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Año 7 307 – 14 de Abril de 2013
JOÃO FERNANDES DA SILVA JÚNIOR         
joaofdasilvajunior@hotmail.com     
Biguaçu, SC (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

João Fernandes da Silva Júnior

El Caso Star Child
 Los niños de las Estrellas


El extraño descubrimiento se dio en los años 30, cuando una adolescente norteamericana había salido de vacaciones con su familia para una región localizada próxima al Cooper Canyon, en México. La chica exploraba la región cuando encontró un túnel de una mina abandonada. Por curiosidad ella entró en la
mina y en el interior de esta encontró un esqueleto humano completo acostado de espalda sobre el suelo. Al lado de aquel esqueleto, un montón de tierra, semejante a una sepultura, con un hueso de brazo saliendo de la tierra. La adolescente cavó con las propias manos y retiró de dentro de la “sepultura” otro esqueleto allá enterrado. Ella intentó recuperar los dos esqueletos, sin embargo, cuando iba a salir del túnel, una lluvia muy fuerte cayó y acabó anegando la entrada de la mina, y ella acabó perdiendo la mayoría de los huesos, sobrando solamente dos cráneos y un maxilar. Aquel hallazgo fue mantenido guardado en una caja de cartón por la adolescente. Ella creía que el cráneo era de una persona que había tenido algún tipo de deformidad.


Formato del rostro del Starchild hecho por un artista plástico

En el comienzo de 1990, ya adulta, la descubridora de los cráneos falleció y, en 1998, los dos cráneos y el maxilar fueron dados de regalo para Ray y Melanie Young del Paso, en Texas (EUA). Melanie era fisioterapeuta y también enfermera neonatal, y percibió que aquel cráneo extraño no podría ser debido a algún tipo de deformidad. Conversando con su marido Ray decidieron enviar aquellos hallazgos para Lloyd Pye, escritor e investigador. En posesión de aquel precioso hallazgo, Lloyd creó el Proyecto Starchild en febrero de 1999. Él encaminó los cráneos para un examen de tomografía computadorizada, y este reveló que la parte de la mandíbula superior del cráneo deformado posee diversos dientes inclusos (recogidos), y eso sugería la hipótesis de tratarse del cráneo de un niño que murió entre los cinco y seis años de edad.


Cráneo humano y Cráneo  de la star child

El cráneo humano, mostrado arriba, en el lado izquierdo y en el centro, muestra una cavidad ósea frontal típica, localizada entre las cavidades oculares.  El cráneo Starchild en el lado derecho, por su parte, no tiene trazo alguno de sinus frontal, ni incluso vestigios de donde esta cavidad podría desarrollarse. Este hecho es considerado extremadamente raro.

El segundo cráneo era de una mujer adulta, normal, pero tenía algo diferente: él había sido moldeado con tablas de madera – una práctica que consistía en amarrar la cabeza de los bebés para que el cráneo quedara con formato alargado.

Los cráneos fueron fechados en el 900 a. C. con la prueba del Carbono 14.

Generalmente los bebés eran amarrados a una tabla usándose una cuerda, o un tejido, posicionándose la cabeza vuelta para el frente, con el ángulo de visión y el cuello levemente flexionado para facilitar la respiración, pero, si rotáramos el cráneo Starchild a fin de alinearlos con su área plana, notamos que los ojos apuntan para bajo, y más aún, el cuello queda inclinado de modo que bloquea el pasaje del aire en la respiración.

La capacidad volumétrica del cráneo Starchild es de aproximadamente 1600 centímetros cúbicos; más de 200 cm que la de un ser humano.

El cráneo Starchild tiene un leve formato de corazón, y se expande en ambos lados de la sutura sagital (centro).  Un examen de esta sutura muestra que ella no está fundida, así no podría restringir la expansión si hubiera sido causada por un acumulo del fluido cefalorraquídeo.  Esto sugiere que la forma del cráneo no fue causada por este motivo, y sí que era su estructura normal.

Otra indicación de que este no sea el problema con el cráneo, es que las cavidades oculares no quedan distorsionadas en los niños hidrocéfalos.  Las caras de esos niños son absolutamente normales.

Aún, las cavidades oculares del cráneo en cuestión están completamente fuera de la normalidad. Como puede ser visto arriba, en humanos, las cavidades son profundas, con aproximadamente cinco centímetros de profundidad, en forma de cono, con las aberturas de los nervios ópticos localizados en lo más profundo de las cavidades.

Las cavidades oculares en el cráneo Starchild tienen aproximadamente dos centímetros de profundidad y las aberturas de los nervios ópticos están localizadas más abajo y más próximas de la base interior de la nariz.  Las superficies de las cavidades oculares son perfectamente lisas, sin ningún disturbios en su topografía, los cuales son idénticos en ambos lados.  Ellos pueden ser sentidos con la punta de los dedos.  Esta increíble simetría hace la posibilidad casi nula de que la “deformidad” pueda haber sido consecuencia de alguna enfermedad, o anomalía genética.

Existen aún varias otras disparidades entre este cráneo y el de un humano, como por ejemplo, la localización del oído interno. En los seres humanos, el oído interno es usado para ayudarnos a determinar lo que está para arriba, o para bajo, para izquierda o para la derecha, y para nuestro equilibrio. Él es esencial para nuestra existencia en la gravedad de este planeta. En el cráneo Starchild, existe un enorme oído interno, mucho mayor que el humano. Tal vez haya sido muchas veces más sensible a los pequeños cambios de posición y movimiento. La posición del oído interno también difiere en este cráneo (más bajo y más para el frente). Este tipo de deformidad desafía cualquier explicación científica.

En 2003 el laboratorio Trace Genetics retiró una muestra del cráneo Starchild y otra de uno de los cráneos humanos encontrados junto con él, para extraer el ADN y realizar exámenes, y dividió esas muestras en cuatro partes. Dos de ellas fueron colocadas cada una dentro de un tubo de ensayo conteniendo ácido etilenodiamino treta-acético. Se sabe que en una semana este ácido disolvería completamente un hueso humano, y fue eso que ocurrió con la muestra del cráneo humano, sin embargo, no disolvió la del Starchild. Después de un mes la muestra del cráneo Starchild aún no había sido disuelta, hecho que sólo ocurrió cuando utilizaron otra sustancia aún más fuerte. Este primer experimento ya indicó que había alguna cosa allí diferente…

 

 
Parte de donde fue retirada la muestra para el test de ADN.

La densidad del cráneo Starchild era anormal, diferente de la humana, y, además de eso, la resistencia era también mayor. La constitución de él era semejante a la del esmalte de los dientes.

Las otras muestras de los cráneos (el humano y el Starchild) fueron sometidas a pruebas de ADN nuclear y mitocondrial. Los resultados chocaron a los investigadores: ¡no consiguieron extraer marcadores provenientes de seres humanos de la muestra del cráneo Starchild! En otras palabras, la madre del Starchild era humana, pero el padre no era.


Cráneo humano y el Starchild.

Como la Doctrina Espírita presenta informaciones tanto sobre la venida de seres de otros orbes para la Tierra (los capelinos y otros más) y también comenta sobre la pluralidad de mundos habitados, tenemos en el Starchild una evidencia de ese evento, ya que ni aún en la prueba de ADN se pudieron identificar marcadores humanos, o sea, el ADN del padre de aquel niño no era proveniente de los seres del planeta Tierra. Tenemos entonces, un elemento más para estudiar como favorable las informaciones presentadas por los Espíritus en sus mensajes esclarecedores sobre la vida en el Universo. No estamos solos en el Cosmos, porque, a fin de cuentas, conforme el Maestro Jesús afirmó hace más de dos mil años: La casa de mí Padre tiene muchas moradas.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita