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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 314 – 2 de Junio de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 20)
 

Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál es, según el Espiritismo, la principal tarea de los padres con sus hijos?

B. En la descripción que hace del Juicio Final, Jesús destaca una virtud. ¿Cuál es?

C. La moral de Jesús puede ser resumida en dos virtudes principales. ¿Cuáles son?

D. ¿Cuál es la frase escrita por Kardec que sintetiza los deberes del hombre en la Tierra?

Texto para la lectura

208. Vosotras, mujeres que os consagrasteis a Dios, trabajad también en su obra; pero que vuestros trabajos no sean únicamente para adornar vuestras capillas, para llamar la atención sobre vuestra habilidad y paciencia. Trabajad, hijas mías, y que el producto de vuestras obras se destine a socorrer a vuestros hermanos en Dios. Los pobres son sus hijos bienamados; trabajar para ellos es glorificar a Dios. (Cap. XIII, ítem 16, Juan)

209. Todos vosotros que podéis producir, dad; dad vuestro talento, dad vuestras inspiraciones, dad vuestro corazón, que Dios os bendecirá. (Cap. XIII, ítem 16, Juan)

210. Todos vosotros podéis dar. Cualquiera que sea la clase social a la que pertenezcáis,  de algo disponéis que podáis compartir. Vuestros tesoros de la Tierra disminuirán un poco; pero vuestros tesoros del cielo crecerán. Allá cosecharéis el céntuplo de lo que hubiereis sembrado en beneficios en este mundo. (Cap. XIII, ítem 16, Juan)

211. La piedad es la virtud que más os acerca a los ángeles; es la hermana de la caridad que os conduce a Dios. ¡Ah! Dejad que vuestro corazón se enternezca ante la contemplación de las miserias y de los sufrimientos de vuestros semejantes. Vuestras lágrimas son un bálsamo que derramáis sobre sus heridas. (Cap. XIII, ítem 17, Miguel)

212. La piedad, la piedad bien sentida, es amor; el amor es consagración; la consagración es el olvido de sí mismo, y este olvido, esta abnegación en favor de los desdichados es la virtud por excelencia, la que toda su vida practicó el divino Mesías y enseñó en su doctrina tan santa y tan sublime. Cuando esta doctrina sea restablecida en su pureza primitiva, cuando todos los pueblos se sometan a ella, hará feliz a la Tierra, haciendo que allí reinen la concordia, la paz y el amor. (Cap. XIII, ítem 17, Miguel)

213. Hermanos míos, amad a los huérfanos. ¡Si supieseis cuán triste es estar solo y abandonado, sobre todo en la infancia! Dios permite que haya huérfanos para exhortarnos a servirles de padres. ¡Que divina caridad es amparar a una pobre criatura abandonada, evitar que sufra hambre y frío, orientar su alma a fin de que no se extravíe en el vicio! (Cap. XIII, ítem 18, un Espíritu familiar)

214. “¿Qué se debe pensar de los que, habiendo recibido ingratitud en pago por los beneficios que hicieron, dejan de practicar el bien para no encontrarse con los ingratos? En éstos hay más egoísmo que caridad, porque hacer el bien sólo para recibir demostraciones de reconocimiento, es no hacerlo con desinterés, y el bien hecho desinteresadamente es el único agradable a Dios. Si Dios permite que algunas veces seáis pagados con la ingratitud, es para probar vuestra perseverancia en practicar el bien. (Cap. XIII, ítem 19, Guía protector)

215. “¿Es acertada la beneficencia cuando es practicada exclusivamente entre personas de la misma opinión, la misma creencia, o el mismo partido?”  No, porque precisamente es el espíritu de secta y de partido el que necesita ser abolido, puesto que todos los hombres son hermanos. El verdadero cristiano sólo ve hermanos en sus semejantes y antes de socorrer al necesitado, no le pregunta su creencia ni su opinión. (Cap. XIII, ítem 20, San Luis)

216. Jesús les preguntó: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y pasando la mirada por los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos; pues todo aquél que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Algunas palabras de Jesús parecen extrañas, porque contrastan con su bondad y su inalterable benevolencia para con todos. Ahora bien, no es posible que destruyese por un lado lo que por otro establecía, de donde se extrae esta consecuencia rigurosa: si ciertas propuestas suyas se hallan en contradicción con el principio básico, es porque las palabras que se le atribuyen ha sido mal reproducidas, mal comprendidas, o no son suyas. (Cap. XIV, ítems 5 y 6)

217. Suponer que Jesús haya renegado de su madre sería desconocer su carácter. Semejante idea no podría encontrar morada en aquél que dijo: Honrad a vuestro padre y a vuestra madre. Es necesario, pues, buscar otro sentido a sus palabras, casi siempre envueltas en el velo de la forma alegórica. Él no desestimaba ninguna ocasión para dar una enseñanza; aprovechó, pues, la que le ofreció la llegada de su familia para precisar la diferencia que existe entre el parentesco corporal y el espiritual. (Cap. XIV, ítem 7)

218. Los lazos de sangre no crean necesariamente los lazos entre los Espíritus. El cuerpo procede del cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu, porque el Espíritu ya existía antes de la formación del cuerpo. (Cap. XIV, ítem 8)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál es, según el Espiritismo, la principal tarea de los padres con sus hijos?

Según el mensaje firmado por el Espíritu San Agustín, el deber de los padres es dar todas las condiciones para que sus hijos progresen y poner todo su amor para acercarlos a Dios. Esta es la misión que se les ha confiado y cuya recompensa recibirán si la cumplen fielmente. “Recordad –dice San Agustín- que a cada padre y a cada madre Dios preguntará: ¿Qué hicisteis del hijo que confié a vuestro cuidado? Si quedó atrasado por vuestra culpa, tendréis como castigo el verle entre los Espíritus que sufren, puesto que de vosotros dependía que fuese dichoso.” (El Evangelio según el Espiritismo, capítulo XIV, ítem 9.)

B. En la descripción que hace del Juicio Final, Jesús destaca una virtud. ¿Cuál es?

La virtud se llama caridad, que Él no considera tan sólo como una de las condiciones para la salvación, sino como la única condición. Si hubiese otras que cumplir, las habría mencionado. Puesto que coloca la caridad en primer lugar, es porque ella comprende de manera implícita a todas las demás: la humildad, la dulzura, la benevolencia, la indulgencia, la justicia, etc., y porque ella es la negación absoluta del orgullo y el egoísmo. (Obra citada, capítulo XV, ítems 1,2 y 3.)

C. La moral de Jesús puede ser resumida en dos virtudes principales. ¿Cuáles son?

Caridad y humildad, virtudes que son lo opuesto, respectivamente, al egoísmo y al orgullo. (Obra citada, capítulo XV, ítems 1 a 3.)

D. ¿Cuál es la frase escrita por Kardec que sintetiza los deberes del hombre en la Tierra?

Fuera de la caridad no hay salvación.  (Obra citada, capítulo XV, ítems 4 y 5) 

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita