La apariencia de
los Espíritus en
la vida más allá
de la tumba
Hace años un
reportero de la
“Folha de
Londrina”, al
entrevistar el
conocido orador
Divaldo Franco,
le preguntó cómo
se da, en la
esfera
espiritual, el
reencuentro de
los cónyuges que
hubiesen
desencarnado con
edades
diferentes. Por
ejemplo, el
marido
desencarnó a los
50 años y la
esposa, a los 85
años. ¿Esa
diferencia tan
grande en las
edades
constituiría
alguna
dificultad, si
acaso ellos
vengan a
encontrarse?
La cuestión
propuesta fue
examinada,
aunque
indirectamente,
por André Luiz
en el cap. IV de
la 2ª parte del
libro
Evolución en Dos
Mundos.
¿Al fin y al
cabo, las
personas que
desencarnan en
adelantada
senectud
persisten así en
la esfera
espiritual o
rejuvenecen de
inmediato?
Según nos
informa el libro
en cuestión,
generalmente
tales personas
necesitarán de
algún tiempo
para deshacerse
de las señales
de ancianidad
corpórea, caso
deseen
rejuvenecer el
propio aspecto.
Y lo mismo se da
en el sentido
contrario,
cuando la
persona
desencarnó muy
joven, caso en
que deberá, de
igual manera,
esperar que
el tiempo la
auxilie, si
desear la
obtención de
rasgos de
madurez.
André Luiz hace,
sin embargo, una
corrección
importante,
esclareciendo
que eso – el
concurso del
tiempo – sólo se
hace necesario
en el caso de
Espíritus que
aún no tienen
suficiente
mejora moral e
intelectual, una
vez que, cuanto
más elevado sea
el Espíritu, más
grande será su
poder plástico
sobre las
células que le
entretejen el
cuerpo
espiritual.
En lo que se
refiere a la
pregunta inicial
propuesta por el
reportero de la
“Folha de
Londrina”, es
posible, por lo
tanto, que el
reencuentro de
los cónyuges
desencarnados en
diferentes
grupos de edad
ocurra en un
momento en que
ambos estén
adecuadamente
rejuvenecidos.
El asunto se
conecta también
a un hecho común
en intercambio
entre nosotros y
los Espíritus, o
sea, la
apariencia con
que los
desencarnados se
presentan en las
sesiones
mediúmnicas.
En la obra
mencionada, nos
dice André Luiz
que el aspecto
de los Espíritus
cambia hasta al
infinito. Los
Espíritus
superiores, por
el dominio
natural que
ejercen sobre
las células
psicosomáticas,
pueden adoptar
la presentación
que más
provechosa se
les parezca, con
énfasis a la
obra meritoria
que se proponen
a realizar. Sin
embargo, el más
común es que se
presenten a los
desencarnados en
la forma que
efectivamente se
encuentren.
El hecho se
observa también
en las
apariciones que
ocurren, vez u
otra, en el
ambiente del
hogar donde la
persona vivió,
pues existen
muchos relatos
en el medio
espirita, muchos
de ellos
registrados en
libros. En casi
todos – o por lo
menos en la
mayoría – el
Espíritu se
presenta tal
cual fuera
conocido de las
personas a quien
él se presenta,
lo que
contribuye para
su
identificación.
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