Hablar sobre
depresión, en
los días
actuales, ha
sido una
constante entre
profesionales y
el público en
general. Pero
eso no es sin
ton ni son – la
OMS
(Organización
Mundial de
Salud) afirmó
que la depresión
es considerada
hoy la primera
causa de
incapacidad
entre todos los
problemas de
salud. ¡Qué cosa
sería, por lo
tanto!
Cuando el
Benefactor
Euzébio, en los
años idos de
1947, explicó
para un grupo de
Espíritus
estudiosos,
reunidos en el
plano espiritual
[de entre ellos,
André Luiz], que
los problemas
mentales serían,
en breve, el
gran drama
humano en la
Tierra, hizo una
profecía
certera. No
tardó mucho para
tomar conciencia
de que los
ansiolíticos,
los inductores
de sueño y
afines serían
los más vendidos
en las farmacias
del país y del
mundo. Nos
impresiona saber
que la famosa
pomada
Hipoglós®,
recetada por
nuestras abuelas
y madres, hace
tanto tiempo, ha
perdido en
ventas para el
Rivotril® – un
poderoso
tranquilizante
del grupo de los
benzodiazepínicos.
Y arriesgo decir
que no
disminuyeron el
número de
bumbuns assados,
necesitando de
la pomada...
André Luiz nos
trajo esta
información, en
el libro En el
Mundo Mayor,
psicografiado
por Francisco
Cândido Xavier,
en la década de
los 40 y, de
allá para acá,
lo que hemos
visto es una
fenomenal
descendida,
ladera abajo, en
las cuestiones
de la psique.
Y, cuando
hablamos de
problemas
mentales, hay
que tenerse en
cuenta no sólo
los síndromes
depresivos (que
son varios),
sino las
neuróticas, las
psicóticas, las
maníacas y las
ansiosas,
también. Por lo
tanto, lo que no
nos faltan son
clasificaciones
y definiciones
para las más
variadas fobias
y conflictos que
asolan la mente
humana.
Tiempos atrás,
oyendo una
charla con el
añorado filósofo
Ney Lobo, en un
congreso sobre
Pedagogía
Espírita,
supimos de una
historia
increíble, que
habría sido
escrita por el
antropólogo
francés Claude
Lévi-Strauss.
Dijo que el
científico, en
una de sus
investigaciones
junto a indios
americanos,
había quedado
impresionado al
ver que, en una
cacería, algunos
de los indios
paraban,
cerrando los
ojos, como si
estuvieran
meditando,
dejando los
animales huir,
para, momentos
después, volver
a la actividad.
Al cuestionar el
gran jefe de la
tribu, oyó de él
una explicación
singular:
“-Ellos paran
porque perciben
que olvidaron
sus almas.
Cuando el alma
llega, ellos
vuelven a
cazar”.
Y Ney Lobo,
aprovechando la
lección,
comentó: “-Es lo
que todos
nosotros hemos
hecho... Estamos
olvidando
nuestras
almas...
¡Olvidamos que
somos almas!
Pero siquiera
nos damos cuenta
de esto...”
Tal vez sea por
eso que estamos
más enfermos.
Vivimos como si
fuéramos una
bola de carne
articulada por
un cogido de
huesos, regidos
por algunas
enervaciones e
impulsados por
el hambre de
placer. Nuestra
dinámica
existencial está
basada en tres
pilares
fundamentales,
en la
actualidad:
individualismo,
materialismo y
consumismo.
O sea, lo
opuesto de lo
real, una vez
que somos
Espíritus
reencarnados,
partes de un
Todo, debiendo
estar en el
mundo para
evolucionar,
auxiliando y
siendo
auxiliados,
utilizar, para
eso de la
materia y
agregando
conocimiento y
amor en nuestros
bancos de
memoria
espiritual.
Cuando estemos
distantes de los
parámetros de la
ley Divina, el
dolor nos hará
visita,
ciertamente.
Pero, no todo es
depresión...
Me veo en el
deber de
destacar que,
por otro lado,
hemos jugado al
bebé en el
rallador junto
al agua de la
bañera. Eso
porque, ni todo
lo que se rotula
como depresión,
realmente lo es.
Por ejemplo,
tristeza no es
depresión, sino
un estado normal
del alma humana.
Ella forma parte
de nuestras
expresiones
emocionales.
Es fuerte la
creencia, dentro
del sentido
común, que si la
persona está
llorosa y sin
apetito por
algún tiempo,
entró en
depresión.
Sin embargo, eso
no es verdad.
El diagnóstico
de la depresión
sólo podrá
surgir si la
persona está con
cinco o más de
los síntomas y
señales
descritas abajo,
por lo menos dos
semanas:
* Humor
deprimido;
* Desanimo,
perdida de
interes;
* Apetito
alterado;
* Sueño
alterado;
* Anedonia (incapacidad
de sentir placer);
* Fatiga,
perdida de
energia;
* Pesimismo;
* Bajo de
auto-estima;
* Concentración
perjudicada;
* Pensamientos
de muerte o
suicídio;
* Atraso o
agitación
psicomotora.
Dentro de los
sub-tipos
depresivos,
podemos
encontrar
situaciones
leves, medianas
y graves,
pudiendo, en los
casos más
difíciles,
causar profunda
apatía, con
ideas suicidas,
y no es raro
llegar a la
muerte.
Causas del Mal
Hasta aquí
hablamos de los
síntomas. Pero,
¿y las causas?
Estas,
invariablemente,
aunque
nítidamente
marcadas por
cuestiones
ambientales y
aún genéticas,
residen, en su
génesis más
profunda, en los
interiores del
alma.
Ciertamente
somos
influenciados
por el medio en
el cual
actuamos, sin
embargo, cabrá
al Espíritu
reencarnado,
tomar las
riendas de la
existencia,
alterando los
patrones
vigentes. Sartre
cierta vez
comentó que lo
que más importa
no es lo que
hicieron con
nosotros, sino
sí aquello que
haremos con lo
que hicieron con
nosotros.
Es la toma de
conciencia
seguida de
acción
transformadora –
fundamental para
nuestra mejoría
íntima.
Dejo claro que
no se trata de
una lucha
solitaria, pero
con todas las
herramientas
disponibles en
el mundo, tales
como la
psicoterapia, el
tratamiento
espiritual y aún
los fármacos,
cuando sean
indicados.
Ejercicios
físicos también
son bienvenidos.
Otro punto
importante: Aún
en el medio
Espírita, vemos
personas
desinformadas,
comentando que
fulano
desarrolló
determinada
enfermedad
porque guardó
amarguras o erró
en el pasado,
etc. Con una
mirada limitada,
dan el veredicto
del caso, como
se fueran el
propio Dios,
sabedores de
todas las cosas
del Cielo y de
la Tierra.
Observad que si
sólo la
amargura,
aislada, causara
cáncer, como
muchos pregonan,
¿cómo podríamos
explicar el
hecho de que los
perros
desarrollen la
enfermedad?
Quién posee un
animal de
estimación sabe
que no guardan
amarguras, muy
al contrario,
pero que, aún
así, a veces
desarrollan esta
enfermedad.
Entonces, todo
juicio es
dispensable,
cabiendo al
hermano del
camino amar y
auxiliar a
todos, inclusive
a los que sufren
[lección áurea
enseñada por
Jesús],
sabedores que
toda enfermedad
en el cuerpo
trae muchas
causas en su
base y que, por
lo tanto, no
debemos intentar
descubrir
aquello que a
veces ni es
factible de
descubrimiento
por ahora.
Joanna de
Ângelis, a
través de
Divaldo Pereira
Franco, afirma
que, con
relación a la
depresión, en
particular, los
estados
nostálgicos del
alma serían el
punto neurálgico
de la cuestión.
El Espíritu
reencarnado
mantiene la
emoción
conectada a
determinados
hechos felices
(muchas veces
inconscientes)
sin conseguir
aceptar
la actual
realidad, a
veces difícil.
Como resultado,
vemos la
dificultad de
idoneidad, la
pérdida de la
alegría, del
entusiasmo, de
los sueños. La
persona pasa a
vivir los días
arrastrándose,
como si cargara
un pesado fardo.
Dice, aún, que
toda enfermedad
tiene cuestiones
físicas y
emocionales.
En lo que
concierne a la
parte biológica,
debemos atentar
al hecho de que
los fármacos,
cuando son
indicados, deben
servir sólo de
moratoria, y
nunca como algo
que irá a curar
a la persona de
la depresión.
Cuando nos
viciamos en los
pensamientos
depresivos,
acabamos por
causar un
atavismo
cerebral, que
nos atraerá para
los mismos
comportamientos
mentales y
corporales. Por
ejemplo, si
determinada
persona se
imagina como
culpable,
infeliz,
incompetente,
por largo
tiempo, las
sinapsis pasan a
repetirse,
indefinidamente,
en una red
cerrada.
Entonces, ella
busca un
terapeuta,
pasando a
recibir
acompañamiento,
decidiendo, aún,
por un
tratamiento
espiritual y se
da cuenta de
que, aún así, no
consigue cambiar
sus sentimientos
y pensamientos
depresivos.
En este caso, el
medicamento
entrará como una
moratoria – él
actuará en el
sistema nervioso
central,
rompiendo este
atavismo,
desamarrando a
la persona de
esta trama
creada por ella
misma.
Entonces, ella
deberá alterar
el patrón
mental, a fin de
mejorar,
realmente.
Aquel que, a
partir del uso
de los
medicamentos,
pasa a ver la
vida con más
alegría y
entusiasmo, tras
algún tiempo
podrá disminuir
la dosis
medicamentosa,
hasta parar con
los medicamentos
[siempre bajo
orientación
médica, claro].
Sin embargo, si
la persona
recibe el
tratamiento
medicamentoso y
aun así se
mantiene en los
vicios mentales
de toda orden,
enrolándose en
las críticas, en
los gestos de
desprecios sin
fin, necesitará
del medicamento
por tiempo
alargado, o aún
por toda la
vida,
presentando
crisis más
serias en
algunas
ocasiones.
Lo que debemos
tener en mente
es que el
remedio no
cambia nuestro
pensamiento.
Quien cambia el
pensamiento es
el Espíritu –
sede de todo
saber y querer.
Culpa,
arrepentimiento
y reparación
Importante
destacar que las
cuestiones de la
culpa y del
remordimiento
deben ser
miradas con
atención en los
casos
depresivos.
Acostumbro a
explicar que la
culpa, en su
génesis, no es
algo malo, sino
importante, pues
se trata de la
toma de
conciencia del
error cometido.
Sin ella
imposible la
evolución del
Ser. Sin
embargo, después
de esta toma de
conciencia, urge
una decisión
positiva: la
reparación.
Pensamientos
viciados, en
circuito
cerrado,
configurando el
remordimiento,
acaban por
empeorar la
situación,
causando otros
males. El sujeto
que pasa a
auto-castigarse
con el
remordimiento,
creyendo estar
pagando algo, en
verdad está
enyesando su
vida y aún
complicando la
de otros que con
él conviven.
La reparación
debe ser el
camino, siendo
ella posible en
cualquier sector
de la vida
humana. No
siempre
conseguimos
notar un mal
hecho junto a
aquel a quien
perjudicamos,
pero nos enseñó
el apóstol que
el amor cubre
una multitud de
pecados, o sea,
debemos amar al
mundo, con todo
nuestro empeño y
la Justicia
Divina entenderá
que aprendemos
la lección
vivida de forma
positiva,
productiva e
inteligente.
Tratamiento
Espiritual:
higienización de
la mente y del
cuerpo
Los tratamientos
ofrecidos por la
Doctrina
Espírita son de
enorme valía
para todos los
que necesitan
realinearse en
el campo
material,
periespiritual y
espiritual. En
el caso de los
síndromes
psíquicos, tal
tratamiento
higieniza todo
el sistema
nervioso,
auxiliando en la
recuperación del
individuo, que
pasa a responder
de forma
positiva a los
otros
tratamientos en
marcha. En los
casos en que se
destacan las
obsesiones
espirituales, el
tratamiento
espírita
funciona como un
blindaje mental
– es la
moratoria en el
campo
espiritual, a
fin de que
podamos
realinearnos
ante la vida.
Tenemos, en las
Casas Espíritas
serias,
comprometidas
con las bases
Kardecistas y
cristianas, el
tratamiento del
pase, la oferta
del agua
fluidificada, el
estudio del
Evangelio y de
los postulados
Espíritas, los
campos de
trabajo
caritativo y
educacional,
etc. pudiendo la
persona
alistarse en
diversas
actividades,
conforme
indicación de
los trabajadores
del atendimiento
fraterno,
sintiendo
mejoras desde el
inicio de estas.
Cuando
estudiamos el
Espiritismo con
seriedad, muchas
respuestas
surgen, aún para
preguntas ni
siquiera
formuladas
anteriormente.
Comprender
nuestra esencia,
nuestros
objetivos y
nuestras
necesidades es
cuestión
primordial, bajo
riesgo de perder
una sagrada
oportunidad
evolutiva en el
hoy, si quedamos
durmiendo en las
redes de la
ignorancia.
Necesitamos
seguir adelante,
sin autopiedad,
pues este
sentimiento
minará nuestras
fuerzas
psíquicas.
¡No somos pobres
desgraciados,
somos dioses,
nos dijo Jesús!
Y, si somos
seres divinos,
si poseemos la
centella divina,
no necesitamos
de piedad, sino
de
auto-confianza.
Querido lector,
si ella [la
auto-confianza]
aún no existe en
ti, es preciso
desarrollarla.
¡Pues Dios,
nuestro Padre,
confía en ti, en
mí, en nosotros!
Y, si Él confía
en toda su
Creación, ¿quién
somos nosotros
para dudar?
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