción, ítem II)
11. En
esa universalidad de la
enseñanza de los
Espíritus reside la
fuerza del Espiritismo y
también la causa de su
tan rápida propagación.
Mientras que la palabra
de un solo hombre, aun
con la ayuda de la
imprenta, necesitaría
siglos para llegar al
conocimiento de todos,
millares de voces se
hacen oír
simultáneamente en todos
los recodos del planeta,
proclamando los mismos
principios y
transmitiéndolos a los
más ignorantes, como a
los más sabios, a fin de
que no haya
desheredados.
(Introducción, ítem II)
12.
Sabemos que los
Espíritus en virtud de
la diversidad de sus
capacidades, lejos
están, considerados
individualmente, de
poseer toda la verdad.
Resulta de esto que, en
relación a todo lo que
esté fuera del ámbito de
la enseñanza
exclusivamente moral,
las revelaciones que
cada uno pueda recibir
tendrán un carácter
individual, sin sello de
autenticidad y deben ser
consideradas como
opiniones personales,
siendo imprudente
aceptarlas y difundirlas
a la ligera como
verdades absolutas.
(Introducción, ítem II)
13. El
primer examen de
comprobación es, pues,
el de la razón, al cual
debe someterse sin
excepción todo lo que
venga de los Espíritus.
Toda teoría en
manifiesta contradicción
con el buen sentido, con
una lógica rigurosa y
con los datos positivos
ya adquiridos, debe ser
rechazada por muy
respetable que sea el
nombre que la firme.
(Introducción, ítem II)
14. La
concordancia en lo que
enseñen los Espíritus es
pues, la mejor
comprobación. Pero
importa que ésta se dé
en determinadas
condiciones.
(Introducción, ítem II)
15.
Existe sólo una garantía
seria para la enseñanza
de los Espíritus: la
concordancia que haya
entre las revelaciones
que ellos hagan
espontáneamente,
valiéndose de un gran
número de médiums
extraños entre sí, y en
varios lugares.
(Introducción, ítem II)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Cuál
es el verdadero carácter
del Espiritismo?
Según
Kardec, la doctrina
espírita no se
fundamenta en la opinión
de los hombres, sino en
la voz de los Espíritus,
en la universalidad de
aquellos que se
comunican en toda la
Tierra, por orden de
Dios. Éste es el
carácter esencial del
Espiritismo y también su
fuerza, su autoridad.
(El
Evangelio según el
Espiritismo, Prefacio e
Introducción, ítem II)
B. Los
Evangelios se dividen en
cinco partes. ¿Cuáles
son éstas y cuál es la
que Kardec escogió como
objeto de esta obra?
Las
materias contenidas en
los Evangelios se
dividen en cinco partes:
los actos ordinarios
de la vida de Cristo;
los milagros; las
profecías; las palabras
que fueron tomadas por
la Iglesia como
fundamento de sus
dogmas; y la enseñanza
moral. Las cuatro
primeras han sido objeto
de controversias; pero
la última se conservó
firmemente inatacable.
Ante este código divino,
la misma incredulidad se
inclina. Para los
hombres en particular,
este código constituye
una regla de conducta
que abarca todas las
circunstancias de la
vida privada y la vida
pública, el principio
básico de todas las
relaciones sociales que
se fundan en la más
rigurosa justicia y, por
encima de todo, la guía
infalible para la
felicidad venidera. Esta
parte es la que él
escogió como objeto de
esta obra.
(Obra
citada, Introducción,
ítem I.)
C. ¿Qué
es lo que la
comunicación con los
Espíritus hizo posible?
La
comunicación entre los
hombres y el mundo
invisible hizo posible
una mejor divulgación de
la ley evangélica, que
ya no será más letra
muerta, porque cada uno
la comprenderá y se verá
incesantemente conminado
a ponerla en práctica,
por el consejo de sus
guías espirituales.
(Obra
citada, Introducción,
ítem I.)
D. ¿Dónde
se encuentra la clave
para la comprensión de
los Evangelios y del
Viejo Testamento?
Las
enseñanzas espíritas son
la clave para la
comprensión de los
textos bíblicos y
evangélicos que, a falta
de ellos, parecen
ininteligibles en muchos
pasajes.
(Obra
citada, Introducción,
ítem I.)
E. La
llamada ortodoxia
espírita, ¿será
establecida por los
hombres o por los
Espíritus?
Por los
Espíritus. A
propósito de ello,
Kardec escribió: “No
será a la opinión de un
hombre que se aliarán
los demás, sino a la
voz unánime de los
Espíritus; no será un
hombre, ni nosotros,
ni ningún otro el
que fundará la ortodoxia
espírita; tampoco será
un Espíritu que venga a
imponerse a cualquiera:
será la universalidad de
los Espíritus que se
comunican en toda la
Tierra, por orden de
Dios. Éste es el
carácter esencial de la
Doctrina Espírita; ésta
es su fuerza, su
autoridad. Dios ha
querido que su ley se
asentase sobre una base
inamovible y por esto no
le dio por fundamento la
frágil cabeza de uno
solo”.
(Obra
citada, Introducción,
ítem II.)
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